tag:blogger.com,1999:blog-27148734463484673552024-03-28T10:37:40.623+01:00Palabrariaangel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.comBlogger617125tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-59399312504626380182024-03-20T19:40:00.000+01:002024-03-20T19:40:23.259+01:00OBLATO-TA<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZVw011b7D2eAYVhNMlbefFIIDDSCL6kIwoVKI8hf3VXFog3vZLBYQi21ZUUquKeQUeaqRYwHCJ5gZ5_9yYN9K-ximN3Ds_pZxyNOLN6FB6leb52CbvwMul5RpXHX-odGWW993kfcYU9zDV_Pb_jT44B_uVBOI3aRd15_0uXaNeBBggwRDai06MWcElQWm/s887/a56.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="503" data-original-width="887" height="181" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZVw011b7D2eAYVhNMlbefFIIDDSCL6kIwoVKI8hf3VXFog3vZLBYQi21ZUUquKeQUeaqRYwHCJ5gZ5_9yYN9K-ximN3Ds_pZxyNOLN6FB6leb52CbvwMul5RpXHX-odGWW993kfcYU9zDV_Pb_jT44B_uVBOI3aRd15_0uXaNeBBggwRDai06MWcElQWm/s320/a56.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">La niña que nos gustaba estuvo, durante un tiempo, acogida en el convento segoviano de las hermanas oblatas del <b>Santísimo Redentor</b>. Los domingos hacíamos auto-stop a la salida del pueblo y la visitábamos diciendo que éramos sus primos. La monja que nos abría la puerta no parecía estar muy convencida del parentesco, pero, así y todo, la llamaba y se presentaba ante nosotros, al principio sorprendida y, luego, alegre, por haberla visitado. La niña que nos gustaba tenía unos ojos preciosos y una sonrisa angelical. Con el paso del tiempo, ya no teníamos que acercarnos al convento para verla porque comenzó a trabajar en una pastelería de <b>Fernández Ladreda</b>. Lo normal es que todos pidiéramos bambas de nata, tan sabrosas como los labios de la niña que nos gustaba y que nunca logramos besar. Después de haberla visto y de haber intercambiado con ellas dos o tres frases de cortesía nos íbamos hasta el cine <b>Cervantes</b> a ver una película de dos rombos. No teníamos edad para ello, pero nos las apañábamos para entrar. En la pantalla podía aparecer <b>Ornella Muti </b>o <b>Ana Belén</b>, pero, al mirarlas, yo solo veía a la niña que me gustaba como una adolescente precoz que revolvía las sábanas de mis sueños imposibles.</p><p style="text-align: justify;"><b>Covarrubias</b> cita esta voz de pasada en su definición del vocablo <i>oblada</i>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLADA, la ofrenda que se lleua sobre la sepultura del difunto, del verbo offero, quasi oblata. Barbaramente la llaman algunos ollada</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades</b> nos ofrece dos acepciones del término <i>oblata</i>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA. s. f. La porcion de dinéro, que se dá al Sacristán, ó á la fábrica de la Iglésia, por razon del gasto de vino, hostias, cera y ornamentos para decir las Missas. Suele ser carga de algunas Capellanias, que el Capellán satisfaga un tanto por esta razon, en la Iglésia donde cumple las Missas de su obligación. Lat. <i>Res oblata pro ministerio Missa</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBLATA. En la Missa es la hostia ofrecida y puesta sobre la paténa, y el vino en el cáliz, antes de estar consagrados; y assi se dice incensar la obláta. Lat. <i>Oblata, orum</i></span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1925, en la que añaden una tercera acepción, y nos ofrecen la voz <i>oblato</i>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA. (Del lat. <i>oblata</i>, ofrecida.) f. Porción de dinero que se da al sacristán o a la fábrica de la iglesia por razón del gasto de vino, hostias, cera u ornamentos para decir las misas. // 2. En la misa, la hostia ofrecida y puesta sobre la patena, y el vino en el cáliz, antes de ser consagrados. Incensar la OBLATA. // 3. Religiosa perteneciente a la congregación del Santísimo Redentor, fundada en España en el siglo XIX para librar a las jóvenes del peligro de la prostitución. Ú. t. c. adj.".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBLATO. adj. Dícese de la persona que pertenece a la congregación de clérigos seculares, fundada en el siglo XVI, en Italia, por San Carlos Borromeo. Ú. t. c. s. // 2. Aplícase también a los miembros de la congregación fundada en Marsella, en el siglo XIX, por Eugenio Mazenod. Ú. t. c. s.</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1970 definen separadas las voces <i>oblata </i>y <i>oblato</i>. De esta última dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATO, TA. (Del lat. <i>oblatus</i>, ofrecido.) adj. Dícese del niño ofrecido por sus padres a Dios y confiado a un monasterio para que se educase culta y piadosamente y, si se aficionase, entrase en religión. Ú. t. c. s. // 2. m. Entre los benedictinos, el seglar que les asiste con hábito como sirviente. // 3. desus. Seglar, generalmente soldado inválido, a quien el rey colocaba en alguna abadía o priorato rico para que la comunidad lo tuviese y sustentase. // 4.<i> desus</i>. Seglar que alcanzaba en la corte pensión sobre algún beneficio eclesiástico. // 5. m. y f. Religioso de alguna de las diversas congregaciones que se dan a sí mismas el nombre de oblatos u oblatas. // f. Religiosa perteneciente a la congregación del Santísimo Redentor, fundada en España en el siglo XVI para librar a las jóvenes del peligro de la prostitución</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1984 vuelven a decir que la congregación de las oblatas del <b>Santísimo Redentor</b> se fundó en el siglo XIX; en la de 1989, que en el XVI, y en la de 1992, que en el XIX. En la del <b>Tricentenario</b>, última consultada, juntan todas las definiciones de las voces <i>oblato</i> y <i>oblata</i>, y fijan la fecha de la fundación de esta comunidad religiosa, a la que nos venimos refiriendo, en el año 1870.</p><p style="text-align: justify;">Ambos vocablos los recoge, separados, el <b><i>Esteban Terreros</i></b> (1787):</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA, la Hostia y caliz ofrecidos en la Misa. (...) El mismo nombre dan al dinero que se entrega para el gasto del vino y hostias para las Misas. (...)</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBLATO, llamaron antiguamente al niño que se ofrecía á Dios en un Monasterio para que fuesse Relijioso. (...) Despues se tomó por lo mismo que Relijioso lego, y tambien les dieron el mismo nombre de oblatos á los que se ofrecían con sus bienes á algun Monasterio</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Gaspar y Roig</i></b> (1855) nos brinda una nueva acepción de esta voz, que también incluye don <b>Jerónimo Borao</b> en su "<b><i>Diccionario de voces aragonesas</i></b>" (1859):</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA. s. f. prov. Aragon: hogaza</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Domínguez,</i></b> en su <b><i>Suplemento</i></b> (1869), dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA. s. f. <i>ant</i>. El pan bendito</span>".</p><p style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario de Ciencias Eclesiásticas,..</i></b>." (10 vols. Nueva Imprenta y Librería de San José. <b>Madrid-Valencia,</b> 1884-1890), de don <b>Niceto Alonso Perujo</b> y don <b>Juan Pérez Angulo,</b> nos da una larga explicación sobre esta voz. Entre otras cosas, dice:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBLATA.- En el ofertorio de la misa ofrece el sacerdote el pan y el vino que han de
servir de materia en la consagración, diciendo para la oblación del pan la oración <i>Suscipe</i>, etc., y para la del vino la oración <i>Offerimus</i>, etc. Hecha de este modo la preparación del pan y del vino, se designa con el
nombre de <i>oblata </i>todo lo ofrecido. Así lo indica la Rúbrica, cuando dice: <i>Celebrans incensat oblata, ter ducens thuribulum super
calicem et hostiam,</i> etc.; por consiguiente, la
palabra <i>oblata</i> usada en plural significa todo
lo ofrecido, es decir, el pan y el vino. El uso
ha castellanizado la palabra latina <i>oblata</i>,
autorizando la expresión <i>la oblata</i>; y se ha
transformado de este modo en nombre sustantivo femenino lo que en su origen latino
es terminación neutra de <i>oblatas, a um</i> en
plural. <br />No debe confundirse la <i>oblata</i> con el ofertorio; porque este comprende no solamente
la oblación del pan y del vino, sino también
todo lo que se lee y practica después del
Credo ó del Evangelio hasta el Prefacio. Sin
embargo, se llama simplemente ofertorio la
antífona que se dice después del <i>Oremus,</i>
porque antiguamente se cantaba después de
la oblación del pan y del vino. Los primitivos fieles ofrecían pan y vino en el ofertorio
para la consagración; y de esta antigua costumbre tuvo origen dicha antífona. El sacerdote tomaba para la consagración aquella
cantidad de pan y vino que era necesaria
para la comunión del celebrante, de los ministros y de los fieles, quedando lo restante,
unas veces en beneficio de la Iglesia y sus
ministros, y otras para limosna de los pobres. La antífona del ofertorio se cantaba
para infundir recogimiento y alegría en los
corazones del pueblo fiel, mientras hacia la
ofrenda de sus dones. Dicha antífona venia
á ser algunas veces un salmo entero, ó al menos parte de un salmo con repetición de versículos á manera de responsorio, para que
el canto durase hasta el fin de la oblación;
pero cuando transcurridos los diez primeros
siglos de la Iglesia, cesaron estas oblaciones
del pueblo, la Iglesia redujo el ofertorio á
uno que otro versículo de los Salmos, ó á alguna breve antífona expresiva de algún pensamiento análogo á la fiesta. (...)<br />La incensación de la <i>oblata</i> se hace en
forma de cruz, para que con este signo de
nuestra redención, quede más y más santificada la oblación del pan y del vino. Con el
incensario se forman sobre la oblata tres cruces comunes á la hostia y al cáliz, y se dan
tres vueltas alrededor del cáliz y de la hostia;
las dos primeras llevando el incensario de la
derecha á la izquierda, y la tercera de la
izquierda á la derecha, <i>ut magis ac magis</i>
<i>fumo honorífico</i> <i>perfundantur</i>. Se cree comunmente que el Papa León I introdujo la
incensación de la <i>oblata ob reverentiam
Christi.</i> La incensación se repite seis veces
para recordarnos en sentido místico que Jesús
fué á Betania <i>ante sex dies Paschae</i>; y Durando pretende que la incensación de la
<i>oblata</i> se hace primero en forma de cruz, y
después en forma de círculo ó corona, para
darnos á entender que no podemos conseguir la corona de la gloria eterna sin acompañar antes á Jesucristo en su pasión".</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcfYdRYNyPqjF3E1YiYi-pAd7QnY4rgrskor3bUAJqHVsjV-Y-2Wq06JpeC87h0u_ZZi0ZPjxUNuHH5lsc6q-AumNVcmzeRhWXpaN69qfUX_RsxLmzXlCp0WNYz24fjwGj6RLVbIxvdkOiunu3cb9bBuj-Enu4ahxrs1YIX1-onDHzjGwkp6158fABVRok/s338/a57.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="264" data-original-width="338" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcfYdRYNyPqjF3E1YiYi-pAd7QnY4rgrskor3bUAJqHVsjV-Y-2Wq06JpeC87h0u_ZZi0ZPjxUNuHH5lsc6q-AumNVcmzeRhWXpaN69qfUX_RsxLmzXlCp0WNYz24fjwGj6RLVbIxvdkOiunu3cb9bBuj-Enu4ahxrs1YIX1-onDHzjGwkp6158fABVRok/s320/a57.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">La congregación religiosa de las <b>Oblatas del Santísimo Redentor</b> fue fundada por el padre benedictino y obispo de Daulia <b><a href="https://dbe.rah.es/biografias/8119/jose-eudaldo-antonio-serra-y-julia">José María Benito Serra y Juliá</a></b> (1810-1886) junto con <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Antonia_Mar%C3%ADa_de_Oviedo_y_Sch%C3%B6nthal">Antonia María de Oviedo y Schöntal</a></b> (1822-1898), institutriz de las hijas de<b> Isabel II</b>. La Curia romana la aprobó en el año 1895 y se reconoció legalmente en <b>España</b> en 1899, como puede leerse en <b>La Gaceta de Madrid</b> del 11 de junio de dicho año: </p><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>Real Orden del Ministerio de Gracia y Justicia</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Excmo. Sr.: Vista la instancia elevada á este Ministerio por la superiora general de la Congregación religiosa de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor; y </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Resultando que el fin del Instituto, además de la
satisfacción de las Religiosas, es el de recoger en
Asilos á las jóvenes que habiendo llevado una vida licenciosa desean cambiarla por otra honesta, dándoles
educación, moralizándolas y habituándolas al trabajo
para que puedan honradamente satisfacer sus necesidades: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Resultando que en la actualidad tienen abiertos 17
Asilos en esa diócesis y en las de Santander, Vitoria,
Tortosa, Barcelona, Orihuela, Cartagena, Valladolid,
Santiago, Tarragona, Valencia, Zaragoza y Sevilla,
que en ellos tienen recogidas á 1.800 asiladas, asistidas
por 287 Hermanas: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Considerando el gran bien moral y social que producen; y </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Considerando que por Reales órdenes del Ministerio de la Gobernación se autorizó la fundación de sus
Asilos en las diferentes provincias de la Monarquía, y
por decreto de la Congregación Romana de Obispos y
Regulares, fecha 19 de Mayo de 1895, Su Santidad se
dignó aprobar el Instituto; </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">S. M. la Reina (Q. D. G.), Regente del Reino, en
nombre de su Augusto Hijo, se ha servido acceder á lo
solicitado, disponiendo se reconozca legalmente en España á dicho Instituto; pero entendiéndose dicho reconocimiento sin gravamen alguno para el Tesoro y en tanto que las Religiosas cumplan con sus constituciones, y quedando obligadas, para hacer nuevas fundaciones, á solicitar autorización de las Autoridades eclesiásticas y civiles del punto donde deseen establecerse,
dando cuenta á este Ministerio. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">De Real orden lo digo á V. E. para su conocimiento
y efectos consiguientes. Dios guarde á V. E. muchos
años. Madrid 2 de Junio de 1899. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><b>MANUEL DURÁN Y BAS</b> </div><div style="text-align: justify;">Sr. Arzobispo-Obispo de Madrid-Alcalá<span style="color: #783f04;">"</span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El monje benedictino fray <b>Antolín Pablos Villanueva</b> escribió sendas biografías de ambos fundadores tituladas "<b><i>El Ilmo. Padre José Serra, de la Orden de S. Benito, obispo de Daulia, fundador de la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor</i></b>", y "<b><i>La Madre Antonia de la Misericordia, fundadora y primera superiora general del Instituto de Religiosas Oblatas del Smo. Redentor</i></b>", publicadas en <b>Madrid</b> en los años 1922 y 1925, respectivamente.</div><div style="text-align: justify;">Fray <b>Antolín</b> fue fusilado en <b>San Fernando de Henares</b>, junto a 413 personas más, el 8 de noviembre de 1936.</div><p style="text-align: justify;">El abogado del Estado don <b>Manuel de Cossío y Gómez-Acebo</b> nos cuenta en su obra "<b><i>La acción social para proteger y educar los niños abandonados</i></b>" (Imprenta Tejada y Martín. <b>Madrid</b>, 1914)) lo siguiente:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">En el estudio y la organización en España de las Instituciones de
Beneficencia y de previsión, publicado por la Dirección general de
Administración del Ministerio de la Gobernación en 1905, se ocupa
de las instituciones protectoras de la maternidad y la infancia, lamentándose de que en aquella fecha las Sociedades dedicadas al
socorro de las mujeres en cinta, y durante los primeros meses del
embarazo y crianza, no tengan el apoyo y protección que su estado
reclama. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Al ocuparse de la protección á la infancia, cita el Consultorio
de niños de pecho y Gota de leche; Pensiones de lactancia pagadas
en metálico; Cantinas escolares; Cunas de Jesús; Asilos de huérfanos y desamparados; Casas de corrección de niños viciosos; Sanatorios y hospitales, señalando especialmente el de Chipiona (Cádiz),
debido á "un notable especialista en Patología infantil, el Dr. Tolosa
Latour, que ha consagrado su actividad y su filantropía inagotable
á la propaganda de estos sanatorios; á el se debe la creación de una
Sociedad para este objeto, que bajo el patronato de SS. MM. se
sostiene, el primer hospicio marítimo que hay en España".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Bajo el nombre de Instituciones de preservación, reforma y rehabilitación, comprende las Casas de protección para jóvenes sin familia y abandonados ó extraviados, como las Congregaciones Trinitarias, Oblatas y Adoratrices; Represión de la "Trata de Blancas", con
su Asilo central en San Fernando del Jarama, y Delegaciones provinciales; Reformatorio de Santa Rita, en Carabanchel Bajo (Madrid),
dedicado á la educación correccional de la juventud, y su principal
fin es la reforma de costumbres de los hijos de familia menores de
edad, bajo la dirección de religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores; el de San Hermenegildo, de Sevilla; el
de Godella (Valencia); los de Torrente y Yuste, donde los alumnos
no están en calidad de corrigendos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Existe en construcción el Asilo para jóvenes denominado del
Príncipe de Asturias, en la posesión de Vista-Alegre (Carabanchel),
destinado á recoger los jóvenes abandonados y vagabundos</span>".<br />(Cap. III: "<b><i>La acción social para proteger y educar á los niños abandonados</i></b>"; pág. 63)<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don<b> Ildefonso Rodríguez y Fernández</b>, doctor en las Facultades de Sagrada Teología, Filosofía y Letras y Medicina, es el autor de la obra "<b><i>Compendio histórico de Segovia...</i></b>.". En el tomo II (Imprenta de Carlos Martín. <b>Segovia,</b> 1930) nos da el lugar exacto en donde estaba el convento de las<b> Oblatas</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Se han trasladado poco tiempo hace, desde Santa Eulalia al
Convento de Capuchinos, que han adquirido. En él tienen la antigua iglesia del convento que habrán de reparar; amplias habitaciones y hermosa huerta. Fundación todo ello del Marquesado de Cobatillas sobre el antiguo templo de San Antón. El fin de esta
Comunidad es la corrección de jóvenes del sexo femenino. A la
capilla que dejan en el barrio de Santa Eulalia han venido los hermanos Marianistas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 287)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta información nos la amplia <b>Mariano Sáez Romero</b> en sus "<b><i>Crónicas segovianas</i></b>", publicadas por el mismo editor en el mismo año:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">Era de ver la animación que se notaba en Segovia cuando por los años primeros de siglo, llegaba la época de exámenes de ingreso en la Academia de Artillería. Las convocatorias eran más
normales, celebrándose generalmente por el mes
de Mayo, para terminar los exámenes entrado el
siguiente Junio, y quedar libre el profesorado para
los de los alumnos ya en la Escuela, y que solían
comenzar el día 1.° de Julio.
Los candidatos que se presentaban a ingreso
se preparaban en toda España, que en muchas
capitales, ha habido siempre buenos profesores y
acreditadas Academias dedicadas a la enseñanza
para la entrada en las Academias militares, pero
donde generalmente se hacía la preparación y
daba mayor contingente de alumnos ingresados,
era en Segovia, que ha contado además de particulares que preparaban a uno, dos o solo tres aspirantes, con varias Academias preparadoras de
reconocido renombre y con éxitos elocuentes y
merecidos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;"><span>Una de las más antiguas de estas Academias
fué la de D . José Gorría, situada en Capuchinos, en la casa de Castro Enríquez, hoy de las Religiosas Oblatas, y que por muchos años subsistió
dedicada a esta enseñanza</span>".</span></div><div style="text-align: justify;">(Págs. 87-88)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy en día este antiguo convento es un hotel de lujo de cinco estrellas, llamado <b>Áurea Convento Capuchinos</b>. En su web leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: #0b5394;">En Segovia este edificio es conocido como “<i>Convento de las Oblatas</i>”. La razón es que éstas fueron las últimas religiosas que habitaron este singular espacio. Lo hicieron hasta 1996, educando a las niñas que les eran enviadas desde el Tribunal Tutelar de Menores. Ese año dejaron el convento, que pasó a manos de una empresa que lo transformó en un hotel de lujo, el primer cinco estrellas de Segovia</span>".</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil9w4SMSOhhVIxSKJ4MjjTKeTt7m5S-Vqe4wDXpijuAf8KzFcNMi_zo_NovSnytKDmjOVN49CFRPOohN0riCHEVZpN1QbpRM1hdUgmQ0M3BKpLgW5xFiFKAh-r1ijVi9HnZiiZ76ilULQlf7ymbxL819Nyk__Bq_XCozJ3TVTZPiRRGZ65LKyMMbU7ypoj/s391/a58.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="391" data-original-width="368" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil9w4SMSOhhVIxSKJ4MjjTKeTt7m5S-Vqe4wDXpijuAf8KzFcNMi_zo_NovSnytKDmjOVN49CFRPOohN0riCHEVZpN1QbpRM1hdUgmQ0M3BKpLgW5xFiFKAh-r1ijVi9HnZiiZ76ilULQlf7ymbxL819Nyk__Bq_XCozJ3TVTZPiRRGZ65LKyMMbU7ypoj/s320/a58.png" width="301" /></a></div><br /><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;">El furibundo escritor republicano <b>José Nakens</b> (1841-1925), director del periódico "<b><i>El Motín</i></b>", escribe en su obra "<b><i>Picotazos en la cresta (escaramuzas anticlericales)</i></b>" (Establecimiento Tipográfico Libertad, 31. <b>Madrid</b>, 1912):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Pregunta un periódico á los que no dejan en
paz á San Roque y aseguran que el cólera es castigo de Dios: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">«¿Cómo se explica que las primeras víctimas de
la epidemia en Tudela hayan sido la superiora y
una monja del convento de Dominicas, santas madres consagradas al servicio de Dios y á las prácticas de las buenas obras? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">¿Cómo se explica que en el convento de religiosas Oblatas de Zaragoza, donde la higiene espiritual, esa higiene de las oraciones y rogativas, debía observarse tan fielmente, hayan ocurrido nada menos que 20 invasiones? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">¿Cómo se explica que los padres jesuítas del
convento de los Jerónimos de Murcia, que por su
carácter religioso debían considerarse con más
fuerza que el láudano y el alcanfor contra la epidemia, hayan abandonado su convento, aunque
llevándose el mobiliario y equipo, como varones
prudentes que procuran conciliar la salud con el
presupuesto? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">¿Y cómo se explica, por último, que habiendo
tantos impíos en el mundo, tanto liberal que
atiende más á la higiene que á las rogativas, el cólera no solo no los extermina en un día, en un
momento dado, sino que, por el contrario, los respeta, dejándolos rozagantes y hermosos y dispuestos á dar una desazón á los beatos?... </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Tan profundo, tan transcendental es este problema, que renunciamos á revolverlo</span>.»</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 113)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">A consecuencia de la última epidemia colérica de Zaragoza quedaron huérfanos cuatro hermanos,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">y sus parientes resolvieron encargarse cada cual de uno.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Entre aquéllos estaba una muchacha de diez años, tan traviesa como inocente, y sus tíos la llevaron para corregirla al convento de las Oblatas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—¿Esta niña ha pecado?—preguntó la Superiora.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—Señora—contestó una de las acompañantes—¡si no tiene más que diez años!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—Aquí no se admiten más que las que han pecado—replicó la madre despidiendo á los solicitantes.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Si se necesita pecar para tener derecho á vivir en aquel Asilo, no hay para qué preguntar por la vida y costumbres de las hermanas, pues ello mismo lo está diciendo</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 298)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La costumbre de mandar a los niños al seminario es antigua. En el <b>Concilio de Toledo</b> del año 527 se establecieron cinco cánones. El historiador aragonés don <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_de_la_Fuente">Vicente de la Fuente </a></b>(1817-1889) nos ilustra en el tomo I de su "<b><i>Historia eclesiástica de España</i></b>" (Compañía de impresores y Libreros del Reino. <b>Madrid</b>, 1873-1875) de lo que dice el primero:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">El Canon 1º habla de los seminarios y colegios clericales,
no como de cosa que se manda crear, sino como de una institución ya existente y reconocida. Los niños oblatos, á quienes desde sus tiernos años dedicaban sus padres al servicio de
la Iglesia, no debían quedar en sus casas, sino que habían de
recibir en adelante una educación moral y literaria más esmerada. Luego que se hiciese el voto paterno y se los entregase
al Clero, de lo cual habla como de cosa usual y común, debían pasar á la Iglesia, en donde se encargaría de ellos un
superior, que debería dirigirlos y, doctrinarlos bajo la inspección y vigilancia del Obispo. Allí debían permanecer hasta la
edad de diez y ocho años. Entonces el Obispo examinaba su vocación á presencia del Clero y del pueblo, y si hallaba que
tenían fuerzas y resolución para vivir en perpetua continencia, se los sujetaba á una especie de noviciado más rígido
(...) y eran
ordenados de Subdiáconos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Si continuaban dando pruebas de integridad y pureza, se
les ordenaba de Diáconos á los veinticuatro años; mas si arrebatados de juveniles pasiones se extraviaban y decaían de
sus santos propósitos, se les expulsaba de la Iglesia como sacrílegos. Mas aquellos que al ser interrogados por el Obispo
manifestaban que no se hallaban con fuerzas para ser célibes y
guardar perpetua continencia, se les dejaba en libertad de casarse, pues no era justo que el voto hecho por sus padres, no
por ellos, comprometiese su conciencia y su salvación. Con
todo, si calmadas sus pasiones y en edad más provecta recordaban los santos propósitos de su niñez, renunciando á sus
derechos conyugales y de acuerdo con sus mujeres, reducidas
á ser hermanas, entonces recibían las sagradas órdenes; aprovechando así la Iglesia en la edad madura frutos que sembrará en la adolescencia</span>".
</div><div style="text-align: justify;">(Cap. 29: "<b><i>Concilio II de Toledo</i></b> <b><i>- Montano"</i></b>; págs. 98-99)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Leopoldo Alas Clarín </b>escribe en su cuento "<b><i>La rosa de oro</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">A poco, una doncella rubia y pálida, disfrazando mal su hermosura con el traje triste y obscuro que le vistieran las Oblatas, estaba a los pies
del Pontífice, empeñada en besarle los pies y limpiarle el polvo de las sandalias, con el oro de sus
cabellos, que parecían como ola dorada por el sol
que se ponía. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Sin aludir a la imprudencia inocente de la emboscada, por no turbarla más que estaba, el papa
dijo con suavísima voz, entrando desde luego en
materia: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Levántate, pobre niña, y dime qué es lo que
me traes de tu Alemania, que estando en tus manos, puede ser tan sagrado como cuentas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Señor, traigo una rosa de oro</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>El Señor y lo demás son cuentos</i></b>"; pág. 215)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así describe doña <b>Emilia Pardo Bazán</b> el lugar al que va el sacerdote <b>Julián Álvarez,</b> mandado por el arzobispo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">Es una parroquia de montaña, más montaña
que los Pazos, al pie de una sierra fragosa, en el
corazón de Galicia. No hay en toda ella, ni en cuatro leguas a la redonda, una sola casa señorial;
en otro tiempo, en épocas feudales, se alzó, fundado en peñasco vivo, un castillo roquero, hoy
ruina comida por la hiedra y habitada por murciélagos y lagartos. Los feligreses de Julián son pobres pastores: en vísperas de fiesta y tiempo de
oblata le obsequian con leche de vaca, queso de
oveja, manteca en orzas de barro</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Los pazos de Ulloa</i></b>". Cap. XXIX; pág. 322)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv4A-QSHaFUZmu-R61XB1vffcD2ZBYh2BGpBuZj2YV1sXv7W6W42V_LXq1MEG2LuJEmoWYQkT3XZSPIZGVAczpkgr-TvFGCQCW6RQcx5NCn_RKzr_1Agj1MHpH-PkSHiNUq0la8wejwJkV5rwMo7jDkqEBRlQJpQKaPYEhS4by2d-IIjYh0rPKQAFNM2op/s831/a59.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="596" data-original-width="831" height="230" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv4A-QSHaFUZmu-R61XB1vffcD2ZBYh2BGpBuZj2YV1sXv7W6W42V_LXq1MEG2LuJEmoWYQkT3XZSPIZGVAczpkgr-TvFGCQCW6RQcx5NCn_RKzr_1Agj1MHpH-PkSHiNUq0la8wejwJkV5rwMo7jDkqEBRlQJpQKaPYEhS4by2d-IIjYh0rPKQAFNM2op/s320/a59.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siempre es agradable leer unos párrafos de la extraordinaria obra de <b>Gabriel Miró</b> titulada "<b><i>Figuras de la Pasión del Señor</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Vino el día, y entre el humo de las primeras
inmolaciones y oblatas subió un grito pavoroso
de los levitas victimarios y de los que abrasan
el perfume de Jehová. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En las cornisas de la ciudadela, mostrándose
a todo el recinto del Templo, brillaban los manípulos con sus guirnaldas y la abierta mano de
oro, el águila y los escudos con la imagen de Tiberio. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Tronó Jerusalén convulsa de sollozos: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">"<i>¡Por qué se multiplican los que me atribulan!¡Vinieron los impíos a tu heredad, oh Señor;
contaminaron tu Casa, y devoran a tu pueblo
como manjar de pan! ¡Derrama tu ira sobre los que no te conocen! ¡Líbranos por la gloria de tu nombre, no sea que
murmuren entre sí diciéndose: ¿En dónde está
el dios de ellos? </i></span></div><div style="text-align: justify;"><i><span style="color: #2b00fe;">¡Pueblo tuyo somos, pueblo tuyo, y ovejas
de tu majada!</span>"</i>.</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Pilato</i></b>"; pág. 218)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con "<b><i>Impresiones y paisajes</i></b>", una obra de juventud de <b>Federico García Lorca</b>, escrita en prosa. Al monasterio de <b>Santo Domingo de</b> <b>Silos</b> le dedica cinco capítulos; entre ellos el titulado "<b><i>El convento</i></b>". En él leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Yo tomo asiento en el antecoro entre los
legos y los oblatos... La ceremonia comienza. El Abad ocupa su alto sitial presidiendo a las dos negras filas de monjes.
Empiezan las salutaciones a la Trinidad
católica haciendo todos una soberbia inclinación de cuerpos que no levantan hasta
Que han apurado el último Gloria. Luego
se sientan, se levantan, se quitan las capuchas, se las vuelven a poner, todo esto con
un ritmo admirable, con una teatralidad trágicamente solemne, conservando toda la
enorme fortaleza de la litúrgica antigua</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 93)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/U6YpdHbF5AY" width="320" youtube-src-id="U6YpdHbF5AY"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-20016812994503983562024-03-08T16:38:00.000+01:002024-03-08T16:38:11.876+01:00ÓBOLO<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI7rwSVr_NLVr7NnFMCrGiwvMzzCl8NmWh4EvoxGro9zTTr7NlPd3MdApihpBfZTmETv2y3Tzbs6rgk-ttyXyrhZeskqQs0_6gsWeWc8u2wbDjpYfW8JXtAJaBd5koUArfFiZ0gFymF8-41gqxcfgZTne6PnL5n5mUD5YlEu5wck8o_tvIwrnlXemuhpsB/s816/a1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="376" data-original-width="816" height="147" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI7rwSVr_NLVr7NnFMCrGiwvMzzCl8NmWh4EvoxGro9zTTr7NlPd3MdApihpBfZTmETv2y3Tzbs6rgk-ttyXyrhZeskqQs0_6gsWeWc8u2wbDjpYfW8JXtAJaBd5koUArfFiZ0gFymF8-41gqxcfgZTne6PnL5n5mUD5YlEu5wck8o_tvIwrnlXemuhpsB/s320/a1.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Óbolo</i> es voz que no recoge el Licenciado <b>Covarrubias</b>, pero que sí se encuentra en<b> Autoridades</b>, con dos acepciones. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBOLO. s. m. Moneda Atheniense, que valía como seis meravédis nuestros, segun el Presidente Covarrubias. Es voz tomada de la Latina <i>Obulus</i>. <b>GRA. </b><i>MOR</i>. f. 16. Prometía darles la libra de carne á medio óbolo</span>".</p><p style="text-align: justify;">El "<i>Presidente Covarrubias</i>" que cita <b>Autoridades</b>, y cuya obra está escrita en latín, es don <a href="https://dbe.rah.es/biografias/5342/diego-de-covarrubias-y-leyva"><b>Diego de Covarrubias y Leyva</b></a> (1512-1577), uno de los representantes de la llamada <b>Escuela de Salamanca</b>, junto a <b>Francisco de Vitoria</b> o <b>Luis de Molina</b>, entre otros. Entre sus cargos eclesiásticos fue obispo de <b>Segovia.</b> En su catedral se encuentra su sepulcro, ubicado en la capilla del<b> Cristo del Consuelo</b>.</p><p style="text-align: justify;">Continúa <b>Autoridades</b>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBOLO. Es tambien cierto género de pesa, que hace una sexta parte de la dracma. Lat. <i>Obolos</i>. Semiscrupulus. <b>LAG</b>. <i>Diosc</i>. lib. 4. cap. I. Damos tres óbolos della, con un cyato de vino aguado, á los que arrancan sangre del pecho</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1817, en la que añade una nueva acepción de esta voz:</p><p>"<span style="color: red;">ÓBOLO. <i>Farm</i>. Lo mismo que medio escrúpulo ó doce granos. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1884 dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓBOLO. (Del lat. <i>obolus</i>.) m. Peso que se usó en la antigua Grecia y era la sexta parte de la dracma: equivalía á 72 centigramos. // Moneda de los antiguos griegos, equivalente á unos ocho céntimos de peseta.// <i>Farm</i>. Medio escrúpulo, ó doce granos</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1899, las acepciones de esta voz son cuatro:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓBOLO. (Del lat.<i> obolus</i>; del griego <i>obolos</i>.) m. Peso que se usó en la antigua Grecia y era la sexta parte de la dracma, equivalente á cerca de seis decigramos. // Moneda de plata de los antiguos griegos, equivalente á catorce céntimos de peseta. // fig. Cantidad exigua con que se contribuye para un fin determinado. // <i>Farm.</i> Medio escrúpulo, ó doce granos</span>".</p><p style="text-align: justify;">Estas definiciones se mantienen hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada, en la que leemos lo siguiente:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓBOLO. (...) 1. m. Pequeña cantidad con la que se contribuye para un fin determinado. // 2. m. Moneda de plata de la antigua Grecia, que era la sexta parte de la dracma. // 3. m. En farmacia, medio escrúpulo, o sea, doce granos. // <i>Óbolo de San Pedro</i>. m. <i>Rel</i>. Contribución económica de los fieles católicos de todo el mundo para el sostenimiento de la Santa Sede</span>".</p><p style="text-align: justify;">Esta misma edición define <i>escrúpulo</i>, en su 4ª acepción como "<span style="color: red;">medida de peso antigua, utilizada en farmacia y equivalente a 24 granos, o sea, 1198 mg</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros</i></b> recoge varias acepciones de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBOLO, en la arquitectura. V. Ovolo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBOLO, moneda antigua que se usó en Atenas y era la sexta parte de un dracma. (...) Obolo, se llamó tambien una moneda de cobre que dicen valia cosa de una blanca, ó dos cornados, ó la mitad de un maravedí. (...) Obolo tomo el nombre aguja, porque el Obolo Atico la tenia señalada; tambien tuvieron en Atenas obolo de plata, que valía cosa de seis marevedís, y obolo de oro; segun Nicot, y Borel el obolo comun valía casi un cuarto, ó cuatro maravedís; en Francia hubo tambien obolos de plata y de oro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBOLO, entre los Judíos era una especie de peso llamado Jerach, que pesaba diez y seis granos de cebada. (...)</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBOLO, entre los Sicilianos, peso de una libra</span>".</p><p style="text-align: justify;">Nos vamos a ver la voz <i>óvolo</i>, de la que dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVOLO, en la Arquitectura es una moldura redonda, cuio perfil es por lo comun un cuarto de círculo: los Gr. le llamaron herizo, por parecerse cuando se talla en escultura á la castaña ,edio metida en su herizo. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;">La <b>Edición del Tricentenario</b> nos ofrece dos acepciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓVOLO. 1. m. <i>Arq</i>. Cuarto bocel [Moldura convexa, cuya sección es un cuarto de círculo] 2. m. <i>Arq</i>. Adorno en forma de huevo, rodeado por un cascarón y con puntas de flecha intercaladas entre cada dos</span>".</p><p style="text-align: justify;">Entre los ejemplos literarios que el<b style="font-style: italic;"> Pagés </b>(1925)<b style="font-style: italic;"> </b>aporta al estudio de la voz <i>óbolo</i> se encuentran las "<b><i>Memorias del castillo de Bellver</i></b>", de <b>Gaspar Melchor de Jovellanos</b>. De una de sus esculturas, dice:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">5º. Que en la misma obra se empleó un escultor llamado Francisco Campredoni, traido de Perpiñan
para construir la estatua del ángel, que se colocó sobre el altísimo homenaje del antiguo castillo, el cual todavía existe,
aunque la torre fué posteriormente rebajada, 6.° Que como
esta estatua sea de bronce, se puede inferir que por aquel
tiempo ó no habia fundidores en Mallorca, ó no los habia de
tanta fama, 7.° Que el Rey Don Jaime ponia tanto cuidado en
esta obra, que hizo llevar el angelote, así dice, á la villa de
Sineu, donde residia, cuando se acabó, para reconocerle 8.º Que el salario señalado á Campredoni, era de tornesa y media
al dia, contando desde que salió de su casa hasta su vuelta á
ella, con la expresion de que valia diez y siete dineros y un
óbolo. 9.° Que no estando claro en el extracto, si aquella expresion de equivalencia se refiere al valor de la tornesa, ó al
de todo el salario, se puede dudar si Campredoni ganaba al
dia de treinta y cinco á treinta y seis, ó de cincuenta y dos á
cincuenta y tres maravedís. Inclínome á esto último, porque
entonces el salario de Campredoni se acercaba al que ganaba
Salvá, Pero si acaso fuese lo primero, se podría presumir que
Campredoni era un simple fundidor ó vaciador, y que la estatua que sirvió para el molde se habria ejecutado por algun escultor del pais. 10. Por último, que pues Perpiñan pertenecia
entonces á la corona de Mallorca, este Campredoni debe ser
contado entre los artistas nacionales, y no entre los extranjeros. y esto me basta, pues que ni quiero cansar á V. con otras
menudencias, ni privarle de estas noticias, que por recónditas, pueden merecer su aprecio</span>".<br />(O. C. Vol. 3; págs. 15-16)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">También ilustra la 3ª acepción de esta voz con un párrafo de la obra de <b><a href="https://dbe.rah.es/biografias/8462/eduardo-benot-y-rodriguez">Eduardo Benot</a></b>, (1822-1907) titulada "<b><i>Errores en materia de educación y de instrucción pública</i></b>" (3ª ed. Librería de Hernando y Cía. <b>Madrid</b>, 1897), que ampliamos para su mejor comprensión:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>VII. Contradicción entre pedir economías y conocer la necesidad
de remediar los males</i>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Y ¡cuando tal sucede se habla de ahorrar! ¿Qué diríamos
del náufrago que expusiese su salvación por no arrojar un tejo
de oro, cuyo peso la comprometiese? Si se habla de economías,
no recaigan éstas sobre la educación; antes bien si el oro puede
contribuir en algo á que las ideas y los sentimientos de luz y de
verdad penetren en todos los corazones, ábranse las manos y derrámese pródigamente ese oro bienhechor. Pero... bien débil
es mi acento para tan gran reforma. Hablen otras voces más
autorizadas, que quizá se logre apartar el mal. Bien difícil es.
Toda reforma tiende á suprimir abuso; pero todo abuso se sostiene ó por indolencia, ó porque de buena fe se cree que el abuso
no existe, ó porque hay algunos que de él comen. Un discurso
cualquiera, por muy enérgico que fuere, podrá quizá convencer
á los que tienen interés en el abuso, pero no logrará que lo abandonen: á los que de buena fe están por él, es muy difícil persuadirlos de que han pasado su vida entera en el error, y los indolentes no alzarán su cabeza del sitial en que la tienen reclinada. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">¿A qué escribir? La pluma se cae de las manos y el hombre
se descorazona. Y, sin embargo, es un deber el que cada uno
contribuya con su óbolo al magno edificio, y este deber es quien
me anima</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 332)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgetQ09Qrt18EBuEvNIxgu7cIEDf_C6NmkL2jMDLvkgugqQ7lxdkiIDFpNl9LeCfizcunRt0QjbNJlS3g-hSDQayaPjkANIQ1ofXIM03JUYVzxJdQhVjc8jukpVgLlJzwme-z8wxB2psPHQqVhyphenhyphenjRXFklkTTGOubswnqkbfYVvxGSMR5srtabcKxMlDKVyN/s1180/a4.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="760" data-original-width="1180" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgetQ09Qrt18EBuEvNIxgu7cIEDf_C6NmkL2jMDLvkgugqQ7lxdkiIDFpNl9LeCfizcunRt0QjbNJlS3g-hSDQayaPjkANIQ1ofXIM03JUYVzxJdQhVjc8jukpVgLlJzwme-z8wxB2psPHQqVhyphenhyphenjRXFklkTTGOubswnqkbfYVvxGSMR5srtabcKxMlDKVyN/s320/a4.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De don <b>Joseph Garcia Cavallero</b> es el "<b><i>Breve cotejo, y valance de las pesas, y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas á las que corren en estos Reynos de Castilla...</i></b>" (Imprenta de la Vda. de Francisco del Hierro. <b>Madrid,</b> 1731). En ella nos explica, con precisa claridad, el principio del peso en la <b>Grecia</b> antigua:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>2</b>. <span style="color: #2b00fe;">Otros (especialmentc los Griegos) quieren que el principio del peso sea la semilla de la algarroba, a quien llaman <i>Siliqua</i>, y <i>Ceratio</i>: y aun en la inteligencia de esta semilla ay variedad, porque unos son de opinion que es la semilla de la algarroba <i>arbol</i>,
y otros la semilla de la algarroba <i>legumbre</i>, que comunmente llaman <i>alverja</i>. Del peso de esta semilla hizieron una pesa, a quien los Griegos, y Latinos
llamaron <i>Siliqua</i>, <i>Ceratio</i>, <i>Caracter</i>, y <i>Kirat</i>, y los Castellanos <i>Quilate</i>, el qual tiene 4. granos de peso. Dividieron la<i> Siliqua</i> en dos partes iguales, y de una de
ellas hizieron una pesa, que llamaron <i>Calculo</i>, y tambien <i>Aereolo</i>, la qual pesaba tanto como dos granos del peso Castellano. Partieron el Calculo, ó Aereolo en dos partes iguales, y de la una hjzieron pesa que llamaron <i>Sytario</i>, y <i>Gramma</i>, la qual pesaba tanto como un grano del peso Castellano. Del peso de
3. Siliquas hizieron el <i>Obolo</i>, de la qual pesa usaron
los Romanos, era igual al <i>Tomin</i> Castellano, tiene 12. granos de peso. Del peso de 6. Siliquas hizieron el <i>Scrupulo, Scriptulo, Grammata,</i> o <i>Grammatario</i>, era pesa igual á los dos Tomines Castellanos, tiene de
peso 24. granos. Del peso de 18. Siliquas hizieron Ia
<i>Drachma</i>, ó <i>Holca</i>, era pesa igual a la Ochava Castellana, tiene de peso 72. granos. Y de 144.Siliquas
hizieron la Onça, era igual a la Castellana, y tenia de peso 576. granos, y assi subiendo hizieron las demás
pesas mayores</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 12)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Alfonso X</b> ya puso esta voz en la primera parte de la <b><i>"General Estoria</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Los ebreos avién estonces por costumbre de non contar a ninguno en
nombre de compaña fasta que viniesse a edad de XX años, e desí quel metién en
cuenta, e assí mandó Nuestro Señor a Moisén que a los que fallasse de XX años a
arriba mandasse dar aquel precio por sí e a los otros non. E cuenta Josefo sobr’esta
razón que lo davan fasta que cumplién cincuaenta años, e después otrossí que lo non
davan. E dize otrossí que aquellos que falló Moisén que eran de edad que fueron por
cuenta DC e V vezes mill omnes e D e L omnes demás en el pueblo de Israel, sin
aquellos que eran fuera d’esta cuenta. E mandó Nuestro Señor que cadaúno d’ellos
diesse e ofreciesse al Señor medio siclo, segund la medida e el peso del tiemplo; e
fazié el siclo XX pepiones o dineros, segund dizen Moisén e Jerónimo e Agustín e
otros que acuerdan con ellos; e a este pepión o dinero llama Jerónimo en el latín de la
Biblia óbolo, e departe Josefo que el siclo moneda era de los ebreos, e que avié en
uno d’ellos peso de cuatro dragmas d’aquellas que llamavan áticas, e áticas quiere dezir de Atenas o griegas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 462)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los siguientes versos se encuentran en la obra de <b>José Zorrilla</b> titulada "<b><i>Álbum de un loco</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Á vosotras, del valle mejicano </div><div style="text-align: center;">Hijas alegres, de su edén florido </div><div style="text-align: center;">Blancas huríes, que la noble mano </div><div style="text-align: center;">Habéis al pobre, á nuestra voz, tendido. </div><div style="text-align: center;">Que á su tesoro con afán cristiano </div><div style="text-align: center;">Vuestro óbolo á traer habéis venido. </div><div style="text-align: center;">Yo os dejo en estos rústicos renglones, </div><div style="text-align: center;">De los pobres de Dios las bendiciones.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Manuel Bretón de los Herreros</b> dividió su largo poema "<b><i>La desvergüenza</i></b>" en doce cantos. El sexto lo tituló "<b><i>El comercio</i></b>", dividido, a su vez, en setenta y seis octavas. Una de ellas dice así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">No porque el arte suya á mí me ataña; </div><div style="text-align: center;">Que soy en la aritmética muy porro, </div><div style="text-align: center;">Y el creso más feliz quiebra ó me engaña </div><div style="text-align: center;">Si le confío el óbolo que ahorro, </div><div style="text-align: center;">Y para mí no se hizo la cucaña </div><div style="text-align: center;">Con que aquí cada dia tanto zorro </div><div style="text-align: center;">Sin caudal y sin mérito y sin cuna </div><div style="text-align: center;">Se encarama á los cuernos de la luna.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Benito Pérez Galdós</b> puso esta voz en algunas de sus obras: por ejemplo, en el <b>Episodio Nacional </b>de la primera serie titulado "<b><i>Napoleón en Chamartín</i></b>", cuando, en casa de la <b>Zaina</b>, se armó una buena trifulca:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">-¡Yo suspirar por ese animal!-dijo la
Zaina.-Por lástima le he mirao una vez
cuando iba al cajón á echarme flores. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Eso quisieras tú; pero no se estila echar
margaritas á puercos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">La Zaina hizo un movimiento. El demonio fué sin duda quien llevó á sus irritadas
manos una botella de las que en la mesa contigua había, y disparóla con tanta fuerza contra Mañara, que á no apartarse éste vivamente, viéramos allí partida en dos la cabeza
más dura que ha gastado presunto regidor en
el mundo. Levantóse éste furioso para castigar el descomedimiento de la Zaina; pero
con tanta presteza acudió D. Diego en defensa de la verdulera, que sobre él cayeron los
primeros golpes. Lleno de rabia al verse aporreado, arremetió contra Mañara, á punto que el tío Mano de Mortero empezaba á probar la exactitud de su apodo, repartiendo algunos puñetazos sobre tirios y troyanos. Las
majas Narcisa, Menegilda y Alifonsa, declaráronse también en guerra, por dar gusto á
las inquietas manos, y bien pronto de todos
los allí presentes no quedó uno que no llevase su óbolo á tal colecta de golpes y gritos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. X; págs. 126-127)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El 8 de mayo de 1913 <b>Francisco Rodríguez Marín</b> publicó en "<b><i>La Ilustración Española y Americana</i></b>" un artículo titulado "<b><i>Una escritura inédita de Cervantes</i></b>", que terminó incluyendo en su libro "<b><i>Burla burlando... Menudencias de varia, leve y entretenida erudición</i></b>" (2ª ed. Tipografía de la "Revista de Archivos".<b> Madrid,</b> 1914). En él dice, entre otras cosas, lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">¡Veinte ducados, ó sean doscientos veinte reales de la moneda de aquel tiempo, cobró Miguel
de Cervantes por la mejor de sus comedias! ¡Lo
que ahora produce á su autor un sainete en una
sola noche y en un solo teatro! ¡Sí que vivió Cervantes en muy lozanos tiempos!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">Ha cuatro meses, días más ó menos, que de real
orden se abrió en el Banco de España una cuenta
corriente á la suscripción para el monumento á
Cervantes. Ayer fui al Banco, deseoso de aportar
mi óbolo; ofrenda de pobre: quiero decir, más voluntad que dinero. Y allí supe que en los cuatro
meses han ingresado en la dicha cuenta... <i>cinco mil quinientas veinticuatro pesetas y sesenta céntimos</i>. Á este paso... </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">Muy tristes reflexiones me sugirió la exigüidad
de la suma recaudada: “¿Esto y no más da España á su Cervantes, á aquel por cuyo esplendoroso renombre se ve y se verá siempre admirada
y honrada de todo el mundo? ¿Todavía Cervantes,
en la plenitud de su gloria, se anda, como en su
penosa vida mortal, á la sopa de los conventos y
á los veinte ducados de <i>La Confusa?</i>” </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">Y así pensando, la asociación de las ideas me llevó como de
la mano á formular el siguiente razonamiento: "La Sociedad de Autores, creyéndose, muy discretamente, con más derecho que las empresas teatrales á disfrutar los de representación de las obras
no arregladas del Teatro antiguo, los cobra y los
distribuye entre sus asociados. ¿ Por qué, imitando
el nobilísimo proceder del Cuerpo de Inválidos,
que ostenta el nombre de Cervantes á la cabeza
de su escalafón, no considera al inmortal autor de
<i>La Confusa</i> como el primero de sus socios? ¿Por
qué, esto hecho, no destina para Cervantes y su
monumento, por un lustro siquiera, los derechos de
representación, que suele cobrar, de las obras de
dominio público?”.</span></div><div style="text-align: justify;">(Págs. 437-438)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKtsg66bKwki209hAIvmPOeo_Mg0DAPYf9jDY1OXQwo6lbaNIwgpn0S7TI2TfnsGEKISfI0iaXu5W8jtqZqkxC_YLsgQDRXCUse_4xR3Pj-T7lQ5Qc9VPZTMvL-mXK67cO-0iJ1oNIYUIMs_hAPR1RK3wZUKRG4MYFXoUOdCtdDykCGjLA6lBoA8xX91Iu/s1073/a3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="703" data-original-width="1073" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKtsg66bKwki209hAIvmPOeo_Mg0DAPYf9jDY1OXQwo6lbaNIwgpn0S7TI2TfnsGEKISfI0iaXu5W8jtqZqkxC_YLsgQDRXCUse_4xR3Pj-T7lQ5Qc9VPZTMvL-mXK67cO-0iJ1oNIYUIMs_hAPR1RK3wZUKRG4MYFXoUOdCtdDykCGjLA6lBoA8xX91Iu/s320/a3.png" width="320" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b>Luca Giordano.</b>- "<b><i>La barca de Caronte"</i></b> (1682-1686)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre los primeros relatos de <b>Gabriel Miró</b>, incluidos en el volumen I de sus <b>O. C</b>. titulado "<b><i>Del vivir, Corpus y otros cuentos</i></b>" (Biblioteca Nueva. <b>Madrid,</b> 1927) se encuentra "<b><i>El sepulturero</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">No son como él. Los dioses, los sabios, los héroes, los místicos presienten la inmortalidad; el
sepulturero es el único que puede sentirla. En
otro tiempo también pudieron regodearse con
ella los verdugos. Los funerarios, no. Los funerarios son mozos mediocres de la Muerte. Los
capellanes, tampoco; mantienen su liturgia para
los que viven. El sepulturero se queda solo con
los muertos. Ha de parecerle que le pertenecen
y le necesitan; de modo que a él nunca le será
permitido ser difunto. Carece de la idea y de la
emoción del sepulturero... No las recibirá de sus
cantaradas, de los otros sepultureros, porque
son eso, cantaradas. Inmortales. La divinidad
crea la vida y se queda en el cielo. El sepulturero acomoda y encierra la muerte y se queda
en la tierra. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">...Parte los cráneos de la fosa común. En tanto, los graves varones de la ciudad tramitan expedientes para adquirir los terrenos que faltan.
Quizá reconoce el buen cavador la calavera de
un compadre suyo; pero no la toma en su mano como el príncipe desventurado, sino que la vuelve al fondo con la punta rota de su alpargata. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Decimos: ¡Es abominable su pan! Y ¡nos acordamos y todo de Carón, que arrancaba de la
boca de los difuntos el óbolo para pagar el escote de la barca!</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 232-233)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aunque nos saltemos el orden cronológico, creo que merece la pena detenerse un momento para leer el riguroso ceremonial romano, al que <b>Gabriel Miró </b>alude<b> </b>de pasada, en su excelente relato. Nos brinda esta oportunidad don <b>Ángel del Arco y Molinero</b> en sus "<b><i>Estudios de arqueología</i></b>" (Est. Tip. de F. Aris é hijo. <b>Tarragona</b>, 1894):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">El acto de dar sepultura á los cadáveres era
entre los romanos de la mayor importancia,
y le revestían con las más solemnes ceremonias. Se creía que las almas de los que morían y quedaban insepultos no entraban en la mansión de las sombras, ó que á lo menos andaban errantes durante
cien años por las orillas de la laguna Estigia antes de
poderla atravesar para disfrutar del descanso eterno.
Tan luego como fallecía una persona le quitaban
las sortijas que tenía en los dedos; el pariente mas
próximo le cerraba los ojos y la boca, colocábanle en
el suelo y le amortajaban con una túnica blanca, sino
ejercía cargo público con distintivo, y en caso contrario, con la toga, si era magistrado, el uniforme, si
era militar, y los atributos de su autoridad ó grandeza.
Colocado así sobre un pequeño túmulo en el portal ó vestíbulo de la casa, con los piés algo salientes hacia
l a calle, como indicando que se hallaba dispuesto para
el último tránsito, comenzaban las lamentaciones y
ofrendas al cadáver, hechas por las plañideras y
parientes del difunto. Las plañideras eran unas mugeres asalariadas que lloraban sobre el cadáver y le
acompañaban hasta la pira ó sepulcro. Llegado el
momento de partir, metían en la boca del cadáver un
óbolo ó monedita de seis maravedís, para que con ella
pagase el pasaje á Caronte, barquero de los infiernos, en cuya barca teníase que atravesar la ya citada
laguna Estigia. El ataúd ó caja con el cadáver, era tomado en hombros por los parientes ó herederos del
finado, y no teniéndolos, por cuatro esclavos llamados <i>vespillones</i>. Un maestro de ceremonias disponía el
orden de la comitiva, y ésta partía de la siguiente
forma. Iban primero coros de música, principalmente
con flautas prolongadas de sonido lúgubre; luego las plañideras, que lloraban y cantaban himnos fúnebres,
ó encomiaban en alta voz las virtudes del fallecido.
Después de éstas marchaban los bufones ó cómicos (histriones), cantando y danzando: el gefe de
ellos hacía el papel del difunto y le remedaba en el
modo de hablar y en todo aquello que mejor podía
caracterizarle. A veces estos actores hacían escenas
de algunas comedias apropiadas á las circunstancias,
deteniéndose para ello el cortejo fúnebre. Detrás de
los histriones seguían los libertos del difunto, si los
tenía, con los sombreros puestos; y era frecuente en
los magnates que iban á morir y disponían su testamento, dar libertad á muchos ó á todos sus esclavos con objeto de que en el entierro se presentase gran número de estos, dando testimonio dél a liberalidad de
su dueño. En los entierros de los grandes personajes,
romanos, marchaban luego los lictores con las haces
cabeza abajo, y si por su jerarquía militar debían
acompañar el cadáver oficiales y tropa, éstos llevaban las puntas de las lanzas mirando á tierra en señal
de duelo. Cerraban el cortejo los amigos del finado, vestidos de luto, los hijos con la cara tapada y las
hijas con la cabeza descubierta y el pelo suelto</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Sarcófagos paganos del Museo Arqueológico de Tarragona</i></b>"; págs. 39-41)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Julio Cortázar</b> nos da una visión actual e irónica de esta recurrente historia en su novela "<b><i>Rayuela</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">—Aplican el sistema Penélope, pero sin destejer antes —dijo Oliveira—. Esa
señora, por ejemplo, no aflojó los cordones de la faltriquera hasta que la pequeña
Tsong Tsong se tiró al suelo para retocar a la rubia de ojos azules. El trabajo los
emociona, es un hecho. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—¿Se llama Tsong Tsong? —preguntó Pola. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Qué sé yo. Tiene lindos tobillos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Tanto trabajo y esta noche vendrán los barrenderos y se acabó. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Justamente ahí está lo bueno. De las tizas de colores como figura
escatológica, tema de tesis. Si las barredoras municipales no acabaran con todo
eso al amanecer, Tsong Tsong vendría en persona con un balde de agua. Sólo
termina de veras lo que recomienza cada mañana. La gente echa monedas sin
saber que la están estafando, porque en realidad estos cuadros no se han borrado
nunca. Cambian de vereda o de color, pero ya están hechos en una mano, una
caja de tizas, un astuto sistema de movimientos. En rigor, si uno de estos
muchachos se pasara la mañana agitando los brazos en el aire, merecería diez
francos con el mismo derecho que cuando dibuja a Napoleón. Pero necesitamos
pruebas. Ahí están. Echales veinte francos, no seas tacaña. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Ya les di antes que llegaras. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Admirable. En el fondo esas monedas las ponemos en la boca de los
muertos, el óbolo propiciatorio. Homenaje a lo efímero, a que esa catedral sea un
simulacro de tiza que un chorro de agua se llevará en un segundo. La moneda
está ahí, y la catedral renacerá mañana. Pagamos la inmortalidad, pagamos la
duración. <i>No money, no cathedral</i>. ¿Vos también sos de tiza?</span>"</div><div style="text-align: justify;">(64. Págs. 526-527)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con el maravilloso monólogo de <b>Carmen Sotillo</b>, la viuda de la novela de <b>Miguel Delibes</b> titulada "<b><i>Cinco horas con Mario</i></b>", que interpretó magistralmente, sobre el escenario, la reconocida actriz <b>Lola Herrera</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #cc0000;">Quien más, quien
menos, estáis todos envenenados, como yo digo, que me dan escalofríos cada
vez que pienso que te has ido sin reconciliarte, y no porque piense que tú seas
malo, que no, pero eres crédulo, eso, crédulo y un poco bobo, Mario, por qué no
decirlo, porque, en cambio, lo que hace Cáritas te parecía muy bien, que no lo
entiendo, la verdad, porque si algo ha hecho Cáritas en este sentido es
impedirnos el trato directo con el pobre y suprimir la oración antes del óbolo, o
sea, malmeter a los verdaderamente pobres, para que lo entiendas, y, por si
fuera poco, restar oraciones, que yo recuerdo antaño, con mamá, deshechos,
¡Dios mío, qué espectáculos tan hermosos!, rezaban con toda devoción y
besaban la mano que los socorría. ¡Vete ahora a intentarlo, anda, según están!
¿Y sabes quién ha tenido tanta culpa como vosotros? ¡Cáritas, para que te
enteres!, que tira las cosas a voleo, sin mirar antes quién lo merece, que lo
mismo te ponen la mano los vagos que los protestantes, lo mismo, un
desbarajuste, que eso es lo que no puede ser, estoy cansada de decirlo</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 71)</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/6kzP6Ax7Cps" width="320" youtube-src-id="6kzP6Ax7Cps"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-7453602458159416582024-02-25T16:47:00.000+01:002024-02-25T16:47:34.118+01:00OBRADA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbY0AqI2fr6VcmRUy_PwX8QmDCSA5ZjSBxT1-_kQ6l9woblU8GmaiKgqFVuvVadUytuqOXOPIsUnMDXTjvzzNw_9I1sV5h1YVGg5xuep5mEexGsOzVYe8GXbnIOptzx1TWg4C_Rn6DzlZo_IRzlTNHnB9IuFIzvD0RhgdSace40HsO7OJM1c3uOWudAF2/s638/a5.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="638" data-original-width="463" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbY0AqI2fr6VcmRUy_PwX8QmDCSA5ZjSBxT1-_kQ6l9woblU8GmaiKgqFVuvVadUytuqOXOPIsUnMDXTjvzzNw_9I1sV5h1YVGg5xuep5mEexGsOzVYe8GXbnIOptzx1TWg4C_Rn6DzlZo_IRzlTNHnB9IuFIzvD0RhgdSace40HsO7OJM1c3uOWudAF2/s320/a5.png" width="232" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"> El <b>Sistema Métrico Decimal</b> está vigente en <b>España</b> desde el 19 de julio de 1849, ya que, por ley, se declaró obligatorio, pero, en los años 60 y 70 del pasado siglo, aún era habitual en mi pueblo la utilización de términos como cuartillo, arroba, fanega u obrada, cuando se iba, por ejemplo, a la lechería a que te vendieran dos cuartillos de leche, o a la plaza pública, a comprar los melones por arrobas, o al bar, donde se oía hablar a los agricultores, como si tal cosa, de fanegas de trigo, o de unas tierras de no sé cuantas obradas. Imagino que ahora la leche y los melones los compran en el súper, y que los hijos de muchos de aquellos agricultores ya no hablan de fanegas de trigo ni de las obradas que tienen sus tierras, sino de las cortapisas que les pone la <b>Comisión Europea,</b> y de la competencia desleal de terceros países. Son otros tiempos. No sé si mejores.</p><p style="text-align: justify;"><b>Covarrubias</b> alude a la <i>obrada</i> en su definición de la voz <i>guebra</i>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">GUEBRA, vale aquel pedaço de tierra, que vn labrador puede arar en vn dia, que vnos llaman yugada, y otros yunta. Dixose guebra, quasi vobra, vna obra que en muchas partes llaman obrada, que en buen Latin se llama <i>opera, operae,</i> y vale el trabajo del jornalero del campo de vn dia, y tambien el mismo que trabaja, sea arando, sea cauando, en cuya sinificacion lo tomo Horacio, lib. 2 <i>Sernum saryra</i> 7. <i>Iam dudum,</i> en las postreras palabras: <i>ocyus hinc te ni rapis: accedes opera agro nona Sabino</i>. Amenaçaua a vn esclavo su amo de que sino se le quitaua de delante le embiaria a trabajar al campo con los demas esclauos, que tenia en la labor, que eran ocho</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades</b> recoge ambas voces, <i>huebra</i> y <i>obrada</i>, con estas acepciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HUEBRA.- s. f. La tierra que trabaja y labra una yunta de bueyes en un dia, que por otro nombre se dice obrada. Lat. <i>Iugerum, i.</i> HERR. <i>Agric</i>. lib. I. cap. 5. Mas fructifica una huebra bien labrada y sazonada, que tres corridas y ahurrugadas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">HUEBRA. Se llama tambien en los Lugátes el par de mulas, y el mozo que alquilan para trabajar. Lat. <i>Iugerum. Iugum</i>. GUEV. <i>Epist. al Obispo de Badajóz.</i> Si por culpa del herrero de Badajóz holgare alguna huebra... le saquen prenda por un maravedí, y denle al dueño de la huebra.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">HUEBRA. En Aragón significa lo mismo que Barbécho.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">HUEBRA. En la Germanía significa la barája de náipes. Juan Hidalgo en su Vocabulario. <i>Lusoriarum pagellarum fasciculus</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBRADA.- s. f. La labór que un par de mulas ó bueyes hace en un dia, trabajando ú arando la tierra. Lat. <i>Iugerum, i.</i> GONZ. PER. <i>Ulis</i>. libr. 7. f. 122. De fuera del Palacio habia una huerta / de quatro obrádas, grande, y mui hermosa</span>".</p><p style="text-align: justify;">En<b> Academia</b> se encuentran también estos vocablos hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada. Como en esta entrada vamos a centrarnos en el estudio de la<i> obrada</i>, diremos que se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1884, en la que añaden una nueva acepción:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRADA. (De <i>obrar</i>.) f. Labor que un par de mulas ó bueyes hace en un día, trabajando ó arando la tierra. // Medida agraria, usada en las provincias de Palencia, Segovia y Valladolid, en equivalencia respectivamente de 53 áreas y 832 miliáreas, de 39 áreas y 303 miliáreas y de 46 áreas y 582 miliáreas</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1899, definen de este modo la primera acepción de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRADA.- (De <i>obrar</i>.) f. Labor que en un día hace un hombre cavando la tierra, ó una yunta arándola. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;">Las dos acepciones se mantienen hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, que añade un americanismo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRADA.- (...) 3. f. <i>Hond.</i> y <i>Nic</i>. Acción y efecto de evacuar el vientre</span>".</p><p style="text-align: justify;"><i>Obrada</i> es voz que ya recoge <b>Nebrija</b> en su "<b><i>Vocabulario español-latino</i></b>" (1495):</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">Obrada cosa por uebras. <i>Operosus, a, um</i>. / Obrada de tierra.<i> Iugerum, i</i>.</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros </i></b>dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRADA, la tierra que se puede trabajar en un día. (...) En varias partes se regula 48 pasos, ó 240 pies</span>".</p><p style="text-align: justify;">Nos remite a la voz <i>huebra</i>, con los tres significados que da <b>Academia</b>.</p><p style="text-align: justify;">Algunos diccionarios de la web de la <b>RAE</b> relacionan este término con <i>oblata</i>. El <b><i>Pagés</i></b>, por su parte, ilustra la 2ª acepción con una cita de <b>Pi y Margall</b>: "<span style="color: #2b00fe;">Miden la tierra por obradas en Palencia, Valladolid y Segovia, etc</span>".</p><p style="text-align: justify;"><i>Huebra</i> es vocablo que <b><i>Rosal</i></b> (1611) define así:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HUEBRA es obra, o yunta para la obra, y así obrada de tierra, y el antiguo decía huebrar al arar, y huebrero al labrador</span>".</p><p style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario de Americanismos"</i></b> de <b>ASALE</b> dice de esta voz que vale por "<span style="color: red;">diarrea</span>" y "<span style="color: red;">mala acción".</span></p><p style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario de agricultura práctica y economía rural</i></b>" (1852-1854), de D. <b>Agustín Esteban Collantes </b>y don<b> Agustín Alfaro</b>, contiene las dos voces:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HUEBRA. Según el <i>Diccionario de la lengua</i>, es
la tierra que trabaja y labra una yunta de bueyes ó
mulas en un dia. En latín equivale á <i>jugerum</i>; que es
el par de mulas ó bueyes que con sus mozos respectivos se alquilan para trabajar en un dia entero, lo cual
equivale á <i>par boum vel mularum cum jugario</i>. Roziér, en su <i>Diccionario universal de agricultura</i>, dice
solamente: <i>Huebra</i>, véase <i>Yunta</i>. Así, pues, ya que
estamos en el caso de discurrir sobre cuál de las dos
opiniones es la mas conforme á su genuino sentido;
esto es, si tomar este trabajo considerado como resultado del animal, como parece lo comprende Rozier, ó como trabajo del hombre como lo comprende
nuestro <i>Diccionario de la lengua</i>, debemos decir que
aceptamos esta última opinión, pues es evidente que
la yunta por sí sola no trabajaría sin el auxilio de la
inteligencia del hombre que la dirige, y así, por esta
razón, se la distingue con la voz <i>huebra</i> y no la de <i>yunta</i>. Tanto es así, que muchas de nuestras provincias usan la calificación de la medida del terreno por lo que llaman <i>jornal de tierra</i>, que es
el verdadero espíritu de la palabra<i> huebra</i>, pues
que de aquel modo llaman jornal al espacio de tierras que en un dia labra un jornalero con un par de
mulas ó bueyes. Así acontece en casi la mayor parte
de las provincias del Norte de España, donde, siendo el
terreno muy ingrato, la agricultura, ó sea el cultivo y
labranza de las tierras, se cuida con mas esmero, ó
como si el hombre tratase de luchar contra la severidad de la naturaleza. Así, pues, cuando en esas provincias se dice <i>tengo hoy en el campo ocupados cuatro jornales,</i> debe entenderse que son cuatro <i>huebras</i>
dadas á la labor de la tierra; y no dudamos en afirmar
que este buen sentido precedería al origen de la palabra <i>huebra</i>. (...)".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">"OBRADA. Se da este nombre al terreno que labra una yunta de bueyes en un día; así como en la provincia de Alicante llaman <i>jornal</i> á lo que un par de mulas en un día puede labrar</span>".</p><p style="text-align: justify;">Otras interesantes disquisiciones sobre la <i>huebra </i>nos la ofrece el "<b><i>Diccionario Castellano de Palabras Jurídicas y Técnicas tomadas de la Legislación Indiana</i></b>" (Talleres de la Editorial Cvltvra.<b> México D. C</b>, 1951, obra de <b>Rafael Altamira y Crevea:</b></p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HUEBRA. Esta voz la entiende el Diccionario como yugada, 1ª acepción, que dice así: "<i>Espacio de tierra de labor</i> que
puede arar una yunta en un día". Como
la extensión de tierra que en ese tiempo
puede labrar una yunta depende de la calidad de aquélla (blanda o dura), de la
fuerza de las bestias que constituyan la
yunta y hasta de la mayor o menor diligencia del jayán o mozo que la conduzca,
es claro que <i>huebra</i> no indica medida superficial segura y común a todos los casos. Las dos otras acepciones agrícolas de
la misma voz en el Diccionario (el "par
de mulas y mozo que se alquilan para
trabajar un día entero" y "barbecho") no
ofrecen interés ninguno para el presente
caso. El cual se me plantea porque la ley I, título 12, Libro IV me parece marcar
una ostensible diferencia entre la yugada
de tierra de labor (o sea, de arar), que el
Diccionario hace equivalente a <i>huebra</i>, y
las <i>huebras</i> que la ley indica. El pasaje en
cuestión de aquella ley dice: "declaramos
que una peonía es solar de cincuenta pies
de ancho, y ciento de largo, cien fanegas
de tierras de labor, de trigo o cebada [es
decir, dos yugadas], diez de maíz, dos
huebras de tierra para huerta, y ocho para
plantas de otros árboles de secadal"; pero
así como nos dice la medida de las tierras
de labor, no nos informa de la que correspondía a la <i>huebra</i>. Además, si <i>huebra </i>es
equivalente a yugada entendida como<i> espacio de tierra de labor</i> que la yunta puede arar en un día (y cuya dimensión corriente nos puede decir cualquier labrador
castellano), no hay duda de que la voz
<i>huebra</i> mencionada por la ley no era entonces lo mismo que la yugada del Diccionario, puesto que ella la define como<i> tierra de huerta </i>y de "otros árboles de secadal"; o bien pudo significar ambas cosas.
El mismo Diccionario viene en auxilio de
mi interpretación al definir <i>labor</i> como
"labranza, en especial de las tierras que se
siembran. Hablando de las demás operaciones agrícolas, úsase más en plural" (labores). Añadiré que la ley citada vuelve
a emplear la palabra <i>huebras</i> al enumerar
las tierras de que se compone el solar llamado entonces "caballería": "quinientas
fanegas de <i>labor para pan de trigo, o cebada. .. diez huebras de tierra para huertas</i>", con lo que afirma mi opinión respecto de la diferencia entre la tierra de
labor y la de huerta. En el Cantar del mío
Cid, <i>huebra </i>significó cosa bien distinta,
aunque recuerde la acción de labor: "obra,
labor, adorno</span>".</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeqbCchyd8NdAftiKWWxFsiaXM36ST4S_XxYamIDDXV2aAmES3mJqmUs_MS-nIVJFtOFClSOiyKOiDMgRr1k1F-Vg6GZq5FO3q6TUngLrf7oc1uyCAnd0HcRqekAd2fvrT_g7J4jzhx_uGiCaEDE_GlA8a3iGJX5ObP9gW5LXlYZDelijU-iykBmc2_-U6/s707/a6.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="707" data-original-width="451" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeqbCchyd8NdAftiKWWxFsiaXM36ST4S_XxYamIDDXV2aAmES3mJqmUs_MS-nIVJFtOFClSOiyKOiDMgRr1k1F-Vg6GZq5FO3q6TUngLrf7oc1uyCAnd0HcRqekAd2fvrT_g7J4jzhx_uGiCaEDE_GlA8a3iGJX5ObP9gW5LXlYZDelijU-iykBmc2_-U6/s320/a6.png" width="204" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La voz <i>huebra,</i> con el sentido de "<span style="color: red;">obra, labor, trabajo</span>", ya se encuentra tanto en algunas leyes del <b><i>Fuero Juzgo</i></b> como en los versos del "<b><i>Cantar de Mío Cid</i></b>". Entre estas antiguas leyes, hemos elegido esta:</p><p style="text-align: center;"><b>VI. Que todo judío cese de todas huebras en los dias de los domingos é de las fiestas</b>.</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Nos non dubdamos, nin se cela á nenguno, que todo cristiano que non ondra el dia del domingo es enemigo de la católica, que la quebranta, é la desface, et nos
escodrinnarémos aquellos que niegan é desfacen nuestra ley con iusticia E establecemos con derecho, é decimos que todo omne, quicr sea judio ó judía, que labrare en
campo ó en huerto en los dias de los domingos, ó la muger filare lino ó lana, ó
ficiere otra huebra alguna en casa, ó en
el campo, ó en yugueria, acontra de la noble costumbre de los nobles que es usada
entre los cristianos; aquel que fuere osado de facer lo que nos defendemos, rayanle la
cabeza, é reciba C azotes. E si algún omne
fallare al siervo ó á la sierva agena en estos días faciendo alguna huebra defendida, sufra la pena que establecimos en esta ley. E
si los sennores les mandaren facer lo que
nos defendimos, pechen C. maravedís. Estos son los dias que deven seer guardados:
la Asumpcion de Sancta María, é la Anunciación quando concebió del Santo Espíritu, é la Navidad de Cristo, é la Circumcision, é la Aparición, é la pascua de la Resurrección, é el octavo dia depues, é la
Ascensión de Cristo al cielo, é la Pentecoste quando descendió el Espíritu Sancto sobre los apóstolos, é todos los domingos; ca
la ley de Cristo manda guardar é curar todos
estos dias</span>".<br />
(Libro XII. Título III; pág. 190)</div><p style="text-align: justify;">En el "<b><i>Cantar de mío Cid</i></b>" su anónimo autor describe, en estos versos, el aspecto señorial de <b>Rodrigo Díaz de Vivar</b> antes de presentarse en la <b>Corte</b> toledana a pedir justicia al rey <b>Alfonso VI</b>, por la deshonra que <b>Fernando</b> y <b>Diego González</b>, más conocidos como los <b>Infantes de Carrión,</b> habían hecho a sus hijas doña <b>Elvira</b> y doña <b>Sol</b>, en el robledal de <b>Corpes</b>:</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div style="text-align: center;"><b>3085</b> Desuso las lorigas tan blancas como el sol. <br />Sobre las lorigas armiños é pelizones. <br />E que non parescan las armas, bien prisos los cordones. <br />So los mantos las espadas dulces é taiadores. <br />Daquesta guisa quiero ir á la cort </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>3090</b> Por demandar mios derechos é decir mi razón. <br />Si desobra buscaren Infantes de Carrion, <br />Do tales ciento tobier' bien seré sin pavor. <br />Respondieron todos: nos eso queremos, Señor. <br />Asi como lo ha dicho, todos adobados son. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>3095</b> Nos detiene por nada el que en buen ora nació. <br />Calzas de buen paño en sus camas metió: <br />Sobre ellas unos zapatos que á grant huebra son. <br />Vistió camisa de ranzal tan blanca como el sol,<br /> Con oro é con plata todas las presas son:</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El 9 de noviembre de 1944 el diario <b>ABC</b> publicó un artículo de <b>Azorín</b> titulado "<b><i>Cervantes</i></b>" que luego terminó formando parte de su libro "<b><i>Con permiso de los cervantistas</i></b>". En él, entre otras cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Se tenía bien transitado el término de Alcázar de San Juan Miguel de Cervantes; pero vino la segunda etapa de su vida: fue ésta a los sesenta años. Entonces Miguel redujo su errabundez al recinto de Alcázar: habían disminuido sus fuerzas. No había amenguado su curiosidad. Al levantarse Cervantes de la cama, ya estaba pensando en las visitas que habría de hacer. Conoció antes huebra por huebra todo el término de Alcázar de San Juan, y ahora llevaba en la uña, como se dice, toda la ciudad</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> <b>Francisco Rodríguez Marín</b> recoge en sus obras "<b><i>12600 refranes no contenidos en la colección del maestro Gonzalo ni en Más de 21000 refranes castellanos</i></b>" (Revista de Archivos. <b>Madrid</b>, 1930) y "<b><i>Los refranes del almanaque</i></b>" (Imp. de Francisco de P. Díaz. <b>Sevill</b>a, 1896), respectivamente, los siguientes, referidos a a la voz que estamos estudiando:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> "<span style="color: red;">La misa de hoy y la obrada no se
gana mañana</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Las obradas de san Andrés, </div><div style="text-align: center;">Ni á tu padre se las des. </div><div style="text-align: center;">Ni quince (<i>días</i>) antes. </div><div style="text-align: center;">Ni quince después. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Porque es muy provechosa la arada en la segunda quincena de
Noviembre y en la primera de Diciembre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A raíz de la <i><b>Desamortización de Mendizábal</b></i> se subastó, al igual que otros muchos bienes eclesiásticos, el pinar inmediato a la cartuja de <b>El Paular,</b> al que llamaban popularmente <b>Cabeza de hierro</b>. Se lo quedó la <b>Sociedad civil belga</b>, lo que dio lugar a un litigio entre esta compañía y <b>Segovia</b>. Don <b>Carlos de Lecea y García</b> lo contó con todo detalle en su estudio histórico-legal titulado "<b><i>La Comunidad y Tierra de Segovia</i></b>" (Establecimiento Tipográfico de Ondero.<b> Segovia</b>, 1893). Entre otras muchas cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">La subasta verificada, por virtud de este anuncio, quedó
como ya se ha dicho, en el citado día 8 de Agosto de 1837, á
favor de D. Andrés Andreu por la cantidad de 4.235.000 reales.
Después de varias y muy importantes diligencias, que más
adelante reseñaremos, el rematante Andreu le cedió por escritura
otorgada en Madrid á 16 de Marzo de 1840, inserta en dicho
folleto, á D. Adrián Benoit Bruneau, por sí y en nombre de
otros Abogados, banqueros y propietarios en Bélgica, que allí se
refieren, como fundadores de la tantas veces repetida <i>Sociedad
civil belga</i>.
Esto supuesto, y fijándose sólo en el anuncio, se ocurre
preguntar al punto: ¿vendió el Estado á los belgas dos millones
de pinos, ó veintitrés mil novecientas cuarenta y seis fanegas de
pinar de cuatrocientos estadales cada una? La Compañía civil
poseedora del pinar sostiene en la Memoria escrita con tal fin,
que no sólo se vendieron los pinos, sino también las 23.946
obradas de terreno, ó lo que es igual que el suelo y el vuelo es
suyo exclusivamente, y que no tenía razón ninguna el Gobierno
al intentar vender de nuevo en 1864, cual lo intentó, el pinar
del Paular que era suyo, bajo la común y general creencia de
que, lo vendido en 1837, sólo había sido dos millones de pinos,
por cuatro millones y doscientos treinta y cinco mil reales
nominales. El Regente del reino, D. Francisco Serrano
Domínguez, por orden de 22 de Octubre de 1870, época de gran desquiciamiento político y social como es sabido, declaró,
previos varios trámites administrativos, que lo vendido había
sido no sólo el vuelo, sino también el suelo, sin otras limitaciones
que las establecidas en favor de los pueblos de la Comunidad"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 181-182)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fray <b>Joseph Barrio</b>, cita a <b>Pedro Fernández de Monjaraz</b> en su "<b><i>Discurso sobre la obligación de la villa, y vecinos de Santa María de Nieva a contribuir a las expensas del debido culto de Nuestra Señora, en la Santa Imagen hallada en aquel sitio, y sustento de los Religiosos, en fuerza del Privilegio de Exempcion de todo Tributo, y cargo de que á este fin gozan..." </i></b>(Oficina de la Santa Cruz.<b> Salamanca</b>, 1755):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Al
cap. 32.* pone con toda especificacion los bienhechores del
Convento, que movidos de la devoción á Nuestra Señora en su Santa Imagen, le dieron muchos bienes de tierras, y
viñas en diversos Lugares Circunvecinos. María de Peralta, muger de Juan del Aguila, Vecinos del Lugar de la Moraleja, tierra de Coca, dio al Convento cinquenta y una aranzadas de viñas, setenta obradas de tierra, y unas casas, que parece ser principio de la Granja pingue, que tiene allí el
Convento, en cuya Iglesia se enterraron los dos. Gran bienhechor fue Velasco Martinez, Vecino de Segovia, que en
23. de Septiempre de 1426, con grande, y conocida comodidad vendió al Convento el termino del Aguila</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 51-52)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(<b>NOTA</b>.- La obra de <b>Pedro Fernández de Monjaraz,</b> lleva por título "<b><i>Historia panegírica de la aparición de esta Santa Imagen</i></b>")</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Luis Carreras</b> escribió uno de los tomos de la "<b><i>Crónica General de España"</i></b> (Aquiles Ronchi. <b>Madrid</b>, 1866), obra singular dirigida por don <b>Cayetano Rosell,</b> dedicado a <b>Segovia </b>y su provincia<b>. </b>La cita que nos interesa es de las <i>obradas</i> de algunas de sus poblaciones:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">El partido de Cuéllar tiene 105 montes de 122,203
obradas y 122,203 de arbolado; el de Riaza, 73 con
16,935 obradas, de las cuales 16,785 tienen arbolado;
el de Santa María de la Nieva, 65 con 30,727 obradas
de 30,528 de arbolado; el de Segovia, 99 con 31,463
obradas, y el de Sepúlveda, 136 con 49,586 obradas, todas con arbolado. Las diferencias vienen de que las
montañas que cruzan los 19 partidos tienen escasa vejetacion, mientras que las llanuras del Norte están completamente pobladas. El arbolado más abundante es el
de pinos, negrales y albáres, el más floreciente del
pais; no por esto le falta roble, quejigo, enebro, fresno,
sanas, encina, álamos blancos y negros, poblos, estepa, chaparro y carrasca. No todos los montes son fructíferos, habiéndolos que ya por la ternura de sus maderas, por estar de tallar ó ser de mala calidad, ó tener sobre ellos un derecho consuetudinario los ganaderos y vecinos, no producen; y otros sólo dan fruto el
año en que se cortan, lo cual es muy contingente por
no dar siempre árboles maderables. Tampoco forman
parte de la riqueza provincial los grandes pinares de
Valsain, cuyo número es inmenso, formando bosques,
muchos de los cuales son impenetrables</span>". </div><div style="text-align: justify;">(Pág. 84)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Eugenio Larruga </b>también<b> </b>dedicó el tomo X de sus extraordinarias "<b><i>Memorias Políticas y Económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España</i></b>" (Antonio Espinosa. Madrid, 1791) a las provincias de <b>Toledo</b> y <b>Segovia</b>. En la "<b>Memoria LIII</b>" escribe:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #0b5394;">La tierra de Segovia, que se compone de
ciento veinte y nueve pueblos, y estos divididos en diez sexmos, tienen ordenanzas generales para la conservación de sus frutos, de
panes, viñas, y pastos, y declaradas las penas
que se deben exigir á los contraventores. Tienen
la real aprobación. Fueron expedidas por la
Reyna Doña Juana en 8 de Octubre de 1514</span>". </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ellas, entre otras cosas, leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>YUGEROS.</b>- <span style="color: #0b5394;">Otrosí ordenamos, que por razón que por
los junteros que labran con bueyes á quinto
hemos sabido es verdad que hacían pegujares
de mas de dos obradas á la yunta, é aquellos
que los labraban é hacían en ellos otros muchos mejores barbechos que no los de su señor, é acaescia algunas veces que cogían tanto pan ó mas de sus pegujares é como el señor de la su heredad, é de los bueyes, é
hacia de ellos otros muchos engaños, por
ende ordenamos que de aquí adelante ningún
juntero que labrare con bueyes en término de
Segovia, ó de otro, que no hagan pegujares de aquí adelante ningún juntero que labrare con bueyes en término de Segovia, ó de
otro, que no hagan pegujares de aquí adelante mas de dos obradas á la yunta, é el pan que
en ellas obiere que lo traiga á la hera, é lo
vuelva con lo de su señor, é se trille todo
de contino, é des que se obiere cogido que
sea contra todo el pan que oviere por obradas donde fuere cogido, é que haga el yuntero lo que montare en dos obradas por cada
yunta por su piaujar, é el que mas hiciere de
dos obradas á la yunta que lo pieda, é sea
de su señor, é peche al señor cien maravedises por cada obrada, é si el pegujal cogiere no lo volviere con lo de su señor, como
dicho es, que lo que hubiere que lo peche
con el doblo al señor con quien viviere, y el
señor que le pueda prendar por ello sin calimiento alguno, é si mas obradas volviere é
sembrare con sus bueyes de aquel cuyo yuguero fuere de estas que dichas son, quier en la
heredad de su señor, ó en otra qualquier que
sea, sea tenido á lo traer, é volver con el
pan de la parba de aquel cuyo yuguero fuere,
é si lo no tuviere que peche la dicha pena
de los dichos cien maravedises, é que sea sabido que manera obo en aquello que labró de
mas, que peche al señor de los bueyes con
que lo libró con el doblo; é porque en esto
no haya encubierta, ordenamos que pueda
ser sabida la verdad po sobre todo esto por
prueba , ó por pesquisa qual mas quisiere el señor de los bueyes</span>"</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 276-277)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfCPeIo3UY7__wP65Zqox4xq_Rmw2cPIqaEDU_mKoLL4embC3O3TitxyAIhhblqlmikkpm2mn4WEAR3mZobpVJvk1eF7LZuDDhrvBQMSddcEtVkGrS5CpzgLnqAdpNh3czu13uWWq3tVu199T46ee_CFpw_ZNs9qFiWZLoE9whyE3zSDeJNMRa7WmlZe_p/s992/a7.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="992" data-original-width="711" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfCPeIo3UY7__wP65Zqox4xq_Rmw2cPIqaEDU_mKoLL4embC3O3TitxyAIhhblqlmikkpm2mn4WEAR3mZobpVJvk1eF7LZuDDhrvBQMSddcEtVkGrS5CpzgLnqAdpNh3czu13uWWq3tVu199T46ee_CFpw_ZNs9qFiWZLoE9whyE3zSDeJNMRa7WmlZe_p/s320/a7.png" width="229" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Pedro Luis de Gálvez</b> escribe en su novela "<b><i>Los aventureros del Arte</i></b>" (E. Maestre. <b>Madrid</b>, 1907) lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">»¿Vé usted aquella parcela de tierra, junto á la
cerca de aquel convento derruido? No, no es posible
que usted la distinga. Yo, más que verla, la adivino. Ya es muy tarde... Allí sorprendió el guarda á
un anciano, imposibilitado para el trabajo, que espigaba un rastrojo de cebada. Recogióle la espiga
(hasta medio celemín escaso, cuyo valor no pasaría
de quince céntimos) y presentó la denuncia á la Comunidad... El mismo día, allá enfrente, en la esplanada, denunciaron los guardianes á un ganado
de 400 cabezas, que había invadido, de mañana,
unas 30 obradas de rastrojo. Por la tarde, los mismos guardas vuelven á denunciar al mismo ganado
(que sin duda contaría con la impunidad), atropellando otras tantas obradas.—Estas denuncias, juntas con la del anciano, fueron entregadas al presidente del sindicato, quien, haciendo uso de las facultades que el reglamento le confiere, puede remitir al juzgado las denuncias que conceptúe graves,
reservando las leves al juicio de jurado de la Comunidad, cuyas facultades son más limitadas. Y
¿sabe usted cuál de las dos denuncias fué remitida
al juzgado municipal? ¡La del anciano!"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 152)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Leemos en "<b><i>La novela de mi amigo</i></b>" (Biblioteca Nueva. <b>O. C. de Gabriel Miró</b>. Vol. II. Madrid, 1926):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Los dos viejos sonrieron suavemente.
Bebieron vino, ya tibio, y quemaron el tabaco de sus pipas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Don Diego extrajo de su seno una miniatura de su hija, y la mostró al amigo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—¡Lástima de hija! </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Orlaban la miniatura pequeños diamantes, defendidos con heroicidad y abnegación de la miseria. Pero el nómada preveía la venta, y besó el marfil. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">El músico le habló de su doncellita. Estaban concertados sus desposorios con un mozo de padres labradores ricos, cuyas haciendas, de vastas obradas, se hallaban a
tres leguas, que caminaba el novio todas
las noches para llegar al faro. La calzada
orillaba la costa; había atajo por dentro
de las grandes sierras, pero reducido como
una cornisa, saliendo en las altitudes sobre
los abismos; era horrible y nadie lo pasaba".</span></div><div style="text-align: justify;">(Cap. VII; págs. 214-215)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de las misivas del libro de <b>Miguel Delibes</b> titulado <b><i>"Cartas de un sexagenario voluptuoso</i></b>" (Destino. <b>Barcelona</b>, 1983)comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">Al atardecer (en Cremanes el crepúsculo es temprano debido al Pico Altuna, a poniente, con sus buenos mil quinientos metros de altitud) suelo bajar a la huerta o me doy un paseo por la carretera, empujando el carrito de Ángel Damián, con quien siempre es grato recordar los años de infancia. En los últimos veranos he relegado un tanto los paseos. La edad pesa y si a la ida, cuesta abajo o por el llano, uno camina desahogado, el regreso, con la varga de la Penilla por medio, se hace agitado y fatigoso. Tal vez se deba a un exceso de kilos; lo más probable.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">La labor de la huerta es más reposada, o se gradúa mejor, y, como por juego, uno trabaja la cintura, flexionándola. Conseguir con las propias manos lo que uno precisa para sobrevivir resulta, por otro lado, gratificador. Lo mismo que comprobar el progreso de las plantas. Mi huerto es chico, media obrada a todo tirar, pero siembro en él un poco de todo: arvejos, habas, zanahorias, vainas, calabacines, cebollas, ajos, remolacha de mesa y, sobre todo, patatas. Esta zona da buena patata, es famosa por ello</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 30)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con dos citas del libro de viajes de <b>Camilo José Cela</b> titulado "<b><i>Judíos, moros y cristianos</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #073763;">El campo de Riaza es bonito. El campo de Riaza cría unos huertecillos verdes y lucidos, y muchas y frescas praderas para el ganado. El campo de Riaza, amén de la dehesa boyal, de mata de roble, guarda la dehesa del Alcalde, con sus quinientas obradas, y las de Borreguil de Pinarejo, de Pradorredondo, de Hontanares y de Mataserrano</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. I: "<b><i>Del Puerto de Navacerrada al Duero</i></b>"; pág. 143)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #073763;">Molpeceres, cerca de Aldeyuso, es aldea que pertenece a Torre de Peñafiel, de la que está a una legua por el monte y a dos larguitas por donde el vagabundo marcha. Molpeceres se sienta sobre terreno pantanoso y no muy sano. Hacia el sur, dejando a poniente los altos de la Mula, y por un camino que va haciendo revueltas, el vagabundo se mete hasta Fompedraza, que antes se escribía con más propiedad, con n en vez de con m, pueblecillo montado en un cerro y rodeado de piedras que echan a perder todo el terreno del término, del que solo se salva la escasa docena de obradas del vallecico</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. III: "<b><i>De Peñafiel a las puertas de Segovia</i></b>", págs. 205-206)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: center;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-79530257256966743742024-02-15T18:59:00.001+01:002024-02-16T00:15:59.444+01:00OBRAJE<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjScDkNEd4m7nTsmkxgO1VYwiVVOgIrx0FeQsJAo6CzYxwygn9xIkUZumis6iZDvUDzG_k1XGxFQWxZ6yLzhDXzwUslqVMtU7z1KZ9XOtPiYF4nhLMJaca29TN_zrfkbm-yl_U1Ypm0C7ttdov2Qm8lo8j_OlTsjy2bsu3rfrYs0bXvpPPcnOdZCauoTSJv/s570/a5.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="422" data-original-width="570" height="237" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjScDkNEd4m7nTsmkxgO1VYwiVVOgIrx0FeQsJAo6CzYxwygn9xIkUZumis6iZDvUDzG_k1XGxFQWxZ6yLzhDXzwUslqVMtU7z1KZ9XOtPiYF4nhLMJaca29TN_zrfkbm-yl_U1Ypm0C7ttdov2Qm8lo8j_OlTsjy2bsu3rfrYs0bXvpPPcnOdZCauoTSJv/s320/a5.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Obraje</i> es voz que no aparece en <b>Covarrubias</b>, pero que sí recoge <b>Autoridades,</b> con estos significados:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAGE. s. m. La manifactura de fabricar ó hacer alguna obra de manos. Lat. <i>Opificium</i>. RECOP. lib. 7. tit. 14. <i>Introd</i>. Porque de las Ordenanzas que por mi mandado fueron hechas, cerca de la labór y obráge de los paños, el año passado de mil y quinientos once, resultaron algunas dudas... mandamos que las dichas leyes... sean guardadas".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OBRAGE. Se llama tambien la oficina ó paráge donde se labran paños y otras cosas, para el uso común. Lat. <i>Officina</i>. OV. <i>Hist. Chil</i>. lib. 2. cap. I. Las grangerias mas gruessas destas Islas de Chiloé, son los obráges, donde se hace la ropa que visten los indios. ACOST. <i>Hist. Ind.</i> lib. 4. cap. 33. Hasta que se pusieron obráges, en los quales de hacen paños y frazadas... hai diversos obráges en el Perú</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia </b>se atiene a la grafía de esta voz y a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1822. Diez años después el vocablo a definir es <i>obraje</i>, del que dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAJE. m. La manufactura. <i>Opificium</i>. // Se llama tambien la oficina ó paraje donde se labran paños y otras cosas para el uso común. <i>Officina</i>"</span>.</p><p style="text-align: justify;">Estas definiciones se mantienen hasta la edición de 1936, en la que añaden una nueva acepción:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAJE. (De <i>obrar.</i>) m. Manufactura. // 2. Oficina o paraje donde se labran paños y otras cosas para el uso común. // 3. Prestación de trabajo que se imponía a los indios de América, que nuestras leyes procuraron extinguir</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1970 definen de este modo la primera acepción de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAJE. (De<i> obrar.)</i> m. Obra hecha a mano o con una máquina. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición manual de 1984 añaden nuevos americanismos. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAJE. m. p. us. manufactura. // p. us. Oficina o paraje donde se labran paños y otras cosas para el uso común. // <i>Argent., Bol</i>. y <i>Par</i>. Establecimiento de explotación forestal. // Prestación de trabajo que se imponía a los indios de América, y que las leyes procuraron extinguir. //<i> Méj</i>. Tocinería, establecimiento dedicado a la venta o preparación de los productos del cerdo</span>".</p><div style="text-align: justify;">En la <b>Edición del Tricentenario</b> desaparece la tercera acepción y añaden otra salvadoreña, que vale por "<span style="color: red;">lugar donde se procesaba el añil</span>". El <b><i>Esteban Terreros</i></b> (1787) llama <i>obraje</i> al "<span style="color: red;">obrador, taller, ú oficina</span>", y el resto de diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo, salvo el <b>Pagés,</b> que ilustra las dos acepciones de <b>Academia</b> con algunos ejemplos literarios.<br />El<b><i> Diccionario de Americanismos</i></b> de <b>ASALE</b> nos da cuatro acepciones de la voz obraje:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OBRAJE.- I. 1. m. Ar; Py. pop. Establecimiento en el monte o en la selva, desde donde se dirige la tala de árboles y el traslado y comercialización de la madera. // 2. Ar: NE. Lugar de donde se extrae arcilla y en el suelen fabricarse ladrillos. rur. // 3. ES, obsol. Complejo donde se extraía el añil. rur. // 4. Ni, Taller</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario de Bibliografía Agronómica</i></b>..." (Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra. <b>Madrid</b>, 1865), obra de don <b>Braulio Antón Ramírez,</b> se refiere a la voz <i>añil</i> en estos términos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">AÑIL. — De su cultivo y beneficio. —1106— (<span style="font-size: x-small;">Semanario industrial, 18-10.—Tomo I, pág. 193</span>.)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">La sustancia azul colorante, conocida con el nombre general de índigo ó añil, dícese que se extrae de una planta que los americanos
llaman <i>jiguelete</i>, la cual pertenece al género de
las leguminosas; sus hojas se asemejan mucho
á las de la ruda, y la semilla á la de la mostaza. Conviene á su cultivo temperatura cálida
y tierra húmeda, mas también se produce en
la templada y en terrenos donde predomine la
sílice ó la cal, pero que no sean secos. En las
provincias añileras de Guatemala se hace la
siembra al comenzar la estación de las lluvias,
que es en Mayo, está dispuesta para el primer
córte en la canícula, crece para el segundo por
Octubre, la atacan poco los insectos y no la
comen los ganados.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">Para hacer el añil ó la extracción de la sustancia colorante, se necesitan dos depósitos:
uno de infusión de las hojas, otro de baticion
de punto; hay también secaderos, y todo esto
en conjunto se denomina obraje del añil. Dichos depósitos pueden suplirse con pipas,
barriles ó tinajas y vasijas de barro. Después
de estos preliminares se explica primero la manera de extender los haces en el pilón, á cuyo
efecto se inunda de agua, para que por medio
de la presión fermenten y produzcan un tinte
verde, y luégo el modo de trasladar el líquido
al segundo depósito, etc."</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 477)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvJvMjKUrkYVPJppA4c-9JoaMBG8EA4hFwDE-NQhd7Utf2p2eXy7I2PoVWYLtZrlUFlV9-P08KzvgXBWexmdCiblEd1GMadoqfgFIXMfSZiyAkWOTTy5R5TAljz6qledw07PeO7C21xpsrV1JCf0s-Pbsnkawe93G3HHWZo4URKUBdz2XOwT1BRBObZVOR/s681/a6.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="681" data-original-width="448" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvJvMjKUrkYVPJppA4c-9JoaMBG8EA4hFwDE-NQhd7Utf2p2eXy7I2PoVWYLtZrlUFlV9-P08KzvgXBWexmdCiblEd1GMadoqfgFIXMfSZiyAkWOTTy5R5TAljz6qledw07PeO7C21xpsrV1JCf0s-Pbsnkawe93G3HHWZo4URKUBdz2XOwT1BRBObZVOR/s320/a6.png" width="211" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Juan de Contreras</b>, conocido también como el "<b>Marqués de Lozoya</b>", nos ilustra sobre las primeras reglamentaciones de los<i> obrajes</i> en su obra "<b><i>Los orígenes del Imperio. La España de Fernando é Isabel</i></b>" (Biblioteca Nueva. <b>Madrid</b>, 1939)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">La Industria mereció de los reyes la mayor atención y fué de todas las ramas de la economía la que ocasionó más frondosa literatura jurídica. Los
monarcas y sus consejeros estaban penetrados del
principio de la función social del trabajo, por la
cual el Estado debe intervenir para promover unas
manufacturas, en lo posible perfectas, persiguiendo y castigando no solamente los fraudes, sino
también los descuidos e imperfecciones en el obraje. De aquí la reglamentación de los oficios, de que
hablaremos luego, y cuya finalidad principal es poner a los operarios en condiciones de dominar la
técnica, y las pragmáticas en que se determinan,
con una minuciosidad extrema, las cualidades y
requisitos que han de coincidir en una labor para
que oficialmente pueda reputarse por bien hecha.
Esta política intervencionista aparece ya en la
pragmática de 1477, en que se intenta evitar los
fraudes que se venían haciendo en el obraje de los
paños, y nombra veedor en Toledo a Gómez Manrique. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Es difícil dar idea del número de pragmáticas
que promulgaron los reyes sobre materias industriales. Acaso sobre ningún otro asunto se legisló
tanto. De 1478 es la pragmática de Córdoba para
los tundidores, tejedores y pellejeros de Haro y
Córdoba; de 1485 las ordenanzas para el veedor de
los tintoreros de Córdoba, redactadas en Jaén; de 1488 la pragmática sobre el oficio de plateros (Valencia); de 1492 las ordenanzas de Santa Fe, para
los cereros; de 1494 las pragmáticas para los pañeros de Medina del Campo, Segovia y Madrid, y
las de los plateros (Segovia); de 1497 las ordenanzas de Burgos para zapateros y curtidores de Madrid; de 1501 la de Granada para herradores; de
1503 las de Alcalá de Henares para pellejeros; de
1509 otras, también fechadas en Alcalá, para el
mismo oficio; de 1511 las «ordenanzas para el obraje de los paños, lanas, bonetes y sombreros». El número de pragmáticas para los pañeros desde 1494
a 1501 es de siete; de 1494 hay una para los bordadores; de 1496, otra para los armeros de Oviedo;
de 1499, otra de zapateros; de 1491, 1499 y 1515 datan las ordenanzas de los <i>aljabibes</i> o roperos de
Córdoba, y en 1481 y 1500 se promulgan las de zapateros, coqueros, chapineros, tundidores, juboneros
y sastres en Burgos. En 1511, según Altamira, hay
un ordenamiento de carácter general. Estas leyes
solían ser adaptadas en las diversas poblaciones
mediante ordenanzas locales, que, aprobadas por el
Consejo, tenían vigencia limitada</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 212-214)</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">Entre los diversos estudios de la profesora titular de la cátedra de Paleografía y Diplomática de la Universidad de Valladolid, doña <b>María de la Soterraña Martín Postigo</b>, natural de la villa segoviana de <b>Santa María la Real de Nieva</b>, se encuentra el expediente de las <b>Ordenanzas</b> que se acordaron en <b>Toledo </b>en 1502, que sustituían a las vigentes del año 1500, pretendiendo mejorar el obraje de los paños, tras las quejas del <b>Concejo de Segovia</b>. Puede leerse <a href="https://estudiossegovianos.es/?page_id=3936">aquí</a> . </div><div style="text-align: justify;">La obra "<b><i>Los códigos españoles concordados y anotados</i></b>", recoge la pragmática sobre el <i>obrage </i>de los paños, que hicieron D. <b>Fernando</b> y Dª <b>Juana</b> en <b>Sevilla</b>, el primero de junio de 1511, y que don <b>Juan Contreras</b> señala como el primer ordenamiento de carácter general. Consta de 119 leyes. A ella les siguió las pragmáticas del <b>Emperador Carlos I,</b> dadas en <b>Toledo</b> el 14 de noviembre de 1528 y el 22 de marzo del año siguiente, con 25 y 14 leyes, respectivamente. Pese a ello, las quejas de los gremios eran constantes.</div><div style="text-align: justify;">En el Tomo V de la obra "<b><i>Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla</i></b>", publicadas por la <b>Real Academia de la Historia </b>en el año 1903, se recogen algunas; por ejemplo, en las <b>Cortes</b> celebradas en <b>Valladolid </b> el 18 de febrero del año 1544, los procuradores de las ciudades y villas hicieron, entre otras, las siguientes peticiones al rey <b>Carlos</b> y a los grandes caballeros y letrados del <b>Consejo</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>LVII</b>. <span style="color: #783f04;">Otrosí suplicamos a vuestra magestad provea y mande que de
aqui adelante en las çibdades e villas o lugares do ay o oviere obrage de
paños y oficiales dellos en razonable cantidad a lo menos en las çibdades
de segovia y toledo y quenca do se labran tantos paños que aya diputada
y señalada casa publica de beedoria donde se junten los veedores del
obrage de los dichos paños y do se lleven a ver y examynar y a sellar para que enella se use y exercite aquel ofiçio y tengan en ella sus libros
por que de no la aver y andar con los paños de casa en casa de los veedores y de vellos cada uno por sy y particularmente se syguen muchos
fraudes daños e ynconvinientes y se face por negociación y no se examinan por justicia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">A esto vos respondemos que mandamos que se platique en el nuestro
consejo lo que cerca desto converna proveerse y para esto se traygan a
el las prouisiones y hordenanqas que çerca desto están hechas y quel corregidor informe de lo que converna que se provea</span>".</div><div style="text-align: justify;">( Tomo V; pág. 330)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta petición no se debió de tener muy en cuenta porque en las<b> Cortes </b>celebradas en la misma ciudad el año 1548, se volvió a formular de la siguiente manera:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Otrosi, suplicamos á V. M. mande efetuar lo que se respondió en la
petición cinquenta y siete de las cortes de Valladolid de quinientos y
quarenta y quatro en que se suplicó que en los pueblos donde oviese
obraje de paños, oviese casa de veeduria, por que de no las haber se rescibe en estos reynos gran perjuyzio por que los paños que en él se labran
tienen grandes defectos, y se podria remediar con efectuarse lo que cerca
de ello está suplicado, y proveydo en las dichas Cortes. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">A esto vos respondemos, que los del nuestro Consejo se informen de
esto, y provean lo que conbenga</span>". </div><div style="text-align: justify;">(<b>Petición CLXXI</b>; pág. 449)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En las <b>Cortes</b> de <b>Madrid</b> de 1551 expresan los procuradores una nueva queja:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">El obraie de los paños. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Otrosí, el obraje de los paños no esta en tal perfecion como conviene,
porque los veedores que van a casa de los que los labran no tienen entera libertad ni desechan los paños que han de desechar por mal labrados.
Suplicamos a vuestra Magestad que en los pueblos donde hay labores de
paños aya una casa de veedoria donde los paños se vean por los veedores,
e ansi serán mejores e de mas perfecion, y no se pasarán por buenos los
paños que no fueren tales. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">A esto vos respondemos, que se guarden las leyes que en esto nuevamente havemos mandado hazer y guardar</span>".
</div><div style="text-align: justify;">(Petición CXLIII; pág. 563)</div><p style="text-align: justify;">Podrían citarse otros ejemplos pero no lo hacemos para no hacer extensiva la relación.</p><p style="text-align: justify;"><b>Gaspar Melchor de Jovellanos</b> escribe en su "<b><i>Informe dado á la Junta general de comercio y moneda sobre el
libre ejercicio de las artes</i></b>":</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Aquellas artes y profesiones en que se pueden cometer engaños de mayor consecuencia, cuales son las que trabajan en
oro, plata y piedras preciosas, las que preparan alimentos y
medicinas para el uso de la vida, y otras semejantes, podrán
tener ordenanza particular, pero sin corporación ó gremio, y
se ejercerán bajo la policía que dejamos establecida. <br />Aunque convendría en gran manera dejar á la industria una
libertad absoluta en la forma de sus producciones, si el Gobierno juzgare todavía conveniente que subsistan las ordenanzas establecidas para el obraje de los paños, tejidos de las sedas y otras semejantes, podrán confirmarse, pero declarando
al mismo tiempo estas artes libres en lo demás, no sujetas á
gremio, y solo dependientes del Gobierno y policía general
que van indicados</span>".<br /> ("<b><i>Obras de Jovellanos</i></b>" (<b>Barcelona</b>, 1865). Tomo VI; pág. 252)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_G4f3GZg7AbYoPskO1TwPmjhxJ1pw_TVmLHTZE4XbZ3JcPqQS67pUYLpbQzG0KeZ-sf8FYjEe3cyS_Y4VI6aQSL508tKit7zz135Gux9KWb3fLQtW6E2P4YQGUV02YInksfckND3Uf8Qox1_7MfE6TKsQ9RiXuvl10kgFSTXYWBjYlFT9q1P73V3fwaLm/s440/a7.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="383" data-original-width="440" height="279" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_G4f3GZg7AbYoPskO1TwPmjhxJ1pw_TVmLHTZE4XbZ3JcPqQS67pUYLpbQzG0KeZ-sf8FYjEe3cyS_Y4VI6aQSL508tKit7zz135Gux9KWb3fLQtW6E2P4YQGUV02YInksfckND3Uf8Qox1_7MfE6TKsQ9RiXuvl10kgFSTXYWBjYlFT9q1P73V3fwaLm/s320/a7.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sobre los <i>obrajes</i> indianos nos ilustra el catedrático de Historia don <b>Eufemio Lorenzo Sanz</b> en el Tomo I de su obra titulada "<b><i>Comercio de España con América en la época de Felipe II"</i></b> (Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Valladolid. 1979):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Con el obraje se inicia en Indias la etapa manufacturera. De ordinario
se entiende por obraje la fábrica o centro donde se labran tejidos de lana y
algodón; sin embargo, en los obrajes, además de la elaboración de toda clase
de tejidos a base de los dos géneros textiles anteriores, se obtienen sogas
de cáñamo, cordobanes, costales, sombreros, etc. De la lana, algodón y lino
se labran principalmente paños, frazadas, tocuyos, bayetas, jergas, ponchos,
manteles, alforjas, medias, etc.. Las manufacturas textiles, utilizando fundamentalmente como materia prima la abundante lana de los ovinos, se extendieron rápidamente por todas las provincias indianas para satisfacer su propia
demanda. Los obrajes pudieron subsistir, a pesar de las trabas que la Corona
les puso, con objeto de mantener el monopolio comercial español en dichos
territorios. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se extendió esta industria textil, desde Guadalajara en Nueva España,
hasta Osorno en el reino de Chile, empleando la lana de las aclimatadas ovejas
castellanas y el algodón, lino y cáñamo indianos. Como un antecedente de los
obrajes, señala Silva Santisteban, la costumbre que tenían los encomenderos
de exigir el tributo en ropas e hilaturas, en defecto de moneda. En Venezuela nos cuenta el cronista Simón, que era tanta la falta de numerario que se
tenía, que al carecer de él y no tener con qué adquirir la ropa de Castilla para
vestirse, se decidieron a aprovechar el buen algodón que tenían, del que obtuvieron telas de lienzo (de Tocuyo). Hacían también prendas de lana como
calzones, ropillas y capas. Piensa el mismo cronista que serán estos españoles
los que tengan la supremacía cronológica de todas las Indias en la elaboración
de la ropa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El primer obraje instalado en el Perú fue el que en 1545 estableció don
Antonio de Rivera en el valle de Jauja. Otro de los más antiguos y famosos
fue el de Chimbo, situado en la encomienda del capitán Miguel de Sandoval,
en la Audiencia de Quito. Aunque al principio solamente se fabricaban tejidos
bastos como bayetas, jergas, sayales y ponchos, en 1559 se concedieron algunos
privilegios para el trabajo y comercio de las lanas, los cuales favorecieron los
obrajes, al permitir la inmigración de maestros tejedores españoles, así como
la importación de los elementos de trabajo necesarios para los mismos. Quito,
Cajamarca y Cuzco fueron las zonas de América del Sur en las que las manufacturas textiles adquirieron más importancia desde el siglo XVI y en las que
se instalaron los primeros telares para lienzos y tejidos finos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En Nueva España, México, y Puebla de los Ángeles constituyeron los dos
centros textiles más importantes del siglo XVI. Aunque los obrajes de la capital mexicana son anteriores al primero establecido en Puebla en 1539, sin
embargo, sería esta ciudad la que a finales del siglo XVI ocuparía la primacía en
la industria textil del virreinato y sabría conservar durante toda la época
provincial el primer puesto como centro industrial. México encontró más
trabas durante el siglo XVI para el desarrollo textil que Puebla, pues se le
prohibió antes el empleo de los indígenas como esclavos en las manufacturas
de seda y en 1592 se sometieron sus obrajes a unas ordenanzas gremiales que
tenían como fin restringir la producción y perfeccionar su calidad"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Cap. IV: "<b><i>Los obrajes indianos entre las trabas oficiales y los disimulos virreinales</i></b>"; págs. 436-437)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Azorín</b> escribe en su libro "<b>Castilla</b>" (Alianza Editorial. Colección Austral. <b>Madrid</b>, 2013) lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">De la lana y el cuero vive la diminuta ciudad. En los márgenes del río hay un obraje de paños y unas tenerías. A la salida del pueblo -por la Puerta Vieja- se desciende hasta el río; en esa cuesta están las tenerías. Entre las tenerías se ve una casita medio caída, medio arruinada; vive en ese chamizo una buena vieja -llamada Celestina- que todas las mañanas sale con un jarrillo desbocado y lo trae lleno de vino para la comida, y que luego va de casa en casa, en la ciudad, llevando agujas, gorgueras, garvines, ceñideros y otras bujerías para las mozas</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Una ciudad y un balcón</i></b>"; pág. 25)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>Los mensú</i></b>" es uno de las historias que <b>Horacio Quiroga</b> incluyó en sus "<b><i>Cuentos de amor, de locura y de muerte</i></b>". En ella nos brinda una buena descripción de la vida en los <i>obrajes</i> de la selva:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Para Podeley, labrador de madera, cuyo diario podía subir a
siete pesos, la vida de obraje no era dura. Hecho a ella,
domada su aspiración de estricta justicia en el cubicaje de la
madera, compensando las rapiñas rutinarias con ciertos
privilegios de buen peón, su nueva etapa comenzó al día
siguiente, una vez demarcada su zona de bosque. Construyó
con hojas de palmera su cobertizo—techo y pared sur—dió
nombre de cama a ocho varas horizontales, nada más; y de
un horcón colgó la provista semanal. Recomenzó,
automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al
levantarse, de noche aún, que se sucedían sin desprender la
mano de la pava; la exploración en descubierta de madera;
el desayuno a las ocho, harina, charque y grasa; el hacha
luego, a busto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos,
barigüís y mosquitos; después el almuerzo, esta vez porotos
y maíz flotando en la inevitable grasa, para concluir de noche, tras nueva lucha con las piezas de 8 por 30, con el
yopará del mediodía. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Fuera de algún incidente con sus colegas labradores, que
invadían su jurisdicción; del hastío de los días de lluvia que
lo relegaban en cuclillas frente a la pava, la tarea proseguía
hasta el sábado de tarde. Lavaba entonces su ropa, y el
domingo iba al almacén a proveerse</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 113-114)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con unos versos del poeta gaditano <b>José Manuel Caballero Bonald</b>. Forman parte de su poesía "<b><i>Las adivinaciones</i></b>". Dicen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Tengo a la tierra —dice—; podré cantar sus ámbitos. </div><div style="text-align: center;">Poblada está mi boca </div><div style="text-align: center;">de piedras o de senos, de frutales </div><div style="text-align: center;">despojos, de basuras que aún sirven a mis hambres, </div><div style="text-align: center;">de trabajos sin ley, </div><div style="text-align: center;">del frenesí radioso de las anunciaciones. </div><div style="text-align: center;">Si es verdad esta herencia, ¿por qué, entonces, no ciño </div><div style="text-align: center;">con mi palabra de hoy, con mi obraje sonoro, </div><div style="text-align: center;">aquéllo que más amo, lo que tan torpemente </div><div style="text-align: center;">se me vuelve sustancia de afinidad inútil? </div><div style="text-align: center;">¿Cómo es posible que en mi voz no prenda </div><div style="text-align: center;">ese lumbror de paz que agolpan en sus pechos </div><div style="text-align: center;">los otros, mis hermanos, los que a mi semejanza </div><div style="text-align: center;">adivinan planetas y contemplan sus límites </div><div style="text-align: center;">desde alguna adorable perseverancia muda, </div><div style="text-align: center;">desde ese arder a solas que es un labio sellado?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-24276388726082545452024-02-03T18:03:00.007+01:002024-02-03T18:03:55.907+01:00OÍSLO<p style="text-align: justify;"> </p><p style="text-align: justify;"><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSseidztuA6hlwDPVn0eXh0Oy145m9FoZpExKgPvvJDAg6U0BWfMPVfGcoBtnLjN3vnqkOt-_C-jvW8HG6vSBGFr4b7GbT6O5rsRdVClP4PUCEPu2pgS-OYLWdNxeE2l0uRK8PXpkcTSLvlODmyU25NxP9eEoQwN3CitUAGsiKSIlVPB4vsGHAshCBaeaB/s768/a5.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="488" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSseidztuA6hlwDPVn0eXh0Oy145m9FoZpExKgPvvJDAg6U0BWfMPVfGcoBtnLjN3vnqkOt-_C-jvW8HG6vSBGFr4b7GbT6O5rsRdVClP4PUCEPu2pgS-OYLWdNxeE2l0uRK8PXpkcTSLvlODmyU25NxP9eEoQwN3CitUAGsiKSIlVPB4vsGHAshCBaeaB/s320/a5.png" width="203" /></a></i></div><i><br />Oíslo</i> es voz que no se encuentra ni en <b>Covarrubias</b> ni en <b>Autoridades</b>. La recoge, por primera vez, como sustantivo, fray <b>Esteban de Terreros y Pando </b>en el segundo tomo de su "<b><i>Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana...</i></b>" (1787), con esta definición:<p></p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OISLO, lo mismo que mujer de alguno, ó casada con él. (...) Otros dicen mi <i>oyes</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">Cita el capítulo VII de la <b>Primera Parte</b> de "<b><i>El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha</i></b>", la inmortal obra de <b>Miguel de Cervantes</b>, titulado "<b><i>De la segunda salida de nuestro caballero Don Quijote de la Mancha</i></b>". Iban el caballero y su escudero por el campo de <b>Montiel</b> cuando entablaron la siguiente conversación:</p><div style="text-align: justify;">"-<span style="color: #2b00fe;">Mire vuestra
merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la
ínsula me tiene prometido, que yo la sabré gobernar por grande
que sea. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">A lo cual le respondió Don Quijote:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Has de saber, amigo
Sancho Panza, que fue costumbre muy usada de los caballeros andantes antiguos hacer gobernadores á sus escuderos de las ínsulas o reinos que ganaban, y yo tengo determinado de que por mí no
falte tan agradecida usanza, antes pienso aventajarme en ella,
porque ellos algunas veces, y quizá las mas, esperaban á que sus
escuderos fuesen viejos, y ya después de hartos de servir y de
llevar malos días y peores noches, les daban algún título de Conde, o por lo menos de Marqués de algún valle o provincia de poco
mas o menos; pero si tú vives y yo vivo, bien podría ser que antes
de seis días ganase yo tal reino, que tuviese otros a él adherentes
que viniesen de molde para coronarte por rey de uno dellos. Y no
lo tengas a mucho, que cosas y casos acontecen a los tales caballeros por modos tan nunca vistos ni pensados, que con facilidad
te podría dar aún más de lo que te prometo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-De esa manera -respondió Sancho Panza-, si yo fuese rey por algún milagro de los
que vuestra merced dice, por lo menos Juana Gutiérrez, mi oíslo,
vendría a ser reina y mis hijos Infantes. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-¿Pues quién lo duda? -respondió Don Quijote. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Yo lo dudo -replicó Sancho Panza-, porque
tengo para mí que aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra, ninguno asentaría bien sobre la cabeza de Mari Gutiérrez. Sepa, señor, que no vale dos maravedís para reina; Condesa le caerá
mejor, y aun Dios y ayuda</span>".<br />(Págs. 153-154)</div><p style="text-align: justify;">El mismo tratamiento de <i>oíslo</i> le da a su mujer en los capítulos III y LXX de la <b>Segunda Parte</b>.</p><p style="text-align: justify;">D. <b>Diego Clemencín </b>dice, en sus notas, lo siguiente:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO.—«Juana Gutiérrez, mi oíslo, vendría á ser reina, y mis
hijos, infantes». Oíslo: voz baja y apicarada, para significar
una mujer á quien se quiere á estilo de la <i>hampa</i>, y por lo
mismo forma mayor contraste con la alta calidad de reina,
de que se trata. A lo propio contribuye el nombre vulgarísimo de Juana Gutiérrez, tan propio de gente de poca importancia. I, 168; IV, 69 (t); VI, 4o5 (t)</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se ocupa de esta voz a partir de la edición de 1817:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO. s. m. La persona querida y estimada</span>".</p><p style="text-align: justify;">Está definición se mantiene en ediciones siguientes, aunque advierten, a partir de la de 1843, que <span style="color: red;">"va cayendo en desuso</span>". En la de 1869, dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO. com. fam. La mujer respecto de su marido, y viceversa en ocasiones. Es poco usado, sobre todo en la segunda significación</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1899 leemos:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO. (De <i>oís</i>, 2ª pers. de sing. del pres. de indic. de <i>oír,</i> y el pron. <i>lo</i>.) com. fam. Persona querida y estimada, principalmente la mujer respecto del marido</span>".</p><p style="text-align: justify;">Esta definición se mantiene hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, en la que <b>Academia</b> identifica al <i>oíslo</i> como el "<span style="color: red;">cónyuge</span>".</p><p style="text-align: justify;">Los diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo a lo ya dicho.</p><p style="text-align: justify;">D. <b>Miguel de Unamuno</b> incluyó la voz <i>oíslo</i> en el "<b><i>Vocabulario</i></b>" adjunto a su "<b><i>Vida de D. Quijote y Sancho</i></b>". A saber:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO -Es voz que emplea Sancho hablando de su mujer. La Academia, disparatando, según su costumbre, la hace derivar de <i>ois</i>, segunda persona del singular del presente de indicativo de<i> oir</i> y el pronombre <i>lo</i>, y dice que
significa "persona querida y estimada, principalmente la mujer respecto del marido". Sancho no la emplea más que hablando de su mujer. Me atrevo á proponer otra etimología y es
de <i>uxorem</i>, que ha dado el prov. <i>oisor</i>; antiguo francés <i>oissor.</i> <br />El proceso sería de <i>ucsore ocsore</i> con cambio de u larga por posición en o cerrada, como
es corriente; luego <i>ocsole</i> con cambio también
normal; de esto <i>ocsle</i>, si bien aquí resulta algo
anómala la caída de la o tónica interna, lo que
supone un desplazamiento del acento (<i>ócsole- úxrore</i>); de <i>ocsle oisle</i>, con cambio de c en i
como en sex-seis, no llegando la x (cs) á j por
preservarla la 1 siguiente, como <i>vulturem</i> dió
<i>buitre,</i> mientras <i>multum</i> dió <i>mucho</i>, pasando
por <i>muito</i>. En cuanto al cambio de <i>oisle</i> en
<i>oislo</i> no sé qué decir</span>". </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">D. <b>Julio Cejador y Frauca</b> también recoge esta voz en su "<b><i>Tesoro..</i></b>." y añade nuevos ejemplos literarios a los ya dichos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OÍSLO. La esposa, y aun el marido, del repetir este verbo. <i>Il.. freg</i>.: Y dijo: Oislo, señora? haced que entre aquí Costancica.
<i>Quij</i>. 1,7: Juana Gutiérrez mi oislo. <i>Carta 72 neced</i>.: No creo os
será nuevo el marido decir á la mujer, aunque esté en compañía de
muchas mujeres, para llamarla, decille: Oislo? Y lo mismo ella á él,
como si fuese él solo ó ella el que solo oye, y no más de una que lo
dice el Oislo? <i>Quij</i>. 2,3: Mi oislo me aguarda. Id. 2,70: No me
acuerdo de mi oislo, digo de mi Teresa Panza</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La obra citada del bibliógrafo toledano <b>Antonio Paz y Mélia</b> (1842-1927) se titula "<b><i>Sales españolas ó agudezas del ingenio nacional</i></b>" (Imprenta y Fundición de M. Tello. <b>Madrid</b>, 1890). En las anónimas "<b><i>Cartas de las setenta y dos necedades</i></b>" leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Quiero más acercar el cuento. Dentro en
vuestro barrio, junto á vuestra casa, me acaesció que, saliendo de visitar á un amigo al
umbral de la puerta, llegó un caballero y quitóse su gorra y yo la mía, y comenzamos á
decir: <i>Entrá, señor. Salí, señor.</i> Como si juntos no pudiéramos entrar, ó juntos salir; de
manera que doramos crianza con nescedad, ó
nescedad con crianza. Y basta lo dicho para
entender lo que digo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Hay otra manera de nescedad que consiste
no tanto en obras como en palabras. Llama
uno á una puerta, y dice:—<i>¿Quien está acá?</i>—
Responde el de dentro:—<i>¿Quién es?</i>—Dice el
de fuera:—<i>Si es</i>. — Responde el de dentro: —
<i>¿Quién es? ¿Quién sois?</i>—<i>Yo soy.</i> Al cabo
deste diálogo, ni el uno ha conoscido al que
llama, ni el que llama á quien le ha respondido, y las palabras que se gastaron son de
aquellas que el viento las lleva. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">No creo os será nuevo el marido decir á la
muger, aunque esté en compañía de muchas
mugeres, para llamarla, decille: — <i>¿Oislo?</i> Y
lo mismo ella á él, como si fuese él solo ó ella
el que solo lo oye, y no más de á una que lo
dice el ¿Oislo?</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 74)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1twRBnSyMxAlT41ZPEJcHnpxBsxtnkSncvYxYo1ZG_QTTE3SOMXZHf4jIHOqLmavoK8ZKYz5xi28GyyYr0-tYsMYlSVXk9xDIBPtJPn1eWNhe_4JpTRbAHar77MVWPWnJBTjpOkHFyu3kQ2Lcxa6m5zwk3nS2WO7JD5wTYeMcoY7Of9GRBue4vVhdhQGw/s853/a6.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="853" data-original-width="590" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1twRBnSyMxAlT41ZPEJcHnpxBsxtnkSncvYxYo1ZG_QTTE3SOMXZHf4jIHOqLmavoK8ZKYz5xi28GyyYr0-tYsMYlSVXk9xDIBPtJPn1eWNhe_4JpTRbAHar77MVWPWnJBTjpOkHFyu3kQ2Lcxa6m5zwk3nS2WO7JD5wTYeMcoY7Of9GRBue4vVhdhQGw/s320/a6.png" width="221" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Lope de Rueda</b> (1505-1565) escribió esta voz, con el sentido que se indica, en su "<b><i>Comedia llamada Armelina</i></b>" (En casa de Ioan Mey. <b>Valencia</b>, 1567). Así termina el primer acto<span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; font-size: 14px; text-indent: 30px;">:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; font-size: 14px; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">"<b>ARMELINA</b>.- </span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Esta cabeça paresce verdaderamente que se me parte en dos partes.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>PASCUAL</b>.- Qué, no será nada.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>INÉS</b>.- ya, ya, de la lejía que debía estar fuerte; çahúmate, hija, con un poco de romero y de ruda; también es bueno el açafranomi, tomado en ayunas con el agua de filibus cepa. Llégate acá, hija, santiguarte hé esta cabeça. En el nombre sea de Dios, que no empezca el humo ni el çumo, ni el redrojo, ni el mal de ojo, toro bisco, ni lantisco, ni sinbio que traiga pedrisco; los bueyes se apacentaban y los ansares cantaban; por ahí pasó el ciervo prieto por tu casa, de cabeça rasa, y dijo: no tengas más mal que tiene la corneja en su nidal; así se aplaque este dolor, como aquesto fue hallado en banco de un tundidor; calla, hija, que no será nada con la ayuda de Dios.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>PASCUAL</b>.- Suso, ques mediodía, entrad, oíslo, a hacer levantar ese moço, y comiencen andar esos fuelles.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>INÉS.</b>- Ya voy, marido.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>PASCUAL</b>.- Yo también quiero entrarme, que si yo no ando en todo maldita la hacienda que se haga.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>ARMELINA</b>.- Yo aquí quiero quedarme, señor.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>PASCUAL</b>.- Queda en hora buena, y tú, Mencieta, porque le tengas compañía".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">El <b>Mamotreto XI</b> de la novela de <b>Francisco Delicado,</b> titulada "<b><i>La lozana andaluza</i></b>", comienza de este modo:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>NAPOLITANA.</b>- Oíslo, ¿quién es aquella mujer que anda por allí? Ginovesa me parece. Mirá si quiere nada de la botica; salí allá, quizá que trae guadaño.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>JUMILLA</b>.- Salí vos, que en ver hombre se espantará".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">(Pág. 55)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>Francisco de Quevedo</b> puso esta voz en el "<b><i>Entremés famoso de la endemoniada fingida y chistes de Bacallao</i></b>":</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><i>Sale Doña Faustina y tiembla Bacallao</i></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>FAUSTINA</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Ce, ce, Licenciado.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>BACALLAO</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Valgame San Pedro Martyr.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>VEJETE</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Yo soy, lumbre de mis ojos.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>BAC</b>.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Quien es diga.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>VEJETE</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Mi sol sale,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">¡o mi bello serafín!</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>FAUSTO</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Hable baxo.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>VEJ.</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; text-indent: 30px;"><span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;">Hermoso ángel,</span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">si tu amor mueve mi lengua</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">cómo quieres que no hable.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">No anima tanto en la guerra</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">el Capitán al soldado,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">ni al caballo la trompeta,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">ni al elefante la sangre,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">como ver aquesa cara</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">con esos ojos del ave</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">que en las lámparas procura</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">matar la sed y la hambre.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>FAUST.</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Ese favor agradezco.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>VEJ.</b></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Hay ocasión.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>FAUST</b>.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Y muy grande,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">que mi oislo se fue ahora</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">a la casa de los naypes</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">a jugar.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvaTN13g47smuE0waUeneJz0VTdD3c3OaloBgaHkyPVC0DwJlKegtpmM4rV2tFapAinbI3oCjy2KM7l5M6nNGOf2bDNyK23jFN921wxOlCXfpncMbPTaEJTWGcW6fkDGchgWkXRhXVAGjuREoEBvezFXX2by4wRY0KJiM5qvflDiWIgFANCFT-jbt69_3L/s784/a7.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="784" data-original-width="660" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvaTN13g47smuE0waUeneJz0VTdD3c3OaloBgaHkyPVC0DwJlKegtpmM4rV2tFapAinbI3oCjy2KM7l5M6nNGOf2bDNyK23jFN921wxOlCXfpncMbPTaEJTWGcW6fkDGchgWkXRhXVAGjuREoEBvezFXX2by4wRY0KJiM5qvflDiWIgFANCFT-jbt69_3L/s320/a7.png" width="269" /></a></div><br /><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Los nombres de la mujer de<b> Sancho Panza</b> han desatado, desde hace tiempo, cierta controversia. </span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">D. </span><b style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Juan Antonio Pellicer</b><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"> dice en la edición de 1798, impresa por </span><b style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Gabriel Sancha</b><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"> en </span><b style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Madrid</b><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><div style="font-family: "Times New Roman"; text-indent: 0px;"><span style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="font-family: "Times New Roman"; text-indent: 0px;"><span style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">"Pag. 84. <span style="color: #2b00fe;"><i>Juana Gutiérrez</i>. Esta muger de Sancho se llama, como se ve pocas líneass después, Mari Gutiérrez. Al fin de la Parte I. se advierte que se llamaba <i>Juana Panza</i>, por la costumbre de tomar en la Mancha las mugeres el apellido de sus maridos. En la Parte IX. se llama <i>Teresa Panza</i>, y en el cap. V. se dice que si no fuera por esta costumbre se había de llamar <i>Teresa Cascajo</i>, por haberse llamado <i>Cascajo</i> su padre. Vese claro que en ésta variedad le flaqueó la memoria á nuestro autor</span>".</span></div><div style="font-family: "Times New Roman"; text-indent: 0px;"><span style="font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">(Págs. 254-255)</span></div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"> D. <b>Diego Clemencín</b> amplía la nota en la edición de 1833:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">"<span style="color: #783f04;">Poco antes se la llama Juana
Gutiérrez; y en el capítulo último de
la primera parte, Juana Panza, que así,
dice, <i>se llamaba la muger de Sancho,
aunque no eran parientes, sino porque
se usa en la Mancha tomar las mugeres
el apellido de sus maridos</i>. En la segunda parte se le da el nombre de
Teresa Panza, añadiéndose que el apellido se tomaba del marido, pero que
su padre se llamaba Cascajo. Como si
fueran pocas estas inconsecuencias,
aún añadió Cervantes otra, reconviniendo en el capítulo LIX de la segunda
parte al Licenciado Avellaneda, porque
más consiguiente y acorde en esto que
Cervantes, llamó á la muger de Sancho
Mari Gutiérrez, según se la había nombrado en el presente pasaje del texto.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><span style="color: #783f04;">El nombre de Mari Gutiérrez, por la
mutilación de la voz <i>María,</i> es aun más
vulgar é ignoble que el de Juana Gutiérrez. También se llamó Mari Sancha á la hija de Sancho en el coloquio
de sus padres, que se refiere al capítulo V de la segunda parte; y asi se
encuentra usado el mismo nombre en
los refranes y expresiones proverbiales
propias del estilo familiar, como el
<i>gato de Mari Ramos</i>, la <i>hebra de Mari
Moco</i>, el <i>escrúpulo de Mari Gargajo</i> y
otras locuciones semejantes"</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">(Pág. 169)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>Rodríguez Marín</b> también achaca a desmemoria de <b>Miguel de Cervantes</b> los variados nombres de la mujer del escudero de <b>D. Quijote</b>. Así nos lo hace saber en su edición de 1911:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">"</span><span style="text-align: left;"><span style="color: #274e13;">Siete renglones antes ha llamado Sancho á su mujer
<i>Juana Gutierrez,</i> y ahora la llama <i>Mari Gutiérrez</i>. Por aquí
no habría cosa mayor que objetar, pues podía llamarse
<i>María Juana,</i> sin que á ello fuera obstáculo el llamarla <i>Juana
Panza</i> en el capítulo último de la primera parte, ya que
allí se indica que "<i>se usa en la Mancha tomar las mujeres el apellidos de sus maridos</i>". Pero es el caso que en el cap. V de la segunda parte se la llama <i>Teresa Panza</i>
y se advierte que por el apellido paterno era <i>Cascajo</i>. Y
hasta tal punto había olvidado Cervantes los nombres anteriores, ó, á lo menos, el de <i>Mari Gutiérrez,</i> en los nueve
años transcurridos desde que salió á luz la primera parte,
que en el cap. LIX de la segunda reconvino al supuesto Fernández de Avellaneda, autor del falso <i>Quijote,</i> porque había </span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #274e13;">nombrado así á la mujer de Sancho. D. Juan Calderón, en su
libro <i>Cervantes vindicado en ciento y quince pasajes...</i>,
intentó justificarle en este punto, pero sin lograrlo enteramente"</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">(Págs. 187-188)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">D. <b>Juan Calderón</b> cita en su obra "<b><i>Cervantes vindicado en ciento y quince pasajes del texto del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de La Mancha.</i></b>.." (Imprenta de J. Martín Alegría. <b>Madrid</b>, 1854) el texto cervantino y lo dicho por <b>Clemencín</b>. A todo ello, añade:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">"</span><span style="color: #4c1130;"><span style="text-align: left;">Nos hacemos cargo en esta obra de defender aquí á Cervantes, acusado de inconsecuencia, porque lo que da motivo á la acusación en
este pasage, proviene de que el Comentador no
ha entendido el pensamiento de Sancho. Creemos pues que, para inconsecuencias, son muchas las que señala el Comentador, y estamos
persuadidos de que la muger de Sancho se llamaba Juana Teresa Gutiérrez. Sancho acaba de
llamarla Juana que es el primero de sus nombres de bautismo, el que se suele llevar de ordinario, y el que por lo mismo debía tener Sancho habitualmente en la memoria. Después á
renglón seguido, y casi en la misma cláusula la
llama Mari-Gutierrez: es muy pronto para inconsecuencia, y no sabemos cómo el señor Cle</span><span style="text-align: left;">mencin la haya tenido por tal. Este nombre es ignoble á causa de las aplicaciones que de él se han hecho por su semejanza con los de Maritornes, Mariramos, Mari moco, Marigargajo, etc.,
bastante conocidos entre la gente vulgar en la
Mancha. En el presente caso le emplea Sancho de intento para hacer resaltar la incompatibilidad, que él concibe, entre la dignidad real y la
bajeza de la gente soez, no para representar con él esclusivamente á su muger, sino á cualquiera
de su clase y condición: es en su boca un verbigracia, como si dijera: « aunque Dios lloviese
reinos sobre la tierra, ninguno asentaria bien
sobre la cabeza de una Mari-Gutierrez » como pudiera haber dicho, de una Marimoco etc., sin
haber dado á pensar por eso que este último era
el verdadero nombre de su muger. Esta misma se firma Teresa Panza: en cuanto al apellido, ya se ha dicho la razón, y aun la habia especial
para que en aquel caso prefiriese el firmarse con el apellido del marido, cosa permitida en la Mancha, pues el honor de la amistad de la Duquesa, á quien escribía cuando así se firmó, le debía al
marido: en cuanto al nombre, Teresa era su segundo de bautismo, y con razón preferido en estas circunstancias, como menos común, ó, co</span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #4c1130;">mo se dice en la provincia, mas señor, mostrando en esto la muger de Sancho su poquito de
vanidad: en fin, por no chocar a la Duquesa con
una Juana. Se dice ademas que su padre se llamaba Cascajo: el nombre mismo está indicando
que era mote, cosa tan común en la tierra que
á veces no saben distinguir las gentes del pueblo, si la voz con que son conocidas es puro
mote ó apellido verdadero. Tal vez también se llamaba Gutiérrez Cascajo: ¿qué tiene eso de
estraño? La fábula imita en esta parte á las verdaderas historias, que en estas contradicciones
aparentes han ejercitado siempre el ingenio de
los sabios, de cuyas reflexiones sobre la materia se ha formado el arte crítica. ¿Quién podrá
afirmar que á Cervantes se le pasó por alto este
rasgo delicado? Él mismo censura con razón
al licenciado Avellaneda por la simplicidad que
este tuvo en haber tenido un nombre tomado
por un verbi-gracia , por el verdadero nombre
de la muger de Sancho"</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">(Págs. 29-31)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi31tsJZ9DnCKlJIQs4O6vgfJLHVluPPQzB8aXjRvHIknCAq5rfksIpVW8gslJBEAwV5DqUydPLhST6RSwqrwNp07IBvmcNMPR7_vlaiyshgIlbeITE8jcFcvoTTKzo-dNSSwCmtuxXj5qhetpkrz7U0XogXQKs_LQWQqZnkUxJT5xtvj0-kvJVFklz3Qz8/s578/a8.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="399" data-original-width="578" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi31tsJZ9DnCKlJIQs4O6vgfJLHVluPPQzB8aXjRvHIknCAq5rfksIpVW8gslJBEAwV5DqUydPLhST6RSwqrwNp07IBvmcNMPR7_vlaiyshgIlbeITE8jcFcvoTTKzo-dNSSwCmtuxXj5qhetpkrz7U0XogXQKs_LQWQqZnkUxJT5xtvj0-kvJVFklz3Qz8/s320/a8.png" width="320" /></a></div><br /><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;">D. <b>Benito Pérez Galdós</b> puso esta voz en el <b>Episodio Nacional</b> de la tercera serie titulado "<b><i>Bodas Reales</i></b>" (Obras de Pérez Galdós. <b>Madrid, </b>1900):</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">No dejaba de reconocer la pobre Leandra, en
sus momentos lucidos, que á su marido le sentaba muy bien el sombrerote y la levita luenga. Si en Peralvillo le vieran con aquella
facha, caerían todos de rodillas, teniéndole
por el representante de la justicia humana, ó
por ministro universal. Un día, antes de salir
para sus diligencias de la tarde, sentóse Carrasco un momento al lado de su <i>oislo </i>y le
dijo: «Tengo que comunicarte lo que pienso
acerca del niño mayor, que pronto está en disposición de empezar una carrera. Este año se
creará una nueva de gran porvenir, que llaman <i>Ingenieros de montes</i>, y ello tiene por objeto
estudiar y dirigir la replantación de arbolado,
para que llueva más y no tengamos tanta sequía. Nuestro hijo será de los primeros que entren en esa brillante carrera, para lo cual le
pondremos en una escuela donde nos le preparen de toda la matemática y toda la botánica
que sea menester</span>". </div><div style="text-align: justify;">(Cap. XXIX; pág. 289)</div><a name="246" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: blue; font-family: "Times New Roman", Times, serif; font-size: 14px;"></a><br /><div style="text-align: justify;">En "<b><i>El buen Sancho</i></b>" se imagina <b>Azorín</b> al personaje cervantino viviendo en <b>Tomelloso</b> como un rico hacendado después de heredar parte de los bienes de la difunta duquesa. Un buen día se presenta en el pueblo manchego un "<i>hombre sesentón, con las barbas intonsas, lacios los bigotes, el semblante pálido</i>", a bordo de un automóvil. Es el doctor <b>Pedro Recio de Tirteafuera</b>. El encuentro lo narra <b>Azorín</b> del siguiente modo:</div><div><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: justify;">"</span><span style="background-color: white; color: #783f04; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-align: justify; text-indent: 30px;">-¿No me reconoce usted? -pregunta al cabo el viajero.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-align: justify; text-indent: 30px;">Sancho, con gesto habitual en los rústicos cuando están perplejos, se rasca nerviosamente la cabeza. De su antigua condición, Sancho ha conservado éste y otros modales. Pero toda su persona se ha afinado. No es el Sancho antiguo, sino otro. El bienestar pule cuerpos y espíritus. Después de rascarse, Sancho dice:<br />-Si quiere usted que le diga la verdad...<br />-Pero de veras ¿no le dice a usted nada mi cara?<br />-¡Toma, ya caigo! -exclama Sancho alborozado-. ¡Recontra! ¿Dónde tenía yo la sesera?<br />Y visitante y visitado se funden en un estrecho abrazo.<br /></span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">-¡Qué alegría, doctor! -añade Sancho-. ¿Quién me había de decir a mí que al cabo de treinta años, después de pasar tantas cosas, había de venir usted a visitarme? Ya tengo nietos. Ya se casó mi Sanchica. Ya mi mujer tiene sayas de raso. La liberalidad de la duquesa nos puso a salvo de las necesidades. No pasamos apuros y vivimos honrada y santamente. ¿Y usted, doctor? Cuénteme su vida. Voy a llamar a mi oíslo,</span><b style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"> </b></span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><span style="color: #783f04;">a mi hija y a mi yerno para que le conozcan a usted"</span>.<br /></span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">(Pág. 22)<br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><b>Max Aub</b> utiliza este sustantivo, aplicado al marido, en su novela "<b><i>Campo del moro</i></b>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">"<span style="color: #274e13;">Pascual Segrelles cree soñar. ¿Qué dirá Amparo? ¿Qué dirá Gloria? Amparo, tras dos años de matrimonio, se descubrió insoportable por los celos y, entre otras cosas, por su título académico, sacado a relucir más de lo conveniente frente al lego ascendido. Nunca fue dechado de hermosura: chata, lo romo se manifestó de pronto en desconfianza hacia los gastos extraconyugales del ex pintor de abanicos. Auténticamente, no lo dejó ni a sol ni a sombra: tuvo dueño a todas horas, sujeto a toda clase de investigaciones. Ojo y oído alerta. Amparo no sosegó, aumentando el cuidado con la creciente importancia social del matrimonio. Nada puso treguas a su vigilancia. Le acompañaba al laboratorio, en el tranvía, armando escándalo si se figuraba que el oíslo miraba a alguna fémina con cierto interés, peor si creía que una se había fijado en él</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">(Pág. 132)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; text-indent: 30px;">Para terminar diremos, como simple curiosidad, que <b>Andrés Trapiello</b> cambia "<i>mi oíslo</i>" por "<i>mi señora</i>" en la versión que hizo, "<i>puesta en castellano actual íntegra y fielmente"</i>, de "<b><i>Don Quijote de la Mancha</i></b>", y que publicó, en el año 2015, Ediciones Destino.</span></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-42711043197497902892024-01-23T16:12:00.000+01:002024-01-23T16:12:11.506+01:00OJÉN<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT9nVTst6xjnBAsm47yUREJX5cziOKyLsLjTThHWqqbybGg_5JiMGkeG7tzJeLSP62trRS-5lhOYGHRvgeWS5XqjbVBLTBkSyPvRRLpss4T4aN_kNK7ueUeFkuEJhSWyInN5UUPA0iIjnv5eIYcIhPtQCmbnkPmQzRtk6yEWRA7ZBecTDLdxaOg75H6ucn/s401/a1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="397" data-original-width="401" height="317" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT9nVTst6xjnBAsm47yUREJX5cziOKyLsLjTThHWqqbybGg_5JiMGkeG7tzJeLSP62trRS-5lhOYGHRvgeWS5XqjbVBLTBkSyPvRRLpss4T4aN_kNK7ueUeFkuEJhSWyInN5UUPA0iIjnv5eIYcIhPtQCmbnkPmQzRtk6yEWRA7ZBecTDLdxaOg75H6ucn/s320/a1.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No sé a qué huele el<i> ojén</i> o cómo sabe, pero, desde que leí en COU "<b><i>La colmena</i></b>", de <b>Camilo José Cela</b>, lo asocio inexorablemente al <b>Café de doña</b> <b>Rosa</b> que, según todos los indicios documentales, no es otro que el <b>Café Comercial</b> de la madrileña <b>Glorieta de Bilbao</b>. Alguna que otra tarde me he sentado en la terraza a tomarme el cafelito con leche, y no he visto a ningún cliente pedir la copita de <i>ojén</i> para mojar la punta del puro o endulzar el gaznate; todo lo más, alguna infusión, botellines de cerveza o vasos con hielo y chispeante <b>Coca-Cola</b>, ese brebaje yanqui que a <b>Don Camilo </b>le provocaba tanta repulsión como las moquetas. Tampoco he visto a nadie beber <i>ojén</i> en el <b>Gran Café Gijón</b>, que tiene, entre sus muchos cuadros que cuelgan de las paredes, un retrato del escritor gallego, ni en el <b>Derby</b> compostelano, que frecuenté durante algún tiempo, antes de que cerrara, buscando la sombra de don <b>Ramón María del Valle-Inclán</b> o, quién sabe, si mi propia sombra. Lo que sí oí en mi juventud es que la borrachera de anís era de las peores porque te entraba mucho frío. No sé si a doña <b>Rosa</b> el <i>ojén</i> le hacía entrar en calor o helaba su corazón. <b>Cela</b> no nos lo aclara. Sólo nos dice que la dueña del café pensaba, como <b>Don José</b>, uno de sus clientes habituales, que el <i>ojén</i> era lo mejor del mundo, por sus propiedades estomacales, diuréticas y como reconstituyente. No diremos que no.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta voz no la recogen ni <b>Covarrubias</b> ni <b>Autoridades</b>. La primera mención la encuentro en el "<b><i>Diccionario general y técnico hispano-americano</i></b>" (1918) de <b>Manuel Rodríguez Navas y Carrasco</b>, con esta definición:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OJÉN. m. Cierto aguardiente muy estimado</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En <b>Academia</b> aparece a partir de la edición de 1925, en la que dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OJÉN. (De <i>Ojén</i>, villa de la provincia de Málaga.) m. Aguardiente preparado con anís y azúcar hasta la saturación</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta definición se mantiene hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada.</div><div style="text-align: justify;">El <b><i>Pagés</i></b> se atiene a lo dicho por <b>Academia</b> e ilustra esta voz con unos versos de <b>José Pérez Hervás,</b> autor que, desde el cuarto volumen, completó el diccionario iniciado por don <b>Aniceto</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿Y aun quiere que corte bien</div><div style="text-align: center;">el cartón con la cizalla?</div><div style="text-align: center;">¡Si la limpia con Cazalla</div><div style="text-align: center;">y la engrasa con Ojén!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">D. <b>Víctor C. Manso de Zúñiga y Enrile</b> y D. <b>Mariano Díaz y Alonso </b>nos ilustran sobre los diferentes tipos de aguardientes en su "<b><i>Tratado de elaboración de vinos de todas clases y fabricación de vinagres, alcoholes, aguardientes, licores, sidra y vinos de otras frutas</i></b>" (Imprenta de los Hijos de M. G. Hernández. <b>Madrid,</b> 1895)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Otra denominación do los aguardientes, antes de generalizarse
el uso de los areómetros, es la transcrita á continuación: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aguardiente Holanda. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aguardiente anisado. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aguardiente prueba de aceite. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aguardiente prueba de pólvora. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aguardiente prueba del sol. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Los dos primeros señalan de 50 á 56 grados, pero el segundo
va cargado de aceite volátil de anís. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El tercero recibe el nombre con que se le conoce porque si se
vierte una gota de aceite de oliva sobre él, la gota desciende al
fondo del líquido. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">La riqueza alcohólica de éste es de 65 á 70 grados. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El cuarto marca de 85 á 90 grados. Si se mezcla una porción de
aquel espíritu con pólvora y se prende fuego á la mezcla, la pólvora se inflamará tan pronto como se haya consumido el alcohol.
De aquí el nombre que lleva. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Por último, el quinto se inflama echado al aire entre loa ardientes rayos del sol. Su riqueza alcohólica se aproxima á la del
alcohol absoluto ó anhidro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Las nomenclaturas apuntadas han desaparecido en el mercado de aguardientes, conservándose tan sólo el de aguardiente Holanda.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En nuestro país se suele distinguir generalmente con el nombre de aguardientes á los líquidos alcohólicos hasta los 60 grados,
y con el de espíritus cuando exceden de esta graduación. Si contienen esencia de anís en disolución, reciben el nombre de <i>anisados</i>, y si carecen de ella, <i>secos</i>. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Los aguardientes obtenidos de otras fuentes que del vino se
les conoce con los nombres de <i>industriales</i> ó de <i>fábrica</i>, en contraposición á los fabricados con la casca ú orujo, que se denominan aguardientes ó espíritus de orujo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">También se conocen en España los aguardientes del país con
los nombres de las localidades productoras; así tenemos los
aguardientes de Ojén, Chinchón, Rodas y Monóvar etc."</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Cap. XXIII: "<b><i>Fabricación de alcoholes y aguardientes</i></b>"; págs. 259-260)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por lo que se refiere a su preparación nos viene bien la obra de <b>José López y Camuñas</b> titulada "<b><i>Diamante del vinicultor..</i></b>." (3ª ed. Imprenta de Ramón Clemente Rubisco. <b>Ciudad Real</b>, 1885) :</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>AGUARDIENTE S ESPECIALES. </b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Para fabricar el de Carabanchel, el llamado Imperial, el
titulado de Ojén y el conocido con el nombre de la erre, se
emplean holandas ó flemas de vino precisamente, y nunca de
orujos, casca ó vinos averiados; se les anisa en abundancia, poniéndoles doble y triple anís al rectificarlos, dejándolos al
tiempo de anisarlos con una graduación de 25° en adelante,
y luego se rebajan hasta dejarlos en 22° con almíbar aromatizado, con el olor y gusto especial de cada uno</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 323)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La fórmula nos la proporciona <b>F. Molner y Lozano</b> en su obra "<b><i>El Salvador del Industrial y el Cosechero...</i></b>" (Imprenta de Cordero Hermanos. <b>Almería</b>, 1888):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>AGUARDIENTE OJÉN SUPERIOR </b></div><div style="text-align: center;"><b>(IMITACIÓN) </b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Vino blanco, 100 litros.—Matalauga 1, kilo. —Matalauga tostada,
230 gramos.—Cilantro molido, 70
gramos.—Nuez moscada machacada, 80 gramos.— The perla, 60
gramos.—Raiz de lirio en polvo,
80 gramos.—Pasas de moscatel
abiertas sin granula, 1 kilogramo.
—Ajengibre, 8 gramos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Todo el vino se destilará con
union de las pasas y el kilogramo
matalauga, hasta que lo que salga por el orificio inferior, marque
10 ú 11 grados del <i>pesa alcohol;</i> ya
recogido dicho líquido, se vuelve á
echar en el alambique en union de
los demás componentes y se destila dejando el producto á 24 grados; si resultan de los 100 litros de
vino rectificado 20 litros de aguardiente de 24 grados, se le añaden 3
ó más kilogramos de azúcar de pilón, desliada con 2 ó 3 litros de
agua para luego echárselo al aguardiente, que quedará con una fuerza, arreglada al paladar, quedando
ésta operación siempre á gusto del
consumidor; si se ve que á los cuatro días no está claro y diáfano, se
le aumentará á la basija un kilogramo de polvos negros de marfil,
y si se tiene que poner enseguida á
la venta, se pasará por la manga;
esta operación, siempre es un recurso, pero la manga consume género</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 94-95)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtMJWcRzPajXwyfRfMqKkc2hGNwwIY0HQzR5iw_gAAWPTuCUSZIfVNh1eZdzwFQ7whwI9-o4WVaAmr0wvJNsOXCaUtvzdKObOZtKZhVr50F89cyiXmOVda62ojR4Hc2vg6W2HEuYkwIYdribquoeIDmGyZrzrIwnVqVo9_fWr9AcK1HwpclefhqDdBzCCf/s654/a2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="654" data-original-width="407" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtMJWcRzPajXwyfRfMqKkc2hGNwwIY0HQzR5iw_gAAWPTuCUSZIfVNh1eZdzwFQ7whwI9-o4WVaAmr0wvJNsOXCaUtvzdKObOZtKZhVr50F89cyiXmOVda62ojR4Hc2vg6W2HEuYkwIYdribquoeIDmGyZrzrIwnVqVo9_fWr9AcK1HwpclefhqDdBzCCf/s320/a2.png" width="199" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la escena III del acto II del drama en tres actos, titulado "<b><i>El gran galeoto</i></b>" (11ª ed. Hijos de A. Gullon. <b>Madrid,</b> 1881), escribe el<b> Premio Nobel de Literatura</b>, don <b>José de Echegaray</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>JULIÁN</b></div><div style="text-align: center;">Y la disputa... ¿por qué? </div><div style="text-align: center;">Á Nebreda se le imputa... </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>PEPITO </b></div><div style="text-align: center;">Si casi no hubo disputa... </div><div style="text-align: center;">yo les diré como fué. </div><div style="text-align: center;">(<i>Pausa: se acercan á Pepito con ansiedad profunda</i>.) </div><div style="text-align: center;">Como Ernesto proyectaba </div><div style="text-align: center;">dejar mañana á Madrid, </div><div style="text-align: center;">por si pasaje en el Cid </div><div style="text-align: center;">á tiempo en Cádiz lograba; </div><div style="text-align: center;">y como Luis Alcaráz </div><div style="text-align: center;">prometida le tenía</div><div style="text-align: center;"> una carta, que decía </div><div style="text-align: center;">que era de efecto eficaz </div><div style="text-align: center;">como recomendación, </div><div style="text-align: center;">á recogerla se fué </div><div style="text-align: center;">el pobre chico al café </div><div style="text-align: center;">con la mejor intención. </div><div style="text-align: center;">No estaba el otro: le espera: </div><div style="text-align: center;">ninguno allí le conoce, </div><div style="text-align: center;">y prosiguen en el goce </div><div style="text-align: center;">sublime de la tijera, </div><div style="text-align: center;">sin reparar en su faz,</div><div style="text-align: center;"> ni en sus dientes apretados </div><div style="text-align: center;">unos cuantos abonados </div><div style="text-align: center;">á la mesa de Alcaráz. </div><div style="text-align: center;">Venga gente, y caiga gente: </div><div style="text-align: center;">mano larga, y lengua lista: </div><div style="text-align: center;">¡allí se pasó revista </div><div style="text-align: center;">á todo bicho viviente! </div><div style="text-align: center;">Y en medio de aquel cotarro </div><div style="text-align: center;">con más humo que echa un tren, </div><div style="text-align: center;">entre la copa de ojén, </div><div style="text-align: center;">la ceniza del cigarro, </div><div style="text-align: center;">y alguno que otro terrón </div><div style="text-align: center;">de azúcar, allí esparcido, </div><div style="text-align: center;">quedó el mármol convertido </div><div style="text-align: center;">en mesa de disección. </div><div style="text-align: center;">Cada mujer deshonrada, </div><div style="text-align: center;">una copa de lo añejo:</div><div style="text-align: center;">cada tira de pellejo, </div><div style="text-align: center;">una alegre carcajada. </div><div style="text-align: center;">En cuatro tijeretazos, </div><div style="text-align: center;">dejaron aquellos chicos</div><div style="text-align: center;"> las honras hechas añicos,</div><div style="text-align: center;"> las damas hechas pedazos. </div><div style="text-align: center;">Y sin embargo, ¿qué fué, </div><div style="text-align: center;">ni qué era aquello en verdad? </div><div style="text-align: center;">Ecos de la sociedad </div><div style="text-align: center;">en la mesa de un café. </div><div style="text-align: center;">Esto no lo digo yo, </div><div style="text-align: center;">ni lo pienso, por supuesto, </div><div style="text-align: center;">esto me lo dijo Ernesto, </div><div style="text-align: center;">cuando el lance me contó.</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">A don <b>Ramón María del Valle-Inclán</b> no le gustaba <b>Echegaray</b>. Le tuvo tanta manía que, en la primavera del año 1932, fue ingresado en un hospital y los médicos recomendaron hacerle una transfusión. Entre otros muchos escritores se ofreció don <b>José de Echegaray </b>y el autor de las "<b><i>Sonatas</i></b>" exclamó, muy alterado: "<i>¡No quiero su sangre! ¡Está llena de gerundios!</i>".</div><div style="text-align: justify;"> A <b>Valle-Inclán</b>, en cambio, sí le gustaba la tauromaquia. Conocida es otra de sus anécdotas, en la que le dijo a su amigo <b>Juan Belmonte</b> en la tertulia del <b>Café Fornos</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-¡Juanito, no te hace falta más que morir en la plaza!</div><div style="text-align: justify;"><br />A lo que respondió el gran torero sevillano, con sincera modestia:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-Se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El gran torero no murió en ningún coso taurino, corneado mortalmente por un bravo morlaco, sino que se se pegó un tiro, en el despacho de su cortijo, con una pistola del calibre 6´35. Se dice que fue por mal de amores.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La mirada esperpéntica de don <b>Ramón</b> no nos pasa desapercibida en su novela "<b><i>Cartel de ferias</i></b>". He aquí el extraordinario retrato que hace de dos toreros:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">El Niño de Gloria y Curro el Chato,
vestidos los ternos de luces — sudados
oropeles famélicos —, fumaban recogidos a una alcoba guardillera, en el Parador de Don Lope Calderete: Fumaban
en silencio, resignados con estoica cobardía al escarnio, al hambre y a la
muerte. La alcoba, llena de sol y de moscas, tenía una buharda en el tejado. Brillaba el espejillo sobre el aguamanil de hierro. El Niño de Gloria, erguido y junto de pies, se pintaba coloretes con un naipe: Menudo, descolorido, triste, con la colilla pegada al labio, tenía un gesto vicioso de cinismo
precoz. El Curro, entre nieblas de soñarrera y tabaco, bebía café con largos
reposos, y alternaba menguados sorbos
en la copa de ojén: Era un bigardote
tenebrario, cobarde con los toros y bravucón en las tabernas: Lucia un jabeque y la mella de dos dientes"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Cap. V; pág. 9)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Durante la guerra de 1936 se hizo famoso el ritmillo de un anuncio radiofónico -t<i>a ta ta ta tá ta tá</i>- de esta bebida, aplicado a las ametralladoras. Esta característica la recogieron varios periódicos de la época. Hemos escogido el número de "<b><i>Umbral</i></b>" (<b>Valencia</b>) correspondiente al 31 de diciembre de 1938. El artículo se titula "<b><i>La compañera ametralladora"</i></b> y lo firma un tal <b>Santiago Fuentes</b>. En él leemos lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>UNA COPITA DE OJÉN</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">Los tiradores rivalizan en el tiro de ametralladora.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">-Yo sé tirar mejor que tú.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">-¡Tú que vas a tirar!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">-Ahora lo veremos. Escucha.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">La ametralladora entona perfectamente la música de "una copita de ojén".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">El otro tirador lo intenta. Su ametralladora canta también "una copita de o...", pero, al llegar aquí, se le escapan tres o cuatro tiros seguidos y se rompe el ritmo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">-¡Me cago en la leche! ¡Ya que iba a terminar!...</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #741b47;">El tirador victorioso rompe en una carcajada estruendosa, que amosca a su compañero</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El capítulo primero de <b><i>"La colmena</i></b>", la extraordinaria novela escrita por <b>Camilo José Cela</b>, a la que antes hemos aludido, comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">NO PERDAMOS LA PERSPECTIVA, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Doña Rosa va y viene entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su tremendo trasero. Doña Rosa dice con frecuencia leñe y nos ha merengao. Para doña Rosa, el mundo es su café, y alrededor de su café, todo lo demás. Hay quien dice a doña Rosa le brillan los ojillos cuando viene la primavera y las muchachas empiezan a andar de manga corta. Yo creo que todo eso son habladurías: doña Rosa no hubiera soltado jamás un buen amadeo de plata por nada de este mundo. Ni con primavera ni sin ella. A doña Rosa lo que le gusta es arrastrar sus arrobas, sin más ni más, por entre las mesas. Fuma tabaco de noventa, cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta. Después tose y sonríe. Cuando está de buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta baja, y lee novelas y folletines, cuanto más sangrientos, mejor: todo alimenta. Entonces le gasta bromas a la gente y les cuenta el crimen de la calle de Bordadores o el del expreso de Andalucía</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 21)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Max Aub</b> nos cuenta en su libro "<b><i>Conversaciones con Buñuel</i></b>" (Aguilar. <b>Madrid</b>, 1985) lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"(<i>Recuerdos del 17 de septiembre de 1969)</i></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;">R. M. S.: Comemos en un restaurante francés, al que no quería ir. Pero luego, reconoce que es el mejor que conoce fuera de Francia. Bebe y come con ganas y está contento. Los dueños del restaurante le hacen firmar en el libro de honor. A la salida quiere ir a la plaza Mayor a tomar ojén. La plaza, tal como está, arreglada e iluminada, le parece un museo. No hay ojén y bebemos chinchón. Va por la calle un poco mareado. Me dice: "Estamos borrachos". Al pasar por Hileras, recuerda que en el número 4 había una casa de putas. Le digo que hoy, en España, ya no hay las casas de putas que él conoció. Me dice que ahora, hace años, en estos días, fueron a la Verbena de San Antonio Federico García Lorca y él y que se emborracharon. Él se empeñó en llevar a Federico a la casa de putas, pero era muy tarde y el sereno no les abrió</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 425)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las iniciales <b>R. M. S</b>. corresponden al cineasta <b>Ricardo Muñoz Suay.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con una cita del libro de <b>Francisco Umbral</b> titulado "<b><i>Trilogía de Madrid":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Pero en la subida de la Gran Vía, a mano derecha, estaban Miguel Mihura y Edgar Neville, en Chicote, escribiendo sus cosas a la hora en que aún no habían llegado las putas del vermú, que eran las que trasnochaban de día, como hubiera dicho Quevedo, y más adelante, encima de Espasa-Calpe, estaba Concha Lagos, una poetisa cursi que daba de merendar a los líricos de juegos florales los miércoles por la tarde (café y pastas, copita de ojén), haciendo sus poemas de enferma, hablando de Anselmo Miguel Nieto, que la había pintado cuando los dos eran jóvenes, y concursando a todos los premios nacionales José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco, como una Gabriela Mistral teñida, anabolena y sin talento</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 21-22)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Jgfm45-wVvg" width="320" youtube-src-id="Jgfm45-wVvg"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-89455320771080431682024-01-13T17:15:00.000+01:002024-01-13T17:15:10.822+01:00OLIFANTE<p style="text-align: justify;"> Esta voz no se encuentra ni en <b>Covarrubias</b> ni en <b>Autoridades</b>. El primer diccionario que se ocupa de ella es el "<b><i>Técnico de la Música</i></b>" (Imprenta de Víctor Berdós. <b>Barcelona</b>, 1894), del eminente musicólogo y compositor don <b>Felipe Pedrell </b>(1841-1922). La define de este modo:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFÁN ú OLIFANTE, OLIPHANT ú OLIFANT (francés). Las trompas fueron primitivamente simples
cuernos de búfalo vaciados. Los de marfil tenían
el nombre de <i>olifante</i>, ó como se ve escrito con
frecuencia, <i>olifán</i> (del griego <i>elephas</i>, elefante y
marfil) Famoso y legendario es el<i> olifán</i> de la
<i>Chanson de Roland</i>, una de las más antiguas
poesías francesas de la Edad Media. «Viéndose
ya con pena, angustia y gran dolor», Roldan hizo
sonar su <i>olifán</i> con tanta fuerza, que se le saltaron las venas de las sienes y arrojó sangre por
la boca. Carlomagno oyó el sonido á <i>treinta leguas de distancia,</i> según la conocida exageración
poética. <br />El <i>olifán</i> se construía con la trompa de un
elefante, como se ha dicho, y era á la vez trompa
de caza y de guerra. Algunas veces se presentaba redondeado, otras formando cortes cilíndricos,
otras tallado y adornado como en el dibujo adjunto, ejemplar del siglo XIV</span>:</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZMj-zwyl27jtwKZ-5diKXvoRme3FEr0dHtXepHC0jL6FU0CsUfk0mC5hapfz8h0X5BY6INCuHVw18Ut97s2MnG3Bhvge1wzOlwk1Ng20WpRuaqHqGcg3qL46xIQ4H1xpXaLsrmxPsF1T4FZqXD1Gqa6Fk1tiJYfu18au4JPe_8La_2HqtfvUBbxMNWYym/s686/A21.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="514" data-original-width="686" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZMj-zwyl27jtwKZ-5diKXvoRme3FEr0dHtXepHC0jL6FU0CsUfk0mC5hapfz8h0X5BY6INCuHVw18Ut97s2MnG3Bhvge1wzOlwk1Ng20WpRuaqHqGcg3qL46xIQ4H1xpXaLsrmxPsF1T4FZqXD1Gqa6Fk1tiJYfu18au4JPe_8La_2HqtfvUBbxMNWYym/s320/A21.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El olifante se llama en francés, además de las
voces citadas, </span><i><span style="color: red;">Huchet</span>".</i></p><p style="text-align: justify;">También la recoge la señorita <b>Luisa Lacál</b> en su "<b><i>Diccionario de la Música. Técnico, Histórico, Bio-bibliográfico</i></b>" ( Establecimiento Tipográfico de San Francisco de Sales. <b>Madrid</b>, 1899):</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFÁN ú OLIFANTE .-<i>Ant</i>. trompa de caza y de guerra, llamada en fr. huchet. Se construyeron primero con cuernos
de búfalo, y después con colmillos de elefante. De ahí su
nombre del gr. elephas, elefante y marfil. Sus adornos
eran muy variados</span>". </p><p style="text-align: justify;">En<b> Academia</b> no aparece esta voz hasta la edición de 1970. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFANTE. (De<i> elefante</i>.) m. Cuerno de marfil que figura entre los arreos militares de los caballeros medievales y particularmente el cuerno de Roldán</span>".</p><p style="text-align: justify;">Este significado no varia en las ediciones siguiente hasta la del "<b>Tricentenario</b>", en la que dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFANTE. (De <i>elefante</i>) 1. m. Cuerno de marfil que figura entre los arreos militares de los caballeros medievales, y, en particular, el cuerno de Roldán, personaje central del ciclo legendario de Carlomagno</span>".</p><p style="text-align: justify;">Este cantar de gesta del ciclo carolingio, llamado "<b><i>La Chanson de Roldán</i></b>", lo tradujo al castellano el Académico Correspondiente de la Real Academia Aragonesa de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, don<b> Marcelo Gaya y Delrue.</b> Lo publicó en <b>Zaragoza </b>el año 1959. Son muchos los versos en los que <b>Rolando</b> o <b>Roldán</b> hace sonar el olifante. Hemos escogido los siguientes:</p><div style="text-align: center;"><b>CXXIX</b></div><div style="text-align: center;"><br />Entonces dijo Roldán: "Llamaré con el olifante.</div><div style="text-align: center;">Lo oirá Carlos, que está pasando los puertos.</div><div style="text-align: center;">Yo os doy mi fe que ya volverán los Francos".</div><div style="text-align: center;">Dice Oliveros: "Vergüenza sería grande</div><div style="text-align: center;">y reprobada a toda vuestra parentela;</div><div style="text-align: center;">¡esta vergüenza duraría toda su vida!</div><div style="text-align: center;">cuando yo os lo dije, no hicísteis nada.</div><div style="text-align: center;">Mas no lo haréis con mi loanza.</div><div style="text-align: center;">Si llamáis, no será nada valientemente.</div><div style="text-align: center;">¡Ya tenéis ambos vuestros dos brazos ensangrentados!".</div><div style="text-align: center;">Responde el conde: "Golpes he dado aquí muy hermosos!".</div><p style="text-align: center;"><b>CXXXIII</b></p><div style="text-align: center;">Roldán ha puesto el olifante en la boca.<br />Lo mete bien, con gran valor lo toca.<br />Altos son los poyos y la voz muy larga.</div><div style="text-align: center;">A treinta grandes leguas le oyeron contestar.</div><div style="text-align: center;">Carlos lo oyó, y sus compañías todas.</div><div style="text-align: center;">Entonces dijo el Rey: "¡Batalla hacen nuestros hombres!".</div><div style="text-align: center;">Y Ganalón le respondió en contra:</div><div style="text-align: center;">"Si otro lo dijera, ya parecería gran mentira!".</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta voz se encuentra en el "<b><i>María Moliner</i></b>" con esta definición:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFANTE. (de "<i>elefante</i>") m. Trompa de caza o de guerra hecha de cuerno de marfil, usada en la Edad Media. Es famosa la que usaba Roldán</span>".</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Enrique de Leguina</b>, en su "<b><i>Glosario de voces de armería"</i></b>, define esta voz del siguiente modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLIFANTE.- Pequeña trompeta de que se servían los caballeros errantes para llamar y desafiar al enemigo</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgw9Vrylz8Ts36801UyOyhBMFyL27EFBQHcYrSEuK_pj5ztFcj3fOe_ZQDZ564i0YPTDCcC6Xab3S0JMzKxsG8BNYnV52KeIBQVGYiiHmzGB8NoZXg8vGRGOOb-FRtLpnOof0NA1Sb-Ld2DBBpEaK4rptyf7IwJHFU9cMJBs3QiX8rctkaXxcx7QxTIpgPH/s1105/a22.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="586" data-original-width="1105" height="170" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgw9Vrylz8Ts36801UyOyhBMFyL27EFBQHcYrSEuK_pj5ztFcj3fOe_ZQDZ564i0YPTDCcC6Xab3S0JMzKxsG8BNYnV52KeIBQVGYiiHmzGB8NoZXg8vGRGOOb-FRtLpnOof0NA1Sb-Ld2DBBpEaK4rptyf7IwJHFU9cMJBs3QiX8rctkaXxcx7QxTIpgPH/s320/a22.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">El libro de </span><b style="text-align: justify;">Salvador Rueda</b><span style="text-align: justify;"> titulado "</span><b style="text-align: justify;"><i>En tropel. Cantos españoles</i></b><span style="text-align: justify;">" (2ª ed. Tipografía de Manuel G. Hernández. </span><b style="text-align: justify;">Madrid</b><span style="text-align: justify;">, 1893) está encabezado con un </span><b style="text-align: justify;"><i>"Pórtico"</i></b><span style="text-align: justify;"> de </span><b style="text-align: justify;">Rubén Darío,</b><span style="text-align: justify;"> el gran poeta nicaragüense, que visitó </span><b style="text-align: justify;">España</b><span style="text-align: justify;"> en el año 1892. </span><b style="text-align: justify;">Salvador</b><span style="text-align: justify;"> le dio la bienvenida con estas palabras:</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Como sabe el público español, se halla entre nosotros, y ojalá se quede
para siempre, el poeta que, según frase de mi ilustre amigo Zorrilla San
Martín, autor de <i>Tabaré</i>, más sobresale en la América latina; el que del lado
allá del mar ha hecho la revolución en la poesía; el divino visionario, maestro en la rima, músico triunfal del idioma, enamorado de las abstracciones y
de los símbolos, y quintaesenciado artista, que se llama Rubén Darío. Sabiendo yo cómo su afiligranada pluma labra el verso, le he ofrecido las primeras páginas de esta obra, para que en ellas levante un pórtico que es lo
único admirable que va en este libro, á fin de que admiren á tan brillante poeta
los españoles. Soy yo quien sale perdiendo con esa portada, porque ¿qué lector
se va á hallar á gusto en el edificio de este libro sin luz ni belleza, después de
haber visto arco tan hermoso?
Doy públicamente las gracias á mi amigo el poeta autor de <i>Azul</i>, que tan
egregia genealogía supone á mi pobre musa, y deténgase el lector en el frontispicio, y no pase de él si quiere conservar una bella ilusión</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los últimos versos de ese famoso "<b><i>Pórtico</i></b>", que terminó incluyendo en sus "<b><i>Prosas profanas y otros poemas</i></b>" (Vda. de C. Bouret. <b>París</b>, 1901) dicen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Joven homérida, un día su tierra </div><div style="text-align: center;">viole que alzaba soberbio estandarte, </div><div style="text-align: center;">gran capitán de la lírica guerra, </div><div style="text-align: center;">regio cruzado del reino del arte. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Viole con yelmo de acero brillante, </div><div style="text-align: center;">rica armadura sonora á su paso, </div><div style="text-align: center;">firme tizona, broncíneo olifante, </div><div style="text-align: center;">listo y piafante su excelso pegaso. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Y de la brega tornar viole un día </div><div style="text-align: center;">de su victoria en los bravos tropeles, </div><div style="text-align: center;">bajo el gran sol de la eterna Harmonía, </div><div style="text-align: center;">dueño de verdes y nobles laureles. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Fue aborrecido de Zoilo, el verdugo. </div><div style="text-align: center;">Fue por la gloria su estrella encendida. </div><div style="text-align: center;">Y esto pasó en el reinado de Hugo, </div><div style="text-align: center;">emperador de la barba florida.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este acercamiento de <b>Salvador Rueda</b> a <b>Rubén Darío</b> no le pareció bien a don <b>Juan Valera</b>. Su opinión la expuso en un meditado ensayó que publicó "<b><i>La Ilustración Española y Americana</i></b>" en su N.º del 22 de septiembre de 1901 y que, más tarde, incluiría en su libro de críticas literarias titulado "<b><i>La poesía lírica y épica en la España del siglo XIX</i></b>" (O. C. Tomo XXXII. Imprenta Alemana. <b>Madrid</b>, 1912)) escribe:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Salvador Rueda acierta cuando se fía de su propio sentir y pensar, no imitando á nadie ó imitando á sus compatriotas, á quienes conoce ó debe
conocer mejor que á los extraños, y no buscando
lo nuevo y lo inaudito en lo exótico y exagerado,
sino en lo natural y propio de su íntimo ser. Cuando á esto se limita, es un agradable y tal vez excelente poeta. Apártese, pues, de los propósitos
audaces á que le induce Rubén Darío en el pórtico de <i>En tropel</i>. Huya de las <i>bacantes modernas</i>
que despiertan las <i>locas lujurias</i>; no busque los
labios <i>quemantes de humanas sirenas</i>; arroje al
suelo el yelmo de acero, el <i>broncíneo olifante</i> y
los demás trastos que su amigo le regala; y tenga
por cierto que entonces, aun sin llegar á ser un <i>homérida</i>, tendrá distinguido asiento entre los inmortales de nuestro parnaso y en la república de
las letras españolas, la cual quiere y debe conservar su independencia sin someterse á ningún emperador traspirenaico, por florida que tenga la
barba</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 221)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Otro "<b><i>Pórtico</i></b>" menos conocido de <b>Rubén Darío</b> es el que dedicó al poemario de la poetisa uruguaya <b>Delmira Agostini</b> (1886-1914) titulado "<b><i>Los cálices vacíos</i></b>" (O. M. Bertani. <b>Montevideo</b>, 1913). Dice en él:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">De todas cuantas mujeres hoy escriben en verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agostini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces
rosa por lo sonrosado, á veces lirio por lo blanco. Y es
la primera vez en que en lengua castellana aparece un
alma femenina en el orgullo de la verdad de su inocencia y de su amor, á no ser Santa Teresa en su exaltación
divina. Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va á asombrar
á nuestro mundo de lengua española. Sinceridad, encanto y fantasía, he allí las cualidades de esta deliciosa musa. Cambiando la frase de Shakespeare, podría decirse «<i>that is a woman</i>», pues por ser muy mujer dice cosas exquisitas que nunca se han dicho. Sean con
ella la gloria, el amor y la felicidad</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lamentablemente, no lo fueron. Un año después de publicada esta obra, su marido, <b>Enrique Job Reyes,</b> le disparó dos tiros en la cabeza, después de confirmado su divorcio. El <i>olifante</i> que imaginaba la joven <b>Delmira</b> se encuentra en una poesía breve, titulada "<b><i>Batiendo la selva</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cuando cruzas la selva tras los corzos sedeños </div><div style="text-align: center;">Y albos; la melena feroz, los ojos crueles, </div><div style="text-align: center;">Entre la blanca fuga de tus raros lebreles, </div><div style="text-align: center;">Sobre el corcel de nieve, Nemrod de los ensueños. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Yo deleito mi oído en el vuelo sonoro </div><div style="text-align: center;">Del alma misteriosa de tu olifante de oro, </div><div style="text-align: center;">Y golosa y alegre sonrío á la promesa </div><div style="text-align: center;">De la caza exquisita que aromará tu mesa.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf6UluTbVhn45cMPJ-wYgbMIkuUPSn77c6vlA4O5VTpc-6gqDgbHreUIZwSrOeFqd8I8dtmBrerqG5GNptXHDCmVy4Qdog-h4CdP6k5JtJkKDxX5iR98Gra8qikF3AynMoonKtVikga67HbNreLNCgAweZfT8yLLn__Jq4fK_Mbxqh45hO1fxP2D9E2Zb3/s667/a24.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="380" data-original-width="667" height="182" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf6UluTbVhn45cMPJ-wYgbMIkuUPSn77c6vlA4O5VTpc-6gqDgbHreUIZwSrOeFqd8I8dtmBrerqG5GNptXHDCmVy4Qdog-h4CdP6k5JtJkKDxX5iR98Gra8qikF3AynMoonKtVikga67HbNreLNCgAweZfT8yLLn__Jq4fK_Mbxqh45hO1fxP2D9E2Zb3/s320/a24.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>Orillas del Duero</i></b>" es el título que <b>Antonio Machado</b> puso a una de las poesías que forman parte de su obra "<b><i>Campos de Castilla</i></b>". Estos son sus últimos versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡Oh Duero, tu agua corre <br />y correrá mientras las nieves blancas <br />de enero el sol de mayo <br />haga fluir por hoces y barrancas, <br />mientras tengan las sierras su turbante <br />de nieve y de tormenta, <br />y brille el olifante <br />del sol, <br />tras de la nube cenicienta!... </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿Y el viejo romancero <br />fué el sueño de un juglar junto a tu orilla? <br />¿Acaso como tú y por siempre, Duero, <br />irá corriendo hacia la mar Castilla?</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El gran dramaturgo <b>Alejandro Casona </b>publicó en el año 1932 una colección de lecturas dirigidas a los escolares titulada "<b><i>Flor de leyendas</i></b>", con la que consiguió el <b>Premio Nacional de Literatura</b>. En uno de ellas recreó "<b><i>La canción de Roldán</i></b>". Hemos escogido el momento en que el caballero franco hace sonar su<i> olifante</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Bien se baten los franceses. Jamás se vieron mejores soldados bajo el
sol. Cada uno ha matado centenares de enemigos. Pero los sarracenos avanzan en veinte escalones de combate, y su número les aplasta. Ya
han caído Engleros y Anseís, y Garin y Gerer, y los más esforzados
caballeros francos. Sólo quedan sesenta. Cuando ven caer a sus pares y
amigos, los que quedan gritan de dolor y atacan con más fuerza,
desesperadamente. Roldán también está herido, y habla así a Oliveros,
su par: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Señor compañero, ved muertos a nuestros mejores amigos. Gran
desgracia es ésta para la dulce Francia. Yo tañeré mi cuerno de marfil.
Carlos lo oirá y pasará otra vez los puertos en nuestro socorro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Ya es tarde -responde Oliveros-. Carlos no llegará a tiempo. Sólo nos
queda morir con nuestros hermanos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Allí habló Turpín, el valiente arzobispo: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Tañed vuestro olifante, Roldán. Nuestros francos nos encontrarán
muertos; pero llorarán sobre nosotros, nos enterrarán en nuestra patria
y no seremos pasto de lobos y perros.
Roldán, con gran dolor y esfuerzo, tañe por fin su olifante. Al soplar,
brota la clara sangre por su boca. Tiene rotas las sienes. El sonido del
cuerno se derrama a lo lejos; a treinta leguas se escucha en los
contornos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Carlos, el Emperador de la barba florida, lo oye desde los desfiladeros y
su corazón salta de congoja. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-¡Es el olifante de Roldán! </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Imposible -replica Ganelón-. Será el cuerno de algún pastor. ¿Hemos
de detenernos por eso? Sigamos avanzando. Nuestra Tierra Mayor aún
está lejos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Roldán vuelve a tañer el cuerno, con la boca ensangrentada. Las fuerzas
le abandonan. Tiene rotas las sienes. Carlos le oye de nuevo y se detiene
levantándose sobre los estribos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-¡Es el olifante de Roldán! En gran peligro están los nuestros cuando
nos llaman en su auxilio. Aquí, mis barones; prendedme a Ganelón.
Roldán ha sido traicionado. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Mientras el rey habla, el cuerno suena por tercera vez. Se oye muy lejos
y cada vez más apagado. El Emperador comprende que Roldán está
herido y se apresura con los suyos hacia Roncesvalles. Van enardecidos
y clavan toda la espuela a sus caballos. Sus trompas atruenan los
desfiladeros, contestando al cuerno de Roldán. Pero de nada sirve ya;
llegarán demasiado tarde</span>". </div><div style="text-align: justify;">(Editorial EDAF. <b>Madrid</b>, 1985; págs. 120-21)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El escritor español <b>Ramón J. Sender </b>es más conocido como narrador que como poeta; sin embargo no dejó de escribir versos durante su larga y dilatada vida. En su "<b><i>Libro armilar de poesía y memorias bisiestas</i></b>" (Ed. Aguilar. <b>Madrid</b>, 1976) incluye numerosos sonetos. Entre ellos, hemos escogido este para dar por concluida esta entrada:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Baldovinos el de la azul mirada </div><div style="text-align: center;">sembraba su simiente por el llano </div><div style="text-align: center;">para que floreciera en la rimada </div><div style="text-align: center;">gesta del romancero castellano, </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">la sombra de Roldán temblaba en vano </div><div style="text-align: center;">por la tribulación de Roncesvalles </div><div style="text-align: center;">y desde la señal del Hortelano </div><div style="text-align: center;">-la constelación por más detalles-, </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">el olifante de Roldán volvía </div><div style="text-align: center;">dando tal vez su eco en el alcor </div><div style="text-align: center;">de las almunias-castros y las seos,</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> y contestaban en la lejanía </div><div style="text-align: center;">la alondra blanca-gris y el bramador </div><div style="text-align: center;">bucardo en celo de los Pirineos. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/UDJwDofwkgk" width="320" youtube-src-id="UDJwDofwkgk"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-20856675853669345992023-12-31T11:01:00.000+01:002023-12-31T11:01:56.962+01:00OLISBO<div style="text-align: justify;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtsvNkgZTf0f3mchn4hmWairQ38rPvbwPvYNnMfHHVkwt4iXJbFX4_ayZoVzkIsmCTJPNlocPH44OThAGU2dfrt67yPK62jTfUdonkA8CBauFdKEXHluRkw1SJXlUlTj0Riex7uMmICHdH6Kq2K4fIa-TZoUV1CLYKQ9sU_d5GTF2RqR8HU3qt2s3T2Uqc/s977/a24.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="732" data-original-width="977" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtsvNkgZTf0f3mchn4hmWairQ38rPvbwPvYNnMfHHVkwt4iXJbFX4_ayZoVzkIsmCTJPNlocPH44OThAGU2dfrt67yPK62jTfUdonkA8CBauFdKEXHluRkw1SJXlUlTj0Riex7uMmICHdH6Kq2K4fIa-TZoUV1CLYKQ9sU_d5GTF2RqR8HU3qt2s3T2Uqc/s320/a24.png" width="320" /></a></div><br /></div><div style="text-align: justify;">La casualidad ha querido que terminemos el año con el estudio de esta voz. Siendo como son estos entrañables días un paradigma de la felicidad, pocas cosas nos hacen más felices que los íntimos y delicados momentos de placer. El antiguo<i> olisbo</i>, u <i>olisbos</i>, tenía la capacidad de proporcionarlo, pero los modernos le superan con nuevas aplicaciones tecnológicas que para sí hubieran querido los hombres y las mujeres griegas y romanas de entonces. Si los disfrutan ahora, bienvenido sea. Que lo hagan sin cortapisas, sin remordimientos, con la entretenida práctica de su libertad. Cualquier día es bueno y sano, pero, imagino que, después de las campanadas de rigor, las doce uvas, la copita de champán y el animado baile, el cuerpo está más dispuesto que en otras ocasiones para dejarse llevar por la pasión, el imperio de los sentidos, el arrebato del amor y el entretenido juego de las variadas y reconfortantes prácticas sexuales. ¡Que lo disfruten!</div><div style="text-align: justify;"><br /><i>Olisbo. olisbos, ólisbos u olisbós</i> son voces que no recogen ni <b>Covarrubias</b>, ni <b>Autoridades</b> ni <b>Academia</b>. La primera la encuentro en el 2º volumen del "<b><i>Diccionario del Español actual</i></b>", de <b>Manuel Seco, Olimpia Andrés </b>y <b>Gabino Ramos</b>, con esta definición:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLISBO (tb <i>olisbos)</i> m (<i>lit</i>) Consolador (utensilio en forma de pene destinado a la masturbación femenina)"</span>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cita un párrafo de la obra de <b>Camilo José Cela</b> titulada "<b><i>Oficio de tinieblas 5</i></b>", que ampliaremos más adelante, y otro de la novela de <b>José Luis Sampedro</b> titulada "<b><i>La vieja sirena</i></b>", que dice así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Anoche dejándome hablar del sexo para luego llevarme a su alcoba y enseñarme sus olisbos, de marfil pero con funda de seda</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 433)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div>Como <i>olisbos</i> lo define <b>Claudio Alarco Von Perfall</b> en su "<b><i>Diccionario de la sexualidad</i></b>" (Ediciones 29. <b>Barcelona,</b> 1987):</div><div><br /></div><div>"<span style="color: red;">OLISBOS. (De Lesbos, isla griega donde nació la poetisa Safo) Pene artificial de látex, plástico o cualquier otro material. Algunos olisbos son rellenables con agua o leche y están provistos de un émbolo especial para expulsar el líquido del mismo modo que una eyaculación. El olisbos es empleado a veces por las mujeres que viven solas o que no tienen oportunidad de entablar relaciones sexuales con un hombre; pero también por las mujeres y los hombres homosexuales. El olisbos era ya conocido en la Antigüedad y ha existido -y existe- en muchas sociedades de tecnología sencilla. <i>Sin</i>. Dildo, godomiché, consolador</span>".</div></div><div style="text-align: justify;"><span face=""Helvetica Neue", Helvetica, Arial, sans-serif" style="background-color: #333333; color: white; font-size: 12px; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><b>Camilo José Cela</b> también incluye el vocabo <i>olisbo</i> en su "<b><i>Enciclopedia del erotismo</i></b>" con una amplia definición. Entre otras cosas dice::</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OLISBO. Del griego olisbos, de igual significado. Artefacto erótico destinado a la auto estimulación, (...), o al placer sexual recíproco; es lo que en lenguaje coloquial se llama consolador, (...) . En forma de falo y confeccionado de cuero, madera o cualquier otro material, fue de uso común en la antigua Grecia entre las hetairas o como "consolador de viudas", según referencia que tomo de la<i> Lisístrata</i> de Aristófanes. Cabe suponer que también tuviera aceptación entre las lesbianas, aunque la poetisa Safo no dejara referencia escrita de su uso. Con el tiempo el olisbo ha utilizado nuevos materiales y fórmulas, aun conservando sus características y finalidades. En este sentido debo mencionar el vibrador, véase, ideado para amasar cualquier zona del cuerpo, pero cuya explícita forma no deja margen de duda sobre su ulterior uso</span>". </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo que dice <b>Lisístrata</b>, en la versión de <b>Juan Antonio López Férez, </b> es lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Y ni siquiera de los amantes ha
quedado ni una chispa, pues desde que los
milesios nos traicionaron, no he visto ni un
solo consolador de cuero de ocho dedos de
largo que nos sirviera de alivio «cueril».
Así que, si yo encontrara la manera,
¿querríais poner fin a la guerra con mi
ayuda?</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 33)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkFm73DNlSDXRtJSgbMz3K0qZ4bgDBrAyEe5rzescfWfeiwjgfROXbQnLerGOsMFjjd-xw6zD1T5bWwI3sXMVmsyLKkGkfA1il9fSH36oZgkQuUH0VvdaPCTH-g5B9pCNKsyWGm8PAOHxD9v8y3vFP-fObFHejw3r3-boG8CzwIDh_SNa-a2jAgeL6JI_T/s484/a22.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="484" data-original-width="482" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkFm73DNlSDXRtJSgbMz3K0qZ4bgDBrAyEe5rzescfWfeiwjgfROXbQnLerGOsMFjjd-xw6zD1T5bWwI3sXMVmsyLKkGkfA1il9fSH36oZgkQuUH0VvdaPCTH-g5B9pCNKsyWGm8PAOHxD9v8y3vFP-fObFHejw3r3-boG8CzwIDh_SNa-a2jAgeL6JI_T/s320/a22.png" width="319" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una obra muy interesante es la del psiquiatra y sexólogo <b>Jesús Ramos Brieva,</b> que lleva por título "<b><i>Un encuentro con el placer. La masturbación femenina</i></b>" (Espasa Calpe. <b>Madrid,</b> 2002). En ella nos ilustra sobre la iconografía griega del <i>olisbo</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Siguiendo en el Mediterráneo, los griegos han legado una abundante muestra de pinturas y figuras de bronce o terracota en las que
están representados hombres y mujeres masturbándose. La iconografía masculina es algo más numerosa que la femenina, dado el papel <span style="text-align: left;">secundario que la mujer tenía en la sociedad helénica. Pero la masturbación femenina era bien conocida entre las griegas. De hecho, se hace
referencia a ella en algunas obras de teatro coetáneas. Además, existía
en esta época un dinámico mercado de <i>olisbos</i>, los "vibradores" </span><vibradores style="text-align: left;">de entonces construidos en material de cuero y sin pilas eléctricas. Las helenas se intercambiaban direcciones de artesanos diestros en el arte de la
elaboración de esos objetos, y su demanda de estos artículos de consumo mantuvo activo el mercado de olisbos durante mucho tiempo,
como todavía lo es en nuestros días. La ciudad que centralizaba el comercio de esos productos en el mundo de la época era Miletos.</vibradores></span></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><span style="color: #2b00fe;">Respecto a las representaciones visuales, puede encontrarse en el
Museo Británico un cuenco de Panfeo que representa a una mujer desnuda con dos<i> olisbos</i> en la mano. En el Museo del Louvre también es
posible encontrar un bol de Hierón con una mujer que está lubricando
con aceite otro dildo. Y en el Museo de Berlín existe un vaso que representa a una mujer lavándose tras utilizar uno de estos consoladores. </span></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><span style="color: #2b00fe;">Pero no solo se trata de mujeres que utilicen juguetes eróticos;
también existe una estatuilla griega de bronce en el Museo de Bellas
Artes de Boston que representa a una mujer sentada en el suelo, con
las rodillas dobladas hacia arriba y masturbándose con la mano derecha, mientras se apoya con la otra sobre el terreno u otra superficie (se
ignora, porque parte de ese brazo ha desaparecido)</span>".</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">(Cap. 15: <b><i>Una "Historia Natural" de la masturbación</i></b>"; págs. 336-337)</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><br /></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">Una ampliación histórica sobre la masturbación femenina nos la ofrece el escritor jienense <b>Juan Eslava Galán</b> en su obra "<b><i>Amor y sexo en la antigua Grecia</i></b>" (Ediciones Temas de Hoy. <b>Madrid</b>, 1997):</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><br /></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">"<span style="color: #783f04;">Las griegas usaban mucho del consolador (<i>boubón</i> u <i>ólisbos</i>), como se desprende de la decoración cerámica y de la literatura. (...) Un pasaje de los Erotes de Luciano alude al "vergonzoso artefacto, la monstruosa imitación ideada para el amor estéril, que permite a una mujer abrazar a otra como lo haría un hombre".</span></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><span style="color: #783f04;">En Mileto existían reputados fabricantes de consoladores que exportaban sus productos a todo el mundo griego y aun bárbaro. En la obrita <i>Las dos amigas</i> o <i>Charla confidencial</i> dos amigas, Metro y Coritto, discuten instructivamente sobre el tema. (...)</span></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><span style="color: #783f04;">En esto de los consoladores, como en todo, en la variedad está el gusto. Los artesanos griegos los fabricaban de distintos tamaños, algunos tan fieros que quizá resultaran inaplicables.. Una cerámica ática del siglo V a. C. descrita por Hans Licht retrata uno de estos: una muchacha desnuda abundante de trasero y de tetas, transporta bajo el brazo un falo gigante en forma de pez</span>".</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">(Cap. X: "<b><i>Los pecados de la carne - Masturbación y felación</i></b>"; págs. 211-212)</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><br /></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">La obra aludida del poeta griego <b>Herodas</b> o <b>Herondas</b> se conoce también como "<b><i>Mimiambos</i></b>" (Biblioteca Clásica Gredos. <b>Madrid</b>, 1981). El <b>Mimo VI</b> lo tituló "<b><i>Las comadres</i></b>". En él, <b>Metró</b> le pregunta a <b>Corito</b> quién le hizo el "<i>consolador colorado</i>". Le confiesa que es un tal <b>Cerdón</b>, y <b>Metró</b> duda entre dos personas que conoce por ese nombre. Dice <b>Corito</b>:</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><br /></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">"<span style="color: #274e13;">No es ninguno de esos dos que dices,
Metró. Es uno venido no sé si de Quíos o de Eritrea, calvo y pequeñito. Dirás que es Práxino en persona; se
parece como un higo a otro higo. Salvo que cuando
se ponga a «rajar», es cuando sabrás que es Cerdón y
no Práxino. Tiene el taller en casa y vende a escondidas -que, hoy en día, toda puerta se estremece de miedo ante los recaudadores de impuestos-, pero sus
trabajos, ¡qué trabajos! Te dará la impresión de ver
en ellos las manos de la mismísima Atenea, no las
de Cerdón. Al verlos yo -me trajo dos cuando vino-,
Metró, se me salían los ojos de las órbitas. (<i>Recreándose en la contemplación del consolador.</i>) A los hombres no se les pone tan tiesa. (<i>En tono de misterio</i>.) Es que estamos solas. Y no sólo eso, su suavidad y
lisura son de ensueño, y los flecos son de lana y no de cuero. Por mucho que lo busques, no encontrarás un
guarnicionero más simpático para una mujer. </span></vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><b>METRÓ</b>. - <span style="color: #4c1130;">¿Y cómo has dejado escapar el otro</span> (<i>de los consoladores aludidos antes</i>)? </vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><b>CORITO</b>. - <span style="color: #274e13;">¿Y qué no he hecho, Metró? ¿Qué argumentos no he empleado para convencerle? Besarle,
acariciarle la calva, darle a beber vino dulce, hacerle
cucamonas... todo salvo entregarle mi cuerpo</span>. </vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;"><b>METRÓ</b>. - <span style="color: #4c1130;">Pues si también te lo hubiera pedido,
habrías tenido que dárselo"</span>.</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><vibradores style="text-align: left;">(Págs. 62-63)</vibradores></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la novela "<b><i>Oficio de tinieblas 5</i></b>", antes citada, <b>Camilo José Cela</b> nombra al <i>olisbo</i> en varias ocasiones. Hemos elegido las siguientes mónadas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>435</b> <span style="color: #134f5c;">más fácil y menos dramático es señalar el cauce de la historia con un olisbo hecho de piel de panza de puerco salvaje relleno de sanguijuelas a una temperatura ligeramente superior a la de las cavidades usuales</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>436</b> <span style="color: #134f5c;">los japoneses levantaron su imperio militar e industrial apoyándose sobre dos instituciones hieráticas el harakiri de los samuráis y el olisbo manejado con sabiduría por un enjambre de geishas muy bien educadas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 64)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">También utiliza esta voz en la "<b><i>Epístola amorosa de una señorita tortillera", </i></b> una de las historias que se encuentran en "<b><i>Cachondeos, escarceos y otros meneos</i></b>". Comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #660000;">Bien amada Paqui: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;"> Desearé que al recibo de estas dos mal trazadas líneas te halles
rozagante, cachonda y bien de salud en compañía de tu esposo e hijos,
como yo estoy por el momento, así como mis papás y hermanitos y demás
deudos y allegados, a Dios gracias sean dadas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;"> Pues te digo, Paqui, que en la sección de anuncios de socorros
mutuos de la revista <i>Sex and sex</i> de hace quince días, leí el
siguiente mensaje tentador: sexagenaria con hijo subnormal ya
mayorcito y rijosillo y con un mango de aquí te espero que puede
utilizarse como enervador olisbo, desea contactar con joven lesbiana
de posibles. Como ese es mi caso, contacté y fui muy feliz y de mi
gozo y satisfacción quisiera darte constancia, ¡oh, temperamental
amada mía de mi corazón!, tan detallada cuan verdadera para que,
superando ridículos celos que a lado alguno conducen, te hagas una
paja a mi salud. No te fui infiel porque mi pensamiento jamás se
apartó de ti y tus núbiles y sabrosos encantos carnales y
espirituales</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 83)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con una cita de la encomiable novela de<b> Guillermo Cabrera Infante </b>titulada "<b><i>Tres tristes tigres</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #bf9000;">... y lo único que lamentaba era que el diccionario, los diccionarios todos admitieran tan pocas palabras y se sabía todas las que traían de memoria (había una, olisbo por consolador, que lo atrapó como un anzuelo y la tuvo clavada en boca semanas y para fastidiar a Silvestre recordaba la película italiana <i>No hay paz </i>entre los olivos con la parodia <i>No hay paja entre los olisbos</i>)</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 195)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-12887664243872226412023-12-22T11:36:00.002+01:002023-12-22T11:38:40.216+01:00OMINOSO-SA<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-hPSrY4LnpCzRwLNyF2MAjz4C90gX1zXIZDVI5J80urjX6g6UWsNoRuHLjwbbfmkpIvGsesGsosPuWyFAcmRVkArZy01Up1dGaM-f9qkHkP2pIqkvujVvRpJ2xIoZsEwft_quy2DaRS8GW3VCz4D38dmglcW84tzqkIk9CpWJGhFNfZqDOvx-vNcNfAAx/s861/a1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="861" data-original-width="761" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-hPSrY4LnpCzRwLNyF2MAjz4C90gX1zXIZDVI5J80urjX6g6UWsNoRuHLjwbbfmkpIvGsesGsosPuWyFAcmRVkArZy01Up1dGaM-f9qkHkP2pIqkvujVvRpJ2xIoZsEwft_quy2DaRS8GW3VCz4D38dmglcW84tzqkIk9CpWJGhFNfZqDOvx-vNcNfAAx/s320/a1.png" width="283" /></a></div><span style="background-color: white; color: #3a2a2f; font-size: 16px; text-align: start;"><div style="text-align: center;"><span face="-apple-system, BlinkMacSystemFont, Segoe UI, Roboto, Ubuntu, Helvetica Neue, sans-serif, Apple Color Emoji, Segoe UI Emoji, Segoe UI Symbol"> </span><span style="font-family: inherit;"><b>Edward Burne-Jones</b>: "<b><i>The Baleful Head</i></b>". (1885)</span></div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><b>Covarrubias</b> no recoge este adjetivo, pero si lo hace<b> Autoridades</b>, con esta definición:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OMINOSO, SA.- adj. Azaróso, con agüero y pavór. Lat. <i>Ominosus, a, um</i>, que es de donde viene. ABARC. ANN. <i>Regn.</i> año 760. Porque la maléza y el miedo le hicieron horrible y ominóso. COLM. <i>Ob. poet.</i> pl. 51:</span></p><div style="text-align: left;"><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">De ominóso Cyprés el triste adorno,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">o Melpómene trágica, ceñido,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">en mis labios infunde y en mis ojos,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">fúnebre llanto, flébiles suspiros.</span></div></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Academia </b>se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición usual de 1803, en la que dicen:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OMINOSO, SA. adj. Azaroso, lo que es de mal agüero. <i>Ominosus</i></span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se mantiene este significado hasta la edición de 1852, en la que añaden "<span style="color: red;">abominable, vitando</span>". No varía en ediciones sucesivas hasta la del <b>Tricentenario,</b> que define esta voz como un adjetivo culto que significa "<span style="color: red;">abominable o despreciable</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La definición del <b><i>Domínguez</i></b> (1853) y del <b><i>Gaspar y Roig </i></b>(1855) es la siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OMINOSO, SA. adj. De mal agüero; fatal, funesto</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El <b><i>Pagés</i></b> (1925) se atiene a lo dicho por <b>Academia</b> e ilustra esta voz con el primer ejemplo de <b>Autoridades</b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Rufino José Cuervo</b> denuncia en sus "<b><i>Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano</i></b>" (Impreso por Arnulfo M. Guarin. <b>Bogotá, </b>1867-1872) el uso bastardo que, a veces, se hace de esta voz:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">Sin temor de ser desmentido puede uno asegurar que la mayor parte de los periodistas, peroradores y versistas que emplean la voz<i> ominoso</i>, ignoran su verdadero sentido, y esto es tan cierto que la
toman por afrentoso, ignominioso, opresivo, cuando
ni asomos tiene de esto. Como derivado que es del
latino <i>omen,</i> augurio, presagio, significa propiamente presago, que anuncia ó augura, como en este lugar de Martínez de la Rosa: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Tened, tened, impíos; </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Suspended esas huestes ominosas </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">De muerte y destruccion: ¿á dónde, á dónde </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Correis, blandiendo en la terrible mano </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">La ardiente antorcha y el acero insano ?</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;"> (<i>Zaragoza</i>.) </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El uso de ominoso que aparece en estos versos es
sumamente raro, y generalmente no lleva complemento con <i>de</i>; significa de ordinario funesto, aciago, de mal agüero : </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">"Pide que venga un cuervo del lado del levante, circunstancia que los antiguos reputaban muy venturosa para emprender una marcha,
Y enuncia el voto de que no oiga su amiga el ominoso canto del buho
ni de la corneja." (D. J. de Burgos, Trad. de Hor., Nota á la oda
XXVII del lib. III)- "A la muerte de Cárlos II, último principe de aquella raza ominosa para España, 'no quedó en esta (dice Lista) ni un navío, ni un general, ni un sabio, ni un buen político; nada en fin de lo que constituye la fuerza, la seguridad ó la gloria de los estados.'" ( Baralt, Resumen de la historia de Venezuela, cap. XVIII)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">De su encuentro ominoso, en terror vano,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Huye despavorido el aldeano.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: red;">(Mora, <i>Bosquejo</i>.)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">En España tambien ha privado esta desautorizada acepcion de nuestro vocablo …. Aquí íbamos escribiendo lo que la memoria nos sugería, cuando se nos ocurrió consultar las últimas ediciones del Diccionario, y con sorpresa vimos haberse agregado á la antigua definicion los dos adjetivos <i>abominable, vitando</i>, que nos dan un tapaboca. Lo triste que es perder uno su trabajo, nos desanimó de borrar lo puesto: siquiera servirá para que se conozca el primitivo y verdadero sentido del vocablo cuestionado. Siguen ejemplos del uso bastardo:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Ya el tibio sol con paso perezoso</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Su rostro por los montes descubria,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Cuando, el cándido lino tremolando,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">De la pérfida hueste un mensajero </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Se acerca á la ciudad: posa en sus labios</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Falaz sonrisa, que el rencor no encubre;</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Y mal oculta entre la verde oliva</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">La ominosa cadena se descubre.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: red;">(Martinez de la Rosa, <i>Zaragoza</i>)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">... No has de querer </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Afrentarme.-Sufra en paz</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Ese ominoso disfraz</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;">Quien tomaba el de mujer.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: red;">(Hartzenbusch, <i>La madre de Pelayo, acto III, esc. VII.)".</i></span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: red;"><i><br /></i></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMcC9OzXEfZpqJaFdNxz5jrhoSjgQN4AB_toZOYTjgS4bQ6Z-OOnoMDA3nAQDmgeitPLNonRzZ9EPkmXnE9y02DNNAev39Gv1naQRj1J5EdvEvVja539tjGrveYjbndE-iyOlljSgAjmFOaX-Od6NvrBJ_cbjcy35RyXOjUEo-o_a35D7Tl4bxpEsrO-UZ/s756/a2.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="756" data-original-width="458" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMcC9OzXEfZpqJaFdNxz5jrhoSjgQN4AB_toZOYTjgS4bQ6Z-OOnoMDA3nAQDmgeitPLNonRzZ9EPkmXnE9y02DNNAev39Gv1naQRj1J5EdvEvVja539tjGrveYjbndE-iyOlljSgAjmFOaX-Od6NvrBJ_cbjcy35RyXOjUEo-o_a35D7Tl4bxpEsrO-UZ/s320/a2.png" width="194" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>Francisco de Goya y Lucientes:</b> "<b><i>Retrato de Fernando VII</i></b>" (1815)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay un periodo en la historia de España conocido como la "<i>década ominosa</i>" o la "<i>ominosa década</i>", que comenzó después del <b>Trienio Liberal.</b> Un importante estudio es el que publicó <b>Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia</b> con el título de "<b><i>Fernando VII, rey absoluto. La ominosa década de 1823 a 1833</i></b>" (Francisco Beltrán. <b>Madrid,</b> 1925). Sírvanos el inicio del capítulo III para saber cómo se desarrollaron los primeros acontecimientos desde que el rey felón se incorporó nuevamente al trono:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Terminado el cautiverio de Fernando VII, en Cádiz, desembarca con la Familia Real el 10 de Octubre de 1823 en el Puerto de
Santa María, donde lo recibe el Duque de Angulema con el del
Infantado, Presidente de la Regencia de Madrid, y D. Víctor
Damián Sáez, Ministro de Estado. De acuerdo con este último,
publica Fernando VII el decreto de aquella fecha con que inaugura la <i>ominosa década</i>. Captura y ejecución de Riego.- Viaje del Rey hasta Madrid.- Disgusto que el nuevo régimen de
desenfrenada reacción absolutista causa a Luis XVIII y al Duque de Angulema, que se despide del Rey en Sevilla y regresa
a Francia.- Llegada a Sevilla de los Ministros de Austria, Rusia, Prusia e Inglaterra.- Apremiado por ellos, ofrece el Rey un
decreto de amnistía.- Los desmanes y crueldades de la plebe
mueven a Luis XVIII, de acuerdo con la Santa Alianza, a enviar a Madrid al Ministro de Rusia, Conde Pozzo di Borgo, que
es recibido por el Rey el 15 de Noviembre, y celebra largas conferencias con Su Majestad y su Ministro de Estado.- La oposición de Sáez a la concesión de una amnistía le obliga a trocar
la cartera de Estado y el confesionario del Rey por la mitra de
Tortosa.- Fórmase el 2 de Diciembre un Ministerio de ideas moderadas, en el que entra Casa Irujo como Ministro de Estado.- Regresa Pozzo a París.- Premia el Rey los servicios prestados al Trono por los Generales y Obispos.- Su descontento con
los Grandes de España.- Restablecimiento del Consejo de Estado.- Fallecimiento de Casa Irujo.- Lo reemplaza Ofalia en el
Ministerio de Estado y al de Gracia y Justicia asciende Calomarde. - Ugarte, Secretario del Consejo de Estado y del Consejo
de Ministros. - Política de Fernando VII y de Calomarde.- Medios de que éste se valía para contentar al Rey, sacándole de
sus apuros pecuniarios.- División del realismo en dos bandos:
el moderado, llamado al Poder, y el exaltado que busca el amparo del Infante D. Carlos y de las Infantas portuguesas.- Disiente Calomarde de la política de Ofalia.- Medidas reaccionarias de Calomarde. - Disolución de los Ejércitos de Morillo y Ballesteros, y de las bandas de la fe.- Reglamento de los voluntarios realistas, que no se cumple. <i>Las purificaciones</i>.- Establecimiento de la policía y de las comisiones militares, ejecutivas y
permanentes contra los liberales. - Se opone el Rey al restablecimiento de la Inquisición que pedían los Obispos, y éstos establecen en sus diócesis los tribunales de la fe..."</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 73)</div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>Don<b> Ramón de Mesonero Romanos </b>describe de este modo el fin del <b>Carnaval</b> en una de sus "<b><i>Escenas matritenses</i></b>" (4ª ed. Imprenta y Librería de D. Ignacio Boix. <b>Madrid</b>, 1845)</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: #783f04;">Las locuras del Carnaval tocan á su fin; la hora suprema del Martes ha sonado ya en
todos los relojes de la capital; la población, sin embargo, ensordecida con el bullicioso ruido de las músicas y festines, no escucha la fatal campana que le advierte grata
y sonora que todo tiene término, que la mano severa de la razón acaba de arrancar la máscara á la locura. Esta, empero, tenaz y resistente, todavía pretende prolongar su
dominio, y no contenta con algunas semanas de tolerada adoración, cambia mil disfraces, y hasta se atreve á profanar el de la religión misma, para continuar arrastrando
en pos de su carroza á los desatentados mortales. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span><span style="color: #783f04;">¡Qué horas tan próvidas de sucesos aquellas en que la noche del Martes lucha tenazmente con la aurora del dia santo!... Qué estravagancia de escenas, qué vértigo de pasiones, en los últimos instantes del reinado del placer! ¡Qué contraste ominoso con la
tranquila calma de la religión y de la filosofía! Ellas, sin embargo, vencerán con sus
naturales atractivos, con su envidiable reposo, y apoderándose de los corazones embriagados de placer y de voluptuosidad, restituirán la calma á los sentidos, el bálsamo
de la paz á los corazones agitados. Tal la voz pura y sublime del Redentor del mundo,
cual, rayo de viva lumbre penetró en las bacanales del pueblo rey, y á su aspecto se
deshicieron como sombras los ídolos del paganismo</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span>("<b><i>El Martes de Carnaval y el Entierro de la Sardina"</i></b>. I: "<b><i>Noche del Martes</i></b>"; pág. 459)</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><b>Ángel Ganivet </b>comienza de este modo la cuarta misiva de sus "<b><i>Cartas finlandesas</i></b>" (Librería General de Victoriano Suárez. <b>Madrid,</b> 1905:</div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: #274e13;">Estamos en pleno período electoral.-¿Cómo es eso-exclamará el lector;-pues no escribe
usted desde Rusia, donde todas, las clases sociales «gimen bajo el ominoso poder de un autócrata?»-En efecto, escribo desde Rusia; pero.
Rusia, como ya sabernos, es un coloso: comprende muchas provincias y
estados vasallos y autónomos; y
uno de éstos es Finlandia, donde puedo decir que, no, obstante tener mis orejas,
en estado completamente normal, no he oído
hasta ahora ningunos gemidos; antes me parece que todo el mundo vive muy contento, en cuanto cabe vivir contento en este riguroso y despiadado clima</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span>(Pág. 93)</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span><div><span>Escribe don <b>Benito Pérez Galdós</b> en su <b>Episodio Nacional</b> de la 4ª serie titulado "<b><i>La vuelta al mundo en La Numancia</i></b>" (Perlado, Páez y Cía. <b>Madrid</b>, 1906).</span></div><div><span><br /></span></div><div><span>"<span style="color: #4c1130;">No causaron al hombre de mar poca maravilla las noticias que le dio su concuñado
don Cristino de la organización y disciplina
masónica que se impusieron los liberales,
para formar un haz de combatientes con que
tener á raya el poder ominoso de la Moderación. Esta no era más que un retoño de la
insolencia señorial en el suelo y ambiente
contemporáneos; el feudalismo del siglo XIV,
redivivo con el afeite de artificios legales,
constitucionales y dogmáticos, que muchos
hombres del día emplean para pintarrajear
sus viejas caras medioevales, y ocultar la
crueldad y fieros apetitos de sus bárbaros caracteres</span>".</span></div><div><span>(Cap. II; págs. 16-17)</span></div><div><span><br /></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq297hsEbYLFcuuWeeLFRkYVwZFQP5qXsxGks8XqvM1hOcunjMRn_EQY8JQjcPLqDOHsUHNE8Ur9d5YpG0RtSPtJXHn2EoXPUV5yNS7BZbevexWbUrjijcp-UVwVlrV6CTjwBYx5rPzTly2TBNm89hzLU60wCHHcnRHmY925GOcuR6_t7BRoopq8SuOGH_/s545/a3.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="545" data-original-width="342" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq297hsEbYLFcuuWeeLFRkYVwZFQP5qXsxGks8XqvM1hOcunjMRn_EQY8JQjcPLqDOHsUHNE8Ur9d5YpG0RtSPtJXHn2EoXPUV5yNS7BZbevexWbUrjijcp-UVwVlrV6CTjwBYx5rPzTly2TBNm89hzLU60wCHHcnRHmY925GOcuR6_t7BRoopq8SuOGH_/s320/a3.png" width="201" /></a></div><br /><span><br /></span></div></span></div><div style="text-align: right;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Gabriel Miró</b> escribe en su obra "<b><i>El abuelo del rey</i></b>" (Editorial Ibérica. <b>Barcelona</b>, 1915):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Pronto juntóse con el señor Llanos y don
César, que volvían de su paseo campesino.
Platicaron, al principio, del ya perdido pasatiempo de esas lides de aves que dieron lustre y
fama a los terrados de Serosca. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Más de veintiséis duros le costaban las palomas de gavilán a don Arcadio.
El ilustre profesor mostrábase también muy lastimado de que todo fuese menguando en la
noble ciudad; pero él no gastaba un maravedí
en la ensalzada afición; y esta tacañería exasperaba a don Arcadio, que le consultó de improviso: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—Ahora se me ofrece una duda, con que el
demonio de mi nieto quiso enredarme: ¿hubo
un músico o un general francés que se llamó
Mozart o Murat, o algo parecido? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—¡ Claro que lo hubo! — repuso el sabio catedrático sonriendo indulgentemente.—Ese nombre de Murat, y no Mozart, trae siempre a la
memoria la fecha épica del 2 de Mayo. Tengo un
trabajo premiado donde estudio a Murat, príncipe y gran duque de Berg. Ominoso es su bando, por el que fueron arcabuceados hombres
pacíficos que no cometieron más crimen que
traer en sus bolsillos unas tijeritas de uñas, un
monda-orejas, un corta-plumas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. IV: "<b><i>Edad media. Serosca la nueva. Infancia de Agustín</i></b>"; págs. 127-128)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El 20 de noviembre de 1930 don <b>Manuel Azaña</b> leyó, como presidente de la institución, un discurso titulado "<b><i>Tres generaciones del Ateneo</i></b>", que incorporó a su obra titulada "<b><i>La invención del "Quijote" y otros ensayos</i></b>" (Espasa-Calpe. <b>Madrid</b>, 1934). Entre otras cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Doloroso es el desastre de Africa, de menos monta, sin embargo, en el orden
político, técnico y moral que las guerras coloniales y su término. Ominoso es que el Estado organizase hace diez años el asesinato,
llevándolo de las Bellas Artes, en que un extravagante quiso situarlo, al régimen de gobierno; y muy sonrojante que los autores del
crimen fuesen elevados a la dignidad—si desde entonces puede aplicársele este vocablo—
de consejeros de la Corona; no sé yo qué le
habrán aconsejado</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 120)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre las poesías de guerra de <b>Antonio Machado</b> se encuentra este soneto titulado "<b><i>La primavera</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"> Más fuerte que la guerra-espanto y grima</div><div style="text-align: center;">cuando con torpe vuelo de avutarda </div><div style="text-align: center;">el ominoso trimotor se encima, </div><div style="text-align: center;">y sobre el vano techo se retarda, </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">hoy tu alegre zalema el campo anima, </div><div style="text-align: center;">tu claro verde el chopo en yemas guarda. </div><div style="text-align: center;">Fundida irá la nieve de la cima </div><div style="text-align: center;">al hielo rojo de la tierra parda. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Mientras retumba el monte, el mar humea, </div><div style="text-align: center;">da la sirena su lúgubre alarido, </div><div style="text-align: center;">y en el azul el avión platea, </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡cuán agudo se filtra hasta mi oído, </div><div style="text-align: center;">niña inmortal, infatigable dea, </div><div style="text-align: center;">el agrio son de tu rabel florido! </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El escritor <b>Francisco Umbral</b> fue investido <i>Doctor Honoris Causa</i>, por la <b>Universidad Complutense</b>, el 2 de diciembre de 1999. En su discurso de agradecimiento, titulado "<b><i>Periodismo y literatura</i></b>", dijo, entre otras cosas, lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit;">Después de la guerra surge una gran generación de ensayistas de periódico, los intelectuales que han ganado. Mourlane-Michelena, González-Ruano, Sánchez Mazas, Eugenio Montes, Foxá, García-Viñolas, Víctor de la Serna, etc. Ninguno de ellos hace gran obra en libro, pero le dan a la prensa española un nivel literario que nunca había tenido. ¿Esto por qué es?</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #274e13; font-family: inherit; text-align: left;">Porque aquellos intelectuales que se mantuvieron al lado de Franco, no soportan el peso ominoso de la Victoria franquista, y unos derivan hacia el trirreme latino, otros hacia el escaso catolicismo europeo, y Foxá, el más explícito de todos ellos, dice:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #274e13; font-family: inherit; text-align: left;">- Soy conde, soy rico, soy gordo, soy embajador, soy feliz. Y todavía me preguntan por qué soy de derechas. ¿Pues qué coños quieren que sea?".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #274e13; font-family: inherit; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;">Vamos a terminar esta entrada con una cita de nuestro admirado <b>Andrés Trapiello</b>. Se encuentra en el noveno volumen de su "<b><i>Salón de pasos perdidos</i></b>", titulado "<b><i>Do fuir</i></b>", nombre muy apropiado para estas fechas navideñas. Ironiza sobre los "<i>talleres de escritura</i>" y sus <i>mágicos</i> resultados. Escribe:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;">"<span style="color: #4c1130;">TALLER de escritura. Un tipo con barbita y gafas de alambre dorado reparte a cada alumno un buen mazo de pequeñas cartulinas del tamaño de naipes. En cada una viene escrita una palabra del momento, así como sus combinaciones en frases y conjuntos diversos: "olvido" (y su contraria "memoria": "azote del olvido; zarpazo de la memoria"), "vesania" (por locura), "infamia", "infame", "atropello", "ultraje", "ignominia", "ominoso" (y derivados: "un silencio ominoso; una mirada ominosa; un traje ominoso, un crimen ominoso"), "inconsútil" (un silencio inconsútil; una mirada inconsútil, un crimen inconsútil en tanto que ominoso, un traje inconsútil, un crimen inconsútil, etc.), "moral" (una escritura moral; una actitud moral, una visión moral, una novela moral, una tortilla moral, una poesía moral, una paja moral) ... "</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;">(Págs. 360-361)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/rnJxIn6G9Hk" width="320" youtube-src-id="rnJxIn6G9Hk"></iframe></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><span style="background-color: white; font-family: inherit; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-45800817383219438252023-12-12T11:37:00.000+01:002023-12-12T11:37:18.510+01:00ONAGRO<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtylZYTh-5E0hZfQDf-bmWKw1EaT2IOBQmIk7jmrOkJSgMQ3dLuIeeszoq6l9N0wtTB5zr5sk9oVfaiLvd0Z5uvzdCQnnMEKDaNfdyQKpHmWQdT9DAwCHMW3BH4MAiUoOmuM1b4Mj8qoJzgHs7bPDjKM3SZNNFuMtgaw-1ruU5w5UEPNf5SD3AFh4E5ai1/s1001/a30.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="685" data-original-width="1001" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtylZYTh-5E0hZfQDf-bmWKw1EaT2IOBQmIk7jmrOkJSgMQ3dLuIeeszoq6l9N0wtTB5zr5sk9oVfaiLvd0Z5uvzdCQnnMEKDaNfdyQKpHmWQdT9DAwCHMW3BH4MAiUoOmuM1b4Mj8qoJzgHs7bPDjKM3SZNNFuMtgaw-1ruU5w5UEPNf5SD3AFh4E5ai1/s320/a30.png" width="320" /></a></div><b><div style="text-align: center;"><b>deanimalia.com</b></div></b><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><i>Onagro</i> es voz que no recoge <b>Covarrubias</b>, pero que sí se encuentra en <b>Autoridades</b>, con esta definición:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ONAGRO. s. m. El asno sylvestre y montaráz. Viene del latino <i>Onager,</i> que significa esto mismo. ALDRET. <i>Antig.</i> lib. 3. cap. 23. Salen los Garamantes á caza de diversos animales, Onágros, avestrúces y elephantes, y otras bestias salvaginas"</span>.</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición usual de 1817, en el que lo define como "<span style="color: red;">El asno silvestre. <i>Onager</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">En las ediciones de 1832 y 1837 registran esta voz como esdrújula. En la de 1899 incluyen una nueva acepción. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ONAGRO. (Del griego <i>onos</i>, asno, y<i> agrios</i>, silvestre.) m. Asno silvestre. // Máquina antigua de guerra, parecida á la ballesta, pero con el extremo de la palanca donde se ponía la piedra arrojadiza bastante cóncavo y con figura parecida a una oreja de asno</span>".</p><p style="text-align: justify;">A partir de la edición de 1970 califican al onagro como "<span style="color: red;">asno salvaje y silvestre</span>", la cual se mantiene hasta la <b>Edición del Tricentenario,</b> última consultada.</p><p style="text-align: justify;">A la "<i>máquina antigua..</i>.", el <b><i>Esteban Terreros</i></b> la llama "<span style="color: red;">onagra</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Domínguez </i></b>(1853) nos da una definición un poco más completa de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ONAGRO. s. m. <i>Mam</i>. Asno silvestre, animal indígena del Asia y del África, muy veloz en la carrera, de color pardo, amarillento algunas veces, con orejas no tan largas como las del asno doméstico, y de mayor talla</span>".</p><p style="text-align: justify;">La segunda acepción y otra más se encuentra en su "<b><i>Suplemento":</i></b></p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ONAGRO. s. m. (...) <i>Mil. ant.</i> Máquina de guerra que servía para lanzar piedras. Dióseles este nombre por alusión al asno montés, que cuando se ve acosado por los perros dicen que arroja hácia atrás piedras con las patas. // <i>Miner</i>. Piedra del onagro: bezoar que se encuentra en la cabeza del asno montés, según se dice</span>".</p><p style="text-align: justify;">En el <b>Tomo I </b>del "<b><i>Diccionario de Agricultura Práctica y Economía Rural</i></b>" (Imprenta de Luis García. <b>Madrid,</b> 1855), redactado bajo la dirección de don <b>Agustín Esteban Collantes</b> y don <b>Agustín Alfaro,</b> incluyen, en la larga definición de la voz <i>asno</i>, estos párrafos dedicados al <i>onagro</i>:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">El onagro del desierto es el tipo natural ó salvaje
del asno doméstico, con la diferencia de tener los
remos mas largos y mas finos, el pecho estrecho, la
frente plana entre los ojos, estrecha la terminación de
la cara, el cuello mas erguido, la oreja un tercio mas corta, móvil y atenta, el pelo largo y sedoso en el invierno; la cruz negra sobre las espaldas es muy palpable en los machos, y el mechón de pelo en que termina la cola es de unas cuatro pulgadas de largo. <br />La rapidez de su carrera es célebre en toda la
Arabia, de donde es originario, y en cuyo punto se le
encuentra errante en piaras numerosas, lo mismo que
en el Asia Meridional. El onagro fue traído por los romanos á los juegos sanguinarios del circo, combatiendo mas de una vez con un valor que parece desmentir
la reputación de cobardía que tiene el asno doméstico. <br />La descripción que acabamos de hacer del onagro,
conviene en el día al mayor número de asnos domésticos del Oriente, á causa de que los malos tratos no
los han depravado bajo la relación de su carácter, ni
alterado la elegancia de sus formas, ni la celeridad do
sus marchas; han conservado sus cualidades nativas y
aun las han completado por el método de cria. Tratados con igual regalo que el caballo, se les destina para
cabalgadura de los príncipes y señores de distinción;
no están espuestos á los golpes y castigos escesivos, que
tanto se les prodiga y los arruina en otras partes, y,
sobre todo, en la Península. La Biblia hace mención de
piaras de asnos, entre los patriarcas ricos, antes que
emplearan el caballo</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario Militar Etimológico, Histórico, Tecnológico</i></b>" (Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra. <b>Madrid</b>, 1869), de don <b>José Almirante</b>, nos ofrece el significado etimológico de la segunda acepción de esta voz:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ONAGRO. La voz onagro, en latín <i>onager,
onagrus</i>, viene del griego y significa asno bravio. Los eruditos púdicos dicen que se dió este
nombre á la máquina antigua (V. e. v.) que lo
lleva, por la semejanza con que el asno despide
piedras «con las coces»: otros, más descarados,
buscan otra «semejanza». Admitida esta última,
fácil es concebir el juego de la máquina, que arrojaba piedras con una cuchara ó palanca por
torsión. Mas no todos opinan lo mismo. Por
ejemplo, dice Jarro que eran del género balista,
y Grassi del catapulta. Vegecio, como si onagro y
balista fuesen dos cosas distintas. Ammiano Marcelino, en un pasaje oscuro, que Folard intenta
en vano esclarecer, afirma primero que se llamó
escorpión y que tiraba dardos y piedras. Vegecio,
al revés, distingue entre los dos, aunque hay
cierta analogía. Hubo onagros rodados con las
legiones y fijos en baterías. (...)</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el Tomo I de la obra "<b><i>Museo Militar. Historia, Indumentaria, Armas, Sistemas de Combate, Instituciones, Organización del Ejército Español</i></b>" (Establecimiento Tipográfico-Editorial de Evaristo Ullastres. <b>Barcelona</b>, 1883) encontramos una descripción más detallada del <i>onagro</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">El onagro era una máquina que funcionaba por medio de cuerdas embridadas. Su motor era una sólida palanca
de madera, cuya parte inferior atravesaba un haz de cuerdas retorcidas. Estas cuerdas ó nervios, sujetas á un montante y sometidas á una fuerte torsión, adquieren una gran fuerza impulsiva. Pueden compararse á los cordelillos
que los carpinteros retuercen en la parte superior de sus sierras para dar la posible tensión á las hojas. Con ayuda
de una cabria se abate la palanca y se la coloca en la posición representada en el grabado, sujetándola con
una cuerda atada á un gancho. Una honda pende de la palanca y en ella se coloca una bala de piedra. Si entonces y
gracias á una pieza que hace oficio de fiador ó seguro, se suelta con energía la palanca, vuelve esta á su posición
primitiva, es decir, va á chocar con violencia contra la almohadilla colocada en la parte anterior del aparato. En este momento la honda, con una rapidez tal que no es posible apreciar á simple vista, ha lanzado el proyectil que cae á
unos 130 ó 160 metros de distancia, según sea su peso: su velocidad es escasa, y puede seguirle fácilmente la mirada. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Las balas que lanzaba el onagro eran de unos 8 á 10 centímetros de diámetro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El onagro era trasportado en un carro dispuesto al efecto y arrastrado por algunos tiros: en las marchas era acompañado por una legión</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Estudio Primero: "<i><b>Edad antigua</b></i>"; págs. 57-58)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFrso5yyvPKid70C3jAEnFbHWdDbc208N3Bs2yeyM8ryNcJpggZk0qD-i4yEScO84CYDRsOvQaMGkuMvlmn3CHk7U1whft2-3BJ4f2o7zMUdGi4lBsf1ELQ7ZYnpmkktiajbX6el061iLeahfqEAjpX8RhvmE56tnbnRY4O3i60PWi8yzK7SUJUh1tdQCw/s899/a29.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="615" data-original-width="899" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFrso5yyvPKid70C3jAEnFbHWdDbc208N3Bs2yeyM8ryNcJpggZk0qD-i4yEScO84CYDRsOvQaMGkuMvlmn3CHk7U1whft2-3BJ4f2o7zMUdGi4lBsf1ELQ7ZYnpmkktiajbX6el061iLeahfqEAjpX8RhvmE56tnbnRY4O3i60PWi8yzK7SUJUh1tdQCw/s320/a29.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">El <b>Canto XXXIX </b>de la égloga sacra titulada "<b><i>La constancia victoriosa</i></b>" (En casa de Antonio Kinchio. <b>Colonia Agripina,</b> 1655), escrita por <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Bernardino_de_Rebolledo">Bernardino de Rebolledo y Villamizar </a></b>(1597-1676) comienza con lo siguientes versos.</p><div style="text-align: center;">De las cabras monteses <br />Los partos en las peñas efcondidos? <br />O las Cieruas parir a caso viste?<br />De su preñez los Meses? <br />Y d'el parto las oras preueniste?</div><div style="text-align: center;">Y que son con dolores repetidos </div><div style="text-align: center;">Como despedaçados </div><div style="text-align: center;">Sus hijos a Luz dados? </div><div style="text-align: center;">Sanan, y ya crezidos </div><div style="text-align: center;">Quando el grano le sirue d´alímento</div><div style="text-align: center;"> No tienen d' ellas mas conocimiento. </div><div style="text-align: center;">Quien al Onagro Libertad ha dado? </div><div style="text-align: center;">Y l´ha de fu prision desenlaçado?</div><div style="text-align: center;"> En el desierto le asigné morada, </div><div style="text-align: center;">En la Tierra infecunda por salada. </div><div style="text-align: center;">Riese d'el estruendo Ciudadano, </div><div style="text-align: center;">Y de las vozes de los Exactores. </div><div style="text-align: center;">Y recátale en vano </div><div style="text-align: center;">L'espesura d´el Monte, </div><div style="text-align: center;">El pasto de sus Yemas y sus Flores. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sabido es que fray <b>Luis de León</b> puso en tercetos "<b><i>El Libro de Job</i></b>", pero también escribió una "<b><i>Exposición</i></b>" sobre este texto bíblico, que se publicó póstumamente, en <b>Madrid</b>, en el año 1779. En el "<b><i>Prólogo</i></b>" leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<i>Procuré</i>, dice él mismo, <i>conformarme quanto pude
con el original Hebreo, cotejando juntamente todas las traslaciones Griegas y Latinas que de él hay, que son muchas,
y pretendí que respondiese esta interpretación, no solo en las sentencias y palabras, sino aun en el concierto y aire
de ellas, imitando sus figuras, quanto es posible de nuestra lengua, que á la verdad responde con la Hebrea en
muchas cosas</i>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El capítulo que nos interesa es el XXIV. Los primeros versículos los traduce de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<i>I.</i> <i>Del Abastado NO fueron escondidos los tiempos, y sus conocientes no vieron sus días. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>2. Términos estrecharon, ganado robaron,
y apacentaron. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>3. Asno de huérfanos llevaron, y prendaron buey de viuda. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>4. Desbarataron el camino de los pobres,
oprimieron juntamente á los humildes de la tierra. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>5. Otros como cebros en desierto salieron á su obra, madrugan á la presa, aparejan
pan para sus hijos...</i>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La voz <i>cebro</i> no aparece en <b><i>Academia</i></b> hasta la edición histórica de 1936. La definen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">CEBRO. m. Macho de la cebra. // "Cebro es el asno salvaje, animal, como Plinio dice, feroz, de que en aquellas partes hay copia grande". Fr. L. de León, <i>Job</i>, ed. Riv. t. 37, p. 402, col. 2</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vuelve a recogerla en la edición usual de 1984, en la que aclaran que es lo que antiguamente se denominaba "<span style="color: red;">onagro, asno salvaje"</span>, y lo mismo dice en la edición de 1992 y en la del<b> Tricentenario,</b> última consultada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fray<b> Luis de León</b>, en su "<b><i>Exposición...</i></b>", explica el 5º versículo del siguiente modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Mas prosigue: <i>Otros, como cebros en desierto, salieron a su obra,
madrugan a la presa, aparejan pan para sus hijos</i>. O como dice el
original á la letra: <i>Veis, cebros en desierto salieron a obra suya,
madrugantes al robo, soledad a él, pan a los muchachos</i>. O pinta
Job un linage solo de hombres tiranos y malos, que ocupan lo
ageno, y despojan al necesitado, y se desvelan en robar y dañar;
ó dice diferentes condiciones de hombres injustos, unos logreros,
otros engañadores, otros que saltean, otros que son adúlteros, que
todos pasan sin azote sus días. Y esto postrero hinche mejor lo que
pretende Job, que es demostrar, como muchos malos se logran, y
como obrando mal, les sucede lo desta vida a su gusto. Pues dice
agora: <i>Veis,</i> como diciendo, cada dia vemos, y casi tocamos con
las manos otros que viven del robo, y que se desvelan en hacerse
señores de todo, y que discurren por la tierra asolándola. O dice:
Estos mismos que dieron en madrugar para hacer mal á otros, son
como cebros que se desvelan en buscar su comida. <i>Como cebros</i>,
dice. Cebro es el asno salvage, animal, como Plinio dice, feroz,
de que en aquellas partes hay copia grande. Pero es de ver, si en
las dos partes de este verso, la primera parte pone la semejanza,
y la segunda responde á ella desta manera, como el cebro sale
diligente á su obra, ansi éstos madrugan a la presa y al robo; ó
si ambas partes pertenecen al cebro, y todo el verso hace comparación con los versos de arriba. Como diciendo: Estos que digo,
que turban los mojones, y apacientan por suyas las agenas ovejas,
que prendan la viuda, y despojan al huérfano, y destierran de su casa y patria á los pobres, son en ello tan continuos y prestos, como los cebros que se desvelan en su obra, y madrugan a la presa
de su sustento. Mas lo que se añade, <i>aparejan pan para sus hijos</i>,
en el original está ansi cortado y confuso, que abre la puerta á
diferentes sentidos. Porque dice á la letra: Veis, cebros en desierto salieron á obra suya, madrugantes al robo, soledad a él, pan a los
muchachos. Adonde lo que decimos, <i>soledad á él,</i> en el original es
[<i>Harabah]</i> que según la palabra de adonde desciende, que
a las veces significa concertar y poner en orden alguna cosa y negocios , dirá aqui lo que siguió San Gerónimo, que este madrugar al robo, es negociar, y enderezar lo que á su sustento y de los
suyos toca. Y también porque [ <i>Harab</i> ] es mezclarse unos
con otros, y el contratar, y bullir, como en los lugares públicos
adonde concurren á sus negocios los hombres; [<i>Harabah</i>] podrá significar este lugar adonde se ajuntan, como son las ferias ó los caminos públicos. Y ansi dirá, que ó salen á los caminos públicos á saltear á los que por ellos pasan, ó ciertamente se entrometen en las plazas y en las ferias, para con injustos y sutiles y encubiertos tratos mejorar sus ganancias. Y porque también tiene significación de <i>dulcedumbre</i> aqueste vocablo; podemos entender que
diga aqui Job, que el madrugar el malo al robo, á él le es dulzura, y á sus hijos pan, deleyte á él, y provecho para los suyos. O
lo que es mas ordinario, <i>Harab</i> significa desierto y soledad; y según esto dice aquello que ó al cebro, ó al hombre salteador despierta y mueve á la presa, que es el desierto y tierra solitaria donde vive, que por su calidad es menguada de lo necesario. O juntemos esta palabra con lo que le antecede en esta manera: <i>Madrugan al robo en el desierto</i>, y poner aqui punto, y luego añadir:
<i>A él pan para sus hijos</i>, que es entrocar el orden de las palabras a
modo poético, que destrocandolas vale: <i>Para pan a él y a sus hijos;</i> esto es, que madrugan al robo en el desierto para pan, esto es, para buscar el sustento de sus hijos y suyo"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 319-320)</div><p style="text-align: justify;">En esta entrada es casi obligatorio citar la famosa "<b><i>Apología del asno</i></b>" (Imprenta de Lawalle Joven. <b>Burdeos</b>, 1826), compuesta "<i>en renglones así como versos</i>" por un asnólogo aprendiz de poeta. Este no era otro que el clérigo y lexicógrafo don <b><a href="https://www.bvfe.es/es/autor/10118-lozano-perez-ramajo-manuel.html">Manuel Lozano Pérez Ramajo</a></b>. En tan erudita obra leemos la siguiente nota:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Oleario, en su <i>Viaje,</i> tom. I., pág. 513 , refiere que el
rey de Persia le hizo entrar un dia en un edificio, en figura de
teatro, para tomar un refresco de frutas y confituras. Acabado este,
hicieron entrar treinta y dos Asnos salvages, y el Rey tiró contra ellos
con fusil y flechas; permitió luego que les tirasen los embajadores
y cortesanos. Añade que era una diversión ver á los Asnos asaeteados, incomodarse y herirse unos á otros, mordiéndose y dándose coces de un modo estraño. Ya muertos todos los Asnos, los
pusieron delante del Rey, y este los envió á la cocina de su palacio por <i>estimar tanto los Persas la carne del Asno salvaje, que
entre ellos pasa por proverbio</i>. <br />Era en efecto el Onagro ó Asno salvaje manjar esquísito en la
Persia. Teófilo Simocrata (lib. IV, cap. VIl) dice que Chosroes
enviaba á su padre Hormisdas las partes del Onagro que se tenian por mas suculentas. (Plinio, <i>Hist. natur.</i>, lib. VIII, en la nota 16
de la traduc. de Camus. París, 1771.) Plinio, en su <i>Hist. natur.</i>, lib. VIII, <i>de Asinis</i>, dice que Mecenas
fué el primero que introdujo el comer carne de borrico; y en su
tiempo era preferida á la del Onagro ó Asno salvaje. Al morir Mecenas, se acabó con él esta costumbre. (...)<br /> Aquí se vé que trata de los Asnos domésticos, de los Asnos que
nosotros conocemos, y que tanto abundan en España. En otro lugar trata el mismo Plinio de la comida esquísita de carne de borrico; y dice que los Onagros de la Frigia y de Licaonia son los de
mas nombradía; pero se han hecho aun mas famosos los pequeños
onagros de África, por ser manjar mas esquísito</span>".<br />(Pág. 64)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el primer caso, se refiere a la "<b><i>Relación del viaje de Adam Olearius en Moscovia, Tartaria y Persia</i></b>", obra publicada en <b>París</b> en el año 1659.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los versos de don <b>Manuel </b>son estos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Otros puntos curiosos citar debo </div><div style="text-align: center;">En elogio del Asno, mi cliente, </div><div style="text-align: center;">A quien ya fuera decidido empeño </div><div style="text-align: center;">En mí el ponerle en su lugar debido </div><div style="text-align: center;">Y sacarle con lauro y lucimiento. </div><div style="text-align: center;">La carne de borrico fué un regalo,</div><div style="text-align: center;">Comida muy sabrosa, en otros tiempos. </div><div style="text-align: center;">(Pregúntese a los Persas. Los Romanos </div><div style="text-align: center;">También, refiere Plinio, la comieron</div><div style="text-align: center;"> Por gusto, por regalo, por delicia, </div><div style="text-align: center;">Y no por verse en precisión de hacerlo </div><div style="text-align: center;">Como á veces sucede entre nosotros </div><div style="text-align: center;">En apuros, urgencias, en los cercos </div><div style="text-align: center;">De las plazas que sitia un enemigo.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjNTf39wQ6W13zYo8Rmw6XHXnECzNMTB1F_fWUPkOf9Mm1NY8HaiW-4P8SGggkJC6fzGTlYCy8VyWy38YU1DiVVuOEWc2GYkS7BCYBZPcz_S3imb2xI4hG9nwI-HJV8Eruky7phl50PAqWz2nmA0bXNtcJ-l4bntEsTCA_wS8ZnCxS8nyBOeA0U1nfqvS/s910/a31.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="608" data-original-width="910" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjNTf39wQ6W13zYo8Rmw6XHXnECzNMTB1F_fWUPkOf9Mm1NY8HaiW-4P8SGggkJC6fzGTlYCy8VyWy38YU1DiVVuOEWc2GYkS7BCYBZPcz_S3imb2xI4hG9nwI-HJV8Eruky7phl50PAqWz2nmA0bXNtcJ-l4bntEsTCA_wS8ZnCxS8nyBOeA0U1nfqvS/s320/a31.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b>ellinceiberico.com</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Doña <b>Emilia Pardo Bazán</b> comienza de este modo su cuento titulado "<b><i>La paloma negra</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Sobre el cielo, de un azul turquí resplandeciente, se agrupan nubes cirrosas, de topacio y carmín, que el sol, antes de ocultarse detrás del escueto perfil de la cordillera líbica, tiñe
é inflama con tonos de incendio. Ni un soplo de
aire estremece las ramas de los espinos; parecen arbustos de metal, y el desierto de arena se
extiende como playazo amarillento, sin fin. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Los solitarios, que ya han rezado las oraciones vespertinas, entretegido buen pedazo de estera y paseado lentamente desde el oasis al
montecillo, rodean ahora al santo monge del
monasterio de Taheñas, su director espiritual,
el que vino á instruirles en vida penitente y meritoria á los ojos de Dios. De él han aprendido
á dormir sobre guijarros, á levantarse con el
alba, á castigar la gula con el ayuno, á sustentarse de un puñado de hierbas sazonadas con
ceniza, á usar el áspero cilicio, á disciplinarse
con correas de piel de onagro, y á permanecer
horas enteras inmóviles sobre la estela de granito, con los brazos en cruz y todo el peso del cuerpo gravitando sobre una pierna</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Cuentos nuevos</i></b>"; págs. 170-171)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Juan Valera</b> vio un <i>onagro</i> disecado en la <b>Academia de Ciencias</b> de <b>San Petersburgo</b>, la ciudad rusa conocida también, posteriormente, con los nombres de <b>Petrogrado </b>y <b>Leningrado</b>. Se lo cuenta a don <b>Leopoldo Augusto de Cueto</b> en una carta que le envió, desde esta urbe, el 20 de marzo de 1857:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Los mamuths son mayúsculos de veras, y no hay elefante que no sea al lado de ellos un gargajo. Algunos conservan la piel y los pelos, porque también en tener pelos se diferencian de los elefantes. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Las aves y los cuadrúpedos de especies vivas están muy mal disecados, por lo común; pero hay de ellos grande copia. Allí
vi al onagro o asno selvático y el <i>djiggetai
</i>de la Mongolia, primer bosquejo que hizo
la naturaleza, antes de producir el caballo</span>". </div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Cartas desde Rusia</i></b>". Tomo II; pág. 120)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El prolífico escritor chileno <b>Eduardo de la Barra</b> incluyó en el segundo tomo de sus "<b><i>Poesías</i></b>" (Imprenta Cervantes. <b>Santiago de Chile</b>, 1889) una fábula titulada "<b><i>El asno de oro</i></b>", que transcribo en su totalidad:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cierta tribu del África ignorante</div><div style="text-align: center;">adoraba un Onagro portentoso;</div><div style="text-align: center;">era su fina piel de oro cubierta</div><div style="text-align: center;">la que causaba general asombro.</div><div style="text-align: center;">Un día, por su daño,</div><div style="text-align: center;">cayó el Onagro a un foso,</div><div style="text-align: center;">y de allí lo extrajeron</div><div style="text-align: center;">a medio ahogar, sin vellocino de oro.</div><div style="text-align: center;">Comprendieron entonces,</div><div style="text-align: center;">los idólatras, que eran unos loco,</div><div style="text-align: center;">y que ese dios que en el Onagro vieron</div><div style="text-align: center;">solo es un Asno, sin el áureo polvo.</div><div style="text-align: center;">¿Y hay aquí de estos Asnos</div><div style="text-align: center;">confitados en oro?</div><div style="text-align: center;">-Conocí un millonario, ¡Qué grande hombre!</div><div style="text-align: center;">sabio, prudente, bueno para todo;</div><div style="text-align: center;">mas quebró el infeliz, y sus idólatras</div><div style="text-align: center;">hoy dicen que es un bobo.</div><div style="text-align: center;">Como el Onagro de África</div><div style="text-align: center;">hay aquí dioses-asnos, ¡y no pocos!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nunca ponderaremos bastante la bellísima obra de <b>Gabriel Miró</b> titulada "<b><i>Figuras de la Pasión del Señor</i></b>". En ella, escribe:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">En las raigambres colgadizas de los pobos y
tamarindos, se agarran los alciones, que miran
inmóviles y voraces la corriente, y, de súbito,
se precipitan y sumergen, y salen rompiendo un
pez palpitante entre las aristas de su pico, y rasan veloces y callados las aguas... Verás blandas, sembradura, pueblos de cal y de adobes, la
labranza, el frescor de los herrenes; y otra vez
el río ya rápido, grande, de plata oxidada y cortezas de fungo; roquedales áridos, salitrosos;
y la mar de Sodoma, hinchada, oleosa, tan densa que soporta al hombre aunque no nade. En
sus orillas se maceran y meditan los esenios de
ojos sin mirada, ojos ahondados en las desolaciones del infinito... Y de los peñascos y escombras, y de los vados someros, suben las siluetas
de melancólica monstruosidad de los pelícanos
que, de cuando en cuando, asierran el silencio
con su croar de rebuzno de onagro</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Un nazareno que lo vio llorar"</i></b>; págs. 124-125)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con un texto típicamente celiano, que se encuentra en su obra "<b><i>El huevo del juicio</i></b>". Se titula "<b><i>Suceso con alguna interferencia</i></b>". Dice así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">Don Gregorio Taumaturgo de Espantaleón y Parla, alias Chirigaita de Puentegenil, escribiente de juzgado, un sí es no es bizco y medio vegetariano, había sido novio de doña Inmaculada, la de la hermana fiambre.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">-¡Jo, qué pendón!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">-¿Lo dice usted en serio? -inquirió don Pedro Crisólogo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">-¡Absolutamente en serio! ¡Así me muera, si miento! ¡Así me parta un rayo y me deje más torrado que un torrezno! ¡Más pendón que un onagro, se lo juro!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">-¿O asno silvestre, perdonada sea la manera de señalar, cualsilvestre es también la orquídea?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">-Sí, ¡pero a lo bestia!</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 238)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/mQSVb0y8_LA" width="320" youtube-src-id="mQSVb0y8_LA"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><h3 style="background-color: #edebe4; box-sizing: border-box; color: #3d3d3d; font-family: "Open Sans", "Helvetica Neue", Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 26px; font-weight: 500; line-height: 1.1; margin-bottom: 10.5px; margin-top: 21px;"><br /></h3><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-90028330252902511532023-12-01T19:58:00.000+01:002023-12-01T19:58:12.557+01:00ONDINA<p> </p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAgTgf_2c3Xw_HV7i2myQeUmFuti265UioSgrOq7nNYXsa-lAhqTR-SpKPCcnjEF06WKs2iUnLDu1fUv7_euMLYanK6_dA5Uy6N0bazsBFTa8yQYh5P9UG8z0A7O0SyGzaMsB6dJii0CbUy3NHpbT4838t4EbORRQi7-Vo1C4Z69PfoyCF-HYaNZbMWF9h/s768/a1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="556" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAgTgf_2c3Xw_HV7i2myQeUmFuti265UioSgrOq7nNYXsa-lAhqTR-SpKPCcnjEF06WKs2iUnLDu1fUv7_euMLYanK6_dA5Uy6N0bazsBFTa8yQYh5P9UG8z0A7O0SyGzaMsB6dJii0CbUy3NHpbT4838t4EbORRQi7-Vo1C4Z69PfoyCF-HYaNZbMWF9h/s320/a1.png" width="232" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>Arthur Rackham</b>: "<b><i>Las tres ondinas</i></b>" (1911)</div><i><div style="text-align: center;"><br /></div></i><p></p><p><i>Ondina</i> es voz que no se encuentra ni en <b>Covarrubias </b>ni en <b>Autoridades</b>. La registra, por primera vez, el <b><i>Gaspar y Roig </i></b>(1855) con esta definición:</p><p>"<span style="color: red;">ONDINA. s. f. <i>germ</i>. Ala. <i>Mit</i>. : hadas o ninfas de los lagos en la mitolojía de los pueblos del Norte. Corresponden a las Náyades de los Griegos</span>".</p><p><b>Academia</b> incluye esta voz a partir de la edición usual de 1884, en la que dice:</p><p>"<span style="color: red;">ONDINA. (De <i>onda</i>.) f. Ninfa, ser fantástico ó espíritu elemental del agua, según los cabalistas</span>".</p><p>Se mantiene este significado hasta la edición de 1925, en la que sustituyen "<i>cabalistas</i>" por "<i>algunas mitologías</i>". No varía en las siguientes ediciones hasta la del <b>Tricentenario</b>, última consultada, en la que dicen:</p><div style="text-align: left;">"<span style="color: red;">ONDINA. (De <i>onda</i>.) 1. f. En algunas mitologías, ninfa (//deidad). <br />SIN. ninfa, nereida, sirena, náyade"</span>.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">El <b><i>Toro y Gómez </i></b>(1901) define la voz <i>ondina</i> como "<span style="color: red;">Ninfa, ser fantástico habitador</span>".</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">El <b><i>Pagés</i></b> recoge las voces <i>ondina</i> y <i>ondino</i>, del que dice que es un "<span style="color: red;">ser fantástico, rey de las aguas y que en ellas habita en compañía de las ondinas".</span></div><div style="text-align: left;">La primera voz la ilustra con unos versos de <b>José de Espronceda</b>, pertenecientes a la elegía que escribió pensando en su amante<b> Teresa Mancha.</b> Forma parte de su obra "<b><i>El diablo mundo</i></b>". La octava que nos interesa dice así:</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: center;">Es el amor que al mismo amor adora,</div><div style="text-align: center;">el que creó las Sílfides y Ondinas,</div><div style="text-align: center;">la sacra ninfa de bordando mora</div><div style="text-align: center;">debajo de las aguas cristalinas;</div><div style="text-align: center;">es el amor que recordando llora</div><div style="text-align: center;">las arboledas del Edén divinas,</div><div style="text-align: center;">amor de allí arrancado, allí nacido,</div><div style="text-align: center;">que busca en vano aquí su bien perdido.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para la voz <i>ondino</i> se decanta por estos otros de <b>Rodolfo Juan Slaby </b>y <b>J. Pérez Hervás</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Las ninfas (en coro):</div><div style="text-align: center;">Círculo fórmese al punto</div><div style="text-align: center;">que el aire es divino.</div><div style="text-align: center;">Por entre la onda ya barrunto</div><div style="text-align: center;">la voz del verde ondino.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVsbMEzSocQ8WpGgOUF0LPR0u34v0r9S0elq872jVTJh1C6LdhgptImxS4oqKRngXytHyE8B4xM2j0g7Y8qgSRmT2yyy2u2C3cWA-U4UUl0kDbIabsQ2RB8CaAkUutyiff-5xynneYjsZZkfW4DiGHYfcXcixNnTip4tGwmxL8HgMAUJ6z6W6JM3e1cbhz/s937/a3.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="483" data-original-width="937" height="165" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVsbMEzSocQ8WpGgOUF0LPR0u34v0r9S0elq872jVTJh1C6LdhgptImxS4oqKRngXytHyE8B4xM2j0g7Y8qgSRmT2yyy2u2C3cWA-U4UUl0kDbIabsQ2RB8CaAkUutyiff-5xynneYjsZZkfW4DiGHYfcXcixNnTip4tGwmxL8HgMAUJ6z6W6JM3e1cbhz/s320/a3.png" width="320" /></a></div><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: center;"><span itemprop="creator" itemscope="" itemtype="http://schema.org/Person" style="-webkit-font-smoothing: antialiased; box-sizing: border-box; color: #111111; font-family: inherit; outline: none; text-rendering: geometricprecision;"><span itemprop="name" style="-webkit-font-smoothing: antialiased; box-sizing: border-box; outline: none; text-rendering: geometricprecision;"><b>Eduard Steinbruck</b><span style="background-color: #efeae5;"><b>: "</b><i style="font-weight: 700;">Ondinas llevando un barco"</i> (1840)</span></span></span></div></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Así retrata </span><b style="text-align: justify;">José Zorrilla </b><span style="text-align: justify;">a </span><b style="text-align: justify;">María,</b><span style="text-align: justify;"> una moza asturiana, en su leyenda en verso titulada "</span><b style="text-align: justify;"><i>El cantar del romero</i></b><span style="text-align: justify;">" (Andrés Botas e Hijo. </span><b style="text-align: justify;">México</b><span style="text-align: justify;">, 1922):</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Pequeña siempre, mas siempre </div><div style="text-align: center;">como aquella ave canora, </div><div style="text-align: center;">ligera, errante, pérdida, </div><div style="text-align: center;">suelta, libre y vagorosa, </div><div style="text-align: center;">era el tipo más poético</div><div style="text-align: center;"> más ideal que en sus hojas </div><div style="text-align: center;">pintan de mujer fantástica </div><div style="text-align: center;">las caballerescas crónicas. </div><div style="text-align: center;">Una palidez muy suave </div><div style="text-align: center;">que apenas la descolora, </div><div style="text-align: center;">la da entre el nácar y el ópalo </div><div style="text-align: center;">una tinta deliciosa: </div><div style="text-align: center;">y más que nunca atractiva, </div><div style="text-align: center;">más que nunca encantadora, </div><div style="text-align: center;">con su apostura de sílfide. </div><div style="text-align: center;">pensativa y melancólica, </div><div style="text-align: center;">con su acento de sirena, </div><div style="text-align: center;">sus grandes ojos de corza,</div><div style="text-align: center;"> su andar gracioso de antílope, </div><div style="text-align: center;">y su tristeza de tórtola, </div><div style="text-align: center;">tiene el aire de una ondina </div><div style="text-align: center;">que, abandonando las ondas </div><div style="text-align: center;">del mar, por algún misterio </div><div style="text-align: center;">entre los hombres se aloja; </div><div style="text-align: center;">de un ángel que desterrado </div><div style="text-align: center;">del cielo, en humana forma </div><div style="text-align: center;">espera a cumplir su pena </div><div style="text-align: center;">para volver a la gloria.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El escritor y folclorista sevillano <b>Luis Montoto y Rautenstrauch </b>publicó su obra "<b><i>Desde el cortijo</i></b>" (Imprenta de Francisco de P. Díaz. <b>Sevilla</b>, 1896) con el seudónimo de <b>Lorenzo de Miranda</b>. A ella pertenece el siguiente soneto titulado "<b><i>La semillera</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"> ¿Es sueño, es ilusión, es sombra vana? </div><div style="text-align: center;">¿Es la ninfa del campo moradora? </div><div style="text-align: center;">¿Es la ondina que surge seductora </div><div style="text-align: center;">Para encender la luz de la mañana? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Es ¡ay! la semillera, que se afana </div><div style="text-align: center;">Por ser aún más que el sol madrugadora, </div><div style="text-align: center;">Y desque apunta la rosada aurora </div><div style="text-align: center;">El pan amargo de la vida gana. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡Cuánta será tu pena y tu agonía!</div><div style="text-align: center;"> ¡Qué perlas, niña, cuajarán tus ojos </div><div style="text-align: center;">En la sedosa red de tus pestañas!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> Vence á la luz del alba la del día,</div><div style="text-align: center;"> Y sale el sol y alumbra aquellos ojos </div><div style="text-align: center;">Que aprisionan tabiques de legañas.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Gustavo Adolfo Bécquer</b> puso esta voz en la leyenda titulada "<b><i>El rayo de luna"</i></b>. Cito de la edición publicada por la madrileña Librería Fernando Fé en el año 1900:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los musgos de la fuente y
sobre los vapores del lago, vivían unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides u
ondinas, que exhalaban lamentos y suspiros, o cantaban y se reían en el
monótono rumor del agua, rumor que oía en silencio intentando traducirlo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las
peñas, imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de
seres sobrenaturales, palabras ininteligibles que no podía comprender. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para sentirlo. Amaba a todas
las mujeres un instante: a ésta porque era rubia, a aquélla porque tenía los
labios rojos, a la otra porque se cimbreaba al andar como un junco</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 159)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Doña <b>Emilia Pardo Bazán</b> llamó "<i>charco de ondinas</i>" al lago <b>Constanza</b>, en su obra "<b style="font-style: italic;">Por Francia y Por Alemania. (Crónicas de la Exposición)" </b>(La España Editorial. <b>Madrid</b>, 1890). La carta XX, fechada en <b>Múnich,</b> el 12 de septiembre de 1889, comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>BAVARIA</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Al amanecer corría el tren hacia Lindau, y la
serenidad de la atmósfera acentuaba la
picante frescura de la madrugadita. Un empleado del tren me preguntó si almorzaría en
<i>Dampfschiff,</i> ó vapor que atraviesa el lago de
Constanza, y transmitió mi respuesta afirmativa por telégrafo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #b45f06;">En efecto, en el mismo instante en que nos
trasladamos los viajeros del tren al barco, y éste
con ligera trepidación empezó á cortar la superficie lisa, azul y quieta del magnífico lago
<i>Brigantinus,</i> los camareros sirvieron el primer plato del almuerzo á los que ocupaban las
mesas en la cámara baja y sobre cubierta también. El cielo no ostentaba una nube, y tenía la
limpidez fría propia del firmamento del Norte:
el sol radiante lo iluminaba sin calentarlo, reverberando en las aguas, también purísimas,
de una serenidad fantástica de lago visto en
kaleidoscopio. Inglesas sentadas cerca de mí
contemplaban con éxtasis el panorama, las costas y nevados montes de Suiza, Austria y Baviera, que encierran la concha primorosa del
lago; pero la contemplación no les impedía engullir, saboreando los pescados de agua dulce, la rica cerveza, que escanciaba una muchacha
de sanguínea tez y pelo rubio, una alemana
ya, encarnación del país nuevo donde penetrábamos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #b45f06;">Era una suerte encontrar tan hermoso tiempo, porque este charco de ondinas, en cuyo seno
el Rhin derrama el agua que le sobra, cubre a
veces su túnica cerúlea con un velo de niebla
tan espesa, que sólo ayudados de la brújula
pueden orientarse en él los marinos"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 248-249)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>Marianela</i></b>" (Imprenta y Litografía de La Guirnalda. <b>Madrid</b>, 1878)fue para don <b>Benito Pérez Galdós</b> una de sus novelas preferidas. En ella, <b>Teodoro Golfín,</b> el médico que le devuelve la vista a<b> Pablo</b>, tacha sarcásticamente a las <i>ondinas </i>y a otros seres fantásticos de "<i>chusma</i>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">El discreto Golfín se sentó tan tranquilamente como podría haberlo hecho en el banco
de un paseo; y ya se disponía á fumar, cuando sintió una voz... sí, indudablemente era
una voz humana que lejos sonaba, un quejido
patético, mejor dicho, melancólico canto,
formado de una sola frase, cuya última cadencia se prolongaba apianándose en la forma que
los músicos llaman <i>morendo,</i> y que se apagaba
al fin en el plácido silencio de la noche, sin que
el oído pudiera apreciar su vibración postrera.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">—Vamos—dijo el viajero lleno de gozo,—
humanidad tenemos. Ese es el canto de una
muchacha; sí, es voz de mujer, y voz preciosísima. Me gusta la música popular de este
país... Ahora calla... Oigamos, que pronto ha
de volver á empezar... Ya, ya suena otra vez.
¡Qué voz tan bella, qué melodía tan conmovedora! Creeríase que sale de las profundidades de la tierra y que el señor de Golfín, el
hombre más serio y menos supersticioso del
mundo, va á andar en tratos ahora con los silfos, ondinas, gnomos, hadas y toda la chusma
emparentada con la loca de la casa... Pero, si
no me engaña el oído, la voz se aleja... La graciosa cantora se va... ¡Eh! Muchacha, aguarda,
detén el paso</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. I: "<b><i>Perdido</i></b>"; págs. 9-10)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMT8J652-KaqpUM-dyvoPI6qjJYS5KK6cxStK8u3jozZ-6utJbU1Q1IHleTj7d9CvBh60Bq4Lcqfv_40BBsym0Ht_LMF9fP2EphDwTCyDtxDuqBURkkRdfJm9pkwd6WbjSWFm0vOS8TSA8dXWM2nSB5k2W1UtUdksgcLRWDz8x4E8kP5yw4LgOY6NwWuAd/s453/a1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="453" data-original-width="288" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMT8J652-KaqpUM-dyvoPI6qjJYS5KK6cxStK8u3jozZ-6utJbU1Q1IHleTj7d9CvBh60Bq4Lcqfv_40BBsym0Ht_LMF9fP2EphDwTCyDtxDuqBURkkRdfJm9pkwd6WbjSWFm0vOS8TSA8dXWM2nSB5k2W1UtUdksgcLRWDz8x4E8kP5yw4LgOY6NwWuAd/s320/a1.png" width="203" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; text-align: start;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-weight: bolder;">Chauncey Bradley Ives: "</span><i style="font-weight: bolder;">Ondina emergiendo de las aguas</i><span style="font-weight: bolder;">" </span>(1880)</span></span></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Juan Valera </b>incluyó un extenso ensayo sobre la primavera en su obra "<b><i>Algo de todo</i></b>" (Francisco Álvarez y Cía. <b>Sevilla,</b> 1883). En él leemos, entre otras cosas, esta sabia reflexión:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Mil veces lo tengo dicho y nunca dejo de
pensarlo: los más ladinos y sutiles sabios experimentales no descubrirán jamás el secreto de
la vida; siempre escapará á sus análisis químicos la fuerza misteriosa que une, traba y combina los átomos y crea los individuos; el amor,
la conciencia, el pensamiento, la causa de moverse, de crecer orgánicamente, de sentir y de
representarse en uno á los demás seres, no
quedará jamás en el fondo de las retortas ni
saldrá por la piquera de los alambiques. ¿Qué
red delicadísima inventará el sabio para pescar
ondinas, cazar silfos ó sacar á los infatigables
gnomos de las entrañas de la tierra? La única
razón que tendrá para negar su existencia será
que no logra cogerlos: que se sustraen á la inspección de sus groseros sentidos. Por lo demás,
las ninfas, las diosas, todos los seres sobrenaturales, que poblaron el aire, la tierra y el agua
en las primeras edades del mundo, pueden vivir y es probable que vivan ahora como entonces</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 21-22)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nuestro admirado poeta, <b>Manuel del Palacio</b>, incluyó en su obra "<b><i>Letra menuda. Prosa y versos</i></b>" (Oficina de la Ilustración Española y Americana. <b>Madrid,</b> 1877) una poesía titulada "<b><i>Las ondinas</i></b>", cuyos primeros versos son estos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div>(<b>Imitación de Aleardi.)</b></div><div><b><br /></b></div><div><b>A Antonio F. Grilo</b>.</div><div><br /></div><div>Del lago azul y límpido</div><div>las ondas cristalinas</div><div>surcando va fantástica,</div><div>sin eco y sin rumor,</div><div>la hueste mitológica</div><div>de sílfides y ondinas</div><div>que alientan con el céfiro,</div><div>que duermen en la flor.</div><div>--</div><div>Cuanto soñó el espíritu</div><div>de seductor y bello,</div><div>en sus semblantes cándidos</div><div>idealizado está:</div><div>sus labios son de púrpura,</div><div>de nácar es su cuello,</div><div>y a la azucena pálida</div><div>su seno envidia da.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre los poemas de juventud de <b>Rubén Darío</b> se encuentra uno titulado "<b><i>El libro</i></b>". Estos versos forman parte de él:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>LXXX</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Dijo el ángel, y voló, </div><div style="text-align: center;">y al cruzar por los espacios, </div><div style="text-align: center;">una lluvia de topacios </div><div style="text-align: center;">sobre el mundo derramó; </div><div style="text-align: center;">mil sones escuché yo, </div><div style="text-align: center;">ecos lejanos y vagos </div><div style="text-align: center;">como de ondinas de lagos, </div><div style="text-align: center;">armonías melancólicas, </div><div style="text-align: center;">cual de cítaras eólicas </div><div style="text-align: center;">del céfiro a los halagos.</div><div><br /></div></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>Fuente de salud</i></b>" (Imprenta y Encuadernación de J. Rueda. <b>Madrid</b>, 1906) fue el título que <b>Salvador Rueda</b> puso a un poemario dedicado a don <b>Miguel Moya</b>. Se lo prologó don <b>Miguel de Unamuno</b>. Su primer poema se titula "<b><i>Las piedras</i></b>". Estos son algunos de sus versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">A un recio peñasco, cual gloria suprema,</div><div style="text-align: center;"> igual que a una frente, colgó una diadema </div><div style="text-align: center;">que va hacia la nuca sus puntas a atar; </div><div style="text-align: center;">mas no tiene cara la frente radiosa, </div><div style="text-align: center;">y nadie comprende si es reina, si es diosa, </div><div style="text-align: center;">si es hada del río u ondina del mar.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Emilio Carrere</b> incluyó dentro de su obra "<b><i>Románticas y otros poemas</i></b>" (Editorial Mundo Latino. <b>Madrid</b>, 1921) una composición titulada "<b><i>La rosa de San Juan"</i></b>. Estos son algunos de sus versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Sílfides azules, barbudos enanos, </div><div style="text-align: center;">rojas salamandras y ondinas cantoras, </div><div style="text-align: center;">unidas las manos </div><div style="text-align: center;">por el bosque van </div><div style="text-align: center;">y alegres cuentan las horas </div><div style="text-align: center;">de la noche de San Juan.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>..</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">En la noche de San Juan, para el que sepa entenderlas,</div><div style="text-align: center;">las palabras del Misterio cantarán himnos triunfales; </div><div style="text-align: center;">las ondinas nos dirán el encanto de las perlas </div><div style="text-align: center;">y las sílfides las magnas sinfonías siderales.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>Poeta en Nueva York</i></b>" es, sin duda, uno de los mejores poemarios escritos en lengua española. <b>Federico García Lorca </b>lo escribió durante su estancia, como estudiante, en la <b>Universidad de Columbia,</b> entre los años 1929 y 1930 Hemos elegido, para terminar esta entrada, "<b><i>Niña ahogada en el pozo (Granada y Newburg)</i></b>", ese triste poema que recuerda a una moribunda letanía:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad
de los ataúdes, </div><div style="text-align: justify;">pero sufren mucho más por el agua que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;">Que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El pueblo corría por las almenas rompiendo las cañas
de los pescadores. </div><div style="text-align: justify;">¡Pronto! ¡Los bordes! ¡De prisa! Y croaban las estrellas tiernas. </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Tranquila en mi recuerdo, astro, círculo, meta, </div><div style="text-align: justify;">lloras por las orillas de un ojo de caballo. </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero nadie en lo oscuro podrá darte distancias, </div><div style="text-align: justify;">sin afilado límite, porvenir de diamante. </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mientras la gente busca silencios de almohada </div><div style="text-align: justify;">tú lates para siempre definida en tu anillo. </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Eterna en los finales de unas ondas que aceptan
combate de raíces y soledad prevista.
... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¡Ya vienen por las rampas! ¡Levántate del agua! </div><div style="text-align: justify;">¡Cada punto de luz te dará una cadena! </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero el pozo te alarga manecitas de musgo, </div><div style="text-align: justify;">insospechada ondina de su casta ignorancia. </div><div style="text-align: justify;">... que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No, que no desemboca. </div><div style="text-align: justify;">Agua fija en un punto, </div><div style="text-align: justify;">respirando con todos sus violines sin cuerdas </div><div style="text-align: justify;">en la escala de las heridas y los edificios deshabitados. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¡Agua que no desemboca!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/Kwxm6uoU-B4" width="320" youtube-src-id="Kwxm6uoU-B4"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><b>Maurice Ravel</b>: "<b><i>Ondine"</i></b>, por <b>Alice Sara Ott</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><br /></div></div><p><br /></p><p><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-87325910400568565122023-11-22T13:09:00.001+01:002023-11-22T13:09:59.783+01:00ÓPALO<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf2RJI4YfAGLaZA17j1bQDp3cKtrV-UX941hsf4UTDPhqgfLjbk9xTdeI-CoGnGsxkSn2nqQn5lxgl65WREIOiJUKdweI1VAog0P5CRuhDVDHyRyV2bkuDMOG__T7QjaqHxv2PDIWKzDK-BQpHxDy-zkkzEgh8xqoGbvYBg5XV6nh76wvzymsaNni8Wz9e/s466/a16.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="371" data-original-width="466" height="255" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf2RJI4YfAGLaZA17j1bQDp3cKtrV-UX941hsf4UTDPhqgfLjbk9xTdeI-CoGnGsxkSn2nqQn5lxgl65WREIOiJUKdweI1VAog0P5CRuhDVDHyRyV2bkuDMOG__T7QjaqHxv2PDIWKzDK-BQpHxDy-zkkzEgh8xqoGbvYBg5XV6nh76wvzymsaNni8Wz9e/s320/a16.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Ópalo</i> es voz que no recoge <b>Covarrubias</b>, pero que sí se encuentra en <b>Autoridades</b> con esta definición:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPALO.- s. m. Piedra preciosa, y tan admirable, que tiene en sí de todas las otras piedras mas ricas; por lo qual dixo S. Isidóro, lib. 16. cap. 2. que tiene distintos los colóres de diversas piedras; porque se vé en ella el fuego del Rubí, lo purpúreo del Amathyste, lo verde de la Esmeralda, y generalmente todos los colores del Iris. Su figura es siempre redonda como perla, y su colór principal paréce de leche. El mismo S. Isidóro dice se llamó assi de un pais de las Indias, donde se cria. Hai tres especies de ópalos. El mas precioso y oriental viene de Chipre, de Arabia y de Egypto. Lat. <i>Opalus</i>. PARR. <i>Luz de Verd</i>. <i>Cath. Plat</i>. 2. del Santissimo Sacramento. Del ópalo, piedra admirable, dicen los Naturales, que siendo una piedra sola, es en si todas juntas las piedras mas preciósas</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades </b>hasta la edición de 1817, en la que nos ofrecen dos acepciones de esta voz. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓPALO. s. m. Piedra dura regularmente, de color blanco, aunque la hay tambien verde y roja, medianamente dura y pesada, lustrosa y quebradiza. Se emplea en adornos. <i>Silex opalus</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ÓPALO NOBLE. Variedad del ópalo, de color blanco de leche, que tiene juego de colores verde esmeralda, amarillo, azul, rojo etc.; lo cual lo hace muy estimado. <i>Silex opalus nobilis</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición usual de 1832 las definiciones que nos dan los señores académicos son estas:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓPALO. m. Piedra compuesta de pedernal y agua menos dura que el cuarzo, con lustre resinoso, quebradiza, fácil de abrirse formando grietas, que al quebrarse se presenta como excavada. // NOBLE. Piedra preciosa, variedad del ópalo que interiormente tiene juego de bellísimos colores</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1869 dicen que el ópalo es una "<span style="color: red;">piedra formada de sálice..</span>.", y en la de 1884 añaden nuevas variedades:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓPALO. (Del lat. <i>opalus</i>; del gr. <i>opalisos</i>) m. Cuarzo con agua interpuesta, de lustre resinoso, quebradizo, traslúcido ú opaco. // <b>de fuego</b>. El muy encendido y brillante, que procede de Méjico. // <b>girasol</b>. El que amarillea y no destella sino alguno de los colores del arco iris. //<b> noble</b>. El que es casi transparente, con juego interior de variados reflejos y bellísimos colores</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1899 comienzan la definición del ópalo como "<span style="color: red;">mineral silíceo con algo de agua..</span>.", que se mantiene en las ediciones siguientes, hasta hoy en día, no variando el resto de lo redactado desde la de 1884.</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros </i></b>(1787) bebe de la "<b><i>Etimologías</i></b>" de <b>San Isidoro</b>, y del <b>Diccionario de Autoridades,</b> cuando dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPALO, O PIEDRA IRIS. Fr. <i>Opale</i>. Lat. <i>Opalus</i>. It. <i>Opale</i>, es una piedra preciosa en que se ve el fuego del rubí, la púrpura del amatisto, el verde de la esmeralda, y jeneralmente todos los colores del Iris; pero si se quiebra, desaparecen casi todos, prueba de que se orijinan de la reflexion de uno, ó dos de estos colores, porque decían que conciliaba el amor y la benevolencia. Plinio y Solino hablan de una piedra á que llaman Execontalita, y se cree era una especie de Opalo. Esp. t. 6. p. 133s; su figura es siempre redonda, ú ovalada como una perla; y su color principal un blanco de leche, y la dureza como la esmeralda del Perú. Los antiguos le llamaron Paideros</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Gaspar y Roig </i></b>(1855) nombra otras piedras preciosas en la definición de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓPALO. s. m. <i>Miner</i>. Sustancia compuesta de sílice y agua, infusible, que al fuego blanquea y da agua por la calcinacion. Es notable a causa de los reflejos que arroja de su interior, presentando a vezes tintas muy vivas y variadas; su color propio es habitualmente blanco azulado. La GEISERITA, la HIALITA, la MENILITA, la RESINITA, etc., son simples variedades del ópalo, que se distinguen solo por el aspecto mas o menos vidrioso, y por la facultad de tomar poco o ningun pulimento. El ÓPALO NOBLE tiene interiormente un juego de bellísimos colores</span>".</p><p style="text-align: justify;">En el tomo II del "<b><i>Diccionario Universal de Mitología o de la Fábula"</i></b> (Imprenta de José Taulo. <b>Barcelona,</b> 1838), escrito por <b>B. G. P.</b> , nos señalan las virtudes de esta piedra preciosa:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPALO. Las virtudes fabulosas
de esta piedra consisten en recrear
el corazón, en preservar de los venenos y contagios del aire, en desterrar la tristeza en impedir los síncopes, los males de corazón y las
afecciones malignas</span>".</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivVFQuTsGUJ5tmgpOhUaOlkBDlRoq3_pgwRQp5oxuTfU6KlabiXn8PHAzhZfmgtMJ8KWHjEgKxUGUxH5Y_6bcjH1OcFxQx5LH1mArKooIRx07UPSTCvDK53SJrXoQgdbvzEI-eJM3RsvybV9bzdXmyuUm0UegldF6E6wm5OBsP2JK2yIjmhD_p5sJ7L0tn/s490/a17.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="490" data-original-width="466" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivVFQuTsGUJ5tmgpOhUaOlkBDlRoq3_pgwRQp5oxuTfU6KlabiXn8PHAzhZfmgtMJ8KWHjEgKxUGUxH5Y_6bcjH1OcFxQx5LH1mArKooIRx07UPSTCvDK53SJrXoQgdbvzEI-eJM3RsvybV9bzdXmyuUm0UegldF6E6wm5OBsP2JK2yIjmhD_p5sJ7L0tn/s320/a17.png" width="304" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Una descripción detallada de los diferentes <i>ópalos</i> y sus aplicaciones nos la brinda el tasador de joyas don <b>José Ignacio Miró</b> en su "<b><i>Estudio de las Piedras Preciosas...</i></b>" (Imprenta a cargo de C. Moro. <b>Madrid,</b> 1870):</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">De todas las piedras preciosas que reúnen variada irisación y reflejos cambiantes, la mas bella producción
mineral es el ópalo, aunque no posea la dureza y diafanidad de las demás gemas. <br />Esta preciosa sustancia reúne los colores mas agradables y bellos del arco-iris, produciendo hermosos reflejos
verdes, rojos, azulados, anaranjados, y otros; cuyos destellos se creen producidos por una multitud de fisuras
apenas perceptibles, que penetrando en su interior descomponen la luz. <br />Esta admirable piedra, lisongea (sic) agradablemente la
vista, al observar aquella combinación dé tintas que brillan
á un mismo tiempo sobre su luciente fondo blanco alechado,
á la faz del cual juguetean, ya juntas, ya separadas movibles, ó fujitivas (sic), ocultándose y reapareciendo para
volver á juguetar (sic) de nuevo, siguiendo la dirección del lado
por donde penetra la luz. <br />Entre las muchas variedades de ópalo conocidas, solo
tres son empleadas en la joyería. <br />La primera variedad es llamada<i> ópalo noble oriental
arlequín, </i>ó <i>flameado</i>; la segunda <i>ópalo de fuego</i> ó
<i>mejicano</i>, y la tercera <i>blanco opaco</i>, que los franceses
denominan <i>haricot</i>. <br />El ópalo oriental, es notable por el irisado multicoloro
que produce la reunión de los colores encarnado de rubí,
verde de esmeralda, azul de záfiro, amarillo de topacio,
y violeta claro de amatista. Este conjunto forma una armonía de tintas cambiantes parecidas al arco-iris, que tornasola sobre su fondo mas ó menos trasparente, y presenta
un suave y sorprendente efecto.</span></div><p style="text-align: center;">COMPOSICION</p><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Sílice 90 <br />Agua 10 <br />100 </span></div><p style="text-align: center;">CARACTÉRES FÍSICOS Y ESTERIORES.<span style="color: #2b00fe;"> </span></p><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Peso específico, 2,25. <br />Refracción simple. <br />Dureza mayor que los demás ópalos aunque atacable
por la lima. <br />Fractura concoidea.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Pierde su tinta y se quiebra á la menor presión, ó
influencia del calórico. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Infusible al soplete. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El flameado, a pesar de ofrecer iguales matices y cualidades se distingue del antes citado por sus reflejos, que
son producidos por manchas ó llamas aisladas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El segundo, llamado de fuego ó mejicano, tiene el fondo
blanco azulado trasparente, y rara vez se presenta con reflejos irisados opalinos, pues a pesar de que á la estraccion
de sus yacimientos posee los colores pronunciados del
arco-iris en toda su belleza y esplendor, aquellos desaparecen al contacto del aire frió ó del calor, quedando de
tinta uniforme y trasparente. Se ha observado que sumergiéndolo en el agua, después de seco recobra su primitiva
belleza, aunque aquella dura poco tiempo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">COMPOSICIÓN.</div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Sílice 92,00 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Agua 7.75 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Oxido de hierro 0,23 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">100 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">CARACTERES FÍSICOS Y ESTERIORES.<span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Peso específico, 3,12 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Dureza menor que la del noble ó flameado. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Fractura concoidea. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Apegamiento á la lengua, dejando un sabor desagradable. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Desaparición de sus reflejos irisados al contacto del
aire frío y del calor. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se quiebra al menor grado de presión. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Infusible al soplete. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">La tercera es menos estimada y comprende el amarillento oscuro, que algunos nombran tostado ó negruzco, y
blanco de leche casi opaco, cuyo peso específico varía de
l,95 á 2,01. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">COMPOSICIÓN</div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Sílice 93,50 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Agua 5.50 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Oxido de hierro 1,00 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">100 </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">CRISTALIZACIÓN.</div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El Ópalo no cristaliza, se encuentra en pedazos pequeños en las masas diseminadas, placas y filones incrustados
dentro de ganga-rojiza, manchada de blanco. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">CRIADEROS. </div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se encuentran yacimientos en las Indias Orientales,
Egipto, Arabia, Ceilan, Gracia de Dios y Quimapan (Méjico), Islandia, Escocia, Hungría y varios puntos de Alemania. En España se encuentran en Vallecas (cerro de las
Peñillas) y en la Calzada de Oropesa (Estremadura)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">LABRA.<span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se labra en cabujón por ambos lados, de forma oval, ó redonda, empleándose la rueda de plomo para su talla; el
gris que adquiere se quita con la de madera y piedra pómez finamente pulverizada, y mezclada con agua simple;
se pule sobre la de búfalo con potea de estaño, muy poco
humedecida, teniendo cuidado de no calentar la piedra ni
emplear nunca para su pulimento el lustre rojo, porque
entraría en las hendiduras y las manifestaría. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">VALOR<span style="color: #2b00fe;">. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El valor no puede fijarse con exactitud, pues depende
de su tamaño y calidad. El oriental perfecto, cuando pasa
del grandor común, tiene el precio según el capricho respectivo del comerciante y el comprador. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Algunas veces. y con el fin de procurar la venta de los
ópalos mejicanos, se baña la superficie con un poco de
aceite de olivo, á favor del cual se reproduce el arco-iris
por algunos días; pero lo pierde después, quedando oscuro
opaco, y sin ningún valor. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Las variedades amarillento, negruzco y blanco, tienen un precio insignificante. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El opaco se vende por docenas, de 12 reales á 400, y
según su dimensión á un tanto alzado la pieza. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Los ópalos se montan al aire, teniendo cuidado de no
fiarse de los montados en fondo; porque generalmente sus
colores están aumentados, producidos por pedazos de seda
de varios tintes, que se colocan en el fondo de un chatón que forma el engaste beneficiado con tinta china. El negro
favorece tanto al ópalo, que siempre se presenta para su
venta envuelto en papel negro muy lustroso. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">APLICACION.<span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se emplea en la joyería para aderezos, anillos pulseras
alfileres etc. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">OBJETOS DE ARTE.<span style="color: #2b00fe;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Hay algunos camafeos ejecutados sobre esta sustancia. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">ETIMOLOGÍA. </div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El ópalo tuvo mucho aprecio en la antigua Roma. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El primero que le dio á conocer, fué un senador romano, que trajo uno de la India y fué estimado en 20.000
escudos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Antiguamente era conocido por los nombres de <i>piedra
del Apocalipsis, oculus mundi, tapis mutabilis</i>, y <i>opalus</i>. Los nombres modernos son:<i> ópalo, cuarzo-resinita</i>,
y <i>paederos"</i></span>. </div><div style="text-align: justify;">(Pág. 209-214)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKWaRVGuANtNFwu7hwm4KhCzv6z1KnVDjzo8g2bVOzNHJ5yJeqCha25JaqquvK5NSEdI1b9Uz1AY3lQaNSF1h5DuMd7j-J8sj2SMC3WCGwgFztRqNc91Y79cbJKKPUHmY21NxWeVgOExXq0E1V_J4MI7619qYQqaFTfLCwLsunucmK_cCcqxEhnPTp_CQQ/s343/a18.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="343" data-original-width="339" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKWaRVGuANtNFwu7hwm4KhCzv6z1KnVDjzo8g2bVOzNHJ5yJeqCha25JaqquvK5NSEdI1b9Uz1AY3lQaNSF1h5DuMd7j-J8sj2SMC3WCGwgFztRqNc91Y79cbJKKPUHmY21NxWeVgOExXq0E1V_J4MI7619qYQqaFTfLCwLsunucmK_cCcqxEhnPTp_CQQ/s320/a18.png" width="316" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">En el canto primero del capítulo IV de la leyenda titulada "<b><i>La rosa de Alejandría</i></b>" (Establecimiento Tipográfico de Don Francisco de P. Mellado. <b>Madrid,</b> 1857), su autor, <b>José Zorrilla</b>, hace la siguiente advertencia a sus lectores:</p><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;">Iba a teñir el alba arrebolada</div><div style="text-align: center;">con luz de nácar y ópalo los montes </div><div style="text-align: center;">con cuyas crestas mil Sierra-Nevada </div><div style="text-align: center;">cierra los pintorescos horizontes </div><div style="text-align: center;">de la morisca vega de Granada... </div><div style="text-align: center;">y antes de continuar, será muy justo </div><div style="text-align: center;">que te advierta, lector, por si eres de esos </div><div style="text-align: center;">que en apurar las cosas tienen gusto, </div><div style="text-align: center;">y quieren que en los libros no haya nada </div><div style="text-align: center;">que su razón no tenga, </div><div style="text-align: center;">inclusos los excéntricos excesos </div><div style="text-align: center;">en que suelo dar yo, que soy el hombre </div><div style="text-align: center;">á quien menos importa que en sus obras </div><div style="text-align: center;">la razón por quintales se contenga </div><div style="text-align: center;">ó entre en ellas por faltas ó por sobras, </div><div style="text-align: center;">y que me den ó no me den renombre </div><div style="text-align: center;">como el lector con ellas se entretenga </div><div style="text-align: center;">y yo las venda bien; porque á fe mía </div><div style="text-align: center;">que cuando á mí la muerte como á todos </div><div style="text-align: center;">allá en la eternidad me precipite </div><div style="text-align: center;">de lo que haga de mí y mi poesía </div><div style="text-align: center;">la edad futura se me da un ardite.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>José de Espronceda</b> también recurre al <i>ópalo</i> para crear la metáfora del amanecer en su obra "<b><i>El estudiante de Salamanca"</i></b>. Escribe en la parte segunda:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Blanca nube de la aurora,</div><div style="text-align: center;">teñida de ópalo y grana,</div><div style="text-align: center;">naciente luz te colora, </div><div style="text-align: center;">refulgente precursora</div><div style="text-align: center;">de la cándida mañana.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Doña <b>Emilia Pardo Bazán</b> visitó, una vez más, la ciudad de <b>París</b> con motivo de la <b>Exposición Universal de 1889.</b> Aquellas crónicas, que publicó en la revista <b><i>La España Moderna</i></b>, las escribió en forma epistolar, y todas ellas llegaron a formar parte de su obra "<b><i>Al pie de la torre Eiffel</i></b>" (La España Editorial. <b>Madrid,</b> 1889). En la primera dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">¿Quién lo duda? La Exposición <i>resultará</i>; París rebosará de gente y harán su agosto los hosteleros, los tenderos, las cortesanas
y las modistas. (Ya saldrán á relucir en estas
páginas las cuatro importantes clases parisienses, oscuras abejas ó moscas de doradas y
verdes alas, que chupan la sustancia al incauto viajero.) Yo sé que en París todo resulta,
porque conozco aquella capital. Varios inviernos he pasado en el cerebro del mundo, haciendo hasta las cuatro de la tarde la
vida del estudiante aplicado, y de cuatro á doce de la noche la del incansable turista
y observador, relacionada con las duquesas legitimistas del barrio de San Germán, lo mismo que con la pléyade literaria: novelistas, poetas, dramaturgos y sabios. He
arrostrado la crudísima temperatura del Enero parisiense yéndome con mi cartera de
apuntes bajo el brazo á pisar la nieve endurecida de las calles ó á contemplar las estalactitas de hielo que adornaban con mágicos
aderezos de ópalo y brillantes las monumentales fuentes del barrio latino y de la plaza
de los Inocentes, ó los secos árboles del Jardín de Plantas"</span>.</div><div style="text-align: justify;">( "<b><i>¡Francia! Aquel París</i></b>". Madrid, 7 de abril; págs. 14-15)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Benito Pérez Galdós</b> no ahorró adjetivos en la descripción del rostro y el porte de la joyera doña <b>Jacoba Zahón</b> en el <b>Episodio Nacional,</b> de la tercera serie, titulado "<b><i>Mendizábal</i></b>" (Obras de Pérez Galdós. <b>Madrid,</b> 1898):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Volvió después su rostro hacia Calpena, y
le saludó con graciosa sonrisa, mostrando al
joven su senil y enfermiza hermosura, que
enormemente contrastaba con su desgraciado cuerpo. Ofrecía su cabeza un exactísimo
parecido con la de María Antonieta; mas por
el color exangüe y la extremada delgadez del interesante rostro era la cabeza de la infeliz Reina después de cortada, tal como nos
la ha transmitido la auténtica mascarilla de
cera existente en un célebre Museo. D. Fernando sintió trío al contemplar aquel rostro
tan fino y transparente, de un perfil distinguidísimo, apagados los ojos, lívido el labio,
mostrando una dentadura en buena conservación. El cabello era gris, y para que resultara, mayor la terrible semejanza con la decapitada Reina, se sujetaba dentro de una
escofieta blanca. El cuerpo no debiera llamarse feo, sino monstruoso: cada hombro á diferente altura, corvo el espinazo. Se envolvía en una cachemira muy usada, bajo la
cual aparecían la falda de estameña obscura, y los zapatos de paño, holgadísimos, pertenecientes sin duda á su difunto esposo. A
la cara correspondían las manos, también
de cera, finísimas, bien marcadas las falanges bajo una piel sedosa; las uñas no muy
cortas, pero limpias: lucía en sus dedos una
sortija negra, con un hermosísimo ópalo de
fuego de gran tamaño"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Cap. XVII; págs. 175-176)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así describe don <b>Juan Valera</b> el inicio del anochecer en su famosa novela "<b><i>Pepita Jiménez</i></b>" (Imprenta de J. Noguera. <b>Madrid</b>, 1874):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Las sombras nocturnas fueron pronto ganando
terreno; pero la noche, al desplegar su manto y
cobijar con él aquellas regiones, se complace en
adornarle de más luminosas estrellas y de una luna
más clara. La bóveda azul no trocó en negro su color azulado: conservó su azul, aunque le hizo más
oscuro. El aire era tan diáfano y tan sutil, que se
veían millares y millares de estrellas, fulgurando en
el éter sin términos. La luna plateaba las copas de
los árboles y se reflejaba en la corriente de los arroyos, que parecían de un líquido luminoso y trasparente, donde se formaban iris y cambiantes como en el ópalo. Entre la espesura de la arboleda cantaban
los ruiseñores. Las yerbas y flores vertían más generoso perfume. Por las orillas de las acequias, entre la yerba menuda y las flores silvestres, relucían
como diamantes ó carbunclos los gusanillos de luz
en multitud innumerable</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. II: "<b><i>Paralipómenos</i></b>"; págs. 190-191)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dentro de su libro "<b><i>Chispas: glosas a la actualidad de fin del siglo XIX</i></b>" (Manuel P. Delgado. <b>Madrid</b>, 1894), <b>Manuel del Palacio</b> incluyó este letrilla amorosa:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Si yo debiese convertirme en piedra, </div><div style="text-align: center;">y pudiera elegir, </div><div style="text-align: center;">no sería diamante, ni esmeralda, </div><div style="text-align: center;">ni ópalo, ni rubí. </div><div style="text-align: center;">¡Ni deidad, ni sepulcro, ni obelisco, ni escollo en mar azul: </div><div style="text-align: center;">ser quisiera la pila de alabastro </div><div style="text-align: center;">donde te bañas tú!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El 1º de enero de 1899 <b>Rubén Darío</b> comenzó el año escribiendo un artículo titulado <b><i>"El Barcelona"</i></b>, que terminó formando parte de su obra "<b><i>España Contemporánea</i></b>" (Garnier Hermanos. <b>París</b>, 1901)). Llega a la ciudad condal en barco. Una hora después está paseando por la <b>Rambla</b>. Entra en el café<b> Colón,</b> situado cerca del <b>Teatro Principal.</b> Lo describe de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">Es éste
un lujoso y extenso establecimiento, a la manera de
nuestra confitería del Águila, pero triplicado en extensión; la sala inmensa está cuajada de mesitas en donde
se sirven diluvios de café; es un punto de reunión diaria y constante; pues en España, aun estando en Cataluña, la vida de café es notoria y llamativa; y en cada café
andáis como entre un ópalo, pues estas gentes fuman
como usinas, y el extranjero siente al entrar en los recintos la irritación de los ojos entre tanta humana fábrica de nicotina. ¿Quién sabe la influencia que los alcaloides del café y del tabaco han tenido en estas razas
nerviosas, que por otra parte calientan luminosas y
enérgicas llamas y brasas de sol y de vino?</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 10)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54XreerP1Fz3iPBQe3RkvdshG1zhXUTYpPkUwekYnl-LciLN47ij9zbwEmnR8y8MSd1A2d5Ln8ITTDcY4QMOV2QFZUpZ8u8aWYC1iowtB-ikuXyuxGAUbL8V_As17gFL5MKnymbDf3SzS82uQdTjClHYd_PON8FeOxyYF-xfWfinZnJSxKB7lng43LxNW/s653/a19.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="364" data-original-width="653" height="178" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54XreerP1Fz3iPBQe3RkvdshG1zhXUTYpPkUwekYnl-LciLN47ij9zbwEmnR8y8MSd1A2d5Ln8ITTDcY4QMOV2QFZUpZ8u8aWYC1iowtB-ikuXyuxGAUbL8V_As17gFL5MKnymbDf3SzS82uQdTjClHYd_PON8FeOxyYF-xfWfinZnJSxKB7lng43LxNW/s320/a19.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Francisco Villaespesa</b> incluyó en su poemario "<b><i>La casa del pecado</i></b>" (Editorial Maucci. Barcelona, 1920) una serie de veinte sonetos, bajo el título de "<b><i>Camafeos</i></b>". El quinto dice así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡Oh!, dime triste huérfano, ¿ en qué hora </div><div style="text-align: center;">tu angustia fue mayor? ¿Cuando abrazado </div><div style="text-align: center;">al cuerpo maternal te vio el helado </div><div style="text-align: center;">azular mortecino de la aurora, </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">o al contemplar, de la mujer que adora </div><div style="text-align: center;">tu ardiente corazón enamorado, </div><div style="text-align: center;">el blanco rostro, en lágrimas bañado, </div><div style="text-align: center;">sabiendo, triste, que por ti no llora? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿Qué hora fue para ti más larga y
triste? ... </div><div style="text-align: center;">¡Tú bien lo sabes, pobre boca mía, </div><div style="text-align: center;">que aún palideces recordando aquella </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">lágrima que en tus labios absorbiste ... </div><div style="text-align: center;">Mas que una perla humana parecía</div><div style="text-align: center;"> ópalo desprendido de una estrella!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De <b>Salvador Rueda</b> es la poesía titulada <b><i>"La tísica</i></b>". Estos son sus primeros versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Dedos leves y ambarinos, dedos castos y sutiles, </div><div style="text-align: center;">dedos puros cual falanges de traslúcidos marfiles </div><div style="text-align: center;">que tenéis de los ascetas la tranquila idealidad; </div><div style="text-align: center;">dedos tibios y llorosos como lágrimas de cirios, </div><div style="text-align: center;">dedos santos e ideales como cálices de lirios, </div><div style="text-align: center;">que os bañáis en luz remota de una excelsa claridad: </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Se os conoce, humanos tallos de cristal, que habéis orado; </div><div style="text-align: center;">se os conoce en vuestra carne de ilusión, que habéis llorado; </div><div style="text-align: center;">que os alzasteis a los cielos suspirantes y hechos cruz; </div><div style="text-align: center;">la oración, vuestras blancuras volvió en vidrio penitente; </div><div style="text-align: center;">la plegaria, vuestros tonos hizo un ópalo doliente </div><div style="text-align: center;">y trocó vuestros diez pétalos en diez ágatas de luz.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre las "<b><i>Canciones</i></b> (1921-1924)" (Litoral. <b>Málaga</b>, 1927) de<b> Federico García Lorca, </b>se encuentra esta:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">E1 canto quiere ser luz. </div><div style="text-align: center;">En lo obscuro el canto tiene, </div><div style="text-align: center;">hilos de fósforo y luna. </div><div style="text-align: center;">La luz no sabe qué quiere. </div><div style="text-align: center;">En sus límites de ópalo,</div><div style="text-align: center;"> se encuentra ella misma, </div><div style="text-align: center;">y vuelve.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Manuel Azaña</b> describe de este modo el paisaje que rodea al río <b>Henares</b> en su novela autobiográfica titulada "<b><i>El jardín de los frailes</i></b>" (Imprenta Sáez Hermanos. <b>Madrid</b>, 1927):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Misterio nunca sentido en la primavera del
campo sin montaña por donde va el Henares:
la vena del río, sonante en invierno; un festón
de negrillos al pie de escabrosos pastizales; la
sierra esculpida en nácar, en ópalo, no tan
próxima que agobie ni tan lejos que no sea límite; la gleba dócil, abierta, loada por los
hombres que han cumplido sobre ella el rito
de sembrar; y entre el alcor y el río, la vega
armoniosa, reparo de imaginaciones desmandadas. Tierra escueta, y tan árida, que el ornato más pobre—un olmo solitario, un pradecillo, el retamar silvestre, la poca agua que
basta para humedecer las yerbas del arroyo—
vibra con fulgurante alegría</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. XIV; pág. 175)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De este modo describe <b>Juan Ramón Jiménez </b>la procesión del <b>Corpus</b> en su obra más conocida, "<b><i>Platero y yo</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">La calle, recién encalada y ribeteada de almagra, verdea toda, vestida de
chopos y juncias. Lucen las ventanas colgaduras de damasco granate, de seda
amarilla, de celeste raso, y, en las casas en que hay luto, de lana cándida, con
cintas negras. Por las últimas casas, en la vuelta del Porche, aparece, tarda, la
Cruz de los espejos, que, entre los destellos del poniente, recoge ya la luz de
los cirios rojos. Lentamente, pasa la procesión. La bandera carmín, y San
Roque, patrón de los panaderos, cargado de tiernas roscas; la bandera glauca,
y San Telmo, patrón de los marineros, con su navío de plata en las manos; la
bandera gualda, y San Isidro, patrón de los labradores, con su yuntita de
bueyes, y más banderas de colores, y más Santos, y luego, Santa Ana, dando
lección a la Virgen, y San José, pardo, y la Inmaculada, azul... Al fin, entre la
guardia civil, la Custodia, ornada de espigas granadas y de esmeraldinas uvas
agraces su calada platería, despaciosa en su nube celeste de incienso. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">En la tarde que cae, se alza, claro, el latín andaluz de los salmos. El sol, ya
rosa, quiebra su rayo bajo, que viene por la calle del Río, en la cargazón de oro
de las viejas capas pluviales. Arriba, en derredor de la torre escarlata, sobre el
ópalo terso de la hora serena de Junio, las palomas tejen sus altas guirnaldas
de nieve encendida... "</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Cap. LVI: "<b><i>Corpus</i></b>"; págs. 119-120)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se cumplen cincuenta años de la publicación de "<b><i>Oficio de tinieblas 5</i></b>", una obra que <b>Camilo José Cela</b> no consideraba una novela sino la purga de su corazón. La tuve en mis manos con diecisiete primaveras. Fue un libro que me cautivó desde la primera línea. Me influyó tanto que, tres años después, comencé la redacción de mi primera novela "<b><i>Variaciones desde el desamor en la última noche</i></b>", con una técnica literaria similar. Con el paso del tiempo, la presenté al primer concurso de <b>Participación Ciudadana</b>, convocado por el <b>Ayuntamiento de Madrid,</b> y le dieron el tercer premio a la creación literaria. No la publicaron. Estuvo un año en el cajón de <b>Ediciones Libertarias,</b> sin que viera la luz, y ahora sigue siendo un texto inédito sobre el suicidio que nunca publicaré.</div><div style="text-align: justify;">De la obra de <b>Camilo José Cela</b> es la mónada 143:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">tú sigue cautelosamente desnuda quema tu ropa en la chimenea o arrójala por el balcón sin que tuprimo se dé cuenta los jóvenes obnubilados están ciegos tienen los ojos llenos de piedras preciosas diamantes para sanar el cólera esmeraldas para combatir los síntomas del mal caduco rubíes para alejar los malos pensamientos jacintos para fortificar el corazón y aumentar la prudencia ópalo para conservar las durezas del organismo, y no ven nada</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 27)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con un aforismo de <b>Andrés Trapiello</b>, incluido en su obra "<b><i>El arca de las palabras"</i></b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">El esperma guarda la luz del ópalo</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 22)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/VtbgFYMpQQw" width="320" youtube-src-id="VtbgFYMpQQw"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-32160401845583996922023-11-06T16:32:00.001+01:002023-11-06T16:32:47.575+01:00OPILAR - OPILACIÓN<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7o16MQ_gTIHLd1nrYzrNOC5wNZGwR2r9vk_pB_JzslZhGm8-THVb9xaiGUuCycXC3pmu2REYv-HOKcMOXKgmuZlKUjjOf6_uT_-Lv4Hs8PW_m2PIw50wIc7CD30jqgtyL-3Awk2KMLtIQnOMb7kcNSo15o-nu8aK9wraCLc2CfTT4OVyJW3JURFHWoNSV/s768/a36.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="631" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7o16MQ_gTIHLd1nrYzrNOC5wNZGwR2r9vk_pB_JzslZhGm8-THVb9xaiGUuCycXC3pmu2REYv-HOKcMOXKgmuZlKUjjOf6_uT_-Lv4Hs8PW_m2PIw50wIc7CD30jqgtyL-3Awk2KMLtIQnOMb7kcNSo15o-nu8aK9wraCLc2CfTT4OVyJW3JURFHWoNSV/s320/a36.png" width="263" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>Sebastián Junyent</b>: "<b><i>Clorosis</i></b>" (1899)</div><p></p><p style="text-align: justify;"><b>Covarrubias</b> define la voz <i>opilación</i> del siguiente modo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILACION enfermedad ordinaria y particular de donzellas, y de gente que haze poco exercicio. Dixose del verbo griego <i>pileo</i>, stringo, cóstringo coagulo. Opilado y opilarse</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades </b>recoge las voces<i> opilación, opilar </i>y <i>opilado</i> con estas definiciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILACION. s. f. Obstruccion y embarazo en las vias y conductos, por donde passan los humores. Viene del latino <i>Oppilatio,</i> que significa lo mismo. COMEND, <i>sob, las 300</i>, Copl, I de las añadidas. E la voz se le rompe y el movimiento, é por ventura se ahoga por las opilaciones de los poros. Lag. <i>Diosc</i>. lib. 5. cap. 7. Por donde es mui dañoso á la gota, y util contra la piedra, contra toda suerte de opilacion, y contra la hydropesía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILAR. v. a. Obstruir, tapar y cerrar los conductos del cuerpo humáno, de suerte que no corran libremente los espíritus. Usase de este verbo mas comunmente en pasiva. Covarr. le trahe del Griego <i>Pileo</i>; pero es mas natural se formasse del verbo Lat. <i>Obstruere</i>. LAG. <i>Diosc. </i>lib. 5. cap. 7. Los (vinos) resfriados con hielo, nieve ó salitre destruyen notablemente los dientes, ahogan el calór natural, encrudecen el pecho, debilitan mucho el estomago, opilan todos los interiores miembros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILADO, DA. part. pass. del verbo Opilar. Obstruido y cerrado de vias. Lat.<i> Obstructus. Oppilatus</i>. ESPIN. <i>Escud. Relac. I</i>. Introd. De los Pueblos circunvecinos acuden á mi... con doncellas opiládas ó con heridas de cabeza".</span></p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1843, en la que añaden estas acepciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILACION. f. (...) Supresion morbosa de la evacuacion menstrual de las mujeres. Chlorosis.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILAR. a. (...) Contraer las mujeres la enfermedad de la opilacion</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición usual de 1869 definen así el verbo y el sustantivo que estamos estudiando:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILAR. a. Obstruir, tapar y cerrar los vasos y conductos del cuerpo humano, estorbar su accion. // r. Contraer las mujeres la enfermedad de la opilacion.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILACION. f. Med. Obstruccion, en general; y en especial, la consiguiente á la supresion, disminucion ó retencion del flujo menstruo</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición usual de 1884 dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILAR. (Del lat.<i> oppilare.</i>) a, ant. Obstruir. // r. Contraer las mujeres opilación".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILACIÓN. (Del lat. <i>oppilatio</i>.) f. Obstrucción, 2ª acep. // Estado anormal de la mujer, por supresión, disminución ó retención del flujo menstruo</span>".</p><p style="text-align: justify;">Esta segunda acepción pasa a ser simplemente amenorrea en la edición de 1899. En la de 1925 añaden una más: "<span style="color: red;">hidropesía</span>". En la de 1970 estas dos voces quedan definidas de esta manera:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OPILACIÓN. (Del lat. <i>oppilatio, -onis</i>.) f. Obstrucción en general. // 2. Supresión del flujo menstrual. // 3. Acumulación del humor seroso en el cuerpo, hidropesía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OPILAR. (Del lat. <i>oppilare.</i>) tr, <i>ant</i>. Obstruir, cerrar el paso. 2. prnl. Dejar de tener la hembra el flujo menstrual</span>".</p><p style="text-align: justify;">Se mantienen estas definiciones hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada, que añade una acepción boliviana del verbo: "<span style="color: red;">Dicho del estómago: llenarse de agua</span>".</p><p style="text-align: justify;">Las causas y síntomas de la <i>opilación</i>, preferentemente en las doncellas, nos las explica exhaustivamente don <b><a href="https://dbe.rah.es/biografias/20133/baltasar-de-viguera-pablo">Baltasar de Viguera</a></b> en el tomo I de su obra "<b><i>La fisiológía y patológia de la muger...</i></b>" (Imprenta de Ortega y Compañía. <b>Madrid</b>, 1827). Entre otras muchas cosas, dice:</p><div style="text-align: justify;">"<b>PAR. 436.</b> <span style="color: #2b00fe;">Esta calamidad de las doncellas, fue sin
duda desconocida de los antiguos. Hasta Juan Langio,
pues, escritor del siglo XV, nada se encuentra que tenga relación ni con su nombre ni con su historia. Se
ha no obstante creído, que Hipócrates la llamó clorosis; pero ni en las obras de este ilustre corifeo, ni en las de Galeno, Pablo Aegineta, Aetio, ni en los
demas escritores de aquellos remotos siglos, se halla semejante dictado. A pesar de todo, como su significacion corresponde al color pálido verdoso que se observa en esta afección, se la ha descrito después con este
nombre por muchos prácticos. Otros la han llamado
ictericia blanca, pretendiendo ver en ella alguna analogía con la flava. También se la ha llamado enfermedad virgínea, porque solo la padecen las jóvenes doncellas. Se la ha igualmente distinguido por otros con
los dictados de calentura blanca, virgínea y amatoria,
quizá únicamente porque acomete en la edad en que
empiezan á centellar las chispas de los placeres sin objeto ó con objeto que las atice; pero léjos de desarrollarse en las pacientes ardor febril, sienten frio aun
en las estaciones mas cálidas</span>. <br /><b>PAR. 437</b>. <span style="color: #2b00fe;">Quiere decir, que se ha pretendido establecer el carácter de esta afección por sus efectos ó
síntomas, sin pararse á brujulear cual es el centro de
donde se irradian, cual es la calidad y propiedades del
órgano afecto, y cuales y como las especiales maneras
de su lesión. Así que he creído deber distinguirla con
el dictado de <i>sofocación de los ovarios</i>, porque espresa con toda propiedad la inacción ó estasis de sus funciones, y la nulidad de sus simpatías sobre el demas
grupo de órganos que viven bajo su dependencia. También he creído conveniente conservar el de opilación,
porque se ha hecho el mas familiar, aunque solo espresa el embarazo del movimiento de los líquidos sin
esplicar su causa</span>.<br /><b>PAR. 438.</b> <span style="color: #2b00fe;">Como quiera que sea, las doncellas puberadas son las mas frecuentemente atacadas de esta
afección, ya antes de la aparición de las reglas y ya
después de algunos períodos mas ó menos regularizados, Así que es mucho mas común en los primeros
destellos de la festiva pubertad, que después del perfecto desarrollo, es decir: que es raro observarla pasados los veinte y dos años. Se ha pretendido, no obstante, que pueden también padecerla las viudas, y aun
las embarazadas en los primeros meses. Yo no la he
visto en estos estados, ni puedo persuadirme que sean
exactos los hechos sobre que se ha aventurado esta asercion; mientras que sí creo, que se la ha equivocado con
alguna de las otras caquexias ó discrasías humorales,
que se desarrollan y sostienen por vicios de otros órganos, comunes á los individuos de ambos sexos, y que
no contradicen á ninguna edad ni estado</span>.<br /><b>PAR, 439</b>. <span style="color: #2b00fe;">Los signos incipientes que mas á menudo la caracterizan son la tristeza y la taciturnidad, la
fácil afección del espíritu, la indiferencia para las diversiones, la languidez y pereza para las ocupaciones
ordinarias, los bochornos y congojas vaporosas, la disminución del apetito ó su tan monstruosa depravación
que no es raro devorar sal, carbones, yeso, pedazos
de cántaro y otras materias asquerosas. En seguida las
reglas escasean ó desaparecen del todo, se marchita mas
ó menos lentamente el brillo espresivo de los ojos, y
la hermosa frescura de la piel se cambia en una ingrata palidez, que adquiere diferentes matices, pues ya
es purulenta o sebácea, ya cadaverosa ó amarillenta, y
ya aplomada, cenicienta ó verdosa</span>.<br /><b>PAR. 440</b>. <span style="color: #2b00fe;">En este estado, el trastorno del orden
de las funciones gástricas se gradúa estraordinariamente. Así es, que las pacientes son por lo común atormentadas de una sed inestinguible; mientras que miran con aversión los alimentos ordinarios y se recrean
ansiosamente con los mas absurdos: pero sean cuales fueren los que tomen, á todos se siguen lo mas á menudo
descomposiciones alcalescentes ó vinagrosas, que traen
tras sí eructos molestos de la misma índole, dolores
cardiacos, náuseas, vómitos, borborismos, diarreas y
tensión dolorosa de todo el abdomen, que se hace sentir mas notablemente en las regiones renal, inguinal, é
hipogástrica.</span><br /><b>PAR. 441.</b> <span style="color: #2b00fe;">A este incremento de síntomas, acompaña frecuentemente pesadez ó dolor gravativo de cabeza, propensión invencible al sueño, y tan notable
cansancio en la respiración, que al mas ligero egercicio se fatigan estraordinariamente, las palpita el corazón, y sienten unas pulsaciones tan agudas en las sienes, que á veces se perciben con la vista los latidos
de las carótidas, con especialidad cuando suben algún
repecho ó escalera. </span><br /><b>PAR. 442</b>. <span style="color: #2b00fe;">En este estado sobreviene también el edema de las piernas que por lo común se disipa mientras el sueño; pero en cambio la cabeza y el rostro amanecen abotagados, y los párpados hinchados con un
círculo lívido á su alrededor que vulgarmente se llama ojeras. Sn espíritu no padece menos; lloran, pues,
si se las acaricia ó compadece, lo mismo que si se las
regaña; desean la muerte, se afligen si se las habla, y
sumergidas en la mas negra tristeza, miran con aversión todo lo que puede distraerlas, representando en su físico y moral la imagen de la melancolía y desolacion</span>.<br /><b>PAR. 443</b>. <span style="color: #2b00fe;">Tal es la marcha que por lo común sigue la opilación, cuando no se la sale al encuentro con
sus oportunos auxilios. Su germen productor, ó sea sus
causas determinantes, de cuya calidad y gerarquia hablaré luego, se derivan esencialmente de la misma escitabilidad espontánea del órgano motor y conservador
de las atribuciones sexuales, ó escasamente desarrollada, o demasiado aguijoneada, y remontada á un grado capaz de sofocar ó paralizar las propiedades de su
vitalidad é influencia</span>".<br />(Cap. XVII: "<b><i>Apuntes sobre la sofocacion de los ovarios, ó sea sobre la llamada opilación</i></b>"; págs. 252-256)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La costumbre de las mujeres del <b>Siglo de Oro</b> de comer búcaros de barro para tener el color de las <i>opiladas</i> debió de ser tan habitual que, muchos años después, el lexicógrafo madrileño don <b>Alonso Zamora Vicente </b> se refiere a ella con cierta sorna en su obra titulada "<b><i>La otra esquina de la lengua</i></b>" (Fundación Antonio Nebrija. <b>Madrid</b>, 1995):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #783f04; text-indent: 30px;">Las damas elegantes que, en el XVII, bajaban </span><span style="background-color: white; text-indent: 30px;"><span style="color: #783f04;">al prado a lucir sus brocados, a presumir de fortunas indianas y de sangre de los godos, llevaban permanentemente en la boca trocitos de barro cocido. Cántaro roto, cachiza a la boca. Se pensaba, con toda seriedad, que aquello opilaba los conductos por donde circulaban los humores; tal atasquillo se acusaba en una palidez marfileña que subyugaba a los hidalgos en soltería prometedora. Supongo que existiría un ritual acatado sobre el tamaño y forma de los trocitos, y, melancolía suspirante, sobre el ademán para introducirlos en la boca, agarraditos con dos dedos melindrosos, el meñique levantado en rictus henchido de intenciones. Y no digamos la acordada música del traqueteo búcaro-mandibular. Seguramente una caída de ojos cómplice armonizaba con los chupetones y conducía ante el cura, que, velaciones abiertas o cerradas, procedía, sacramentalmente, a la prolongación del Imperio y al prestigio de los cascuelos</span>"</span></span><span style="background-color: white; font-family: "Times New Roman", Times, serif; font-size: 14px; text-indent: 30px;">.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-indent: 30px;"><span style="font-family: inherit;">("<b><i>Los jóvenes aprietan</i></b>"; págs. 221-222)</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-indent: 30px;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-indent: 30px;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3vahyphenhyphenCFgudZraFD_hlMMkmIngdBkHJjQD2DBy1n0lDT6JP693vPEq6I-dhrqIBVFS72abWlCGZaqU2DeCR5yby7Yicnzr6eGmY-Uhu3EvKm9i23bf1sUr3KkdZjqoP6cQnXL5KBFhH8v0kX_oDlT4SGNlIMiOzhS3TXCinAwfZ3LgmO6wlmY3PpurkgC-/s678/a37.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="678" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3vahyphenhyphenCFgudZraFD_hlMMkmIngdBkHJjQD2DBy1n0lDT6JP693vPEq6I-dhrqIBVFS72abWlCGZaqU2DeCR5yby7Yicnzr6eGmY-Uhu3EvKm9i23bf1sUr3KkdZjqoP6cQnXL5KBFhH8v0kX_oDlT4SGNlIMiOzhS3TXCinAwfZ3LgmO6wlmY3PpurkgC-/s320/a37.png" width="267" /></a></div><b>Alonso Sánchez Coello</b>: "<b><i>Doña Juana de Mendoza, duquesa de Béjar, con un enano</i></b>" (1585)<br /><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La <b>Sociedad de Bibliófilos Españoles</b> publicó "<b><i>Algunas obras del Doctor Francisco López de Villalobos</i></b>" (<b>Madrid</b>, 1886) el famoso humanista judeoconverso que fue médico de cámara de los reyes <b>Fernando el Católico</b> y<b> Carlos I</b>. Entre ellas se encuentra "<b><i>El sumario de la medicina en romance</i></b>", que comprende "<i>todas la enfermedades vniuersales y particulares, segun que las puso Auicena</i>". La voz <i>opilación</i> es frecuente en estas curiosas composiciones poéticas, casi siempre con el sentido de obstrucción. De todas ellas hemos elegido la titulada " <b><i>De las passiones de los genitiuos
y miembros de la generación, y primero del poco apetito
y facultad dellos</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Los miembros que engendran, por muy principales </div><div style="text-align: center;">cuentan, y son de gran beneficio; </div><div style="text-align: center;">también estos sienten passiones y males, </div><div style="text-align: center;">el mas lastimero y peor de los quales </div><div style="text-align: center;">es falta de coito y no vsar bien su officio; </div><div style="text-align: center;">la causa es nel miembro y la sangre frialdad </div><div style="text-align: center;">que haze menguar apetito y esperma, </div><div style="text-align: center;">o calor que gasta la ventosidad, </div><div style="text-align: center;">por quien resuscita la sensualidad, </div><div style="text-align: center;">o algún miembro noble o vezino que enferma.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Prosigue las causas y pone la cura</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Como es el celebro o el coracon </div><div style="text-align: center;">de los quales vienen virtud y apetito, </div><div style="text-align: center;">o es porque entrellos ay opilación </div><div style="text-align: center;">por donde a los miembros de generación </div><div style="text-align: center;">no passa materia, virtudes ni esprito; </div><div style="text-align: center;">si es este defecto por los superiores, </div><div style="text-align: center;">sus señas y curas ya están sobrescritas, </div><div style="text-align: center;">Y si es porque ay falta de sangre y humores, </div><div style="text-align: center;">la leche y los hueuos son restauradores, </div><div style="text-align: center;">el vino y el sueño de las tardezitas.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Prosigue</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Si es por frialdad, de qualquiera manera </div><div style="text-align: center;">metridato y triaca en ella se aprueua, </div><div style="text-align: center;">y el diasatirion en aquesto s´esmera, </div><div style="text-align: center;">y si es de calores, de la dormidera </div><div style="text-align: center;">sacad la simiente, y en vino la beua; </div><div style="text-align: center;">los pezes salados, anguilla y cecina </div><div style="text-align: center;">despiertan á Venus, con puros engaños </div><div style="text-align: center;">mantienenla vinos de Coca y Medina, </div><div style="text-align: center;">paloma y perdiz, codorniz y gallina, </div><div style="text-align: center;">y fresca mochacha de diez y seys años.</div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">La poesía de </span><b style="text-align: justify;">Cristóbal de Castillejo</b><span style="text-align: justify;"> titulada "</span><b style="text-align: justify;"><i>Sobre un desastre que aconteció a un confeso</i></b><span style="text-align: justify;">" comienza de este modo:</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: center;">Habla con el Médico<br />Mandad señor Bachiller<br />proveer,<br />en un caso desastrado,<br />de un hombre que de espantado<br />está para perecer,</div><div style="text-align: center;">si presto no es remediado.</div><div style="text-align: center;">Ved ayna,</div><div style="text-align: center;">lo que manda medicina</div><div style="text-align: center;">sobre males de esta suerte:</div><div style="text-align: center;">porque este queda a la muerte,</div><div style="text-align: center;">y entre manos se nos fina.</div><div style="text-align: center;">El hizo cierta jornada</div><div style="text-align: center;">bien pensada,</div><div style="text-align: center;">y provechosa le fuera,</div><div style="text-align: center;">si mal no le sucediera</div><div style="text-align: center;">con una jaca alquilada,</div><div style="text-align: center;">que nunca llevar debiera.</div><div style="text-align: center;">Fue avisado,</div><div style="text-align: center;">este mal aventurado,</div><div style="text-align: center;">que no la deje jamás</div><div style="text-align: center;">suelta, si como Jonás</div><div style="text-align: center;">no quiere verse tragado.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuenta <b>Castillejo</b> que, en el establo, la jaca le mordió al vizcaíno al ir a darla de comer, y lo mismo le hizo a una moza del mesón; de modo que, sin reponerse del susto, optó por caminar a pie llevando a la yegua de las riendas. Termina de esta manera: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Venció el temor la codicia</div><div style="text-align: center;">y avaricia,</div><div style="text-align: center;">por ser su complexión flaca,</div><div style="text-align: center;">de un cabo teme la jaca,</div><div style="text-align: center;">y del otro la justicia,</div><div style="text-align: center;">que recia pesquisa saca.</div><div style="text-align: center;">No seguro,</div><div style="text-align: center;">tras aquel devoto muro,</div><div style="text-align: center;">acordó de caminar</div><div style="text-align: center;">a pie sin le embarazar</div><div style="text-align: center;">camino largo ni duro.</div><div style="text-align: center;">Y es llegado aquí el mezquino</div><div style="text-align: center;">vizcaíno,</div><div style="text-align: center;">muerto, flaco, trasijado,</div><div style="text-align: center;">y del temor ha purgado</div><div style="text-align: center;">tanta cosa en el camino,</div><div style="text-align: center;">que viene desainado,</div><div style="text-align: center;">y deshecho,</div><div style="text-align: center;">y dice que se le ha hecho</div><div style="text-align: center;">una grande opilación,</div><div style="text-align: center;">encima del corazón, </div><div style="text-align: center;">hacia la parte del pecho.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¡Cuántas veces hemos escuchado a <b>Paco Ibáñez</b> cantar la famosa letrilla de <b>Francisco de Quevedo</b> dedicada a <i>la pobreza y al dinero</i>, que el cantante valenciano tituló con el primer verso del ilustre poeta: "<b><i>Pues amarga la verdad</i></b>". Allí dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿Quién los jueces con pasión </div><div style="text-align: center;">Sin ser ungüento, hace humano, </div><div style="text-align: center;">Pues untándoles las manos, </div><div style="text-align: center;">Les ablanda el corazón? </div><div style="text-align: center;">¿Quién gasta su opilación </div><div style="text-align: center;">Con oro y no con acero? </div><div style="text-align: center;">El dinero. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es sabido que <b>Luis de Góngora</b>, ya viejo, sufrió penalidades y penurias, y que administraba sus bienes el licenciado <b>Cristóbal de Heredia</b>; sobre todo, una pensión del obispado de <b>Córdoba</b>, y otras rentas. que le enviaba a cuenta gotas. A él dedicó esta letrilla burlesca, pidiéndole los alimentos de medio mes adelantado: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Señor, pues sois mi remedio,</div><div style="text-align: center;">y sabéis que me he comido</div><div style="text-align: center;">medio mes, que no he vivido,</div><div style="text-align: center;">enviadme el otro medio;</div><div style="text-align: center;">yo no hallo causa ni medio</div><div style="text-align: center;">como vivir, sino holgado,</div><div style="text-align: center;">a lo menos descuidado,</div><div style="text-align: center;">porque faltándome el mes,</div><div style="text-align: center;">pienso que la causa es</div><div style="text-align: center;">opilación o preñado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A <b>Lope de Vega</b>, como a muchos poetas de su tiempo, le gustaba hacer chistes con las <i>opiladas</i>. De sus composiciones hemos escogido un romance hortelano, que comienza así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Hortelano era Belardo </div><div style="text-align: center;">De las huertas de Valencia; </div><div style="text-align: center;">Que los trabajos obligan </div><div style="text-align: center;">A lo que el hombre no piensa. </div><div style="text-align: center;">Pasado el hebrero loco </div><div style="text-align: center;">Flores para mayo siembra; </div><div style="text-align: center;">Que quiere que su esperanza </div><div style="text-align: center;">Dé fruto á la primavera. </div><div style="text-align: center;">El trébol para las niñas </div><div style="text-align: center;">Pone al lado de la huerta; </div><div style="text-align: center;">Porque la fruta de amor </div><div style="text-align: center;">De las tres hojas aprenda. </div><div style="text-align: center;">Albahacas amarillas, </div><div style="text-align: center;">A partes verdes y secas, </div><div style="text-align: center;">Trasplanta para casadas </div><div style="text-align: center;">Que pasan ya de los treinta; </div><div style="text-align: center;">Y para las viudas pone </div><div style="text-align: center;">Muchos lirios y verbena, </div><div style="text-align: center;">Porque lo verde del alma </div><div style="text-align: center;">Encubre la saya negra; </div><div style="text-align: center;">Toronjil para muchachas </div><div style="text-align: center;">De aquellas que ya comienzan </div><div style="text-align: center;">A deletrear mentiras; </div><div style="text-align: center;">Que hay poca verdad en ellas. </div><div style="text-align: center;">El apio á las opiladas, </div><div style="text-align: center;">Y á las preñadas almendras; </div><div style="text-align: center;">Para melindrosas cardos, </div><div style="text-align: center;">Y ortigas para las viejas; </div><div style="text-align: center;">Lechugas para briosas </div><div style="text-align: center;">Que cuando llueve se queman; </div><div style="text-align: center;">Mastuerzo para las frias, </div><div style="text-align: center;">Y ajenjos para las feas...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del poeta beaciense <b>Alonso de Bonilla</b> (1569-1642), que tanto ponderó el <b>Fénix de los Ingenios</b>, hasta el punto de decir que era "<i>la maravilla octava del Parnaso</i>", es el siguiente soneto:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>DE EL BOCADO DE EVA APLICADO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Quedó opilada la mujer primera </div><div style="text-align: center;">de la crudeza del primer bocado, </div><div style="text-align: center;">mandóle al punto el Médico increado </div><div style="text-align: center;">que tomara el acero, y anduviera. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Dióselo un querubín, con la severa </div><div style="text-align: center;">presencia de un aspecto denodado, </div><div style="text-align: center;">no en polvo fino en filo se lo ha dado: </div><div style="text-align: center;">para darle a entender que polvo era. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Hizo ejercicio al fin, sudó y cansóse, </div><div style="text-align: center;">viendo aquella región que no había visto </div><div style="text-align: center;">de espinas de dolor y de amargura. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Trajéronla por muerta, y reparose </div><div style="text-align: center;">dándola de comer por Jesucristo; </div><div style="text-align: center;">que no a comer, quedárase en la cura.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4DDb9IASN7ZPbaKVRcG4NlCAvacxbrQxioPxlhfxiuLWQxWtXVpF1h8MY139Dsq_XKxzrVy-AzhyphenhyphenCumcOdDB0otoThPx9hYpeMwQSAFLjW9iMChsxdrXsay9rFWdEZEJoou0Oltu3HJA3hOKIr8WCCdvje1jybeNypd5U2E37-5J6LJdAytWS9ckDlE3Y/s828/a32%20la%20esperanza%20821870.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="567" data-original-width="828" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4DDb9IASN7ZPbaKVRcG4NlCAvacxbrQxioPxlhfxiuLWQxWtXVpF1h8MY139Dsq_XKxzrVy-AzhyphenhyphenCumcOdDB0otoThPx9hYpeMwQSAFLjW9iMChsxdrXsay9rFWdEZEJoou0Oltu3HJA3hOKIr8WCCdvje1jybeNypd5U2E37-5J6LJdAytWS9ckDlE3Y/s320/a32%20la%20esperanza%20821870.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><b><i>La Esperanza</i></b>.- 8 de febrero de 1870.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En "<b><i>El diablo Cojuelo</i></b>", de <b>Luis</b> <b>Vélez de Guevara</b>, leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">-Esotra que viene--prosiguió el Cojuelo--, que parece que va preñada,
es la Ambición, que está hidrópica de deseos y de imaginaciones. Esotra
es la Avaricia, que está opilada de oro, y no quiere tomar el
acero porque es más bajo metal. Aquellas que vienen, con tocas
largas y antojos, sobre minotauros, son la Usura, la Simonía, la
Mohatra, la Chisme, la Baraja, la Soberbia, la Invención, la
Hazañería, dueñas de la Fortuna. Los que vienen galanteando a estas
señoras todas y alumbrándolas con antorchas de colores diferentes son
ladrones, fulleros, astrólogos, espías, hipócritas, monederos falsos,
casamenteros, noveleros, corredores, glotones y borrachos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Tranco VII; pág. 60)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las poesías del presbítero salmantino <b>José Iglesias de la Casa</b> (1748-1791) fueron publicadas póstumamente en el año 1795. Entre ellas se encuentra esta letrilla:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que el Señor Cura tenga </div><div style="text-align: center;">Por ama una moza alegre, </div><div style="text-align: center;">Siendo mejor una vieja, </div><div style="text-align: center;">Para que su ajuar gobierne: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que tan caritativo </div><div style="text-align: center;">El otro esposo se muestre, </div><div style="text-align: center;">Que á cuantos van á su casa </div><div style="text-align: center;">Cortés á todos la ofrece: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que los Padres Maestros </div><div style="text-align: center;">A predicar se presenten, </div><div style="text-align: center;">Citando Autores Gentiles </div><div style="text-align: center;">Para instruir á las gentes: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que en casa del Letrado </div><div style="text-align: center;">Se mantenga mas la gente</div><div style="text-align: center;">Con el buen parecer de ella,</div><div style="text-align: center;"> Que no con sus pareceres: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que una niña se ponga </div><div style="text-align: center;">Opilada algunos meses, </div><div style="text-align: center;">Y nunca de nueve pase, </div><div style="text-align: center;">Y siempre á los nueve llegue: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que el Sastre á su muger </div><div style="text-align: center;">Diga que faltan qué haceres, </div><div style="text-align: center;">Y que busque ella por sí </div><div style="text-align: center;">Modo para mantenerle: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De que haya tantos asuntos </div><div style="text-align: center;">De que habla bajo la gente, </div><div style="text-align: center;">Y siendo justificados, </div><div style="text-align: center;">Ninguno alzar la voz quiere: </div><div style="text-align: center;"><i>Qué se infiere</i>? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre las poesías que forman parte de la obra "<b><i>Jardín de Venus</i></b>", escrita por<b> Félix María Samaniego</b>, se encuentra la titulada "<b><i>El reconocimiento</i></b>". Comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Una abadesa, en Córdoba, ignoraba </div><div style="text-align: center;">que en su convento introducido estaba </div><div style="text-align: center;">bajo el velo sagrado </div><div style="text-align: center;">un mancebo, de monja disfrazado; </div><div style="text-align: center;">que el tunante, dormía, </div><div style="text-align: center;">para estar más caliente, </div><div style="text-align: center;">cada noche con monja diferente, </div><div style="text-align: center;">y que ellas lo callaban </div><div style="text-align: center;">porque a todas sus fiestas agradaban, </div><div style="text-align: center;">de modo que era el gallo </div><div style="text-align: center;">de aquel santo y purísimo serrallo. </div><div style="text-align: center;">Las cosas más ocultas </div><div style="text-align: center;">mil veces las descubren las resultas </div><div style="text-align: center;">y esto acaeció con las cuitadas monjas, </div><div style="text-align: center;">porque, perdiendo el uso sus esponjas, </div><div style="text-align: center;">se fueron opilando </div><div style="text-align: center;">y de humor masculino el vientre hinchando...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Más de una vez hemos citado aquí la recopilación de D. <b>Amancio Peratoner</b> titulada "<b><i>Museo Epigramático ...</i></b>". En ella incluye esta composición poética de <b>A. Enrique Gómez</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Amiga, la viuda honrada </div><div style="text-align: center;">Que con dolor escesivo </div><div style="text-align: center;">Busca su difunto vivo </div><div style="text-align: center;">Ha de ser muy re-catada. </div><div style="text-align: center;">Con la «toca» repulgada </div><div style="text-align: center;">Su cara debe cubrir, </div><div style="text-align: center;">La ventana no ha de abrir, </div><div style="text-align: center;">La puerta no ha de cerrar; </div><div style="text-align: center;">De noche puede llorar, </div><div style="text-align: center;">De dia puede reir. </div><div style="text-align: center;">Si con tan mal tratamiento </div><div style="text-align: center;">Viniere á estar opilada, </div><div style="text-align: center;">Nueve meses retirada </div><div style="text-align: center;">Estar puede en su aposento; </div><div style="text-align: center;">De este mal, de este tormento, </div><div style="text-align: center;">La puede librar su tia; </div><div style="text-align: center;">Que mi abuela me decía </div><div style="text-align: center;">Cuando curaba á mi madre, </div><div style="text-align: center;">Que del agua de mi padre </div><div style="text-align: center;">Le dábala hidropesía.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqk5-Kh_qrjYYzhfO1XjZFJAFbn_wbxQnlHl8IcjZE0yvAvJI1DE-2rekI4CoHwmh7ImKaAB6opwxRm-LOBgVWYqEfZpNW0adeAMV9MQyuwo6SnQDE-EfMw3bFJqmZkVAdGCAzAEqupdSK2yE0ZciySYdvrNAkC6I2ryGuxGwg3X2grvAtBGlWtf2BxBV7/s1021/a33%20bolet%C3%ADn%20de%20comercio%201701870.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="578" data-original-width="1021" height="181" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqk5-Kh_qrjYYzhfO1XjZFJAFbn_wbxQnlHl8IcjZE0yvAvJI1DE-2rekI4CoHwmh7ImKaAB6opwxRm-LOBgVWYqEfZpNW0adeAMV9MQyuwo6SnQDE-EfMw3bFJqmZkVAdGCAzAEqupdSK2yE0ZciySYdvrNAkC6I2ryGuxGwg3X2grvAtBGlWtf2BxBV7/s320/a33%20bolet%C3%ADn%20de%20comercio%201701870.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b><i>Boletín del Comercio</i></b>.- 1870</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La madrileña <b>Editorial Renacimiento</b> publicó a partir del año 1912 las <b>Obras Completas</b> de <b>Leopoldo Alas Clarín</b> (1852-1901), dedicando el primer tomo a "<b><i>Galdós</i></b>". Forma parte de él una serie de artículos literarios y apuntes biográficos sobre el gran novelista y dramaturgo canario. Entre ellos se encuentra la crítica que hizo de la tetralogía de las novelas de <b>Torquemada</b>. Dice <b>Clarín</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe; text-align: center;">Torquemada no es, á lo largo de sus varios tomos, toda una fábula humana, complicada y viva;
pero es un carácter fuerte, real, estudiado en sus
variaciones, roces y movimientos en todas las esferas de una actividad social bien completa y concreta. Pasma observar la multitud de relaciones
en que Galdós ha ido colocando á su gran tacaño;
y asi como se ha dicho que la paciencia es característica del genio, se puede notar el sello del genio también en este trabajo de pormenor variadísimo, pintoresco, minucioso, exacto, que sólo veo
yo en tres grandes novelistas épicos: Balzac, Zola,
Galdós. El más elocuente ejemplo de esto, por lo
que toca al escritor español, lo tenemos en el inmenso trabajo de observación filológica, por decirlo así, que supone el estudio de las transformaciones del lenguaje y el estilo en el insigne prestamista. También se puede notar algo semejante
en los pormenores relativos á las industrias ruines
á que puede recurrir la codicia para sacar ganancia del polvo, de la podredumbre. Hay una especie de humorismo á lo Richter en las extravagancias de la avaricia que, como doncella opilada, se
alimenta de barro, de inmundicias". </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;">("<b><i>Torquemada en el purgatorio</i></b>"; pág. 267)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;">Don <b>Miguel de Unamuno</b> casi nunca dejó indiferente a nadie con sus escritos, ya fueran artículos, poesías, novelas o ensayos. En la primera parte del titulado "<b><i>Vida de Don Quijote y Sancho</i></b>" (Librería de Fernando Fé. <b>Madrid</b>, 1905) escribe:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;">"</span><span style="color: #783f04;">Sí, todo nuestro mal es la cobardía moral, la falta de arranque para afirmar cada uno su verdad, su fé, y defenderla. La mentira envuelve y agarrota las almas de esta casta de borregos modorros, estúpidos por opilación de sensatez.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Se proclama que hay principios indiscutibles y cuando se trata de ponerlos en tela de juicio, no falta quien ponga el grito en el cielo. No ha mucho pedí que se pidiera la derogación de ciertos artículos de nuestra ley de Instrucción Pública, y una mazorca de mandrias se pusieron á berrear que era inoportuno é impertinente, y otras palabrotas más fuertes y más groseras. ¡Inoportuno! Estoy harto de oir llamar inoportunas á las cosas más oportunas, á todo lo que corta la digestión de los hartos y enfurece á los tontos. ¿Qué se teme? Que se trabe pendencia y se encienda lá guerra civil de nuevo?¡Mejor que mejor! Es lo que necesitamos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. XLV: "<b><i>Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de
Mambrino y de la albarda. y otras aventuras
sucedidas con toda verdad</i></b>"; pág. 176)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con una cita de la extraordinaria novela de <b>Miguel Delibes</b>, titulada "<b><i>El hereje</i></b>". En el primer capítulo del <b>Libro Primero,</b> cuenta el escritor vallisoletano, entre otras cosas, que doña <b>Catalina de Bustamante</b>, esposa de don <b>Bernardo Salcedo</b>, requirió secretamente los servicios del doctor <b>Almenara</b> para saber por qué no se quedaba en cinta, y el ilustre médico, entre otras pruebas, la introdujo un ajo en la vagina, debidamente pelado, y la conminó a quedarse en cama hasta el día siguiente, que volvería a visitarla. Así lo hizo, la examinó y, poco después, tuvo este diálogo con su marido:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">-La esposa de vuesa merced está apta para la concepción.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">La sangre le bajó de golpe a los talones a don Bernardo:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-¿Quiere sugerir...? -apuntó, pero fue incapaz de proseguir.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-No insinúo nada, señor Salcedo, afirmo rotundamente que el aliento de su esposa huele a ajo. ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, las vías de recepción de su cuerpo están abiertas, no opiladas. La concepción sería normal tras una fecundación oportuna</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Los primeros años</i></b>". Cap. I; pág. 54)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-56327470622294102602023-10-26T16:08:00.001+02:002023-10-26T16:12:06.970+02:00ORDALÍAS<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgowU495n4GIrEjz2Xty3-2BU1ioA5pmix9-c5S4R8XTmXZ8LJtHoOsoYN2-zjR3UDUCE9R8SYY45lQqJOcIIdXSsorwjS5cnDJRcceCEYv5pxH2CT2DiVWZEfj5isUai7z9FC6qufMBXvACtqEI4uA6em04yvk2Y3sdTeQMz0pZ0aPONQGinot_-mzGOom/s569/a31.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="536" data-original-width="569" height="301" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgowU495n4GIrEjz2Xty3-2BU1ioA5pmix9-c5S4R8XTmXZ8LJtHoOsoYN2-zjR3UDUCE9R8SYY45lQqJOcIIdXSsorwjS5cnDJRcceCEYv5pxH2CT2DiVWZEfj5isUai7z9FC6qufMBXvACtqEI4uA6em04yvk2Y3sdTeQMz0pZ0aPONQGinot_-mzGOom/s320/a31.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>Ordalía del agua</b></div><p></p><p style="text-align: justify;">Ni <b>Covarrubias</b> ni <b>Autoridades</b> recogen esta voz. En <b>Academia</b> se encuentra a partir de la edición de 1884, con este significado:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍAS. f. pl. Pruebas vulgares de la edad media llamadas juicios de Dios</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1889 dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍAS. (Del b. lat. <i>ordalia</i>; del anglosajón <i>ordál</i>, juicio.) f. pl. Pruebas diversas que en la edad media hacían los acusados, llamadas comúnmente juicios de Dios</span>".</p><p style="text-align: justify;">En las ediciones usual y manual de 1984 recogen el singular de esta voz con esta definición:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍA. (...) f. Medio de averiguación o prueba, usado por algunos pueblos primitivos, en la Edad Media europea y aun posteriormente y también fundado en el sometimiento ritual a prácticas destinadas a establecer la certeza, principalmente con fines judiciales. Una de sus formas es el juicio de Dios</span>".</p><p style="text-align: justify;">Tanto en las ediciones de 1989 como en la 1992 advierten que este vocablo se usa más en plural. En la del <b>Tricentenario,</b> última consultada, leemos:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍA. (Del b. lat. <i>ordalia</i>.) 1. f. Prueba ritual usada en la Europa medieval y en ciertas sociedades para averiguar la culpabilidad o inocencia de una persona acusada, y una de cuyas formas es el juicio de Dios</span>".</p><p style="text-align: justify;">Los diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo a lo ya dicho, salvo el <b><i>Pagés</i></b>, que ilustra esta voz con una cita de <b>Enrique Massaguer</b>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Entre los habitantes de las comarcas conocidas con el nombre de Babilonia y Asiria, las ordalías sólo eran admitidas como un medio subsidiario de prueba</span>".</p><p style="text-align: justify;">Don <b>Joan Corominas </b>incluyó esta voz en su "<b><i>Diccionario.</i></b>.." con esta definición:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍAS, tomado, por conducto del francés, del b. lat. <i>ordalia</i>, plural de <i>ordalium</i>, y éste latinización del ags. <i>ordeal</i> ´juicio´ (hoy ingl.<i> ordeal</i>). 1. a doc.: Acad. 1884, no 1843.<br />Se trata de una vieja palabra común a los varios idiomas germánicos para expresar la idea de 'juicio’ (alem. <i>urteil</i>). En castellano la emplean sólo los historiadores del derecho</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La <b><i>Enciclopedia Espasa-Calpe</i></b> dedica cinco páginas de su 40º volumen al estudio de esta voz. Entre otras cosas dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORDALÍAS. (...) Del b. lat. <i>ordalia</i>, y éste del anglosajón <i>ordal</i>, juicio.) f. pl. Pruebas diversas que en la Edad Media hacían los acusados, llamadas comúnmente juicios de Dios. | También se llamaba <i>ordalía</i> la tina ó depósito en que se practicaban las inmersiones de los sujetos á las pruebas del agua fría y caliente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORDALÍAS.<i> Etnogr.</i> é <i>Hist</i>. Si examinamos con alguna detención la historia religiosa y social de las colectividades humanas, desde los pueblos salvajes y bárbaros hasta civilizaciones tan adelantadas como la griega y la romana, encontramos siempre aceptado, ó por lo menos con pocas excepciones, y aun éstas tienen una mayor fuerza en la ley que en la realidad de la vida, el concepto y la práctica de determinar la culpabilidad ó la inocencia de un acusado sometiéndole á diferentes pruebas, entre las cuales sobresalen las del veneno, del agua hirviendo, del fuego, del combate, etc., considerándose que la intervención de los dioses hará que el inocente salga victorioso y libre de todo mal, y que el culpable encuentre la muerte ó un grave quebranto como pena á su osadía y mala fe. Esta forma de procedimiento se llama <i>ordalía,</i> palabra que se supone derivada del antiguo inglés <i>ordal</i> ú <i>ordel</i>, equivalente á una vieja raíz teutónica que aparece de nuevo en el alemán <i>urteil</i>, juicio, pues juicio. y juicio divino, es siempre la ordalía". (...)"</span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Joaquín Escriche</b> nos explica en su "<b><i>Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense"</i></b> (Impreso en la Oficina de Galván, <b>Mégico</b> (sic), 1837) algo más sobre los "<i>juicios de Dios</i>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">Ciertas pruebas á que antiguamente se sujetaba á los acusados para averiguar su inocencia ó culpabilidad; y se hacían con el agua fría, con
el agua hirviendo, con el fuego, con el hierro encendido, el combate, la cruz, la eucaristía, y aun algunas veces en caso de homicidio poniendo al acusado en presencia del cadáver por si corría sangre de la herida.
Seria largo referir el modo con que se ejecutaban todas
estas pruebas; baste para ejemplo el de la del hierro
encendido. El acusado ayunaba tres dias á pan y agua;
oía misa el tercero, hacia juramento de estar inocente,
recibía luego la sagrada eucaristía, era rociado con agua
bendita y aun bebía de ella, tomaba en seguida el hierro encendido, levantándole dos ó tres veces, ó llevándole mas ó menos lejos según la sentencia, mientras que
los sacerdotes recitaban las oraciones acostumbradas;
y por fin metía la mano en un saco que se cerraba muy
bien poniendo en él sus sellos el juez y el adversario.
A l cabo de tres días se quitaban los sellos y abria el
saco; y si entonces no se advertía en la mano señal de
quemadura, se pronunciaba la inocencia del acusado que
quedaba absuelto. Llamábanse juicios de Dios semejantes pruebas, porque se creía que no podía el cielo dejar de manifestar la verdad haciendo un milagro en favor de la inocencia ó abandonando el culpado al rigor
del orden natural de las cosas, y no se sospechaban los
artificios de que podían valerse los malhechores para salir triunfantes. Esta práctica se observó en casi toda la
Europa por espacio de algunos siglos con aprobación
de varios papas y concilios y en virtud de mandamientos
de los reyes y emperadores, hasta que por fin llegó á
despreciarse como vana y supersticiosa, y quedó enteramente abolida con el estudio de las ciencias y la propagación de las leyes romanas</span>".
</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El autor nos remite también a las compurgaciones canónica y vulgar. Dice de esta última:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">La averiguación que se hacia, por defecto de otra prueba, de la inocencia ó culpa del acusado, haciéndole pasar con los pies desnudos sobre una barra de hierro encendido, ó echándole
atado de pies y manos en agua fría ó hirviendo, para
declararle culpado si se quemaba ó se hundía, é inocente si sucedía lo contrario. También se hacia esta compurgación ó examen por medio del duelo ó desafio y
otros modos supersticiosos é ilícitos, que lejos de conducir para la averiguacion do la verdad, no servían sino
para tentar á Dios á que hiciera milagros. Los cánones
por fin prohibieron este abuso que estuvo muy introducido en los pueblos cristianos</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigvXdO3_c2kiyD5QtBgx3W3o25xrLqns8wLhFJro7EaX58_b9dGKoZSgDh4TdMMqjUReUglJZk3uSQLT70Tj0IXmB-yGhJvmqNhJz9Vk-wHQ1Z57ro08z7eHTodoDGRmBdqLE6pNebYNDizEyfO-fsOQQeyCMrqDUy4aWcyTMs2L9O3QWW9HhIjV72FGd3/s638/a32.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="544" data-original-width="638" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigvXdO3_c2kiyD5QtBgx3W3o25xrLqns8wLhFJro7EaX58_b9dGKoZSgDh4TdMMqjUReUglJZk3uSQLT70Tj0IXmB-yGhJvmqNhJz9Vk-wHQ1Z57ro08z7eHTodoDGRmBdqLE6pNebYNDizEyfO-fsOQQeyCMrqDUy4aWcyTMs2L9O3QWW9HhIjV72FGd3/s320/a32.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b>Ordalía del fuego</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del historiador madrileño don <b>José Villaamil y Castro</b> (1838-1910) es la erudita obra titulada "<b><i>Del uso de las pruebas judiciales, llamadas vulgares..</i></b>." (Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cª. <b>Madrid</b>, 1881) en la que dice, entre otras cosas, lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Limitándonos, por tanto, á la Edad Media, nos encontramos primeramente con que en el Concilio II de Zaragoza, celebrado en 592, hay algo
que parece significar una prueba vulgar; pues se dispuso (Cánon II) que
las reliquias encontradas en las iglesias de los arrianos fuesen probadas
al fuego, mediante una práctica, análoga á otra de que se conocen varios
ejemplos citados por Mabillon, que consistía en arrojar al fuego las reliquias de cuya legitimidad no se tenía certeza, en la creencia de que las
falsas serian consumidas y las verdaderas no, según la interpretación de
Baronio.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Más precisa é interesante noticia es la que se halla en el <i>Fuero Juzgo</i>,
donde se incluyó una ley, colocada en las ediciones modernas al fin del
titulo <i>De judicibus et judicatis</i>, sobre la manera de proceder el juez en
la prueba caldaria, (...) en la cual se dispone, por saludable ordenamiento, que se proceda
por el examen de la caldaria en las demandas por valor de trescientos sueldos. (...)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Además, no resulta que las pruebas vulgares estuviesen muy en boga,
fuera de España, ántes del siglo IX. Se atribuye el establecimiento
de la purgación del agua fria al pontífice Eugenio II (muerto en 827), en
conformidad con el contenido de cierto manuscrito de la abadía de San
Remi de Reims, y bajo el supuesto de que ese pontífice tuvo el intento de impedir que se jurase por las reliquias, ó se pusiese la mano sobre
el altar: de cuya prueba hizo una defensa, en ese mismo siglo, Hinemaro, consultado por Hildegario, obispo de Meaux, empleando razones místicas, como la del bautismo de Jesús y la del diluvio, en el cual perecieron los culpables y los inocentes se salvaron en el arca. Igualmente, de
la prueba del agua hirviendo, las más antiguas menciones que se citan son las que se hacen en las leyes de los Lombardos y en una de las
Capitulares de Ludovico Pío, del año 819, titulada <i>De honore Ecclesiarum</i>, que es de las adicionadas á la Ley Sálica: donde se dispone, que si
se cometiese un homicidio en la Iglesia, siendo en defensa, y no hubiere testigos del hecho, lo afirme con doce <i>conjurados</i> por juramento; pero
siendo el reo un siervo propio, se le examine por el juicio del agua hirviendo, y si su mano fuese quemada, se le quite la vida, y en otro
caso, su señor satisfaga á la Iglesia el <i>virgildo</i>, ó, si quisiere, ceda el
siervo á la Iglesia. De la del hierro ardiendo se halla mención en el
Concilio de Maguncia, de 829, en el cual se ordenó (canon 20) que quien
matase á un sacerdote, si negase el hecho y fuere su esclavo, se purgue pasando sobre doce rejas de arado enrojecidas al fuego. Por último, en el
triburiense, del año 895, se adoptaron como procedimientos probatorios el
del hierro y el del agua hirviendo; y es bien conocido el hecho (citado en
muchas obras) de que se habla en el curioso pasaje de los <i>Annales</i> de San
Bertin, donde se dice que, en el año 876, Ludovico, hijo del rey del mismo nombre, llamado el germánico, presentó, para acreditar los derechos
que alegaba á mayor porción del reino que la que le adjudicáran, diez
hombres que hicieron la prueba del agua caliente, otros diez la del hierro
y otros diez la del agua fria, saliendo ilesos todos ellos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En ese mismo siglo IX eran conocidas, indudablemente, las pruebas
vulgares en España. De que la caldaria estaba en uso en Asturias á mediados de él, ofrece claro testimonio la cuantiosa donación que hizo Ordoño I en 857 á la Iglesia Ovetense, pues entre las franquicias concedidas á todo habitante en las tierras de ella, se consigna la de que no se les someta á otro procedimiento que la pena caldaria (concedida aquí con el carácter de privilegio) y el juramento ó <i>exquisicion</i>, si ambas partes quisieren. (...)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En los Estados del oriente de la Península parece que se preferia la
prueba del agua fria á la del agua hirviendo. Así se desprende de la disposición tomada en el Concilio celebrado en Vich hácia 1068 para que,
quien fuese acusado de haber mandado, dispuesto ó aconsejado que se hiciese alguna cosa mala, en la cual se supiese que no intervino, jure por su
mano sobre el altar no haberlo mandado; y todos los que interviniesen en
hechos malos, si negaren haber intervenido, se purguen por el juicio del
agua fria en la Sede de San Pedro, y no queriendo hacerlo, queden excomulgados, haciéndose todas las pruebas á los querellantes y á los acusados de la paz y tregua de Dios por el mismo juicio del agua fria de la Sede
de San Pedro. E igualmente lo acreditan la carta que D. Alfonso II de
Aragon concedió á cierta población en 1187, y una constitución de Don Jaime I, en las que se establece para determinados casos el juicio del
agua fria".</span></div><div style="text-align: justify;">(<b><i>Introducción</i></b>; págs. 2-8)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El Libro VI del <b><i>Fuero Juzgo</i></b> trata "<b><i>de los malfechos, et de las penas, et de los tormentos</i></b>". En él ordena:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Si alguna demanda es que vala CCC. sueldos, establecemos assí que maguer que la
demanda es pequenna, aquel que es acusado
que sea trahido antel iuez , é sea constrinnido cuemo manda la ley caldaria. E si
el fecho fuere manifiesto, el iuez lo mande
tormentar; é si lo confessar, faga emienda
cuemo manda la ley de suso; é si se purgar segund cuemo manda la ley caldaria,
el que lo acusó non deve aver nenguna pena. E otrosí mandamos guardar de las personas que son aduchas en testimonio, que
son suspechosas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Título I- Subt. III: "<b><i>De los omnes libres que fazen mal á los que se querelan</i></b>"; pág. 102)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aunque lo escribe en latín, el sentido de esta voz ya se encuentra en los versos que <b>Gonzalo de Berceo</b> escribió en su obra "<b><i>Los milagros de Nuestra Señora</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>601</b> De derecha envidia se querién desquizar, </div><div style="text-align: center;">porque fincaron vivos, avién un grand pesar, </div><div style="text-align: center;">ca credién bien afirmes, non era de dubdar </div><div style="text-align: center;">que almas eran d´essos, los que sumió la mar. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>602</b> Dicién: ''¡Ai romeos! fuestes venturados,</div><div style="text-align: center;"> que ya sodes "per ignem e per aquam passados";</div><div style="text-align: center;"> nos fincamos en yermo como desamparados, </div><div style="text-align: center;">nos velamos, ca vos dormides segurados. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9VrFmbzAc30i5FFQZRfKCWSyQLrnvcImCfNujW6iPnup4QjfhpCnlh5UJo15EVRt1a64AFwTj3sgrIOwiP29HR1l3KxF1lXaC4_-zIhpwAnZJ4tdOn5gA5anKuFUsUX46W38lzbRCon0vgqnbAdz7oNEtqGCz1Kv-orrWlLB8FIFubz7lCw9Le1CIFFV9/s474/a33.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="445" data-original-width="474" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9VrFmbzAc30i5FFQZRfKCWSyQLrnvcImCfNujW6iPnup4QjfhpCnlh5UJo15EVRt1a64AFwTj3sgrIOwiP29HR1l3KxF1lXaC4_-zIhpwAnZJ4tdOn5gA5anKuFUsUX46W38lzbRCon0vgqnbAdz7oNEtqGCz1Kv-orrWlLB8FIFubz7lCw9Le1CIFFV9/s320/a33.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><b style="font-weight: bold;">Ordalía del agua caliente, </b>o<b style="font-weight: bold;"> prueba caldaria</b></div><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><b>Mariano José de Larra</b> publicó su artículo "<b><i>El duelo</i></b>" en el Nº 58 de la <b><i>Revista Mensajero</i></b>, correspondiente al 27 de abril de 1835</span><span style="text-align: center;">. En él dice, entre otras cosas:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;">"</span><span style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Pero una vez hallado el desafío, se apresuraron los reyes y los pueblos,
visto que era cosa buena, á erigirlo en ley, y por espacio de muchos siglos no
hubo entre caballeros otra forma de enjuiciar y sentenciar que el combate. El
muerto, el caído era el culpable siempre en aquellos tiempos; la cosa no ha
cambiado por cierto. Siguiendo, empero, el curso de nuestros adelantos, se
fueron haciendo cabida los jueces en la sociedad, se levantó el edificio de los
tribunales con su séquito de escribanos, notarios, autos, fiscales y abogados, que dura todavía y parece tener larga vida, y se convino en que los <i>juicios de Dios</i> (así se había llamado à los desafíos jurídicos, merced al empeño de mezclar constantemente á Dios en nuestras pequeñeces) eran cosa mala. Los
reyes entonces alzaron la voz en nombre del Altísimo, y dijeron a los pueblos: "<i>no mas juicios de Dios; en lo sucesivo nosotros nos juzgaremos".</i></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">
Prohibidos los juicios de Dios, no tardaron en prohibirse los duelos;
pero si las leyes dijeron: <i>no os batiréis</i>, los hombree dijeron: <i>no os obedeceremos</i>; y un autor de muy buen criterio asegura que las épocas de rigorosa
prohibición han sido las mas señaladas por el abuso del desafío. Cuando los
delitos llegan á ser de cierto bulto, no hay pena que los reprima. Efectivamente, decir á un hombre: <i>no te harás matar, pena de muerte</i>, es provocar o
á que se ría del legislador cara á cara; es casi tan ridículo como la pena de
muerte establecida en algunos países contra el suicidio; sabia ley que determina que se quite la vida á todo el que se mate, sin duda para su escarmiento</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Leopoldo Alas Clarín </b>también se refiere a los <i>duelos</i> en su magnífica novela titulada "<b><i>La Regenta</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Nunca había querido decir lo que había pasado allí,
pero era lo cierto que ni Mesia ni su adversario habían
guardado cama un solo día después del duelo.<br />El otro desafío había sido entre un jefe económico
y un cajero por cuestiones de la caja. Sobre si sacaste
tú ó saqué yo. Se habían batido á primera sangre. El
cajero había recibido un arañazo en el cuello, porque
el jefe económico daba sablazos horizontales con el
propósito de degollar al contrario. Y no había más
desafíos llevados al terreno en las crónicas vetustenses. <br />Se discutió mucho aquella noche, para pasar el rato
mientras llegaban noticias, sobre la legitimidad de
esta <i>costumbre bárbara que habíamos heredado de la Edad
media</i>. <br />Orgaz padre, que era algo erudito, aunque de oficio
escribano, aseguró que el duelo era resto de las ordalías.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;"> Don Frutos dijo que sí sería, pero que ni ordalías ni
san ordalías le hacían á él batirse. Él acudía al juez si
le ofendían, y si no había modo, ventilaba la cuestión á
palos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">—Eso de que me mate un espadachín, que no ha
tenido que trabajar para ganarse la comida, no lo consentirá el hijo de mi madre".
</span></div><div style="text-align: justify;">(Tomo 2º. Cap. XXX; pág. 560)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un interesante diálogo es el que mantienen tres de los protagonistas de "<b><i>Campo de sangre</i></b>", el tercer volumen del "<b><i>Laberinto mágico</i></b>", de <b>Max Aub</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">-Como dice Jáuregui: quisieran, con el aliento solo, conseguir maravillas sin costa -comenta plácidamente Cuartero.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-El mundo es como es -reemprendió Templado después de un silencio- y si nos engañamos la culpa es nuestra. Por eso soy antiplatónico y antipirroniano. Me molestan los que pesan el pro y la contra, los que ven el derecho y el revés. Los ambiguos, los maricas. Odio el subjetivo hasta en literatura. Me molesta Dostoievski, el vivir y el no vivir de nuestros místicos, sombra y realidad de nuestros dramaturgos. Las posiciones críticas de Larra, de Ganivet, de Ortega, ¿a qué ha servido? ¿Han esclarecido algo? ¿Han procurado soluciones viables? Tú crees que las ideas crean patatas -dijo a Cuartero-. Yo creo que las patatas crean ideas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Yo -comentó Rivadavia- creo que las ideas engendran ideas y las patatas otras patatas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Lo que diferencia el hombre de la patata -respondió Templado- es el concepto del valor, el concepto de mercancía. Queremos transmutarlo todo en oro y dárselo a la naturaleza en trueque de favores. El hombre es un animal de instintos crisopeicos. Y puesto a buscar equivalencias quiere cambiar el color en realidad, la carne en guiso, el amor en explicación. ¡Cambiar! ¡Cambiar! ¡Éxtasis del cambio! En algunas tribus salvajes el trueque tiene todavía un carácter divino. Como aquí, como en todas partes. No nos cuadra la justicia tal como la entendemos a lo romano. Los atentados no son asuntos a resolver ante una mesa, sino cara a cara, directamente. Por eso cuando dicen: "¡Qué bárbaro"!, refiriéndose a algunos de nuestros coterráneos, dan en el quid sin saberlo. No lo tengo por denigrante. Ni tengo en menos a los que creen en el honor castellano, en las ordalías, en los duelos. A los romanos no se les ocurría lavar el honor con sangre, pero aquí el resolverlo todo en justicia y con papeles siempre nos pareció cosa de timoratos o cobardes. Las leyes no parecen escritas para españoles. Las relaciones personales lo pueden todo, quizá es lo único que nos ha quedado de los visigodos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Primera parte. Cap. 7: "<b><i>Todo es hablar</i></b>"; págs. 124-125)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Miguel Delibes</b> puso esta voz en su novela "<b><i>Parábola de un náufrago</i></b>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">¡La trampa de Dios siempre canta!, pero tú sabes que no es así, Jacinto, menuda, tú lo sabes, hijito, que unas veces canta y otras no canta, que por esa regla de tres, mira, sería justo lo de las ordalías y los juicios de Dios, y no lo es, qué va, la trampa canta cuando quiere, Jacinto, de sobra lo sabes, que la trampa es igualito que un canario enjaulado, canta o no canta, que otra cosa es la condición humana, Jacinto, esa es harina de otro costal...</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 134)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Camilo José Cela </b>puso esta voz en varias de sus obras. Hemos elegido esta mónada de uno de mis libros de cabecera, "<b><i>Oficio de tinieblas 5":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>864</b> <span style="color: #990000;">las jóvenes auseas se peleaban a pedradas a orillas de la laguna tritónide a la sombra de túnez sobre el campo quedaban tan sólo los cadáveres de las falsas vírgenes a la que castigaba la mano de dios con el sereno juicio de la ordalía ulpiano el lapidario no supo entender las palabras de herodoto</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 151)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del poeta cordobés <b>Leopoldo de Luis</b> es esta composición titulada "<b><i>Edad Media</i></b>", incluida en su obra "<b><i>La sencillez de las fábulas</i></b>" (Diputación.<b> Guadalajara</b>, 1989):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Las viejas ordalías descargan sus sentencias. </div><div style="text-align: center;">Armaduras, ropajes, gualdrapas y caballos, </div><div style="text-align: center;">como tribulaciones retrotraen la edad media </div><div style="text-align: center;">a las habitaciones en que escribo </div><div style="text-align: center;">el lento testamento de mi historia. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Juicios de Dios sobre mis hombros, sobre </div><div style="text-align: center;">mi cabeza. Batallas. Enemigos. </div><div style="text-align: center;">Largas supersticiones enredan su rosario </div><div style="text-align: center;">yedra al pecho. Plegarias o conjuros </div><div style="text-align: center;">excitan sobre mí plagas o pestes. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Derrotado, </div><div style="text-align: center;">cruzo llevando de la rienda un viejo </div><div style="text-align: center;">caballo en cuyo lomo cabalgó la alegría.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con una cita de un artículo de <b>Francisco Umbral,</b> que el "<b><i>Diario de Burgos</i></b>" le publicó el 27 de octubre de 1973 en una sección titulada "<b><i>Crónica de Madrid</i></b>". Por aquel entonces era uno de los periódicos regionales al que la <b>Agencia Colpisa</b>, fundada por <b>Manu Leguineche</b> tres años antes, suministraba artículos de sus colaboradores, como el citado <b>Umbral</b> y <b>José Oneto,</b> entre otros. La columna "<b><i>La fórmula portuguesa</i></b>" se publicó en la contraportada. Entre otras cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #0b5394;">En Madrid se está comentando mucho esta vía portuguesa
al aperturismo. Se le permiten a la izquierda unas vacaciones
de libertad y desmadre, sabiendo que luego la izquierda va a retirarse por el foro y que no hay peligro de que caigan
las estructuras. Y la gente lo pasa bien. Es una especie de
catarsis. Una ordalía política, unos ejercicios espirituales, un
cantar las cuarenta, una cuaresma que hace la derecha, un sadomasoquismo. Luego, desfogado el personal, todo se terminó y cada mochuelo político a su olivo represivo, y cada oveja ideológica con su pareja. En Zamarramala, las mujeres son
alcaldesas una vez al año. La fórmula Zamarramala debiera
aplicarse también en política. Por una vez al año, por un día,
la izquierda debiera ser alcaldesa en los países donde siempre alcaldea la derecha. A ver qué pasaba. Y no pasa nada, claro,
porque en un día nada pueda hacerse, salvo que el personal se divierta. Incluso las tribus más primitivas y de costumbres
más rígidas, tienen un día orgiástico al año, en que está permitido decirlo todo, emborracharse, no trabajar, tomar a la
mujer del vecino y reírse del hechicero. En los civilizados países
occidentales no disfrutamos ni un solo día orgiástico y ordálico.
En eso, estamos peor que los salvajes</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-37060825815892520802023-10-16T20:19:00.000+02:002023-10-16T20:19:23.919+02:00ORIFLAMA<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2QaczHTB4mIMJRP8GeD3nJ9F7BwYQIL7IQ2AW1j1m0aN2YoBVZrECVjZZQGd0CASbkeCalKVWzMRFDK3Nfv72p8CtmLG0D5fZk7FAwpNepcm5El3CDkGTJzkt-YcVgngno1NiSy_xmQ_n1TLP7wSqpHOAW03SPRZTAovk48RQm2fg3afSWDPR6M0Wva-l/s320/a36.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="213" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2QaczHTB4mIMJRP8GeD3nJ9F7BwYQIL7IQ2AW1j1m0aN2YoBVZrECVjZZQGd0CASbkeCalKVWzMRFDK3Nfv72p8CtmLG0D5fZk7FAwpNepcm5El3CDkGTJzkt-YcVgngno1NiSy_xmQ_n1TLP7wSqpHOAW03SPRZTAovk48RQm2fg3afSWDPR6M0Wva-l/s1600/a36.png" width="213" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Oriflama</i> es voz que no se encuentra ni en <b>Covarrubias</b> ni en <b>Autoridades</b>. La recoge, por primera vez, <b>Manuel Melchor Núñez de Taboada</b> (1775-1837) en su "<b><i>Diccionario de la lengua castellana, para cuya composición se han consultado los mejores vocabularios de esta lengua, y el de la Real Academia Española últimamente publicado en 1822; aumentado con más de 5000 voces o artículos, que no se hallan en ninguno de ellos</i></b>" (Seguin, <b>París,</b> 1825), con este significado:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. s. f. Estandarte de que usaban los antiguos reyes de Francia en la guerra</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> la incorpora al <b>DRAE</b> en la edición usual de 1884. La define así:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. (Del fr. <i>oriflamme.</i>) f. Estandarte de la abadía de San Dionisio, que fué luego el de los antiguos reyes de Francia"</span>.</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1899 son un poco más precisos. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. (Del fr. <i>oriflamme</i>; del lat. <i>aurum</i>, oro, y<i> flamma</i>, banderola.) f. Estandarte de la abadía de San Dionisio, de seda encarnada y bordado de oro, que, como pendón guerrero, usaban los antiguos reyes de Francia</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición usual de 1925 incorporan una segunda acepción:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. (...) // 2. Por ext., cualquiera estandarte, pendón o bandera de colores que se despliegan al viento</span>".</p><p style="text-align: justify;">La redacción de las dos acepciones de esta voz se mantienen hasta la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada.</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Suplemento </i></b>del <b><i>Domínguez</i></b> (1853) se ocupa de una nueva acepción:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. adj. Que tiene el color dorado mezclado con el de fuego</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Toro y Gómez </i></b>(1901) añade nuevos datos al estudio de esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA. f. Estandarte de la abadía de San Dionisio. // ENC. La oriflama se convirtió en estandarte de los reyes de Francia en 1124. Desapareció en la batalla de Azincourt en 1415</span>".</p><p style="text-align: justify;">El "<b><i>Glosario de voces de armería</i></b>", de don <b>Enrique de Leguina</b>, dice:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORIFLAMA.—«Estandarte de los antiguos reyes de Francia,
en su principio bandera de los abades de San Dionisio.
Tenía tres puntas terminadas por bolas verdes y pendía
de una lanza. Hoy, estos oriflamas, á modo de banderas, se emplean con frecuencia en los empavesados para
las fiestas públicas». <br />Adeline.— <i>Vocabulario de términos de arte</i>. 1888".</span></div><p style="text-align: justify;">En el "<b><i>Tratado Completo de la ciencia del Blasón.</i></b>.." (2ª ed. Librería Española. <b>Madrid</b>, 1858), escrito por don <b>Modesto Costa y Turell,</b> nos ilustran ampliamente sobre esta voz:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">El oriflama era una insignia parecida al estandarte de que se
servían los reyes de Francia, por antigua costumbre, en las grandes empresas que intentaban contra los infieles. El oriflama era
de tafetán encarnado y alguna vez sembrado de llamas de oro, de
donde tuvo origen la palabra oriflama. San Luís rey de Francia,
llevaba en sus manos esta insignia cuando pasó el puerto de Damieta; y el año 1382 también se sirvieron los franceses del oriflama cuando atacaron á los flamencos capitaneados por Artavalle
y dieron muerte á su jefe en la batalla de Rosabech. Según parece, la oriflama francesa fué en un principio el estandarte de la
abadía de san Dionisio, que suspendido sobre el sepulcro del santo
patrón del monasterio, solo servía para defender los derechos de
la Iglesia. Parece que los reyes de Francia empezaron á guerrear
con la oriflama en tiempo de Luís VI, y desde entonces acostumbraron á hacer bendecir la sagrada enseña cuando la llevaban á
sus guerreras espediciones. Después de bendecida, los reyes la
recibían de manos del abad del monasterio, descubierta la cabeza
y orando prosternados ante las imágenes de Ntra. Sra. de París
y S. Dionisio. Los condes de Vexin, por ser los primeros vasallos del monasterio, tenían derecho de ser los porta-estandartes de esta
enseña, y el rey mismo la llevaba algunas veces sin desplegarla alrededor del cuello. Hay quien pretende que fué Clodoveo
quien inventó esta enseña, otros Dagoberto, otros Carlomagno, y finalmente no falta quien dice que descendió del cielo y
que á él volvió, desapareciendo en la batalla de Rosabech, pero
la historia no hace mención de este acontecimiento"</span>.<br />("<b><i>De las banderas y estandartes</i></b>"; págs. 169-170)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht5OTn4x_kfYicfB9I7aKFfHJskl0iYMjdJqwLCWF5Vh0mGvmSC8SWheOTP25NJ6hbTN-b6Bh7XV8uWXNUOt5OmOzfSg_MPLg6ehg3UuTwmI1i5NIU59OGkEBp4VUW-l8uTNLSBi9KBYQK3l28AB5_pvUBMYsYCwlfCrsf56P0LTGg2gK0MEU_tkAm_G3H/s571/a37.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="571" data-original-width="119" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht5OTn4x_kfYicfB9I7aKFfHJskl0iYMjdJqwLCWF5Vh0mGvmSC8SWheOTP25NJ6hbTN-b6Bh7XV8uWXNUOt5OmOzfSg_MPLg6ehg3UuTwmI1i5NIU59OGkEBp4VUW-l8uTNLSBi9KBYQK3l28AB5_pvUBMYsYCwlfCrsf56P0LTGg2gK0MEU_tkAm_G3H/s320/a37.png" width="67" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Como no podía ser menos esta voz era del gusto del divino <b>Rubén Darío,</b> que la usa en varios de sus escritos. Hemos elegido, entre ellos, el soneto titulado "<b><i>Los piratas</i></b>", incluido en su obra "<b><i>El canto errante</i></b>" (M. Pérez Villavicencio. <b>Madrid,</b> 1907):</p><div style="text-align: center;">Remacha el postrer clavo en el arnés. Remacha <br />El postrer clavo en la fina tabla sonora. <br />Ya es hora de partir, buen pirata, ya es hora <br />De que la vela pruebe el pulmón de la racha. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Bajo la quilla el cuello del tritón se agacha <br />Y la vivida luz del relámpago dora <br />La quimera de bronce incrustada en la prora, <br />Y una sonrisa pone en el labio del hacha. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">La coreada canción de la piratería <br />Saludará el real oriflama del día <br />Cuando el clarín del alba nueva ha de sonar </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Glorificando á los caballeros del viento <br />Que ensangrientan la seda azul del firmamento <br />Con el rojo pendón de los reyes del mar!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El poeta mexicano<b> Efrén Rebolledo,</b> al que leí, por primera vez, en una antología de poesía erótica, incluyó en su obra "<b><i>Joyeles</i></b>" (Librería de la Vda. de Ch. Bouret. <b>París</b>, 1907) una composición poética titulada "<b><i>La canción del trovero</i></b>". Comienza del siguiente modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Mis castillos he trocado por los lauros del trovero, </div><div style="text-align: center;">Por la lira mis esmaltes y mis nobles oriflamas, </div><div style="text-align: center;">Y en los blancos plenilunios, cual Vidal aventurero, </div><div style="text-align: center;">He cantado los amores; soy el bardo de las damas. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Y el enojo de las damas he sufrido como Arnaldo, </div><div style="text-align: center;">Cual Rudel he sorprendido las bellezas más adustas, </div><div style="text-align: center;">Y pregona mi linaje la trompeta del heraldo </div><div style="text-align: center;">En las iras del torneo y en las glorias de las justas. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">El sentido he descifrado de los viejos armoriales, </div><div style="text-align: center;">Y conozco la inocencia por la plata de las frentes, </div><div style="text-align: center;">La virtud por las doradas cabelleras señoriales </div><div style="text-align: center;">Y el candor por el armiño de los hombros transparentes.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Trece años después, <b>Ramón María del Valle-Inclán </b> vuelve a recordar a <b>Rudel</b> en estos versos de su "<b><i>Rosa de mi abril"</i></b>, una poesía que forma parte de su obra "<b><i>El pasajero</i></b>" (Sociedad General Española de Librería.<b> Madrid, </b>1920):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Fui por el mar de las sirenas </div><div style="text-align: center;">Como antaño Rudel de Blaya, </div><div style="text-align: center;">Y ellas me echaron las cadenas </div><div style="text-align: center;">Sonoras, de la ciencia gaya.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡Divina tristeza, fragante </div><div style="text-align: center;">De amor y dolor! ¡Dulce espina! </div><div style="text-align: center;">¡Soneto que hace el estudiante </div><div style="text-align: center;">A los ojos de una vecina!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">La vecina que en su ventana </div><div style="text-align: center;">Suspiraba de amor. Aquella </div><div style="text-align: center;">Dulce niña, que la manzana </div><div style="text-align: center;">Ofrecía como una estrella.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">¡Ojos cándidos y halagüeños, </div><div style="text-align: center;">Boca perfumada de risas, </div><div style="text-align: center;">Alma blanca llena de sueños </div><div style="text-align: center;">Como un jardín lleno de brisas!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Era el Abril, cuando la llama </div><div style="text-align: center;">De su laurel adolescente, </div><div style="text-align: center;">Daba el sol como un oriflama, </div><div style="text-align: center;">En el navío de mi frente.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La historia de <b>Jaufré Rudel de Blaye</b> es digna de mención. Puede leerse en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jaufr%C3%A9_Rudel">este enlace.</a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Benito Pérez Galdós </b>alude a los colores de la bandera española en estos párrafos de su libro de viajes titulado "<b><i>La casa de Shakespeare. Portugal. De vuelta de Italia</i></b>" (Antonio López. <b>Barcelona,</b> 1895), escritos el 4 de junio de 1885 en la ciudad pontevedresa de <b>Vigo</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">El tren nos conduce á lo largo de aquel incomparable campo, y nos acerca al Miño que
parte el suelo de Portugal y España. Es la
frontera más bella y más melancólica que se
puede imaginar. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aquel hermosísimo río no está hecho sin duda para que en cada una de las dos riberas flote
pabellón distinto. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">A la izquierda la bandera azul y roja con el
elegante escudo de las quinas, á la derecha
nuestro oriflama rojo y amarillo que flota como
una llamarada de tela</span>".
</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Portugal</i></b>"; págs. 58-59)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El primer libro de <b>Federico García Lorca</b> se tituló "<b><i>Impresiones y paisajes</i></b>" (Paulino Ventura Traveset. <b>Granada, </b>1918) Recoge en él varias descripciones de las ciudades españolas que visitó durante los dos viajes de estudio realizados durante los años 1916 y 1917. Entre ellas, <b>Baeza</b>, la localidad jienense donde don <b>Antonio Machado </b>daba clases de francés en el <b>Instituto General y Técnico.</b> Hay testimonios fidedignos de que se conocieron. "<b><i>Baeza</i></b>" comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Todas las cosas están dormidas en un tenue sopor... se diría que por las calles tristes y silenciosas pasan sombras antiguas
que lloraran cuando la noche media... Por
todas partes ruinas color sangre, arcos convertidos en brazos que quisieran besarse,
columnas truncadas cubiertas de amarillo y
yedra, cabezas esfumadas entre la tierra
húmeda, escudos que se borran entre verdinegruras, cruces mohosas que hablan de
muerte... Luego un meloso sonido de campanas que zumba en los oídos sin cesar...
algunas voces de niños que siempre suenan muy lejos y un continuo ladrido que lo llena todo... La luz muy clara. El cielo muy
azul en el que se recortan fuertemente los
palacios y las casucas con oriflamas de jaramagos. Nadie cruza las calles, y si las
atraviesa, camina muy despacio como si
temiera despertar a alguien que durmiera
delicadamente..."</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 127-128)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">D. <b>Antonio Machado</b> también formó parte de la vida del poeta <b>Alfredo Marquerie</b>, ya que fue su profesor de francés en el <b>Instituto</b> segoviano donde estudió en los años que van de 1922 a 1925. <b>Fernando Díaz Plaja</b> lo incluyó en su antología titulada "<b><i>La guerra civil y los poetas españoles</i></b>" (Editorial San Martín. <b>Madrid,</b> 1981) Así comienzan sus "<b style="font-style: italic;">Elegías a las ruinas de la Ciudad Universitaria"</b>, que aparecieron, por primera vez, en la revista <b><i><a href="file:///C:/Users/Angel/Downloads/0002306988.pdf">Vértice</a></i></b> (Nº 4. Extraordinario dedicado al Ejército. Julio-agosto, 1937): </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Lo que un Rey, en la arcilla de su sueño</div><div style="text-align: center;">modelando maquetas de futuro</div><div style="text-align: center;">pensó hacer colmenar de mocedades,</div><div style="text-align: center;">y era, en mayo, cartel claro, risueño,</div><div style="text-align: center;">un once que anunciaba lo inseguro</div><div style="text-align: center;">del premio en lotería, soledades</div><div style="text-align: center;">son hoy, ruinas hostiles</div><div style="text-align: center;">armadas de fusiles,</div><div style="text-align: center;">donde horada la guerra sus cubiles.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Universa ciudad para estudiantes.</div><div style="text-align: center;">De cemento y cristal. Limpia oriflama</div><div style="text-align: center;">de juventudes con "sport" moreno.</div><div style="text-align: center;">Vientos tonificantes</div><div style="text-align: center;">del azul Guadarrama,</div><div style="text-align: center;">aulas y facultades sin estreno:</div><div style="text-align: center;">ahora, aborto de piedras humeantes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con "<b><i>El cuento de la buena pipa</i></b>", publicado por <b>Camilo José Cela </b> en el diario <b><i>"Informaciones"</i></b>, el 10 de setiembre de 1948. En el 4º volumen de sus <b>O. C</b>. forma parte de "<b><i>El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos</i></b>", pero añade un breve apunte en el que dice que "este cuento es el embrión de la novela <i>Tobogán de hambrientos</i>, libro que escribí de enero a setiembre de 1961". En él leemos lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">La doctora y don Romualdo empezaron a frecuentar algo su trato, y un día él, a la orilla del mar, le cogió las manos y le dijo:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Margaret, la veo con buenos ojos gracias a usted.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-¡Oh, my dear! ¡Cuánto esperaba su declaración!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Don Romualdo y Margaret se casaron y se vinieron a vivir a España, pero ella cogió el tifus y se murió. Entonces fue cuando don Romualdo se metió a empresario, primero de boxeo, luego de toros, y, por último, con un espectáculo lírico-cómico-bailable, que se llamaba Oriflamas de España, y que le dejó sus buenas pesetas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 317)</div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-4833877351655788422023-10-06T16:17:00.001+02:002023-10-06T16:17:31.143+02:00ORMESÍ<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7A7bqw2QENCpjCOebsKEXg5IuG-Mxbd8qVPPyD9pQU6nfC9VFoRDlo17b_EWYg8dpyv1dlXRkPK9DH7V4M-Yjw31OmxvqRl6wnukvX0nF8f1R22zXORpoiHuLC6azWg2CWa7JCkWeGut4RkFTIUmpQMN65C3LCbsux8pwUlC4Hu4cAr60ORPskSP9-rVM/s616/a12.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="459" data-original-width="616" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7A7bqw2QENCpjCOebsKEXg5IuG-Mxbd8qVPPyD9pQU6nfC9VFoRDlo17b_EWYg8dpyv1dlXRkPK9DH7V4M-Yjw31OmxvqRl6wnukvX0nF8f1R22zXORpoiHuLC6azWg2CWa7JCkWeGut4RkFTIUmpQMN65C3LCbsux8pwUlC4Hu4cAr60ORPskSP9-rVM/s320/a12.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Me gustan las palabras agudas terminadas en "i", como alhelí, flor con suspiros poco menos que celestiales, o borceguí, que parece un calzado para andar por las nubes, o carmesí, el color de las bocas que saben a fresa, o maniquí, voz que, con solo pronunciarla, me trae a la memoria el que tuvo <b>Ramón Gómez de la Serna,</b> de cera virgen, como no podía ser menos, o <b>Luis García Berlanga</b>, mucho más elaborado y sensual, o el arabismo lelilí, con sus tres "eles" como lanzas, o, en fin, la voz que ahora traemos a esta entrada: <i>ormesí</i>, esa tela de seda que lo mismo sirve para vestir la imagen devota de un santo que el cuerpo serrano de un torero.</p><p style="text-align: justify;"><i>Ormesí</i> es voz que no recoge <b>Covarrubias</b>, pero sí se encuentra en <b>Autoridades</b>, con este significado:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORMESI. s. m. Tela de seda, casi del mismo modo que el chamelóte, aunque mas delgada, que hace con la prensa unos visos que llaman aguas. Lat. <i>Tela serica undulata</i>. PRAGM DE TASS, año 1680. f. 7. La (vara) de ormesies lisos de Génova, de vara de ancho, treinta y quatro reales</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia </b>se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1899, en la que definen así esta voz:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORMESÍ. (¿De Ormuz, ciudad comercial del golfo Pérsico?) m. Tela fuerte de seda, muy tupida y prensada, que hace visos y aguas</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1914, dicen que este vocablo proviene del italiano <i>ormesino</i>. Se mantienen definición y etimología hasta la edición de 1992 y la del <b>Tricentenario,</b> últimas consultadas, en las que indican que esta voz es de origen incierto.</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros</i></b> dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORMESI, nombre que daban antes al mué, ó muér. (...) Las Ordenanzas de los cinco Gremios mayores de Madrid le conservan aun el nombre cast. ormesi</span>".</p><p style="text-align: justify;">El resto de diccionarios de la web de la<b> RAE</b> no añade nada nuevo a lo ya dicho, salvo el <b><i>Pagés</i></b> (1925), que ilustra esta voz con dos ejemplos literarios, sacados de la novela, ampliamente citada, de <b>A. Rojo y Sojo</b>, y de unos versos de la obra de <b>Francisco de Rojas Zorrilla</b>, titulada "<b><i>Lo que son mujeres"</i></b>:</p><p style="text-align: justify;">".<span style="color: #2b00fe;">..vi sacar (á mi señorita) piezas y más piezas...séricas de... nobleza, ormesí, picote, zarzahán, espumillón, tabí, jamete, aceituní, afretado, teletón y capichola</span>".</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b>DON MARCOS</b></p><div style="text-align: center;">Pues eso es lo que a mí me trae podrido;<br />que no hay cosa que sea lo que ha sido.<br />Panecillos de suela fregenales</div><div style="text-align: center;">en las tiendas los venden por candeales;</div><div style="text-align: center;">y en todas las tabernas de continuo</div><div style="text-align: center;">agua de espuma con color de vino.</div><div style="text-align: center;">En el figón un par de gorriones</div><div style="text-align: center;">empanados en forma de pichones.</div><div style="text-align: center;">¡Y que no pueda un hombre</div><div style="text-align: center;">comprar las cosas por su nombre?</div><div style="text-align: center;">Que si para sacar su vestidillo</div><div style="text-align: center;">pide en la tienda tafetán sencillo.</div><div style="text-align: center;">Para que el mercader no se me inquiete,</div><div style="text-align: center;">he de llamarle tafetán doblete;</div><div style="text-align: center;">y como sufro al tafetán sencillo,</div><div style="text-align: center;">si pido esparragón, es rayadillo,</div><div style="text-align: center;">que la quieren hacer tela más noble,</div><div style="text-align: center;">y ha de ser ormesí el tafetán doble.</div><div style="text-align: center;">Si pido guarnición un poco extraña,</div><div style="text-align: center;">dicen: ¿quiere llevar pata de araña?</div><div style="text-align: center;">Y a un pasamano que hay del tiempo viejo</div><div style="text-align: center;">dice: ¿quiere de diente de conejo?</div><div style="text-align: center;">En oyendo estos nombres en su prosa</div><div style="text-align: center;">yo pienso que me venden otra cosa.</div><div style="text-align: center;">(<i>Jornada segunda</i>)</div><p style="text-align: justify;">Don <b>Joan Corominas</b> conjetura sobre el origen de esta voz en su "<b><i>Diccionario...</i></b>", aunque se decanta por su procedencia pérsica:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORMESÍ, 'cierta tela fuerte de seda’, voz oriental de origen incierto, quizá del nombre de Ormuz, isla y puerto del Golfo Pérsico, gran factoría de los árabes y los portugueses en su comercio con el Océano índico. 1. a doc.: 1680, <i>Pragmática de Tasas</i> ( Aut.) (...)</span>".</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikrXmcA7YZWVsQNl2tpdvrCYKOnpmpAFHx6rxZTP-VrpPYwZIPDPAABxlHclT1flmOezxEcTaK3N39n72HRc5jkhHdI5QBVlMA30rQx2aHDwZ5Y1LjHHbpuqdxRt6Zx4EFVp_HfHrVY3c9rUbIgFgp6vHZnl2eBS409L8KSJu0MIRlDu1DKwnAWvTLTDJn/s607/a13.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="461" data-original-width="607" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikrXmcA7YZWVsQNl2tpdvrCYKOnpmpAFHx6rxZTP-VrpPYwZIPDPAABxlHclT1flmOezxEcTaK3N39n72HRc5jkhHdI5QBVlMA30rQx2aHDwZ5Y1LjHHbpuqdxRt6Zx4EFVp_HfHrVY3c9rUbIgFgp6vHZnl2eBS409L8KSJu0MIRlDu1DKwnAWvTLTDJn/s320/a13.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Hay textos anteriores donde se encuentra escrita esta voz. Uno de los entremeses, de <b>Luis Vélez de Guevara,</b> se titula "<b><i>La burla más sazonada</i></b>" (Antonio del Rivero. <b>Madrid,</b> 1657). Transcribo lo siguientes versos con grafía actual:</p><p style="text-align: center;"><i>Sale doña Merluza</i>. </p><div style="text-align: center;"><b>Merluza</b> <br /><div style="text-align: center;">Capigorras perdurables<br />de aquesta Universidad, <br />zánganos de toda ciencia, <br />que coméis sin trabajar; <br />letrados del baratillo, <br />que por ensalmo estudiáis, <br />que siendo ayer sopetones<br /> hoy nos queréis sopear. <br />Venganza, socorro, auxilio, <br />favor, amparo, piedad, <br />consuelo, ayuda, remedio, <br />que mi honor cargado está. </div></div><div style="text-align: center;"> </div><div style="text-align: center;"><b>Garullo </b></div><div style="text-align: center;">¿Qué es esto doña Merluza? </div><div style="text-align: center;">¿Quién te ha podido enojar?</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>Lechuga </b></div><div style="text-align: center;">¿Qué nube de pesadumbres </div><div style="text-align: center;">escureció tu beldad? </div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>Merluza </b></div><div style="text-align: center;">Aquese alguacil de escuelas</div><div style="text-align: center;">me fue anoche a visitar. </div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>Tabaco</b> </div><div style="text-align: center;">¿Y halló a alguien? </div><div style="text-align: center;"><b>Merluza </b></div><div style="text-align: center;">Casi a nadie: </div><div style="text-align: center;">a un barbero, a un sacristán, </div><div style="text-align: center;">a un capigorrón, a un sastre,</div><div style="text-align: center;">y a un tabernero, y no más. </div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>Tabaco </b></div><div style="text-align: center;">No son muchos, que más fuera </div><div style="text-align: center;">toda la Universidad. </div><div style="text-align: center;">¡Qué mucho, si eres merluza </div><div style="text-align: center;">que te quisiese pescar, </div><div style="text-align: center;">viéndote tan aliñada</div><div style="text-align: center;">conforme a tu calidad, </div><div style="text-align: center;">grujiendo seda y más seda, </div><div style="text-align: center;">que haces ruido en el lugar,</div><div style="text-align: center;"> con basquiña de ormesí</div><div style="text-align: center;">y ropa de gorgorán!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Francisco Santos</b>, criado del rey <b>Felipe IV</b>, es el autor de la obra titulada "<b><i>Día y noche de Madrid. Discurso de lo más notable que en él pasa</i></b>" (Pablo de Val.<b> Madrid</b>, 1663). En ella leemos el siguiente diálogo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Iba diciendo la vna a la otra: amiga mía,
perdido está el mundo, en todo ayer, ni oy, no ha llegado á mi quien diga: Demonio, ó
muger, quieres algo? y si no fuera por la vezina de adentro, no me huuiera desayunado oy. Porque no ibas á mi casa (dixo la
compañera) que Fulano lleuó ayer dos pollas
famosas, y oy ha lleuado medio cabrito, y vn lomo de carnero; y cierto, que lo haze el moço muy bien conmigo: yo apostaré, que está como un Ángel, aguardándome para cenar; j pero según nos fuere, será la buelta, Casóse yá, pregunta la otra? A quien responde, si, y muy bien, que le dieron famoso dote, y vna
muchacha como la perla, Y á ti te dio vistas, buelue á preguntar? A quien respondió: Amiga, si, que el vestido de raso de flores, y
el guardapies de ormesi, que tengo, del dote salió: pues era yo boba, que á dote nueuo me auia de descuydar: ayer me pagó medio año de casa, y me dio cien reales para dos camisas: el mozo está perdido por mí, y si yo quisiera,
las mas de las noches se quedara en mi casa. Yo, amiga, dize la otra, no tengo tanta suerte, que aquel hombre que tuue, no llego á darme
unos çapatos; porque se hauia encaprichado en
dezir, que ninguna de nosotras cocemos la olla con un carbón solo. Aqui llegauan, quando las detuuieron dos babones modernos, y despues de breue conuersación, ellos guiaron, y ellas los siguieron</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Discurso Treze</i></b>"; págs. 261-263)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De <b>Francisco de Quevedo</b> es una letrilla, que empieza así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Toda bolsa que me ve </div><div style="text-align: center;">Tan honesta y tan bonita, </div><div style="text-align: center;">Me llama, no sé por qué, </div><div style="text-align: center;"><i>Cuando tomo, Mariquita, </i></div><div style="text-align: center;"><i>Cuando da, Maritomé.</i> </div><div style="text-align: center;">En casa del Florentín, </div><div style="text-align: center;">Tienda donde se regala, </div><div style="text-align: center;">Más le quiero Martingala, </div><div style="text-align: center;">Que no sin gala Martin. </div><div style="text-align: center;">Y si pido de improviso </div><div style="text-align: center;">La tela ó el ormesí, </div><div style="text-align: center;">Mejor me parece á mí </div><div style="text-align: center;">Galápago que Narciso. </div><div style="text-align: center;">Yo no quiero al ginovés. </div><div style="text-align: center;">Que con fama cumple ya; </div><div style="text-align: center;">Pues más vale, si él no da, </div><div style="text-align: center;">Sin fama algún holandés. </div><div style="text-align: center;">Soy á la bolsa precita. </div><div style="text-align: center;">Que se viene por su pie, </div><div style="text-align: center;">Al daca de esta bendita, </div><div style="text-align: center;"><i>Cuando tomo, Mariquita, </i></div><div style="text-align: center;"><i>Cuando da, Maritomé</i>. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta octava forma parte del canto épico "<b><i>Las naves de Cortés destruidas</i></b>" (Imprenta Real. <b>Madrid</b>, 1785), escrito por <b>Nicolás Fernández de Moratín</b>. La obra se publicó póstumamente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Era alazán tostado, corpulento. </div><div style="text-align: center;">De ardiente vista, y con feroz ultrage. </div><div style="text-align: center;">Bate el suelo, mirándose opulento </div><div style="text-align: center;">Con tan precioso y bárbaro equipage: </div><div style="text-align: center;">D e ormesí recamado el paramento, </div><div style="text-align: center;">D e seda y oro y borlas el rendage, </div><div style="text-align: center;">De bronces entallados la estribera,</div><div style="text-align: center;">Zafiros y balages la testera.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El mismo tipo de estrofa utilizó <b>Ángel Saavedra, Duque de Rivas</b>, en su poema heroico titulado "<b><i>El paso honroso</i></b>", que narra las justas medievales que tuvieron lugar en la localidad leonesa de <b>Hospital de Órbigo</b> en el <b>Año Jacobeo</b> de 1434:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>CANTO II</b></div><div style="text-align: center;">(...)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Son los nueve : Alvar Gomez el osado,</div><div style="text-align: center;">López Zúñiga, Diego Benavides, </div><div style="text-align: center;">Sancho de Rabanal afortunado, </div><div style="text-align: center;">Diego Bazán acostumbrado á lides, </div><div style="text-align: center;">Gomez de Villacorta gran soldado, </div><div style="text-align: center;">Pero de Nava en fuerzas nuevo Alcides, </div><div style="text-align: center;">Lope de Aller, y el joven Pero Ríos </div><div style="text-align: center;">Feliz en sus empresas y amoríos. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Por séquito llevaban veinte pages </div><div style="text-align: center;">Con escudos de timbres y blasones. </div><div style="text-align: center;">Ornados de riquísimos ropages, </div><div style="text-align: center;">Y oprimiendo hermosísimos bridones, </div><div style="text-align: center;">Que moviendo garzotas y plumages </div><div style="text-align: center;">Arrastran rapacejos y borlones </div><div style="text-align: center;">De paramentos de ormesí bordados. </div><div style="text-align: center;">Con cifras y cuarteles recamados.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Juan Ramón Jiménez,</b> el sensitivo poeta de <b>Moguer</b>, incluyó en su "<b><i>Segunda antolojía poética</i></b> (1898-1918)" (Espasa-Calpe. Colección Austral. Nº 1460. <b>Madrid,</b> 1969) este pequeño romancillo titulado "<b><i>Un oro</i></b>", con el que vamos a cerrar esta entrada:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Un oro distante, </div><div style="text-align: center;">solitario y príncipe. </div><div style="text-align: center;">Un oro en espíritu, </div><div style="text-align: center;">que casi no existe. </div><div style="text-align: center;">Un oro que pende, </div><div style="text-align: center;">en tenues jardines, </div><div style="text-align: center;">sobre aguas suaves. </div><div style="text-align: center;">ormesí de cisnes. </div><div style="text-align: center;">Que es plata en el sol, </div><div style="text-align: center;">diamante en la firme </div><div style="text-align: center;">desnudez errante </div><div style="text-align: center;">de la libre virjen. </div><div style="text-align: center;">Que casi no enciende </div><div style="text-align: center;">las violetas, iris </div><div style="text-align: center;">infante en las ramas </div><div style="text-align: center;">de sauces no tristes. </div><div style="text-align: center;">Que en la orilla dulce </div><div style="text-align: center;">del rio sublime, </div><div style="text-align: center;">corre, en flor menuda, </div><div style="text-align: center;">hacia lo imposible... </div><div style="text-align: center;">Un oro sin gloria, </div><div style="text-align: center;">solo un poco insigne, </div><div style="text-align: center;">con música fina, </div><div style="text-align: center;">en vagos sinfines.</div><div style="text-align: center;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-50340109334646285842023-09-26T18:28:00.001+02:002023-09-26T18:28:55.312+02:00ORTO<p style="text-align: justify;"><i> </i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhelaitfDB0qpCCVTF3AJlDUCq6mNYcjPgiL4DVdfZxgzXKVZYBztoa1wYV1DAqVfdETclLMdaLGQ3XDAjsG3ySQuQXRFZYbB0K-gTEFKORgGvjR5y7AGfuvM4UiBSmZcXZ8tnny26mG54djeFQQQ-F8oXYem4xIOVeFQUDbcaU-N4v05WhPl2lZ4HWW1uQ/s542/a5.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="200" data-original-width="542" height="118" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhelaitfDB0qpCCVTF3AJlDUCq6mNYcjPgiL4DVdfZxgzXKVZYBztoa1wYV1DAqVfdETclLMdaLGQ3XDAjsG3ySQuQXRFZYbB0K-gTEFKORgGvjR5y7AGfuvM4UiBSmZcXZ8tnny26mG54djeFQQQ-F8oXYem4xIOVeFQUDbcaU-N4v05WhPl2lZ4HWW1uQ/s320/a5.png" width="320" /></a></i></div><i><br /></i><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Orto</i> es voz que no recoge <b>Covarrubias</b>, pero que sí se encuentra en <b>Autoridades</b> con estas definiciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORTO. s. m. La ascensión ó subida de qualquier Astro por el Horizonte. Este, absolutamente, y sin otro respecto, se llama Orto Astronómico. Lat. <i>Ortus</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORTO POETICO. El nacimiento de qualquier astro con respecto al Sol. Este se divide en Helíaco, Cósmico y Acronycto. Veanse en estas voces. Lat. <i>Ortus poeticus</i></span>."</p><p style="text-align: justify;">Hacemos caso al "<b><i>Diccionario de Autoridades</i></b>", que define así estas voces:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HELIACO, CA. adj. Term. de Astronomía. Es el orto ú ocaso de un astro, quando aparece ó desaparece por apartarse del Sol, ó acercarse á él. Es voz griega, que significa Sol. (...).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">COSMICO. s. m. term. de Astronomía. El orto y ocaso de un Astro, quando nace, ó se pone al mismo tiempo que sale el Sol. Llámase tambien matutino. (...).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ACRONYCTO, TA. adj. Voz Griega, término de Astronomía. El orto, y ocaso de un Astro quando nace, y se pone al mismo tiempo que se pone el Sol, y por esso llaman Acronyctas á las estrellas que parecen por la tarde. Llámase tambien Chrónico, ó Vespertino. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición usual de 1832, en la que no incluyen el anterior trío de voces astronómicas. En la de 1884, las acepciones de la voz<i> orto</i> se reducen a una:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORTO. (Del lat. <i>ortus</i>.) m. Salida ó aparición del Sol ó de otro cualquier astro por el horizonte"</span>.</p><p style="text-align: justify;">Esta definición se mantiene hasta la<b> Edición del Tricentenario</b>, última consultada.</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros</i></b> nos ofrece cuatro significados de esta voz. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORTO, de un astro, voz de los Astrónomos, el tiempo, ó salida de él por el horizonte. (...)</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORTO POETICO, se dice cuando el orto es con algun respecto al sol.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORTO, nombre de un perro fabuloso que guardaba los ganados de Jerion; era, dice la fabula, hijo de Equidna, que quiere decir serpiente, y hermano del can cervero. Hesiodo trae que era hijo de Trifon, y que le mató Hercules. (...)</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORTO, en lengua griega, huerto. (...)</span>".</p><p style="text-align: justify;">Los diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo a lo ya dicho, salvo el <b><i>Pagés,</i></b> que ilustra esta voz con cuatro versos de <b>Tirso de Molina</b>. Se encuentran en su obra titulada "<b><i>Amar por razón de estado"</i></b>. Dice <b>Ricardo,</b> viejo caballero de la <b>Gran Cruz de San Juan</b>, y padre de <b>Enrique</b>, enamorado de<b> Leonora</b>:</p><div style="text-align: center;">Dejando, pues, por ahora<br />deseos, que sazonados<br />se cumplirán a su tiempo,<br />será razón que volvamos,<br />Enrique a nuestro ejercicio.</div><div style="text-align: center;">Ayer tarde repasamos</div><div style="text-align: center;">los meteoros, y en ellos</div><div style="text-align: center;">bastantemente informado,</div><div style="text-align: center;">sabes de lo que proceden</div><div style="text-align: center;">las nubes, lluvias y rayos,</div><div style="text-align: center;">cometas y exhalaciones,</div><div style="text-align: center;">que la región inflamando</div><div style="text-align: center;">del elemento tercero,</div><div style="text-align: center;">al vulgo causan espanto;</div><div style="text-align: center;">como crinitas, caudatas,</div><div style="text-align: center;">y otras, que por no ser largo</div><div style="text-align: center;">dejo porque ya las sabes,</div><div style="text-align: center;">por ellas conjeturando</div><div style="text-align: center;">guerras, muerte de señores,</div><div style="text-align: center;">hambres, mudanzas de estados,</div><div style="text-align: center;">y otras desdichas que anuncian</div><div style="text-align: center;">los cuerpos simples y varios,</div><div style="text-align: center;">de cuyo influjo dependen</div><div style="text-align: center;">los vivientes de acá abajo;</div><div style="text-align: center;">ahora has de resumirme</div><div style="text-align: center;">lo que ayer para hoy dejamos</div><div style="text-align: center;">en materia de los cielos,</div><div style="text-align: center;">sus ortos y sus ocasos.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario de Americanismos</i></b>" de <b>ASALE</b> recoge otros significados y varias locuciones adverbiales con la voz <i>orto</i>:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORTO. I. 1. m. <i>Ve, Pe, Bo, Ch, Ar, Ur, Ec,</i> p. u. Ano, (...) // II. 1. m. <i>Ar, Ur.</i> Buena suerte. // a. II. <b>como el -</b> loc. adv./ adj. <i>Ch, Ar, Ur.</i> Sumamente mal. (...) <b>Para el orto</b>. // b. II. <b>De -</b> .loc. adv. <i>Ar, Ur</i>. Por casualidad o suerte. (...) // c. II<b> Para el -</b> Ch, <i>Ar, Ur,</i> como el orto. // <b>Hacer de-</b> ".</span></p><p style="text-align: justify;">El catedrático de Historia General del Derecho, don <b>Antonio Dellepiane,</b> incluyó la voz que estamos estudiando en su obra "<b><i>El idioma del delito"</i></b> (Arnoldo Moen. <b>Buenos Aires</b>, 1894) Esta jerga no es otra que el lunfardo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORTO. m. Ano.- <i>Dar por el orto</i>, sodomizar</span>".</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_xsyCMNf95e56b-YlwNreM5SsiLg2GA6kSiqcR-cMbi7iUAA866lCfilpfpXnoe_6QGXO5Y3k4s8tpMBSvsxgSyw7J6NwG72KxbwYn83t9B5c4FyeLWaqBx6_SVg0emVTXTzlqoz3876G5OBE4zCwNu2Mq8ys3L-pAr73D4ipPdlJfsA-TT5Sfvipuqq8/s539/a6.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="539" data-original-width="428" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_xsyCMNf95e56b-YlwNreM5SsiLg2GA6kSiqcR-cMbi7iUAA866lCfilpfpXnoe_6QGXO5Y3k4s8tpMBSvsxgSyw7J6NwG72KxbwYn83t9B5c4FyeLWaqBx6_SVg0emVTXTzlqoz3876G5OBE4zCwNu2Mq8ys3L-pAr73D4ipPdlJfsA-TT5Sfvipuqq8/s320/a6.png" width="254" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><b>Eduardo Úrculo.- "<i>Sin título</i></b>". 1977</p><p style="text-align: justify;">En el tomo primero de la obra titulada "<b><i>Anatomía de todo lo visible é invisible: Compendio Universal de ambos Mundos</i></b>" (Imprenta de la Vda. de Ibarra. <b>Madrid</b>, 1794), el Catedrático salmantino de Prima de Matemáticas, el Doctor D. <b>Diego de Torres Villarroel</b>, dice lo siguiente:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Este círculo mejor lo habían Vmds. de imaginar desde la tierra; pero nos hemos de ingeniar para su formación. Este círculo ha de
dividir la Esfera en dos partes ó emisferios
iguales, y ha de distar igualmente del punto
vertical; de modo, que aquella linea ó término que hace del Cielo con la tierra, desde
su superficie miramos toda la redondez del
uno y otro Globo, este se llama Orizonte: así
queda dividido el emisferio superior del inferior. Divídese el Orizonte, considerado desde la tierra, en recto y obliquo; el recto tiene todos los que habitan la Esfera recta, y
el obliquo los que habitan la obliqua; de
modo, que todos aquellos habitadores á quienes se les levanta sobre el Orizonte, ya este
Polo Ártico, ya el Antartico, tienen el Orizonte obliquo; y aquellos habitadores que
desde su suelo registran el uno y otro Polo,
estos tienen el Orizonte recto. Divídese también el Orizonte en sensible y racional; el
Orizonte sensible es aquel espacio de superficie de la tierra comprehendido en un ámbito redondo: mas claro: es toda la circunferencia que llegan á ver los ojos, quando
nos ponemos en algún plano descubierto de
la tierra. El Orizonte racional es el punto
concéntrico de la tierra partido imaginariamente por medio, llámase racional, porque
solo lo comprehende la razón. En este círculo se notan los nacimientos y ocasos de las
Estrellas, ó de otro qualquiera punto del Cielo; y así el orto ú ocaso de las Estrellas es
de tres maneras, cósmico, crónico y eliaco.
El orto cósmico ó mundano, es quando una
Estrella juntamente con el Sol sale sobre el
Orizonte. <br />El <i>orto cósmico ó mundano,</i> es quando una estrella juntamente con el Sol sale sobre el Orizonte. El <i>ocaso cósmico,</i> es quando estando
el Sol en el Orizonte se oculta la Estrella en
el Orizonte. El <i>orto ó nacimiento crónico, ó
vespertino</i>, es quando puesto el Sol, la Estrella nace sobre el Orizonte. <i>Ocaso crónico</i> es
quando la Estrella y el Sol ambos se ocultan
en el Occidente. El <i>orto eliaco</i> es quando la
Estrella (que por la vecindad de los rayos
del Sol) no se puede ver, quitado el impedimento se ve en el Orizonte. El <i>ocaso eliaco</i> es quando la Estrella se dexa ver primero, y después oprimida de los rayos del Sol
no se permite registrar. La <i>amplitud ó latitud
ortiva</i> es la distancia del nacimiento de la
Estrella, ó de otro punto de la Eclíptica del
orto de la Equinoccial, y lo mismo han de
entender Vmds. de la <i>amplitud ó latitud occidua</i>, porque la amplitud ortiva de un lugar siempre es igual á la occidua del mismo lugar</span>".<br /> ("<b><i>Del Orizonte y sus oficios</i></b>"; págs. 189-191)</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">Otra explicación sobre el horizonte de la <b>Tierra</b>, el <i>orto </i>y el ocaso, nos la da el escritor y periodista <b>Enrique Vera y González,</b> que publicó "<b>Nociones de Geografía Astronómica</b>" (Saturnino Calleja. <b>Madrid,</b> 1896), bajo el seudónimo de <b>Z. Vélez de Aragón</b>: </div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Horizonte sensible es el que apreciamos á. simple vista, y
que abarca. tanta mayor extensión, cuanto más elevado es el
punto en que nos colocamos. Teniendo en cuenta que la Tierra es redonda, claro es que este horizonte comprende un
casquete esférico, y que un plano que pasara por su base, dividiría. el globo en dos porciones desiguales, una, muy pequeña, al alcance de nuestra vista, y otra. incomparablemente
mayor, que no alcanzaríamos á ver. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">El horizonte racional es el que abarca un hemisferio terrestre, y, por lo tanto, un hemisferio celeste, puesto que el Cielo
envuelve á la Tierra por todas partes. La mirada humana,
que en la superficie terrestre, y en condiciones favorables,
alcanza. sólo un radio de pocos kilómetros, no puede llegar á
ver el horizonte racional sino en el Firmamento, del que
abarca siempre la mitad, cualquiera que sea el punto de observación. Por el horizonte racional determinamos el orto y
ocaso de los astros, ó sea su salida y su puesta; y así, por
ejemplo, decimos que sale el Sol cuando. aparece en nuestro
horizonte, y que se pone ó llega á su ocaso cuando, después
de haber trazado en su curso aparente un semicírculo á través del Cielo, se oculta por un punto opuesto á aquél por
donde apareció ante nuestra vista. Así el horizonte sensible
como el racional cambian con el punto de vista en que nos
coloquemos: el horizonte de Madrid es muy distinto del de
Buenos Aires, por ejemplo, y ambos se diferencian del de
Stokolmo; muchas de las estrellas que ven en el Cielo los
habitantes de los países del hemisferio Norte, son invisibles
desde el hemisferio meridional, y á la inversa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Por el horizonte racional se determina, á. más del orto y
ocaso de los astros y de la duraci6n del día. ó tiempo en que el Sol está sobre el horizonte, la posición de los puntos cardinales, á que referimos la de todos los objetos. El sitio por
donde aparece el Sol al rayar el día se llama Oriente, Levante ó Este, y el opuesto, ó sea por donde se oculta, Occidente,
Poniente, Ocaso ú Oeste". </span></div><div style="text-align: justify;">(Lección primera: "<b><i>Geografía astronómica. Movimiento aparente de los astros</i></b>"; págs. 13-14)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escribe <b>Leopoldo Alas Clarín</b> en su novela "<b><i>La Regenta</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Cuando ya tenía las ideas más despejadas, reconoció
imparcialmente que la pereza aquella mañana no se
quejaba de vicio. «Debía de ser en efecto bastante más
temprano de lo que decía el reloj. Sin embargo, él estaba seguro de que el despertador no adelantaba y de
que por su propia mano le había dado cuerda y puéstole en la hora la mañana anterior. Y con todo, debía
de ser más temprano de lo que allí decía; no podían
ser las ocho, ni siquiera las siete, se lo decía el sueño
que volvía, á pesar de las abluciones, y con más autoridad se lo decía la escasa luz del día. «El orto del sol
hoy debe de ser á las siete y veinte, minuto arriba ó
abajo; pues bien, el sol no ha salido todavía, es indudable; cierto que la niebla espesísima y las nubes cenicientas y pesadas que cubren el cielo hacen la mañana muy oscura, pero no importa, el sol no ha salido
todavía, es demasiada oscuridad esta, no deben de ser
ni siquiera las siete. No podía consultar el reloj de
bolsillo, porque el día anterior al darle cuerda le había
encontrado roto el muelle real</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Tomo II. Cap. XXIX; pág. 511)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXBmAw2ZJWKVFsXKdNH0iDzNJdSOx-dvwOPK8pU3Te6X3dPQ1hUOaVmmlLQ_T2-t85x0j8Tt5NTK4lMjI7EUoAuLVdyAEmU6WneYl8QY0m9_IujozlgMwkWHDO-G4fOnY_okZwG5bIxf7zqz6njetrQBA5yUdh5anF1_n6oDIBsmXXPZaidbq4KC0jcDjC/s832/a7.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="832" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXBmAw2ZJWKVFsXKdNH0iDzNJdSOx-dvwOPK8pU3Te6X3dPQ1hUOaVmmlLQ_T2-t85x0j8Tt5NTK4lMjI7EUoAuLVdyAEmU6WneYl8QY0m9_IujozlgMwkWHDO-G4fOnY_okZwG5bIxf7zqz6njetrQBA5yUdh5anF1_n6oDIBsmXXPZaidbq4KC0jcDjC/s320/a7.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b>Joan Puerto.- "<i>El color del amanecer</i>".</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Manuel Azaña</b> escribió esta voz, con sentido figurado, en un ensayo que lleva por título "<b><i>Asclepigenia y la experiencia amatoria de don Juan Valera</i></b>", incluido en su obra "<b><i>Plumas y palabras</i></b>" (C.I.A.P. <b>Madrid,</b> 1930) :</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Debió Valera a la dolida experiencia sentimental
de la marquesa de Bedmar, y al regalado ambiente
napolitano donde esparcís sus primeros ocios de diplomático, la revelación del amor apasionado y la
integración en su facultad amatoria de todas las potencias, la idea y el deseo, que antes no podían con¬
centrarse en un mismo objeto. La marquesa de Bedmar, con bastantes más años que Don Juan, enferma, desolada, sedujo el ánimo de Valera por su brillante conversación, su inteligencia, su saber y su finura de sentimientos, exaltada por la enfermedad y los
pesares. El espíritu macerado de la marquesa destilaba no sé qué virtud embriagante que mareó a Valera como un sorbo de vino generoso. Valera soñó
las cualidades físicas de la marquesa, y se las prestó después de soñadas. Amaba a un espíritu como
si lo envolviese un cuerpo hermoso; amaba una qui¬
mera, una ficción, más bien a un cadáver: de ahí
el apodo de La Muerta impuesto por el duque de
Rivas. La Muerta correspondió, en espíritu, a Valera. Le amaba sin duda alguna; pero estando ella en
le declinación de la vida y Valera en su orto, estimó que no podía corresponderle con la novedad perteneciente a la juventud y le impuso un régimen de
amistad respetuosa, infrangible, pese a las protestas,
las lágrimas y la desesperación de Valera</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 134)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los siguientes versos se encuentran en la "<b><i>Elegía al gallo</i></b>", de <b>Miguel Hernández</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Recuerdan plañideras </div><div style="text-align: center;">tu cariño en cuclillas </div><div style="text-align: center;">y ya no orinan duramente en plata; </div><div style="text-align: center;">sonámbulas pasean y amarillas </div><div style="text-align: center;">estas tímidas pingües, si no bellas, </div><div style="text-align: center;">con el rubor subido a las estrellas </div><div style="text-align: center;">como párpados a tos de escarlata. </div><div style="text-align: center;">Tristes en una pata, </div><div style="text-align: center;">beben el agua y lloran pico arriba, </div><div style="text-align: center;">en el ano la frágil tornaluna </div><div style="text-align: center;">que tornasol haciendo tu amor iba, </div><div style="text-align: center;">solícito, si infiel, a cada una; </div><div style="text-align: center;">muelles patrias, altares,</div><div style="text-align: center;">donde oficiaban tus amores cortos, </div><div style="text-align: center;">sus recados polares, </div><div style="text-align: center;">hijos a fuerza de temperaturas, </div><div style="text-align: center;">atragantados mandan y en abortos, </div><div style="text-align: center;">sin tus plumiculturas. </div><div style="text-align: center;">Igual que dentaduras, </div><div style="text-align: center;">palidecen las breves cordilleras, </div><div style="text-align: center;">los colorados ortos
— </div><div style="text-align: center;">señal de viento de sus cabelleras.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con un soneto de <b>Fernando Villalón</b> titulado "<b><i>Situación</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Llanuras sin confín, lagos de plata,</div><div style="text-align: center;">rizados por los vientos marineros;</div><div style="text-align: center;">horizonte soldado con luceros</div><div style="text-align: center;">a la bruma de ocasos escarlata.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Soledad marismeña, serenata</div><div style="text-align: center;">de silencio dormido en los esteros;</div><div style="text-align: center;">una cuerda de cisnes viajeros,</div><div style="text-align: center;">al cielo con la tierra, en plumas ata.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Solo con mi caballo en la llanura</div><div style="text-align: center;">-punta de imán mi voz, encuentro el cielo</div><div style="text-align: center;">a un andar con la tierra, la finura</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">del lubricán deshila la camisa</div><div style="text-align: center;">de los ángeles todos, y un revuelo</div><div style="text-align: center;">de nieve, el orto en alas blancas frisa.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/3QwecoH3E7w" width="320" youtube-src-id="3QwecoH3E7w"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: center;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-83416811600688431652023-09-15T19:40:00.001+02:002023-09-15T19:40:50.504+02:00ORZA<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEiarhM2y-jvAxJKeZNhSVW7h64mP5gviQ13jJIFiL8TZXyZZjeioOwULBiC5_4f9dJ8LmnDYmDDerVgc6jkKaZPSFtSzFJYj4PNe2arEt9I8WfexWfIF_faNjwkLVOgONMa8bdlznxBY5CLwhfgdteIWziSpEmGFYdnwhTzoWdaqThgsUdaYppQT81m_C/s491/a23.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="491" data-original-width="363" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEiarhM2y-jvAxJKeZNhSVW7h64mP5gviQ13jJIFiL8TZXyZZjeioOwULBiC5_4f9dJ8LmnDYmDDerVgc6jkKaZPSFtSzFJYj4PNe2arEt9I8WfexWfIF_faNjwkLVOgONMa8bdlznxBY5CLwhfgdteIWziSpEmGFYdnwhTzoWdaqThgsUdaYppQT81m_C/s320/a23.png" width="237" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Escrito <i>orça</i> es voz que <b><i>Nebrija</i></b> (1495) define como <span style="color: red;">"vaso de barro. Vaso pequeño</span>". <b>Covarrubias</b> (1611) nos remite a un significado más marinero:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORÇA. Ir el nauio a orá, ir recostado a vn lado para poder tomar el viento que no le viene derecho, y assi se pone la vela diferentemente</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b><i>Rosal </i></b>(1611) junta las dos acepciones:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORÇA. Vaso. El Latino le llama<i> Orca</i>. Pero <i>Orça</i> dicen los Marineros al ladear la Nave o Galera, de <i>Orcios</i>, que en Griego es cosa costanera hablando propriamente de la Mar</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades</b> recoge el sustantivo <i>orza </i>y el verbo <i>orzar</i> con estos significados:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA. s. f. Vasija vidriada de barro, alta y sin asas, que sirve por lo comun para echar conserva. Viene del Latino <i>Orca, e.</i> MEX. <i>Sylv</i>. part. 2. cap. 16. Enviaba á pedir á su suegra una orza ú olla prestada, y la suegra le respondia, que no se la queria prestar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZA DE AVANTE, ORZA DE NOVELA. Voces de Galera, para avisar se enderece á la mano izquierda. Lat. <i>Ad sinistrum. Sinistrorsum. </i>ALFAR. part. 2. lib. 3. cap. 9. Quando ibamos á la vela tenia cuidado con la orza de avante, y con la orza de novela.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">A ORZA. Modo adverb. Term. nautico que se dice quando vá el baxél torcido á un lado, ó echado sobre uno de los costados: y por semejanza se dice de las cosas que están torcidas ó ladeadas. Lat. <i>Inflexé ad latus</i></span>". </p><p style="text-align: justify;">Cita dos versos del <b>Canto 15</b> del poema épico "<b><i>La Araucana</i></b>", escrito por <b>Alonso de Ercilla</b>. La octava completa dice así:</p><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;">Crece el miedo, el clamor se multiplica, </div><div style="text-align: center;">uno dice: "¡a la mar!"; otro: "¡arribemos!"; </div><div style="text-align: center;">otro da grita: "¡amaina!"; otro replica: </div><div style="text-align: center;">"¡A orza!, no amainar, que nos perdemos!";</div><div style="text-align: center;">otro dice : "¡herramientas, pica, pica!; </div><div style="text-align: center;">¡mástiles y obras muertas derribemos!"</div><div style="text-align: center;"> Atónita de acá y de allá la gente </div><div style="text-align: center;">corre en montón confuso diligente.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Continúa <b>Autoridades</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZAR. V. n. Llegar la próa al viento, quando se navega á la bolina. Es lo mismo que ir de lado. Vocab. marit. de Sev. Lat. <i>Sinistrorsum navigare</i></span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1817, en la que dicen:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">Á ORZA. mod. adv.<i> Náut</i>. que se dice cuando el bajel navega de bolina poniendo la proa hácia la parte de donde viene el viento; y porque suele tumbar ó ladearse cuando navega así, se dice por semejanza de las cosas que están torcidas ó ladeadas. (...)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZAR. v. n. <i>Náut</i>. Poner la proa cuando se pueda hácia la parte de donde viene el viento, navegando de bolina para ganar barlovento y adelantar en la derrota. (...)</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1869 este verbo lo definen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZAR. n. <i>Mar.</i> Inclinar la proa hácia la parte donde viene el viento</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1914 la voz marinera orza queda definida del siguiente modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA. (En ital. <i>orza</i>; en fr, <i>orse.</i>) f. <i>Mar</i>. Acción y efecto de orzar.//<b> a popa</b>. Cabo con que se lleva a popa el car de la entena. // <b>de avante, o de novela</b>. Orza a popa del trinquete. // <b>A orza</b>. m. adv. <i>Mar</i>. Dícese cuando el buque navega poniendo la proa hacia la parte de donde viene el viento; y porque suele tumbarse o ladearse cuando navega así, se dice, por semejanza, de las cosas que están torcidas o ladeadas"</span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1925 incluyen una nueva acepción:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">"ORZA. (...) 2. <i>Mar</i>. Pieza suplementaria, metálica y de forma aproximadamente de triángulo rectángulo, cuyo cateto mayor se aplica y asegura exteriormente a la quilla de los balandros de regata, a fin de aumentar su calado y procurar su mayor estabilidad y mejor gobierno para ceñir</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El <b><i>Esteban Terreros</i></b> también se ocupa de estas voces. A saber:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA, vasija. (...)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">LA ORZA es á propósito para poner en ella toda especie de dulce.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZA, una cuerda de la Nao. (...).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZAS, término de marina, son unas tablas que hai en algunas embarcaciones, en figura de suela de zapato, asidas por un lado con un eje á un costado del vaso, de modo que jueguen libremente por el lado de sotovento, que es el opuesto al aire que corre, y así hacen que la embarcacion no se abata, ni sotoventée, especialmente en ríos y bahías. (...).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZAR, término de marina, ir en algun modo contra el viento, de manera, que lo que él desayude, se recobre, variando algo el rumbo, por exemplo, si el aire sopla del norte, y se navega al oriente, variando una cuarta al Poniente con el rumbo. (...) Tambien dicen los marineros en cast. pellizcar el viento, é ir al lo, ó á orza. Tambien se dice en las galeras, orza de avante, orza de novela, que quiere decir á la izquierda (...)</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKpd1-VBZTwR9RnpQgo4kS5UW-GRJMJwJ6zqE0kVzRZS_AcPx66Kiv7K7LFNbFxV2eYcAJO6nkj1UYgbfQoKP6FfjdmmFFjlop7o3T_yrDA8GT_J88CnFC6exTIjaorSffQVE389US0CKZg66c77JMHStr-po5-Lz4eMSIhGqoRWpOpjJ7bPbqabLl9kRz/s913/a24.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="608" data-original-width="913" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKpd1-VBZTwR9RnpQgo4kS5UW-GRJMJwJ6zqE0kVzRZS_AcPx66Kiv7K7LFNbFxV2eYcAJO6nkj1UYgbfQoKP6FfjdmmFFjlop7o3T_yrDA8GT_J88CnFC6exTIjaorSffQVE389US0CKZg66c77JMHStr-po5-Lz4eMSIhGqoRWpOpjJ7bPbqabLl9kRz/s320/a24.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El "<b><i>Diccionario Marítimo Español</i></b>" (1831), de <b>Martín Fernández de Navarrete,</b> recoge las voces <i>orza</i>, <i>orzada</i> y <i>orzar</i>, con las siguientes definiciones:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA. s. f. A. N. Tablón ovalado, aunque mas estrecho que en el inferior en el extremo superior, por el cual gira verticalmente sobre un gran perno ó eje clavado en el costado en cada portalón. Sirve para contener la deriva, dejando caer el de sotavento, y lo usan algunas embarcaciones del Norte, particularmente las holandesas. Llámase <i>orza de deriva</i>. (...) <i>Pil</i>. y <i>Man</i>. La acción de orzar el buque; y la posición misma de navegar orzado ó ceñido. En el primer sentido ó en cuanto á la acción sola, es lo mismo que orzada.\\ <i>0rza~avante</i> ú <i>orza-novela</i> ó <i>novella.</i> V. <i>Davan</i> ó <i>davante</i>.\\ <i>Orza-á-popa</i>: cabo con que se lleva hácia popa el car de la entena, cuando se navega con viento largo ó cuando ha de cambiarse la vela. // <i>meter de orza</i>: fr. orzar. // <i>Partir de orza</i>: empezar el buque su movimiento de orzar, cuando se le impele á ello; y en otro sentido, lo mismo que <i>partir al puño</i>. V. <i>Púño</i>.\\ <i>Ir ó venir de orza</i>: hallarse el buque en el movimiento de orzar; y también ir ó venir ciñendo el viento otra embarcación que se tiene a la vista. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">ORZADA, s. f. <i>Pil</i>. y <i>Man</i>. La acción y efecto de orzar. La primera</span></div><div><span style="color: red;">se dice también <i>orza</i>. (...) // <i>Rebasar de la orzada</i>: fr. pasar adelante de cualquier objeto que estorba la marcha directa del bajel, evitándolo con solo el movimiento de su orzada. \\ <i>Tenerlo en la orzada</i>, ó bien <i>tenerle la orzada, reparar la orzada</i>: contener con el timón este movimiento giratorio. // <i>Llegar la orzada á tal rumbo</i>: se dice, estando á la capa, para denotar la cantidad de aquel movimiento, y formar juicio de las propiedades mas ó menos ventajosas del buque para esta posición. (...) // <i>Sondar sobre una orzada</i>: verificar esta maniobra sin detener absolutamente la marcha del buque, sino solo orzando hasta que toquen las velas.</span></div><div><span style="color: red;"><br /></span></div><div><span style="color: red;">ORZAR, v. a. y n. <i>Pil</i>. y <i>Man</i>. Dar al timón la posición necesaria para que el buque orce. // Girar el buque, llevando su proa desde sotavento para barlovento, ó disminuyendo el ángulo que por dicha parte forma la dirección de la quilla con la del viento. En ambas acepciones se decía antiguamente<i> orcear </i>, según Luz. , Garc. y el Voc. Nav. // <i>Orzar tantas cabillas ó tantas cuartas</i>: fr. V. Cabilla y</span></div><div><span style="color: red;">cuarta.\\ <i>Orzar todo, orzar á la banda, al canto</i>. V. Banda y canto. // Tact. <i>Orzar á un tiempo</i>: hacer el movimiento de orzada todos los buques de una línea ó columna en un mismo instante dado".</span> </div><div><br /></div><div>Don <b>Julio Cejador y Frauca</b> también recoge estas voces en el Tomo V de su "<b><i>Tesoro...</i></b>", ilustradas con citas literarias:</div><div><br /></div><div>"<span style="color: red;">ORZAR, poner la punta de la proa contra el viento. Del euskaro
ortz diente, punta, llanta del carro que se clava en tierra; cat. orsa,
prov., it., y pg. orza, del castellano. </span></div><div><span style="color: red;"><br /></span></div><div><span style="color: red;">ORZADA, acción de orzar. </span></div><div><span style="color: red;"><br /></span></div><div><span style="color: red;">ORZA, es un tablón ovalado en el buque para contener la
deriva. COVARR.: Ir el navio á orza, ir recostado de un lado para
poder temar el viento, que no le viene derecho, y así se pone la vela
diferentemente. Posv. de orz-ar ó poner la punta de la proa contra el
viento, á orza hacia el viento. <i>Quij</i>. 1,41: Llevando un poco á orza
el timón. <i>Persil</i>. 2,15: A orza por delante de nosotros pasaba. <i>G.
Alf</i>. 2,1,8: Colación y vino admirable, con que puestos á orza se
dejaron dormir. QUEV. Casa. loc. amor: Traían sombreros á orza
(que ellos llaman gabión de la cabeza). </span></div><div><span style="color: red;"><br /></span></div><div><span style="color: red;"><i>Orza de avante, de novela</i>, que se enderece á la mano izquierda.
<i>G. Alf</i>. 2,3,9: Cuando íbamos á la vela, tenía cuidado con la orza de
avante, y con la orza de novela.</span></div><div><span style="color: red;"><br /></span></div><div><span style="color: red;"><i>Traerle á orza</i>, dominarle á su antojo</span>".</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Joan Corominas</b> dedica cuatro páginas de su "<b><i>Diccionario...</i></b>" al estudio de la voz <i>orza</i>. Entre otras cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA, I, ´vasija de barro´, del antiguo <i>orço</i> y éste del lat. <i>urceus</i> ´jarro´, ´olla´. 1ª doc.: <i>orzo</i>, 1112. (...); <i>orço</i>, S. XIV, refrán aragonés: "tanto va el orço al agua, entro que lexa nel fondo el anssa"; <i>orça</i>. J. Ruiz</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se refiere don Joan al "<b><i>Libro de buen amor"</i></b>, del <b>Arcipreste de Hita</b>, y en él, al "<b><i>Enxienplo de la propiedat qu´l dinero há</i></b>", musicalizado, varios siglos después, por <b>Paco Ibáñez </b>con notable acierto. Los versos que nos interesan son estos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>513</b> Las cosas que son graves fázelas de lygero: </div><div style="text-align: center;">Por ende á tu vieja sé franco é llenero, </div><div style="text-align: center;">Que poco ó que mucho, non vaya syn logrero: </div><div style="text-align: center;">Non me pago de juguetes, do non anda dinero. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>514</b>
Sy algo non le dyeres, cosa mucha nin poca, </div><div style="text-align: center;">Sey franco de palabra, non le digas razón loca: </div><div style="text-align: center;">Quien no tiene miel en orça, téngala en la
boca: </div><div style="text-align: center;">Mercader que esto faze, byen vende é byen
troca.
</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Continúa don <b>Joan</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ORZA, II, voz náutica mediterránea de origen incierto, quizá del verbo <i>orzar</i> ´llegar la proa al viento´ y éste de un lat. vg. <i>ortiare</i> ´levantar´, derivado del lat. <i>oriri</i> íd. 1ª doc. ; 2º cuarto del S. XV, Diez de Gámez</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La obra aludida es la "<b><i>Crónica de Don Pedro Niño, Conde de Buelna</i></b>". Cito de la edición publicada por don <b>Eugenio de Llaguno Amirola,</b> Caballero de la Orden de Santiago, y miembro honorable de la Real Academia de la Historia, impresa en <b>Madrid</b>, por don Antonio Sancha, en el año 1782:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">La tormenta era cada vez mas fuerte: los
marineros alzaron un poco las velas, entraron las pujas, é ficieron braguerotes á la vela, é entraron la osta é la sosta, é
pusieron dos omes á las betas á ayudar, é ficieron cataldo para amaynar á fuerza del viento. Era el viento al quartel de para.
A si corrieron toda la noche las galeras á orza. Con la fuerza
de las grandes olas facían abrir la galera, é facia mucha agua,
tanta que non se daban vagar los preles á esgotar toda la noche. E facia grande turana, é llovia, é por esto eran los marineros en mayor trabajo: é toda la gente facian oraciones, é
votos á Dios, é á los Sanctos que los librase, é echaron romería para Sancta María de Guadalupe: é plogo á Dios que
al quarto del alva cavalgó un poco el viento, é asosegó la mar,
é tornó el viento al norte</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. IV: "<b><i>Como partió Pero Niño de Tolon en pos de los Cosarios: é de la grand fortuna que las
galeras pasaron aquella noche</i></b>"; pág. 62)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Joan</b> cita también a <b>Cristóbal de Castillejo</b>, a <b>Miguel de Cervantes</b>, a <b>Mateo Alemán</b>, y a <b>Vélez de Guevara</b>, entre otros. La poesía del primero se titula "<b><i>Querella de un macho contra su amo, que le cargaba demasiado haciendo jornada en la Corte del Rey de Romanos</i></b>". Comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿Qué es esto, noble señor?</div><div style="text-align: center;">¿Qué crueldad tan indigna?</div><div style="text-align: center;">¿Soy moro o soy traidor,</div><div style="text-align: center;">que con tanto disfavor</div><div style="text-align: center;">tratáis mi carne mezquina?</div><div style="text-align: center;">No bastándoos el sillar,</div><div style="text-align: center;">colgáis de mi flaco cuelo,</div><div style="text-align: center;">lo que por Dios un camello</div><div style="text-align: center;">apenas puede llevar,</div><div style="text-align: center;">sin dar en tierra con ello.</div><div style="text-align: center;">Sayos, calzas y jubones,</div><div style="text-align: center;">cabestros, erramental,</div><div style="text-align: center;">botas, zapatos, calzones,</div><div style="text-align: center;">colgados de mis arzones,</div><div style="text-align: center;">como si fuese varal.</div><div style="text-align: center;">Yo miserable machuelo,</div><div style="text-align: center;">con el peso trasijado,</div><div style="text-align: center;">llevo, como veis, forzado</div><div style="text-align: center;">los hocicos por el suelo,</div><div style="text-align: center;">por hacer vuestro mandado.</div><div style="text-align: center;">Pero vos sin compasión,</div><div style="text-align: center;">de cuanto sufro delante,</div><div style="text-align: center;">asestaisme un valijón</div><div style="text-align: center;">en mis ancas de cabrón,</div><div style="text-align: center;">que es carga de un elefante.</div><div style="text-align: center;">Y en la silla otro que sí,</div><div style="text-align: center;">un mozo se me plantó,</div><div style="text-align: center;">que nunca descanse, no,</div><div style="text-align: center;">si lo que va sobre mí,</div><div style="text-align: center;">no pesare más que yo.</div><div style="text-align: center;">Yo voy ya para morir,</div><div style="text-align: center;">y ojalá fuese ya muerto,</div><div style="text-align: center;">siquiera por no sentir</div><div style="text-align: center;">el escarnio de ver ir</div><div style="text-align: center;">el maletón descubierto,</div><div style="text-align: center;">puesto a orza y recalcado</div><div style="text-align: center;">de colchón y cabezales,</div><div style="text-align: center;">que por ambos cornejales</div><div style="text-align: center;">le salen al desdichado</div><div style="text-align: center;">las tripas y los pañales...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Miguel de Cervantes</b> puso esta voz en varias de sus obras, como hemos visto en las citadas por don <b>Julio Cejador</b>. Hemos elegido este párrafo de la última, la novela bizantina titulada "<b><i>Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Historia Septentrional</i></b>", publicada póstumamente en el año 1617:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">El pobre a quien la virtud enriquece, suele llegar a ser famoso,
como el rico, si es vicioso, puede venir, y viene, a ser infame. La liberalidad es una de las mas agradables virtudes, de
quien se engendra la buena fama; y es tan verdad esto, que
no hay liberal mal puesto, como no hay avaro, que no lo sea. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #783f04;">Mas iba a decir, pareciéndome que me daban todos tan gratos oídos, como mostraban sus alegres semblantes, cuando
me quitó las palabras de la boca el descubrir un navío que
no lejos del nuestro a orza por delante de nosotros pasaba</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Libro II. Cap. XIV: "<b><i>Refiere lo que pasó con Sulpicia, sobrina de Cratilo, Rey de Bituania</i></b>"; fol. 98v)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El párrafo aludido de la novela picaresca de <b>Mateo Alemán</b>, titulada "<b><i>La vida de Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana</i></b>" es este:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Aquella noche le hizo llevar Pompeyo una muy buena cena,
colación y vino admirable, con que puestos á orza, se dejaron
dormir hasta el día siguiente, que por la mañana le volvió á visitar Pompeyo y dijéronle los criados que reposaba, porque no
había podido dormir en toda la noche. Quisiérase volver á ir;
mas no se lo consintieron, diciendo que reñiría mucho su señor
con ellos, cuando supiese que su merced hubiese llegado y no
le hubiesen avisado</span>".</div><div style="text-align: justify;">( Segunda parte. Libro I. Cap. VIII: "<b><i>Guzmán de Alfarache se quiere ir á Siena, donde unos ladrones le roban lo que había enviado por delante</i></b>"; pág. 367)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQRSDfkSWlmelTabUZVvClAGRYKppLEeG3FDj53Mw_E5d8p9mfIs9VcYfs1KQVijKUH4H6rRntny5OzLFUPJ-hpZcy4engwpQ4YkKWJ5CD6YisYHvAS-ANlOhgtc-VRn63K8l0vrtGIs5VzEyIZioRF8ch12Wt17_MdzFWBkrOHAO-K0gA1Pm1Et9nDMWS/s605/a25.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="434" data-original-width="605" height="230" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQRSDfkSWlmelTabUZVvClAGRYKppLEeG3FDj53Mw_E5d8p9mfIs9VcYfs1KQVijKUH4H6rRntny5OzLFUPJ-hpZcy4engwpQ4YkKWJ5CD6YisYHvAS-ANlOhgtc-VRn63K8l0vrtGIs5VzEyIZioRF8ch12Wt17_MdzFWBkrOHAO-K0gA1Pm1Et9nDMWS/s320/a25.png" width="320" /></a></div><b><div style="text-align: center;"><b>Luis Egidio Meléndez: "<i>Bodegón"</i></b></div></b><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con el sentido de vasija escribe esta voz <b>Melchor Gaspar de Jovellanos</b> en varias de sus cartas enviadas al Sr. Acedo Rico. Hemos escogido esta, fechada en Gijón, el 24 de noviembre de 1792:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Nada mas ocurre: irán á Peñalva los versos del otro á la
Diana Candasina en su original, con orden de que pasen á
Luanco: escogeré las piezas de loza, y sí hay algún barco catalán (pues vienen de cuando en cuando) las enviaré á Barcelona,
que es mejor medio que por el rodeo de la Coruña; aunque si
V. le prefiere, irán á Candás. Se trata de atrapar el secreto de
dar el dorado de las orzas de Valencia, que, mejorado el dibujo, será de gran mérito; pero de esto no hable V. Seguramente se espantarán porque el molino de viento construido y
corriente, y el descubrimiento de buen cuarzo y barros junto á Ribadeo, han mejorado mucho le calidad. Basta: es todo de
V.—Jovellanos</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En las muy prolijas y entretenidas "<b><i>Disquisiciones náuticas</i></b>", escritas por el capitán de navío don <b>Cesáreo Fernández Duro</b>, hay un interesante capítulo dedicado al "<b><i>bárbaro lenguaje que hablan en las galeras</i></b>". Entre otras cosas, dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Dichas estas libertades y privilegios de la galera,
digamos ahora la forma y lenguaje que hablan en ella; porque tan extremados son en el modo del hablar, como
en la manera del vivir. Al fundamento de la galera quieren ellos que se llame quilla, y á las clavijas del palo
llaman escalamos; á la cabecera de la galera llaman
popa y al cabo della dicen proa; á lo que nosotros llamamos colleras, no consienten ellos sino que se nombren cuadernas, y á lo que decimos borde, llaman ellos
caballeros; á la cámara sobre que está la aguja, llaman
escandalar, y al camino que va de proa á popa, nombran crujía; adonde se sientan los remeros llaman postiza, y adonde van guardadas las velas, llaman cuarteles. Quieren que la cocina se llame fogón, y al renovar
la galera le digan dar carena; como decimos en nuestro
lenguaje, acostaos á una parte, dicen ellos en el suyo,
teneos todos á la banda, y por decir «tirad desto ó de aquello», dicen ellos á grandes voces: «iza, iza» ; á lo más alto del mástil, mandan que se llame gata, y á las garruchas con que suben las velas, se nombre topa; nosotros decimos: «ésta es la vela mayor, ésta es la vela
mediana y ésta es la menor» ; ellos no dicen «sino vela
maestra, vela mesana, vela del trinquete» ¡; á las maromas llaman gúmenas, y al poste llaman puntal; á la estaca á do atan las velas, quieren que se llame maimoneta, y á la maroma con que templan las velas, dicen que
se llame escota; como nosotros decimos, «volved esa
galera», dicen ellos «ciaboga» ; y para decir «no reméis
más», dirán ellos «leva remo»; á la garrucha con que
meten el esquife, llaman barbeta, y á lo con que cargan
la galera, llaman lastre; llaman al guardarropa nochar,
y al que rige la galera, cómitre; por decir que navegan
con buen viento, dicen que van en popa, y por navegar
á medio viento, dicen que van á orza; á donde prenden
las velas, llaman antena, y á la maroma con que la suben, llaman candaliza; á lo que llamamos remar, dicen
ellos bogar, y al sacar agua de galera, llaman escorar</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Tomo II. "<b>Disquisición Octava</b>". Cap. VIII; págs. 54-55)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Leopoldo Alas Clarín</b> puso esta voz, con su sentido marinero, en su extraordinaria novela titulada "<b><i>La Regenta"</i></b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Nada le decía de aquellas grandes batallas que le
obligaba á ganar en el extremo Oriente, en las que ella
le asistía haciendo el papel de reina consorte, con
arranques de amazona. Algunas veces le propuso, hablándole al oído, viajes muy arriesgados á países remotos que él ni de nombre conocía. Germán aceptaba
inmediatamente, y estaba dispuesto á convertirse en
diligencia si Ana aceptaba el cargo de muía, ó viceversa. No era eso. La niña quería ir á tierra de moros
de verdad, á matar infieles ó á convertirlos, como Germán quisiera. Germán prefería matarlos; y dicho y
hecho se metían en la barca, mientras el barquero
dormía á la sombra de un cobertizo en la orilla. Á costa de grandes sudores conseguían un ligero balanceo
del gran navío que tripulaban y entonces era cuando
se creían bogando á toda vela por mares nunca navegados.
Germán gritaba: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—Orza!... á babor, á estribor ! hombre al agua !... un
tiburón!... </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Pero tampoco era aquello lo que quería Anita; quería marchar de veras, muy lejos, huyendo de doña
Camila. La única ocasión en que Germán correspondió
al tipo ideal que de su carácter y prendas se había forjado Anita, fue cuando aceptó la escapatoria nocturna
para ver juntos la luna desde la barca y contarse cuentos. Este proyecto le pareció más viable que el de irse
á Morería y se llevó á cabo</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Tomo I. Cap. IV; pág. 110)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuenta doña <b>Emilia Pardo Bazán</b> en <b><i>"El pajarraco</i></b>" la historia de un galán provinciano, llamado <b>Laurencio Deza,</b> que rondaba a varias mujeres; entre ellas a <b>Rosa la Gallinera</b>. Cuando cree que una noche tenía libre la entrada a su casa tres hombres le sujetaron, le golpearon y le desnudaron. Llegados a este punto dice doña <b>Emilia</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">Cuando le hubieron dejado en cueros vivos, sólo
con las botas, la frialdad del aire le reanimó. Miró
á su alrededor, espantado, y quiso alzarse, defenderse. Una lluvia de puntapiés y mojicones, sobre
las carnes sin ropa, sobre el torso que el frío mordía, le aturdió de nuevo. Sus enemigos, riendo,
trajeron del alpendre una orza descacharrada, en
cuyo fondo dormitaba espeso líquido. Con una
brocha enorme, pintaron á grandes brochazos el
cuerpo inerte, untándolo de miel mezclada con pez.
Y hecho esto, tomaron al fascinador, uno por los
pies y dos por los sobacos, y llevándole bajo el cobertizo, le revolcaron en la pluma, hasta que lo
emplumaron todo, de alto á bajo. Y como en los
movimientos de tal operación, segunda vez pareciese revivir, le empujaron hacia la puerta y le
lanzaron á la calle en su extraño atavío, hecho una
bola de plumaje, cerrando la puerta de la corraliza, con llave y cerrojo</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Cuentos trágicos</i></b>"; págs. 155-156)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1zNzACxpfhIxV15BZ7ppskOswhscDVR8ued7dT1GTE0Mpgvu5-t5mkEAWraUdSZKOe_KE2wduc7yLzqPegqd6im5c6jRFi9ZdaqVfYn46CAxdlUCt6mGOVW1A80_6yj-upDqIeCvcgBWvSVn7koxDtha_jlkitfnLc72l5W3HlT7dSGaJ9zKxAku3aLST/s1028/a27.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="786" data-original-width="1028" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1zNzACxpfhIxV15BZ7ppskOswhscDVR8ued7dT1GTE0Mpgvu5-t5mkEAWraUdSZKOe_KE2wduc7yLzqPegqd6im5c6jRFi9ZdaqVfYn46CAxdlUCt6mGOVW1A80_6yj-upDqIeCvcgBWvSVn7koxDtha_jlkitfnLc72l5W3HlT7dSGaJ9zKxAku3aLST/s320/a27.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1907 de la comedia bárbara "<b><i>Águila de blasón</i></b>", su autor, <b>Ramón María del Valle Inclán</b>, escribió la voz "<i>olla</i>", pero en el volumen XIV de su <b>Opera Omnia</b>, impreso en <b>Madrid </b>por los Hermanos Sáez, en el año 1922, la voz que figura es "<i>orza</i>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">La alcoba, del mayorazgo. Con la
fresca de la tarde ha venido el
molinero que tiene en arriendo los
molinos de Lantañón. Trae, como
regalo a su amo, una orza de miel,
y viene solamente por saber sus nuevas. Es un viejo
aldeano lleno de malicias, con mujer moza, galana y
encendida. Hace su entrada con la montera entre ambas manos y una salmodia en los labios</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Jornada segunda. Escena tercera; pág. 75)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Gabriel Miró </b>puso la voz <i>orza</i>, con el sentido de la primera acepción, en varias de sus obras. En el "<b><i>Libro de Sigüenza</i></b>" escribe:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #e69138;">Nada le repuso la señora, sino que levantándose de su silla de esparto—siempre se sentaban en rudos asientos de labradores y en la
casa había sillones de enea y rancios estrados
y butacas con fundas de lienzo blanco, — sacó
de su honda faldriquera una grandísima llave,
abrió la alacena, puso en una jícara una dedada
de miel, y al ir a entregársela a la mocita quitó
algo de aquella dulzura, y cerrando fieramente
el armario escondióse la llave. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #e69138;">Comprenderéis que no es posible que Sigüenza pasara por alto lo que hizo esta señora. ¿Por
qué traería la llave siempre colgada de su costado, esa llave tan grande? ¿Por qué no se la dio
a una moza y aún a la misma rapaza para que
ella tomase la miel pedida? Y singularmente,
¿por qué habiendo mesurado lo que daba y en
el punto que la niña tocaba ya su jícara, le quitó una dorada escurrimbre para devolverla a la
orza panzuda y tal vez llena?</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>De los balcones y portales</i></b>"; pág. 206)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Antonio Machado</b> tituló "<b><i>El indiano</i></b>" uno de los romances que forman parte del largo poema titulado "<b><i>La tierra de Alvargonzález</i></b>". Comienza de este modo: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">De aquellos campos malditos, </div><div style="text-align: center;">Miguel á sus los hermanos </div><div style="text-align: center;">compró una parte, que mucho </div><div style="text-align: center;">caudal de América trajo </div><div style="text-align: center;">y aún en tierra mala, el oro </div><div style="text-align: center;">luce mejor que enterrado </div><div style="text-align: center;">y más en mano de pobres </div><div style="text-align: center;">que oculto en orza de barro...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Uno de los sonetos que <b>Pedro Luis de Gálvez</b> incluyó en su libro "<b><i>Negro y azul</i></b>" es el titulado "<b><i>Visión de La Mancha":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Ocre, verdoso gris, siena tostada, </div><div style="text-align: center;">bajo el plomo radiante del celaje, </div><div style="text-align: center;">muere de sed el tétrico paisaje </div><div style="text-align: center;">de entraña dura, pobre y castigada. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Ciega la carretera calcinada </div><div style="text-align: center;">la pupila cansada del peonaje. </div><div style="text-align: center;">Tierras de pan en orza y de potaje, </div><div style="text-align: center;">feroces Cristos y mujer honrada.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Con el ganado el labrador se hacina </div><div style="text-align: center;">-
bebe y ayunta, llora y envejece— </div><div style="text-align: center;">junto al negro fogón de su cocina... </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">El poblado es un punto en la llanura. </div><div style="text-align: center;">Más que la estrecha casa, se apetece </div><div style="text-align: center;">la solitaria y fresca sepultura.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de las obras teatrales más recordada y representada de <b>Federico García Lorca</b> es "<b><i>La casa de Bernarda Alba</i></b>". Empieza así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"(<i>Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute
rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros
con paisajes inverosímiles de ninfas o reyes de leyenda. Es
verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena.
Al levantarse el telón está la escena sola. Se oyen doblar las campanas.) </i></div><div style="text-align: justify;"><i>(Sale la Criada.</i>) </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>CRIADA</b>.
Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes. </div><div style="text-align: justify;"><b>LA PONCIA.</b> (Sale comiendo chorizo y pan.)
Llevan ya más de dos horas de gori-gori. Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena. <b>CRIADA</b>.
Es la que se queda más sola.</div><div style="text-align: justify;"><b>LA PONCIA</b>.
Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos solas un poquito! Yo he venido a comer.</div><div style="text-align: justify;"><b>CRIADA</b>.
¡Si te viera Bernarda!. . . </div><div style="text-align: justify;"><b>LA PONCIA.</b>
¡Quisiera que ahora como no come ella, que todas nos muriéramos de hambre! ¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada citando "<b><i>Platero y yo</i></b>", el hermoso libro de <b>Juan Ramón Jiménez</b>. El capítulo LXXII, titulado "<b>Vendimia</b>", lo comienza de esta manera;</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #660000;">Este año, Platero, ¡qué pocos burros han venido con uva! Es en balde que los carteles digan con grandes letras: A SEIS REALES. ¿Dónde están aquellos burros de Lucena, de Almonte, de Palos, cargados de oro líquido, prieto, chorreante, como tú, conmigo, de sangre; aquellas recuas que esperaban horas y horas mientras se desocupaban los lagares? Corría el mosto por las calles, y las mujeres y los niños llenaban cántaros, orzas, tinajas...</span>"</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 151)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/TsHsa78MPdk" width="320" youtube-src-id="TsHsa78MPdk"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><p style="text-align: center;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-68716252884371470222023-09-04T12:48:00.000+02:002023-09-04T12:48:14.462+02:00OSARIO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhtqCnxk69e4fFxChQA3wr-74n1BYurVaHIFGL9jaXKMjH5DNCRTt3eSrxX4yNfY9fhfGz5F_gM0u1-GRkErMc5blO13WKHiKqZmXXjMyh79YyR6z1FLL6pWQ5aGngYR8sf4BYb9gWC-1ta_CLYYT4v1Le_CEIRDm5uvofMETiDe9O8QerMUWknCy0Q3fT/s883/a14.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="652" data-original-width="883" height="236" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhtqCnxk69e4fFxChQA3wr-74n1BYurVaHIFGL9jaXKMjH5DNCRTt3eSrxX4yNfY9fhfGz5F_gM0u1-GRkErMc5blO13WKHiKqZmXXjMyh79YyR6z1FLL6pWQ5aGngYR8sf4BYb9gWC-1ta_CLYYT4v1Le_CEIRDm5uvofMETiDe9O8QerMUWknCy0Q3fT/s320/a14.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;">mascastillayleon.com: "<b>Osario de Wamba</b>"</div><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: justify;"> <i>Osario</i> es voz que <b>Covarrubias </b>define del siguiente modo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSARIO, la fosa donde se echan los huesos de los difuntos, de <i>os, ossis</i>, el huesso</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades</b> no la registra, y en <b>Academia</b> se encuentra, a partir de la edición usual de 1780, con estos significados:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSARIO. s. m. El hoyo, ó fosa donde se ponen y reservan los huesos de los difuntos.<i> Ossuaria</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OSARIO. Por extension se llama qualquier lugar donde se hallan huesos. <i>Ossuaria</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">No se aprecia variación alguna hasta la edición de 1869, en la que dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSARIO. m. Lugar destinado en las iglesias ó en los cementerios para reunir los huesos que se sacaban de las sepulturas, á fin de volver á enterrar en ellas. // Por extension se llama cualquier lugar donde se hallen huesos. // Este nombre, y no el de cementerio, se aplicaba antiguamente al lugar donde se enterraban los moros y judíos"</span>.</p><div style="text-align: justify;">La tercera acepción de esta voz desaparece a partir de la edición de 1984.<br /><b><i>Rosal</i></b> (1611) dice:</div><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSARIO, de huesos, do se guardan los huesos de los defuntos, ó se entierran, ó quizás es Fosario, de Fosa, la sepultura. A este llamabn corruptamente Onsario, de donde le quedó nombre a una puerta de la Ciudad de Cordova: Puerta Lonsario, que es puerta del osario, ó carnero publico</span>".</p><p style="text-align: justify;">Lo de "<i>carnero</i>" nos lo explica mejor el <b><i>Esteban Terreros </i></b>(1787) en la definición de este vocablo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSARIO, especie de pórtico que había antiguamente alrededor de los cementerios, debajo del cual se echaban los huesos de los difuntos. (...) Hoi se llama Osario el lugar, cualquiera que sea, en que se echan los huesos de los muertos, y asimismo se le da el nombre de Carnero, aunque este término se extiende á significar el hoyo grande que se suele hacer en algunos Hospitales ó Iglesias, para echar en él los cuerpos muertos, que no caben, ó no se entierran en la Iglesia</span>".</p><p style="text-align: justify;">Nos remite también a la voz <i>calvario</i>, una de cuyas acepciones la define así:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">CALVARIO, osario, lugar en que se echan los huesos de los difuntos</span>".</p><p style="text-align: justify;">El <b><i>Pagés</i></b> (1925) se atiene a lo que dice <b>Academia</b> e ilustra la 1ª y la 3ª acepción con dos ejemplos literarios. El primero son unos versos de un cuento para niños, escrito por <b>Fernando López Martín</b>, que se titula "<b><i>El ogro</i></b>":</p><div style="text-align: center;">Pulgarcito y su hermano <br />—ya sabemos nosotros <br />que en su casa son muchos <br />más hermanos—van solos <br />por el largo camino <br />tapizado de oro </div><div style="text-align: center;">que conduce al Ensueño,<br /> al país más hermoso <br />de la tierra.<br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Caminan </div><div style="text-align: center;">tras de un sueño; van, locos, </div><div style="text-align: center;">persiguiendo á los silfos, </div><div style="text-align: center;">á los líricos gnomos. </div><div style="text-align: center;">á las pálidas rosas, </div><div style="text-align: center;">á los lagos sin fondo. </div><div style="text-align: center;">á las claras estrellas.
á los lirios... </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De pronto </div><div style="text-align: center;">surge, allí, en el camino. </div><div style="text-align: center;">fantasmal, pavoroso, </div><div style="text-align: center;">con sus negros cipreses </div><div style="text-align: center;">y sus cruces, el hondo </div><div style="text-align: center;">é inquietante misterio </div><div style="text-align: center;">de un osario. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para la 3ª acepción se decanta por el romance anónimo "<b><i>Nerón desde Tarpeya mira y se goza en el incendio de Roma</i></b>" que, a nuestro entender, nada tiene que ver con el lugar donde se enterraba a los moros y a los judíos.<br />Don <b>Joan Corominas</b> incluye esta voz en las derivadas de "<i>hueso</i>". A saber:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="text-align: left;"><span style="color: red;">OSARIO (<i>fosario</i>. J. Ruiz, 1554b (S; fons- G); "hossario enterramiento: <i>fossarium"</i>, y "ossero para echar uessos: <i>ossarium"</i>, Nebr.; huesario 'osario de las parroquias’ en Zamora, Fz. Duro; güesera en Colunga, Vigón], todas estas formas proceden por vía culta o popular del lat. tardío <i>ossarium</i> (u <i>osssuarium</i>)</span>". </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b>Juan Ruiz</b>, <b>Arcipreste de Hita</b>, escribe el plural de la voz <i>fosario</i> en una de las poesías de su "<b><i>Libro de buen amor</i></b>" titulada "<b><i>De como morió Trotaconventos, et de como el arçipreste fase su planto denostando et maldesiendo la muerte</i></b>". Estos son los versos que nos interesan:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>1527</b>. Muerte, para ti es fecho el lugar infernal, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Ca veviendo omen siempre en mundo terrenal, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Non habrie de ti miedo nin de tu mal hostal, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Non temerie tu venida la carne humanal. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>1528</b>. Tu yermas los pobrados, puebras los çeminterios, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Refases los fosarios, destruyes los imperios, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Por tu miedo los santos resaron los salterios, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Si non Dios, todos temen tus penas e tus laserios.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">También se encuentra en el "<b><i>Libro de Alexandre"</i></b>:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>1470</b>. El omne en su tierra uiue mas a sabor, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Fazenle a la morte los parientes honor; </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Los ossos, e lalma an folgança maor </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Quando muchos parientes están aderredor. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>1471</b>. Los omnes de la uilla al que es estranno </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En cabo del fossario lo echan orelano: </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Danle cuemo a puerco enna fossa de mano: </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Nunca diz mas nadi: aqui iaz fulano.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">En los "<b>Milagros de Nuestra Señora</b>", de <b>Gonzalo de Berceo,</b> la voz que utiliza el fraile del <b>Mester de Clerecía </b> es <i>fossalario:</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>107</b>. Mandóle que lo digas que el mi cançellario </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Non mereçie seer echado del sagrario; </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Dilis que non lo dexen y otro trentanario: </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Métanlo con los otros en el buen fossalario.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Otra variante es la que se encuentra en el <b style="font-style: italic;">"Libro de Apolonio"</b> y en<b style="font-style: italic;"> </b>el<b style="font-style: italic;"> "dezir que fizo Alfonso Alvares, por manera de testamento contra el dicho Alfonso Ferrandes quando fynó", </b>incluido en el<b style="font-style: italic;"> "Cancionero de Baena"</b>:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b>532</b>. Mi padre Apolonyo non te pudo prestar, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">A fonssario ssagrado non te pudo leuar, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En ataúd muy rico echóle en la mar, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Non sabemos del cuerpo do pudo arribar.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">-.-</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Sy moriere oy ó cras, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">manda su opa la blanca </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">que la den en Salamanca, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">ó aquí algunt ssamas, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">por que 1' reze en el homas, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">é le canten con buen son </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">una huyna, un pysmon, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">bien plañidos por conpas. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">De ssu asno é sus fardeles, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">é de su opa de seda </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">manda fazer almoneda </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">para dar á los donzeles, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">por que l´non sean crueles, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">aunque otry los conseje, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">nin lo traygan á ereje </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">arrastrando con cordeles.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Ffaze su testamentario </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">para complir todo aquesto, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">un judio de buen gesto </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">que llaman Jacob Çidaryo,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">al qual manda ssu sudario </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">en señal de çed'aqua, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">por que rreze: ,,çefyla," </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">des que ffuere en su fonsario.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglSDI0svw-vKIk_1IYnLrmLTbng1kVg-ojUMcDxlxjQAIcTd6cLPL5DN49BYqI-noFoBOFWcqn7U23MxmFguyK3BwXxgW5h3I18ldQirFqxbxekprpO4zl55dPABBAZUEsNFC0NgSIYnwEKTA077psWV-2x_zjVaZb5z-co3HVVGUOvKWW_eB3b28Q8SHX/s991/a15.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="692" data-original-width="991" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglSDI0svw-vKIk_1IYnLrmLTbng1kVg-ojUMcDxlxjQAIcTd6cLPL5DN49BYqI-noFoBOFWcqn7U23MxmFguyK3BwXxgW5h3I18ldQirFqxbxekprpO4zl55dPABBAZUEsNFC0NgSIYnwEKTA077psWV-2x_zjVaZb5z-co3HVVGUOvKWW_eB3b28Q8SHX/s320/a15.png" width="320" /></a></div>vistaalmar.es<br /><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Como es sabido <b>Ambrosio de Morales</b> (1513-1591), fraile de la <b>Orden de San Jerónimo</b>, catedrático de retórica en la <b>Universidad de Alcalá de Henares</b> y cronista del rey <b>Felipe II</b>, escribió la continuación de la "<b><i>Coronica General de España"</i></b>, del Maestro <b>Florián De Ocampo</b> (1499-1558) siendo publicada en el año 1586. En ella dedica algunas páginas a la iglesia de <b>San Pedro</b>, de <b>Córdoba</b>, y los supuestos restos de santos allí enterrados, junto a la torre y la sacristía. Cito de la edición realizada en <b>Madrid </b>por don <b>Benito Cano</b>, en el año de 1791:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">"<b>3</b> <span style="color: #2b00fe;">Es, junto con todas las dichas, muy buena razón ésta. Este sepulcro no es de cuerpos de Moros,
ni de Judíos, ni de Christianos ordinarios: por donde solamente resta que sea de Santos Mártires. Veese
como no es de Moros, pues ellos por ley suya y
costumbre inviolable se enterraban fuera de los pueblos. Y particularmente en Córdoba hay una puerta
de la Ciudad, llamada corruptamente la puerta Alonsario, y habían de decir la puerta del osario, porque estaba allí cerca, y se parece agora el lugar donde los Moros se enterraban, y estaba su osario. Y
en Sevilla hay otra puerta con este mismo nombre,
y con rastros del osario de los Moros allí fuera. Lo mismo es de los Judíos que se enterraban en el campo, como aun se entiende en el Evangelio. Y ni los
Christianos, ni los Moros no les consintieran á los
Judíos tomar tal lugar como el donde se halla el
sepulcro para su sepultura. Y la cruz que se halló
esculpida por de dentro en el sepulcro, como después se dirá, certifica, enteramente no ser el sepulcro de Gentiles, Moros, ni Judíos. No era tampoco de Christianos ordinarios aquel sepulcro; porque
estando tan oprimidos y afligidos con la catividad
de los Moros, no pensaría nadie en hacer para sí y
para los suyos sepulcro tan suntuoso y de tanta
pompa y grandeza, siendo esto, como fuera una manera de soberbia con que Dios se ofendiera, y los
otros Christianos se escandalizaran, y los Moros los
castigaran y profanaran si lo supieran: así queda haberse hecho aquel gasto y suntuosidad de sepulcro
para cuerpos santos de Mártires en mucha gloria de
Dios, y consuelo de los Christianos, que santamente
se arriscarían á hacer aquel servicio á nuestro Señor
y á sus Santos, sin tener en nada lo que por esto
pudieran padecer, si los Moros se lo quisieran impedir</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">(Tomo VIII. Libro XVII. "<b><i>Don Bermudo el Segundo</i></b>". Cap. VIII: "<b><i>Prósíguese las razones de la santidad de los huesos</i></b>"; págs. 359-360)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">En el tomo I de su obra "<b><i>Elementos de higiene pública ó Arte de conservar la salud de los pueblos</i></b>" (3ª ed. Imprenta de M. Rivadeneyra. <b>Madrid</b>, 1871) don <b>Pedro Felipe Monlau </b>dedica un amplio capítulo a los camposantos, que divide en "<b><i>Construcción y policía de los cementerios</i></b>" y "<b><i>Policía de las inhumaciones</i></b>". En esta parte dice, entre otras cosas:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">"<b>151</b>. <b>Mondas.</b> — <span style="color: #783f04;">La mezquindad del espacio que suele destinarse para campo santo, y el ansia loca de aprovechar el terreno, hacen que los cementerios tengan que <i>mondarse</i>, que limpiarse. — Lo mejor sería abolir las <i>mondas</i>: ensanchar los cementerios es mucho más saludable y más decoroso que remover
los huesos de los difuntos y hacerles ceder el puesto á otros,
que en breves años habrán de cederlo á su vez. Ya, empero,
que se hagan mondas periódicas, no se permita cercenar ni un día al quinquenio de descanso absoluto en que se debe dejar la
tierra que cubre un cadáver.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #783f04;">Las mondas, además, deben hacerse parcialmente, sobre todo
en los cementerios de alguna extensión; —en invierno ó primavera, mejor que en verano ú otoño; — de dia, y nunca de
noche; — en las primeras horas de la mañana, mejor que por la
tarde;—estando el cielo despejado; —por sepultureros que se
releven cada setenta ú ochenta minutos; — y con todas las precauciones para ocurrir á una desinfección indispensable, ó remediar una asfixia, accidente muy común, y tanto, ó más,
temible que la asfixia que se produce en la limpia de las alcantarillas y letrinas</span>. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b>152</b>. <b>Osarios</b>.— <span style="color: #783f04;">Son los lugares donde se depositan los huesos desenterrados ó procedentes de las mondas. En Roma y en Nápoles, los osarios de los PP. Capuchinos están cuajados de
esqueletos exhumados de los religiosos, y cubiertos con el hábito de su orden. En Civitavecchia hay un iglesia llamada de la
Muerte (<i>Chiesa delta Morte</i>), en la cual cuelgan de todas partes, como si fuesen presentallas, huesos desenterrados. Todavía
recuerdo haber visto, en mi juventud, en uno de los patios del
hospital general de Santa Cruz de Barcelona, centenares de
cráneos y de huesos largos incrustados en la pared, figurando
pirámides y cruces que ponían espanto.—Nada de esto es de
aplaudir: la higiene prescribe que todo hueso exhumado vuelva
á inhumarse en seguida, sea en el mismo cementerio, sea en
otro lugar bendecido que se llame osario.—No siempre se ha
hecho, ni se hace así. He aquí lo que de las sepulturas y mondas se lee en una magnífica descripción que del estado de nuestra policía urbana, en tiempo de Carlos IV, hace, en su <i>El
Antiguo Madrid</i> (Madrid, 1861, en 8.°), el señor D. Ramón
Mesonero Romanos: "y los cadáveres de esta (población) sepultados en medio de ella, en las bóvedas ó á la puerta de las iglesias, ó exhumados de tiempo en tiempo en grandes mondas para ser conducidos en carretas al estercolero común... Así irían seguramente ignorados los del inmortal Cervantes, y así fueron también, en los primeros años de este mismo siglo, los del Fénix de los Ingenios, Lope de Vega, que yacía en las bóvedas de San Sebastián!</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">(Págs. 135-136)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Los siguientes versos se encuentran en la poesía de<b> José Zorrilla</b> titulada "<b><i>Recuerdos de Valladolid"</i></b>;</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Á un lado del Campo Grande </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En un balconcillo estrecho, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">El codo en el antepecho, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Sobre la mano la sien, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Un austero capuchino </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">El campo está contemplando, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">La baja tierra mirando </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Con religioso desdén.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Si sufre, goza, ó medita, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Si bien rie, ó males llora, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Si desespera, ó si ora, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Es difícil de atinar. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Los ojos fijos en tierra, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">La tez rugosa, amarilla,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En la palma la mejilla, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Siempre en el mismo lugar;</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Siempre en la misma postura, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En el mismo arrobamiento, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Sin voz y sin movimiento, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Sin aparente razón, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Insondable el alma viva </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Tras aquella estampa muda, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Una cifra es de la duda </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">De imposible comprensión. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Al pie del mismo convento </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">En paseo solitario, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Desde la iglesia al osario, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Vagar un hombre se ve. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Ambos brazos á la espalda, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Hasta la ceja el sombrero, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Larga daga, agudo acero, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Y espuela dorada al pie.....</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Traigo a esta entrada parte del famoso y extraordinario artículo de <b>Mariano José de Larra</b> titulado "<b><i>El día de Difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio</i></b>". Lo publicó en <b><i>El Español</i></b> el 2 de noviembre del mismo año. No solo tiene frases memorables como aquellos epitafios de su invención: "<i>Los ministerios. Aquí yace media España: murió de la otra media</i>", o "<i>Aquí el pensamiento reposa. En su vida hizo otra cosa". </i>También se anticipa, en muchos años, al conocido verso de <b>Dámaso Alonso</b>:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">"<span style="color: #274e13;">Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas
culebras de infinitos colores; ¡al cementerio, al cementerio! !Y para eso salían de las puertas de Madrid! </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13; text-align: left;">Vamos claros, dije yo para mí, ¿Dónde está el cementerio? ¿fuera o dentro. Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de
Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio,
donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el
sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna
cineraria de una esperanza o de un deseo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #274e13;">Entonces, y en tanto que los que creen vivir acudían a la
mansión que presumen de los muertos, yo comencé a pasear
con toda la devoción y recogimiento de que soy capaz las calles del grande osario</span>".</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Una buena descripción de lo que es un <i>osario </i>nos la ofrece <b>Pedro Antonio de Alarcón</b> en su conocido relato titulado <b><i>"El clavo</i></b>":</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">"<span style="color: #4c1130;">El cementerio de *** no es otra cosa que un campo yermo
y solitario, sembrado de cruces de madera y rodeado por una
tapia. Ni una lápida, ni un sepulcro turba la monotonía de aquella mansión. Allí descansan en la fría tierra pobres y ricos,
grandes y plebeyos nivelados por la muerte.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; text-align: left;">En estos pobres cementerios, que tanto abundan en España,
y que son acaso los más poéticos y dignos de sus moradores, sucede con frecuencia que para dar sepultura á un cuerpo es menester exhumar otro, o mejor dicho, que cada dos años se echa
una nueva capa de muertos sobre la tierra. Consiste esto en
la pequeñez del recinto, y da por resultado que alrededor de
cada nueva zanja se ven mil blancos despojos, que de tiempo en
tiempo son conducidos al común osario.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #4c1130;">Y esto es tan positivo y tan corriente, que hemos visto más
de un a vez estos osarios Y ¡vive Dios que merecen verse!
Figuraos una montaña de huesos, una montaña de multiforme
marfil, un hacinamiento de cráneos, fémures, omóplatos, canillas escuetas, clavículas rotas, columnas espinales desgranadas,
dientes sembrados acá y allá, costillas que fueron armaduras de
corazones, dedos diseminados partidos en falanges, todo pulcro,
todo frio, todo revuelto, todo árido. ¡Figuraos, figuraos aquello!
¡Qué contactos! ¡Qué contactos! Los enemigos, los rivales, los
esposos, los padres y los hijos se golpean allí unos á otros
¡Y qué crujidos, cuando se desprende de la cima una avalancha
de huesos! ¡Y qué risa tan insultante tienen las calaveras!"</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">(Pág. 23)</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWm52XIDXw4sQR-Uffdg26ZolFAPksB6VSBeekeNEd8ziKoX2nnMZi0N8fUSMdE9DdS3dQqL22gDROVFk3xDCTIYs302LmVoywDthe2hbIsJbiD_lV9KjJ9t9Edkvp3BBUZEAQ5K08C_NSCN3YGil8cbtIgF0y5hI5cQ7CdwDmDwZrCU84t5xdj5DR0U0V/s753/a16.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="753" data-original-width="580" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWm52XIDXw4sQR-Uffdg26ZolFAPksB6VSBeekeNEd8ziKoX2nnMZi0N8fUSMdE9DdS3dQqL22gDROVFk3xDCTIYs302LmVoywDthe2hbIsJbiD_lV9KjJ9t9Edkvp3BBUZEAQ5K08C_NSCN3YGil8cbtIgF0y5hI5cQ7CdwDmDwZrCU84t5xdj5DR0U0V/s320/a16.png" width="246" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>José Gutiérrez Solana.- "<i>Osario</i>"</b> (1931)</div><span style="text-align: left;"><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los siguientes versos pertenecen al poema en cinco cantos titulado "<b><i>Los buenos y los sabios</i></b>" (Francisco Álvarez. <b>Sevilla,</b> 1881), escrito por don <b>Ramón de Campoamor</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Como es caso olvidado por sabido </div><div style="text-align: center;">que no hay enterrador como el olvido, </div><div style="text-align: center;">midiendo á todos por igual la suerte, </div><div style="text-align: center;">se durmió el vencedor con el vencido </div><div style="text-align: center;">en el común regazo de la muerte: </div><div style="text-align: center;">y el hecho aquel, cuyo recuerdo aterra, </div><div style="text-align: center;">acabó, como acaba toda guerra, </div><div style="text-align: center;">que se entierra al final, ó no se entierra, </div><div style="text-align: center;">en lugar del amigo al adversario, </div><div style="text-align: center;">trabajo innecesario, </div><div style="text-align: center;">pues de todas maneras en la tierra </div><div style="text-align: center;">lo que no es cementerio es un osario.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El libro más conocido del escritor murciano <b>Federico Balart </b>es "<b><i>Dolores</i></b>" (Librería de Fernando Fé. <b>Madrid</b>, 1896), un triste poemario dedicado a su mujer <b>Dolores Anza</b>, que falleció en el año 1879, poco después de su matrimonio con ella. De esa obra poética, hemos elegido los siguientes versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Esposa, cuando el alma que hoy delira </div><div style="text-align: center;">Calme la muerte, que con ansia espero, </div><div style="text-align: center;">Y el triste pecho que por ti suspira </div><div style="text-align: center;">Al viento rinda el hálito postrero; </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cuando, cubierto por la verde alfombra </div><div style="text-align: center;">Del césped, este cuerpo dolorido </div><div style="text-align: center;">Abra los ojos á la eterna sombra </div><div style="text-align: center;">Y al eterno silencio abra el oído;</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> Cuando sobre él, despojo miserable </div><div style="text-align: center;">Sumido en las tinieblas del osario, </div><div style="text-align: center;">Tomen su eterna forma inalterable </div><div style="text-align: center;">Los inmóviles pliegues del sudario...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así retrata <b>Benito Pérez Galdós</b> a don <b>Ramón Villaamil</b>, cesante del <b>Ministerio de Hacienda</b>, en su novela "<b><i>Miau</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Me he quedado helado", dijo don Ramon Villaamil,
esposo de dona Pura; el cual era un hombre alto y seco, los ojos grandes y terroríficos, la piel amarilla, toda
ella surcada por pliegues enormes en los cuales las
rayas de sombra parecían manchas; las orejas transparentes, largas y pegadas al cráneo, la barba corta, rala y cerdosa, con las canas distribuidas caprichosamente, formando ráfagas blancas entre lo negro; el
cráneo liso y de color de hueso desenterrado, como si
acabara de recogerlo de un osario para taparse con él
los sesos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. I; pág. 13)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El guiso que describe <b>Pío Baroja</b> en su novela "<b><i>La busca</i></b>" es de todo menos apetitoso:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">A media tarde, la Petra comenzó a preparar la
comida. La patrona mandaba traer todas las mañanas una cantidad enorme de huesos para el sustento de los huéspedes. Es muy posible que en aquel montón de huesos hubiera, de cuando en
cuando, alguno de cristiano; lo seguro es que,
fuesen de carnívoro o de rumiante, en aquellas
tibias, húmeros y fémures, no había nunca una
mala piltrafa de carne. Hervía el osario en el
puchero grande con garbanzos, a los cuales se
ablandaba con bicarbonato, y con el caldo se hacía
la sopa, la cual, gracias a su cantidad de sebo,
parecía una cosa turbia para limpiar cristales o
sacar brillo a los dorados</span>". </div><div style="text-align: justify;">(Primera parte. Cap. II; pág. 17)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escribe <b>Ramón María del Valle Inclán </b>en la jornada tercera de su tragedia pastoril "<b><i>Voces de gesta":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>EL CAVADOR</b> </div><div style="text-align: center;">¡En esta jornada la guerra se fina; </div><div style="text-align: center;">Las cumbres del monte son blancos osarios! </div><div style="text-align: center;">¡Qué dolientes ecos tuvo la bocina </div><div style="text-align: center;">Del Rey! Por aquellos viejos partidarios </div><div style="text-align: center;">Que hicieron las juntas al pie de la encina </div><div style="text-align: center;">Foral, uno á uno clamaba con duelo... </div><div style="text-align: center;">Y sólo responde á su planto, </div><div style="text-align: center;">Sobre la cabeza sin corona, el canto </div><div style="text-align: center;">De una cotovía que remonta el cielo. </div><div style="text-align: center;">¡Sólo el pajarín responde á su duelo!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeYGWNYVDQzekQsvRNiTOBC8iazppUeYqQHJQwnTQUlGnSYqx50ytfPGL1g4l1FYRjx0-MnMv5Xrg-NNtJcsQRPWHrSPUH8boC-0vdp1oGUOFXtJfCuSXCSyifCj1KqDEE1HQ733Q5P7iFtlZOwVJtmFhUWlzZXn410a6RU_xMAOmv9M3FqPsZ9ON0k9v/s732/a2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="732" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeYGWNYVDQzekQsvRNiTOBC8iazppUeYqQHJQwnTQUlGnSYqx50ytfPGL1g4l1FYRjx0-MnMv5Xrg-NNtJcsQRPWHrSPUH8boC-0vdp1oGUOFXtJfCuSXCSyifCj1KqDEE1HQ733Q5P7iFtlZOwVJtmFhUWlzZXn410a6RU_xMAOmv9M3FqPsZ9ON0k9v/s320/a2.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: center;"><b>Pablo Picasso: "<i>El osario</i>"</b> (1945)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El poeta mexicano <b>Amado Nervo</b> falleció en <b>Montevideo</b> el 24 de mayo de 1919. La poetisa chilena <b>Gabriela Mistral</b> escribió un poema titulado "<b><i>In memoriam</i></b>", que terminó incluido en su obra "<b><i>Desolación</i></b>" (Editorial Nascimiento. <b>Santiago de Chile</b>, 1923). Comienza de este modo:</div></span></div><div style="text-align: center;">Amado Nervo, suave perfil, labio sonriente;<br />Amado Nervo, estrofa y corazón en paz;<br />mientras te escribo, tienes losa sobre la frente,<br />baja en la nieve tu mortaja inmensamente</div><div style="text-align: center;">y la tremenda albura cayó sobre tu faz.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Me escribías: "¡Soy triste como los solitarios,</div><div style="text-align: center;">pero he vestido de sosiego mi temblor,</div><div style="text-align: center;">mi atroz angustia de la mortaja y el osario</div><div style="text-align: center;">y el ansia viva de Jesucristo, mi Señor!"</div><p style="text-align: center;"><b style="text-align: justify;"><br /></b></p><p style="text-align: center;"><b style="text-align: justify;">Gabriel Miró </b><span style="text-align: justify;">escribió esta voz en varias de sus obras, pero hemos elegido la que contiene el arcaísmo</span><i style="text-align: justify;"> fosario, </i><span style="text-align: justify;">que no es otra que</span><i style="text-align: justify;"> </i><span style="text-align: justify;"> "</span><b style="text-align: justify;"><i>El humo dormido":</i></b></p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Todas las tardes rodeábamos las murallas rotas.
Llanura con muchos caminos entre huertas, majuelos, pedregales, hazas encarnadas, horizontes
azules claramente tallados. El cementerio, en lo
más abierto del llano, y parecía que el mismo
paisaje tan ancho le cavaba un sitio recogido. Era de una pobreza rural: yeso moreno, herbazales
bordes, cuencas de nichos, cipreses sedientos,
tejas pardas; detrás, en el azul, un chopo muy alto
y muy verde... Y o alabé el camposanto de mi
pueblo. Lo supo Alonso, y , delante de todos, me
dijo que no había en España un cementerio de
mejor tierra que el de ellos, que no era el suyo.
Porque Alonso tenía en su aldea fosario de familia. Vino su padre a la ciudad, y murió de fiebre
solanera, y aquí lo enterraron de alquiler. Pasados
algunos años, quiso llevarse los restos al pueblo;
hizo una arquilla, y se fué de madrugada a buscarlos. Abrieron la fosa y el ataúd: el padre estaba
igual que cuando murió; sus ropas, nuevas; limpio el paño que le velaba el rostro afeitado; y en
los carcañales seguían agarrados los sinapismos
que le pusieron para rebajarle la flama de la calentura. No cabía entero en la arquilla; y Alonso
tuvo que destornillar el cadáver; los muslos y los
brazos fué menester quebrárselos".</span><br />("<b><i>Mauro y nosotros</i></b>"; págs. 68-69)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Luis Cernuda</b> comienza de este modo su poema "<b><i>Desolación de la quimera</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Todo el ardor del día, acumulado</div><div style="text-align: center;">en asfixiante vaho, el arenal despide.</div><div style="text-align: center;">Sobre el azul tan claro de la noche</div><div style="text-align: center;">contrasta, como imposible gotear de un agua,</div><div style="text-align: center;">el helado fulgor de las estrellas,</div><div style="text-align: center;">orgulloso cortejo junto a la nueva luna</div><div style="text-align: center;">que, alta ya, desdeñosa ilumina</div><div style="text-align: center;">restos de bestias en medio de un osario.</div><div style="text-align: center;">en la distancia aúllan los chacales.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del enorme "<b><i>Canto General</i></b>", de <b>Pablo Neruda</b>, es el poema titulado "<b><i>La vida</i></b>". Sus primeros versos dicen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Que otro se preocupe de los osarios... </div><div style="text-align: center;"> El mundo </div><div style="text-align: center;">tiene un color desnudo de manzana: los ríos </div><div style="text-align: center;">arrastran un caudal de medallas silvestres </div><div style="text-align: center;">y en todas partes vive Rosalía la dulce </div><div style="text-align: center;">y Juan el compañero... </div><div style="text-align: center;"> Ásperas piedras hacen </div><div style="text-align: center;">el castillo, y el barro más suave que las uvas </div><div style="text-align: center;">con los restos del trigo hizo mi casa. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El siguiente texto se encuentra en la primera novela de <b>Miguel Delibes</b> titulada "<b><i>La sombra del ciprés es alargada</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Sobre mis espaldas empezaba a pesarme el calor de la tarde. El
camino había sido largo y la temperatura primaveral se hacía excesiva después del
ejercicio. Avanzábamos por el paseo principal y a izquierda y derecha se alineaban los
panteones y las tumbas. Gravitaba sobre mi ánimo en aquellos minutos una impresión
definida que tan pronto me parecía de una paz con ausencia de todo, como de agobio
y fatiga espiritual. Algunas tumbas estaban circundadas por combadas cadenas sujetas
a unos prismas de granito en las esquinas. No sé qué me daba pensar que allí debajo,
entre los primeros estratos de tierra, existiría un osario impresionante de despojos
humanos: fémures, tibias, cráneos pelados, cuerpos en semiputrefacción... Y todos
aquellos huesos habían un día formado parte de un cuerpo armonioso, pleno de vigor
y movimiento. Y seguramente habrían penetrado también alguna vez en el refugio de
los muertos anteriores a ellos impregnados del mismo sentimiento, mezcla de
repugnancia y respeto, que ahora me invadía a mí</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. X; págs. 78-79)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con otra primera y exitosa novela. En este caso se trata de "<b><i>La familia de Pascual Duarte</i></b>", de<b> Camilo José Cela.</b> Dice <b>Pascual</b> en el capítulo XIX:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="font-family: inherit;"><span style="color: #4c1130;"><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; text-align: left;">Hay ocasiones en las que más vale borrarse como un muerto, desaparecer de repente como tragado por la tierra, deshilarse en el aire como el copo de humo.</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> </span><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; text-align: left;">Ocasiones que no se consiguen, pero que de conseguirse nos transformarían en ángeles, evitarían el que siguiéramos enfangados en el crimen y el pecado, nos liberarían de este lastre de carne contaminada del que, se lo aseguro, no volveríamos a acordarnos para nada —tal horror le tomamos— de no ser que constantemente alguien se encarga de que no nos olvidemos de él, alguien se preocupa de aventar sus escorias para herirnos los olfatos del alma.</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> </span><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; text-align: left;">¡Nada hiede tanto ni tan mal como la lepra que lo malo pasado deja por la conciencia, como el dolor de no salir del mal pudriéndonos ese osario de esperanzas muertas, al poco de nacer, que —¡desde hace tanto tiempo ya!— nuestra triste vida es!"</span></span><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #414549; text-align: left;">.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #414549; text-align: left;">(Pág. 118)</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #414549; text-align: left;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/j3LdF1GPqzk" width="320" youtube-src-id="j3LdF1GPqzk"></iframe></div><br /><span style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #414549; text-align: left;"><br /></span></span></div><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p>.</p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-17177521624467936822023-08-23T18:26:00.000+02:002023-08-23T18:26:12.768+02:00ÓSCULO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieVIA84fnMLv_R3MAota46AJwoG0cojx4qnQ_ab_TrFwud8zLU24FOX7FXKyE_EIKwd4s1d40re4mN5HZMTVXjDbATWWWs3paVfQ4bN_AgykizcXJGzy2mWQAI4YwiPZojYYmjJg-GoAAK9DmPg5Fwr4z9Hmw_JSjeC0IKisuvWE0y5Qg5xxk5yzlxp6z7/s1137/a14.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="642" data-original-width="1137" height="181" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieVIA84fnMLv_R3MAota46AJwoG0cojx4qnQ_ab_TrFwud8zLU24FOX7FXKyE_EIKwd4s1d40re4mN5HZMTVXjDbATWWWs3paVfQ4bN_AgykizcXJGzy2mWQAI4YwiPZojYYmjJg-GoAAK9DmPg5Fwr4z9Hmw_JSjeC0IKisuvWE0y5Qg5xxk5yzlxp6z7/s320/a14.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La casualidad ha querido que coincidiera esta entrada con el hecho lamentable del <i>ósculo</i> que <b>Luis Rubiales</b>, a la sazón presidente de la <b>Real Federación Española de Fútbol</b>, le dio en la boca a <b>Jenni Hermoso,</b> jugadora de la <b>Selección Nacional</b> tras el triunfo, en la <b>Copa Mundial de la FIFA,</b> ante la selección inglesa por 1 a 0. Ese beso puede considerarse "<i>forzado</i>", tal y como lo definió, hace años, la "<b><i>Enciclopedia Española de Derecho y Administración</i></b>" (Imprenta de Diaz y Compañía. <b>Madrid,</b> 1853) en su Tomo VI:</p><p style="text-align: justify;">"<b>BESO FORZADO</b>. <span style="color: red;">Llámase así
al ósculo que un hombre dá á una muger
contra su voluntad. Es una injuria real la que comete el que se propasa en estos términos, injuria que podrá ser, ya grave, ya
leve, atendidas las circunstancias del caso y las de las personas. Que es injuria, está fuera de toda duda, porque lo es toda acción que se ejecuta en deshonra, descrédito ó menosprecio de una persona, y las costumbres miran como deshonroso para una muger
que sea besada por persona que no esté unida á ella por vínculos estrechos de sangre, ó ligada con relaciones muy íntimas de afecto. Pero esta injuria no siempre tiene el mismo
grado de trascendencia, porque al paso que
es sumamente afrentoso para una joven bien educada el ser objeto de semejante atentado, y que la injuria que recibe merecerá la calificación de grave atendido su estado, su dignidad y circunstancias y las del ofensor , no será tan grave la ofensa para la prostituta que haga alarde públicamente de su torpe género de vida. La calificación, pues, de la injuria como grave ó como leve, pende en gran parte del arbitrio judicial, al que en
vano se trataría de dar reglas uniformes é
inflexibles en una cuestión pendiente toda de la opinión pública, en cuya formación influyen tanto los accidentes que preceden, acompañan ó subsiguen á la acción criminal".</span></p><p style="text-align: justify;">Con la legislación vigente, le pueden acusar de "<i>agresión sexual</i>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Covarrubias</b> recoge la voz latina <i>osculum</i>, como raíz etimológica de <i>beso</i>, vocablo al que dedica una hermosa y amplia definición. <b>Autoridades</b> la incorpora al castellano y la ilustra con un ejemplo de la obra de sor <b>María Jesús de Ágreda</b> titulada "<b><i>Mística Ciudad de Dios</i></b>":</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSCULO. s. m. Lo mismo que beso. Es del Latino <i>Osculum</i>. M. AGRED. tom. 2. num. 1226. Que su Maestro era aquel, á quien él se llegasse á saludarle, dandole el ósculo fingido de paz que acostumbraba</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1822, que definen esta voz simplemente como "<span style="color: red;">beso</span>", y así se mantiene hasta la edición usual de 1970, en la que afinan un poco más y dicen que es "<span style="color: red;">beso de afecto</span>". En la manual de 1984 añaden una segunda acepción. A saber:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">ÓSCULO. m. beso. // <i>Zool</i>. Orificio principal exhalante de las políperas o esponjas. Sirve para la salida del agua que, con fines alimentarios y respiratorios, ha penetrado por los poros inhalantes, y asimismo para la eliminación de los productos de desecho y salida de los gametos</span>".</p><p style="text-align: justify;">Esta acepción desaparece en la edición usual de 1992 y en la del <b>Tricentenario</b>, última consultada, que fija y da esplendor a este vocablo diciendo que es el "<span style="color: red;">beso de respeto o afecto</span>".</p><p style="text-align: justify;">Los diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo a lo ya dicho, salvo el <b><i>Pagés,</i></b> que ilustra esta voz con el ejemplo de sor <b>María Jesús</b> y dos más, sacados de la traducción de <b><i>La Vulgata</i></b> por el escolapio <b>Felipe Scio de San Miguel</b>, y del <b>Romancero General</b>. Hemos escogido este último. Se trata del romance anónimo titulado "<b><i>Despídese don Rodrigo Calderón de su esposa é hijos, receloso de ser condenado a muerte"</i></b>. Los versos que nos interesan son estos:</p><div style="text-align: center;">-No me repliqueis, Marquesa,<br />que me acortaréis los hilos<br />de mi desdichada vida,<br />pues mal empleada ha sido.<br />Id, Marquesa, á vuestro cuarto,<br />consoláos con vuestros hijos.<br />Y en señal de paz le dió<br />un ósculo en su carrillo,<br />diciendo: -¡Adiós, mi señora!<br />¡Adiós, adiós, hijos míos!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El lexicógrafo D. <b>Roque Barcia</b> dice en su obra "<b><i>Sinónimos castellanos</i></b>" lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>BESO, ÓSCULO</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>"<span style="color: red;">Beso</span></i><span style="color: red;"> no tiene otra etimología que la armonía imitativa que los griegos llamaron onomatopeya. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><i>Ósculo</i> viene de <i>os, oris</i>, que quiere decir boca. De manera que<i> ósculo </i>significa literalmente movimiento de boca.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El<i> beso</i> es una palabra común.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El <i>ósculo</i> es palabra poética.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El mundo da <i>besos</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">La poesía da <i>ósculos</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El <i>beso</i> puede ser lascivo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">El <i>ósculo</i> es siempre puro y tierno</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM01IZKMXaGWvO_PJAWq5aVCrE2LZhnBoYYoddIJLaWmn7yJJYjs-U1bN5IOdpMbygQHzCwjwjgtidihaPYhysZlRAcoeOsBA7qS28_Vsjd1SRTd1o73gT1U93JzR0AxvHwBzfTIrOJm6-2hLyvz1cfouVONewHCv4v85ClXf_dyRzgvHLuvP_j0aL6PQu/s879/a15.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="879" data-original-width="591" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM01IZKMXaGWvO_PJAWq5aVCrE2LZhnBoYYoddIJLaWmn7yJJYjs-U1bN5IOdpMbygQHzCwjwjgtidihaPYhysZlRAcoeOsBA7qS28_Vsjd1SRTd1o73gT1U93JzR0AxvHwBzfTIrOJm6-2hLyvz1cfouVONewHCv4v85ClXf_dyRzgvHLuvP_j0aL6PQu/s320/a15.png" width="215" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b>Auguste Rodin:- "<i>El beso</i></b>" (1881)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El padre fray <b>Henriqve de Villalobos</b> no es tan sutil y apenas encuentra diferencias entre un <i>beso</i> y un <i>ósculo</i> en la "<b><i>Segunda parte de la Svmma de la Theologia Moral, y Canonica"</i></b> (Por Diego de Cvssio. <b>Salamanca</b>, 1623). Lo que se preguntó es si los ósculos los abrazos y las palabras torpes eran pecado mortal y llegó, entre otras, a las siguientes conclusiones: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">1. De tres maneras pueden suceder los osculos, y los abraços. Lo primero, en señal de amistad. Lo segundo, por vía delectacion del concubito. Lo tercero, por causa de delectacion del mismo osculo, o abraço considerado en si tan solamente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">2. primera conclusion. Los osculos, abraços, y tocamientos no son intrinsicamente malos, que algunas vezes son licitos, como dize S. Thomas, y es comun. La razon es porque estas cosas se hazen muchas vezes por amistad, y beneuolencia, conforme al vso de la tierra sin culpa. Y lo mismo es, quando el hombre toca las partes secretas de la muger, como aduierte Neuarro, porque puede esso hazerse honestamente, por causa de medicina.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">3. Segunda conclusion. Todas estas cosas son pecado mortal, quando el operante las ordena para mal fin, como es ordenandolas para la copula, como todos los tienen. La razon es porque toman la malicia del fin.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">4. Tercera conclusion. Los osculos, abraços, y tactos libidinosos, o venereos, entre personas solteras parando alli, son pecado mortal, aunque no se imagine en la fornicacion. Y llamanse libidinosos, o venereos los que se hazen con la delectacion que dellos nace. Esta delectacion venerea, o libinidosa es aquella que se siente en la misma carne, como dizen Cayetano, y Armilla, y lo dize mas claro Tauiena, que es quando se siente en la carne. (...) A diferencia de la delectacion, en que agrada el tacto, o la vista de la propia carne, o la agena <i>sine libidine</i>, como deleita el tocar vna cosa blanda, o ver cosa hermosa, que naturalmente agrada. La conclusion tienen S. Thomas, Cayetano, (el qual dize lo mismo de tomar vna mano) Soto, Cordoua, Thomas Sanchez, y es comun. Y Lesio dize, que esta es practicamente verdadera, y que comúnmente ay peligro de mayor consentimiento. La razon es porque haziendo estas cosas con delectacion se ordenan a la copula, como circunstancias della; porque aquella delectacion es principio de la copula carnal, y assi participan de su naturaleza, y se prohiben por el mismo precepto del decalogo, porque prohibiendose vna cosa, es visto prohibirse el principio della, como lo dize vna ley.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">5. De lo qual se infiere, que estos pecados son mayores entre dos hombres, o entre dos mugeres, porque se ordenan a mas mal fin. Y en estos actos hase de confessar la circunstancia del agente, y paciente, como en la misma copula (...)".</span></div><div style="text-align: justify;">(Tratado XL: "<b><i>De los vicios capitales</i></b>". <b><i>De la Luxuria</i></b>; "<b><i>Dificultad IX: Si los osculos, abraços, tocamientos, aspectos, y palabras torpes son pecado mortal</i></b>"; págs. 608-609)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Teresa de Jesús </b>puso esta voz en su obra "<b><i>El castillo interior o Las moradas</i></b>" (Tomo III. Por Guillermo Foquel. En <b>Salamanca,</b> 1588):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Aora, o es que halló su reposo, o que el alma ha visto tanto en esta morada, que no se espanta de nada, o que no se halla con aquella soledad, pues goza de tal compañía, en fin, hermanas, yo no se que sea la causa, que
encomenzando el Señor á mostrar lo que ay en esta morada, y metiendo el alma en ella se les quita esta gran flaqueza, que les era harto trabajo, y antes no se quitó. Quiçá es que la ha fortalecido el Señor, y ensanchado y habilitado: ó pudo ser que quería dar a entender en público lo
que hazia con estas almas en secreto por algunos fines,
que su Majestad sabe, que sus juyzios son sobre todo lo
que acá podemos imaginar. Estos effetos con todos los demas que hemos dicho, que sean buenos en los grados de oracion; da Dios quando llega el alma asi con este osculo
que pedía la esposa, yo entiendo aquí se le cumple esta petición. Aquí se dan las aguas en abundancia a esta cierua que va herida, aquí se deleyta en el tabernaculo de Dios,
aquí halla la paloma que embio Noé á ver si era acabada
la tempestad, la oliua por señal que ha hallado tierra firme, dentro de las aguas y tempestades deste mundo</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Moradas Séptimas</i></b>". Cap. III; págs. 253-254 )</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el "<b><i>Panegírico al Duque de Lerma</i></b>", escribe don <b>Luis de Góngora:</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;"><b>XXIII</b></span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;"><br /></span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">Sale al fin, y del Turia la ribera,</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">vestida siempre de frondosas plantas,</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">dulce continuada primavera</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">le jura muchas veces a sus plantas;</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">de apacibilidad hace severa</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">homenaje recíproco otras tantas</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">el virrey, confirmando su gobierno</span><br style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;" /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;">ósculo de justicia y paz alterno.</span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;"><br /></span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKMJy2FURSzpFKRkvOjUAkzMwelI1GVc3TGD2xtOayF-wQLJKj47PtaJL6Lo3iYVOzo39nD-xBkbvT0N2c7Lo1CX9J_48pL7yAv_yd0rz_Ot6y3BBgZaShMZZpHU-CrVwbOJXgVCZ8jBusf4Yn4f3kji44APRlLrgT7PdBW04cqVU7UCBLlbShdaaJa0sv/s442/a16.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="442" data-original-width="395" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKMJy2FURSzpFKRkvOjUAkzMwelI1GVc3TGD2xtOayF-wQLJKj47PtaJL6Lo3iYVOzo39nD-xBkbvT0N2c7Lo1CX9J_48pL7yAv_yd0rz_Ot6y3BBgZaShMZZpHU-CrVwbOJXgVCZ8jBusf4Yn4f3kji44APRlLrgT7PdBW04cqVU7UCBLlbShdaaJa0sv/s320/a16.png" width="286" /></a></div><br /><span style="background-color: white; color: #202122; text-align: justify;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre las "<b><i>Fábulas de educación</i></b>" (Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos. <b>Madrid</b>, 1850), escritas por D. <b>Antonio de Trueba </b>y D. <b>Carlos de Pravia,</b> se encuentra la titulada "<b><i>Besos y mordiscos</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div>Con tan amante
exaltación besaba <br />á un hijo suyo una
muger un día, <br />que cada vez que un
ósculo le daba, <br />en la megilla al
párvulo mordía. <br />- Madre, exclamó
desesperado el niño, <br />el cariño que
muerde, no es cariño.</div><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm;">
</p><p class="MsoNoSpacing"><o:p></o:p></p></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El ósculo más famoso de los <b>Evangelios</b> es, sin duda, el que dio <b>Judas</b> a <b>Jesucristo</b>. El abogado, profesor y poeta decimonónico <b>Miguel Azcutia </b> escribió un poema épico, en octavas reales, titulado "<b><i>La muerte de Jesús</i></b>" (Imprenta de La Publicidad, a cargo de Rivadeneyra. <b>Madrid,</b> 1848). El acto del apóstol felón la describe así:</div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><b>IX</b></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Entonces, pues, los príncipes hebreos, </div><div style="text-align: center;">De acuerdo con el Sumo Sacerdote, </div><div style="text-align: center;">Los escribas y odiosos fariseos </div><div style="text-align: center;">Determinan con Judas Iscariote, </div><div style="text-align: center;">Ansiando ver cumplidos sus deseos, </div><div style="text-align: center;">Sin que la inmensa multitud lo note, </div><div style="text-align: center;">Que antes que el sol al horizonte llegue, </div><div style="text-align: center;">Cuando esté solo, al Nazareno entregue.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div><b>X</b></div><div><br /></div><div>¡Y por precio de tanta alevosía, </div><div>En el funesto pacto convenido, </div><div>Treinta monedas, con mirada impía, </div><div>Guarda ansioso el traidor!.... Y fementido, </div><div>Su insolencia ostentando y su osadía, </div><div>En busca de Jesús parte seguido </div><div>De sangrientas legiones, que cargadas </div><div>De piedras van, de palos y de espadas.</div><div><br /></div><div><b>XI</b></div><div><b><br /></b></div><div>Y en sus torpes, estúpidas facciones, </div><div>Y en su ceño infernal, horrible y fiero, </div><div>Impresas de su pecho las pasiones: </div><div>«¡Seguidme!» exclama crudo y altanero </div><div>El discípulo infiel á los sayones. </div><div>«Seguidme ya, y aquel á quien primero </div><div>Con un ósculo yo salude, al verle, </div><div>Aquel será Jesús, podéis prenderle.»</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Otra versión poética es este soneto del <b>Conde de Cedillo</b>, D. <b>Jerónimo López de Ayala y Álvarez de Toledo</b>, titulado "<b><i>El beso de Judas</i></b>", incluido en sus "<b><i>Ocios poéticos</i></b>" (Sebastián Rodríguez. <b>Toledo</b>, 1925):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cubre de besos, tierna, embebecida, </div><div style="text-align: center;">la madre al pequeñuelo sonriente; </div><div style="text-align: center;">besa la mano el hijo, reverente, </div><div style="text-align: center;">que le guio en la senda de la vida. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">El amor que en dos almas, grato, anida </div><div style="text-align: center;">entre los labios es ósculo ardiente </div><div style="text-align: center;">y al beso bienhechor del sol naciente </div><div style="text-align: center;">despiértase la tierra adormecida.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> Y tú, vil Judas, de Satán poseso, </div><div style="text-align: center;">¿en la faz veneranda del Dios-Hombre </div><div style="text-align: center;">osaste ajar la majestad del beso? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Tu nombre encierra de traición el nombre. </div><div style="text-align: center;">No hay para ti piedad, ser infelice; </div><div style="text-align: center;">el juicio de los siglos te maldice. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Marzo de 1907.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Así comienza <b>José Zorrilla</b> su poema "<b><i>La juventud"</i></b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cuando á las puertas del nacer llamamos </div><div style="text-align: center;">Senda de flores á los pies tenemos; </div><div style="text-align: center;">Do quier que el rostro en derredor volvamos </div><div style="text-align: center;">Padres y amigos cariñosos vemos; </div><div style="text-align: center;">Do quier los brazos débiles tendamos </div><div style="text-align: center;">Un ósculo inocente merecemos, </div><div style="text-align: center;">Y asi contentos á vivir salimos </div><div style="text-align: center;">Solo porque ignoramos que vivimos. </div><div style="text-align: center;">Cuando el mundo se ve desde la cuna </div><div style="text-align: center;">Flores se hallan en él, pero no espinas; </div><div style="text-align: center;">Se ven en él sus mares y su luna, </div><div style="text-align: center;">Sus prados y cascadas cristalinas, </div><div style="text-align: center;">Sin noche el sol, sin rueda la fortuna, </div><div style="text-align: center;">Poblado de fantasmas peregrinas, </div><div style="text-align: center;"> Tocado, en fin, con el flotante velo </div><div style="text-align: center;">Del estrellado pabellón del cielo.... </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De una gran tristeza es la poesía de <b>Alberto Lista</b> dedicada a "<b><i>Silvio, en la muerte de su hija</i></b>". Estos son sus primeros versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">¿ Y quién podrá, mi Silvio, el lloro triste </div><div style="text-align: center;">á tu lloro negar? Y a de mi pecho </div><div style="text-align: center;">ronco se exhala el canto del gemido; </div><div style="text-align: center;">y en torno vuela á mi enlutada lira </div><div style="text-align: center;">el genio del dolor. ¡ Ay ! tu alegría </div><div style="text-align: center;">se sepultó en las sombras de la tumba! </div><div style="text-align: center;">No darán ya tus paternales labios </div><div style="text-align: center;">el ósculo de amor.... Las dulces gracias, </div><div style="text-align: center;">recién sembradas en el rostro hermoso </div><div style="text-align: center;">por la inocencia cándida, volaron </div><div style="text-align: center;">ante el helado soplo de la muerte.</div><div style="text-align: center;"> Así tal vez la rosa que mecieron </div><div style="text-align: center;">los céfiros de abril, destronca impío </div><div style="text-align: center;">el noto silvador, cuando á deshora </div><div style="text-align: center;">de la espumosa Sirte se desata.</div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6PmWjkOfxacz_BQuDEDYaNivJYVKyMUOVYtTK_Cw-13rHX92GsQCzfgPbS5MMFdyt_yIMtUI2dXx7g-FHObClHV73g3JvbpnEjmew_HkOO5TtPDg6J4Dsy70LoMOtyi86AbUzO8ipwLjQnpK7k42jczAxqhs5RHVx1o3UoLcoRtuqMT2Ag21x3G2HHdBY/s387/a17.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="387" data-original-width="291" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6PmWjkOfxacz_BQuDEDYaNivJYVKyMUOVYtTK_Cw-13rHX92GsQCzfgPbS5MMFdyt_yIMtUI2dXx7g-FHObClHV73g3JvbpnEjmew_HkOO5TtPDg6J4Dsy70LoMOtyi86AbUzO8ipwLjQnpK7k42jczAxqhs5RHVx1o3UoLcoRtuqMT2Ag21x3G2HHdBY/s320/a17.png" width="241" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Luis Esteso López de Haro </b>(1881-1928) fue un actor cómico muy conocido en los albores del pasado siglo. Puso también su nombre en numerosas obras literarias; principalmente de corte humorístico, como esta composición poética, titulada "<b><i>Recuerdos de una noche</i></b>", incluida en "<b><i>Amor y broma. Versos de la última recolección</i></b>" (Librería de Fernando Fé. <b>Madrid,</b> 1898):</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Habló un rato con ella, <br />se despidió, se entró por el postigo, <br />le juró eterno amor á la doncella <br />de las zarzas y flores al abrigo, <br />ósculo aquí y allá sella que sella. <br />Salió la luna al fin, con luz brillante, <br />dibujando en el suelo un ser moviente<br /> que, con espada en mano y voz rugiente, <br />acercóse a la dama y al amante. <br />Después de aquello, vino la mañana, <br />los pájaros cantaron... <br />y si vale verdad, ya tengo gana <br />de saber cómo el lance terminaron.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escribe don <b>Ramón María del Valle-Inclán</b> en "<b><i>Baza de Espadas</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">-Tío Papa-Moscas hable usted en cristiano. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Echaban lumbre los azules ojos del gigante. Atropellado, se puso la pipa entre las mondas encías y se registró los bolsillos a la busca de una brizna de tabaco.
La tagarnina que picaba el chulo le encendía el apetito
de fumar. Tornó a retirar la pipa de la boca, y golpeando con ella en la palma, barboteó en francés: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-¡Oh! ¿Es que se puede así maltratar a una mujer?
La pareja humana tiene los mismos derechos.
Indalecio presumió el sentido de aquellas palabras,
y repuso contoneándose, arrastrando las palabras con
dignidad marchosa: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Míster, esta mujer se ha comportado como una
mundana. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El Maestro insistía registrándose los bolsillos, la cachimba apretada entre los labios: Indalecio dobló la
navaja y le brindó con el tabaco que tenía picado en
la palma: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">—Sírvase, míster. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Aquel gigante barbudo le contempló con sonrisa
de ogro benévolo. Cargó la pipa, le puso lumbre y fue
en busca de la coima, que se lavaba la sangre: Tomándola de la mano la condujo a donde había quedado el
chulo, ocupado en liar un cigarro, y amonestó en francés, con el barbolleo de un pope ruso: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">-Yo os conjuro para que os deis un ósculo de perdón</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Primera parte: "<b><i>Vísperas setembrinas"</i></b>. Cap. III: "<b><i>Alta mar"</i></b>. X; págs. 67-68)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Juan Ramón Jiménez</b> publicó su primer libro de poesía en <b>Madrid</b>. Tenía diecinueve años y se titulaba "<b><i>Ninfeas</i></b>" (Tipografía Moderna. Colección Lux, 1900). La edición fue de 500 ejemplares, a un precio de cinco pesetas cada uno. Como curiosidad diremos que, desde la primera a la última página, está impreso con tinta verde. Comienza con un "<b><i>Atrio</i></b>", de <b>Rubén Darío </b>a <b>Juan Ramón</b>, y un "<b><i>Ofertorio</i></b>" del poeta de <b>Moguer</b>, cuyos primeros versos son estos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">De mi sangre se nutrieron las estrofas de estos cantos;</div><div style="text-align: center;">son las flores de mi alma, que cayeron á los ósculos</div><div style="text-align: center;">de una brisa sonriente, saturada de perfumes,</div><div style="text-align: center;">ó al embate furibundo de huracanes procelosos...;</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La siguiente reflexión la publicó D. <b>Santiago Ramón y Cajal</b> en sus "<b><i>Charlas de café. Pensamientos, anécdotas y confidencias</i></b>" (3ª ed. Imprenta de Juan Pueyo. <b>Madrid</b>, 1922) :</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Ya en serio, ya en tono humorístico, se han hecho muchas
clasificaciones del beso. Una de las más sencillas es la
siguiente: el ósculo par, frío, ceremonioso y ritual que las
mujeres se dan en entrambas mejillas, y el ósculo impar, o
beso de pasión, estampado en los labios por jóvenes de
sexo diferente</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 42)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De <b>Salvador Rueda</b> es este hermoso soneto, titulado "<b><i>El beso de estrellas</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Tus pestañas rocé como un teclado </div><div style="text-align: center;">al imprimirme un ósculo tu aliento; </div><div style="text-align: center;">antes que a mí, besaste el firmamento </div><div style="text-align: center;">y me sentí de estrellas salpicado. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Te trajiste del cielo constelado </div><div style="text-align: center;">las «cabrillas» brincando de contento, </div><div style="text-align: center;">y en tu beso apretándolas, de intento </div><div style="text-align: center;">las echaste en mi rostro enamorado. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Y ya el azul no tiene sus «cabrillas»: </div><div style="text-align: center;">pastorean jugando en mis mejillas </div><div style="text-align: center;">al recorrerlas con girar travieso. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Y sienten sus patitas mis entrañas </div><div style="text-align: center;">¡cual si tus cuatro aleros de pestañas </div><div style="text-align: center;">aún me pinchasen para darme el beso!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Más apegado a la tierra es este otro soneto, de corte ecologista, que<b> Amado Nervo</b> tituló "<b><i>El castaño no sabe...</i></b>", que se encuentra en su libro "<b><i>Elevación</i></b>" (Tipografía Artística. <b>Madrid</b>, 1917):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">El castaño no sabe que se llama castaño; </div><div style="text-align: center;">mas, al aproximarse la madurez del año, </div><div style="text-align: center;">nos da su noble fruto de perfume otoñal; </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">y Canopo no sabe que Canopo se llama; </div><div style="text-align: center;">pero su orbe coloso nos envía su llama, </div><div style="text-align: center;">y es de los universos el eje sideral. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Nadie mira la rosa que nació en el desierto; </div><div style="text-align: center;">mas ella, ufana, erguida, muestra el cáliz abierto, </div><div style="text-align: center;">cual si mandara un ósculo perenne a la extensión,</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Nadie sembró la espiga del borde del camino, </div><div style="text-align: center;">ni nadie la recoge; mas ella, con divino </div><div style="text-align: center;">silencio, dará granos al hambriento gorrión.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mucho más sórdido y cruel es este soneto de <b>Francisco Villaespesa</b> titulado "<b><i>Leila</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">—¡Leila—dijo el Emir—eres mi presa! </div><div style="text-align: center;">Y sin prestar oído á su amargura, </div><div style="text-align: center;">estrechando en sus brazos la cintura, </div><div style="text-align: center;">el blanco seno le besó con esa </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">voracidad senil, que cuando besa </div><div style="text-align: center;">á la par que besar, morder procura,,. </div><div style="text-align: center;">Y Leila, lacrimosa, vio en la albura </div><div style="text-align: center;">de su seno sangrar como una fresa...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">El Emir se alejó... Y ella, un instante, </div><div style="text-align: center;">oculto entre las manos el semblante, </div><div style="text-align: center;">sollozó su ignominia... Alzóse... Y luego </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">hundió un puñal sobre su seno, para </div><div style="text-align: center;">que su sangre de púrpura borrara </div><div style="text-align: center;">el baldón de aquel ósculo de fuego!</div><div style="text-align: center;">("<b><i>Los nocturnos del Generalife</i></b>")</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En su relato "<b><i>Nómada</i></b>", incluido en su obra "<b><i>Del huerto provinciano</i></b>" escribe <b>Gabriel Miró</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">La partida del faro la imaginó él como
despedida de ancianos patriarcas. Abrazaría
al amigo hermano; besaría a la doncella
entre los ojos; sí, la frondosa cabeza del
nómada se inclinaría para dejar el beso de adiós, en la cabeza de la virgen dolorida
de amor desventurado. ¡Como a una hija!
¡Besar un viejo la frente de la hija de un
viejo amigo, es el ósculo de dos paternidades! El la hubiera besado entre los ojos.
Así lo vio en un lienzo del museo de Burdeos: <i>Le Départ,</i> de León Perrault</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 196)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada citando "<b><i>El jardín de los frailes</i></b>", la novela autobiográfica de D. <b>Manuel Azaña:</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #4c1130;">Los parientes me dijeron adiós como si emprendiera la exploración del Amazonas. O tiraban a consolarme de aquel a su entender
ilustre infortunio: «Es por tu bien. ¡Cuando
seas hombre lo agradecerás!» </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">—¡Si tu abuelo levantara la cabeza...!—murmuró uno, acordándose de la ejecutoria doceañista de mis mayores. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">Llevé por viático ósculos de monja. Me besó la provecta Superiora, quien con tanto
taparse y arroparse daba a su faz pachucha,
asomada al marco redondo que le ponían los
cañones almidonados de la toca, no sé qué calidad de carne indecente, de obscena desnudez. Las buenas madres me sonreían tiernamente. Mostraban prendido en el pecho un
corazón de trapo vomitando llamas. No su fuego, sino el tamiz de las cortinas bermejas vertía en el locutorio vislumbres de púrpura. Y
con despedirme de las cosas, por parecerme
que en faltando yo unos meses nunca volvería
a verlas (aún no había aprendido cómo nos
vence su permanencia), amanecí en El Escorial,
donde no tuve otra impresión el primer día
que la de entrar en un país de insólitas magnitudes</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. II: págs. 30-31)</div><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-23847182675456569112023-08-08T18:11:00.000+02:002023-08-08T18:11:43.446+02:00OSTIARIO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFlgL6jgxRmzQKcUM4mvnI2q5u7DEeRDHh-kzVNEndcpj0os6SdRkgAAdXXd1fpRhJu5SNA_YHoPD_iStZS8UjaFmK_YoGgdAImfxeZiB0ptTw7fzSTARMEZ5jxs53IrT3MTJnxhUWxZd-wxma9r3jOQk34O9EvOa1lAhMZthec7tAeiTvR0cC0OtICKQk/s471/a2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="471" data-original-width="367" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFlgL6jgxRmzQKcUM4mvnI2q5u7DEeRDHh-kzVNEndcpj0os6SdRkgAAdXXd1fpRhJu5SNA_YHoPD_iStZS8UjaFmK_YoGgdAImfxeZiB0ptTw7fzSTARMEZ5jxs53IrT3MTJnxhUWxZd-wxma9r3jOQk34O9EvOa1lAhMZthec7tAeiTvR0cC0OtICKQk/s320/a2.png" width="249" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Hay que diferenciar entre <i>hostiario</i> -"<span style="color: red;">La caxa redonda que tienen en las Sacristias, en que están guardadas las hóstias para decir Missa...</span>"- y <i>ostiario</i>, que <b>Autoridades</b> define de este modo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSTIARIO. s. m. El que tiene potestad (en virtud del orden ó grado menor Eclesiástico que se ha conferido) para admitir los dignos á recibir el Sacramento de la Eucharistia, y excluir los indignos. Dansele las llaves de la puerta de la Iglesia. Es del Latino <i>Ostiarius</i>. HURTENS. <i>Mar.</i> f. 48. Recibe quatro Ordenes Menores y tres Mayóres, con la de Presbyteráto, disponiendole Exorciata, lector, Acolyto, Ostiario</span>".</p><p style="text-align: justify;">La primera voz sí la recoge <b>Covarrubias</b>. La segunda, no.</p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición usual de 1843, en la que dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSTIARIO. m. El clérigo que ha obtenido uno de los cuatro grados menores, cuyas funciones eran abrir y cerrar la iglesia, llamar á los dignos á tomar la comunión y repeler á los indignos. Actualmente se dan juntos los cuatro grados menores, y en punto á su ejercicio ha variado la disciplina de la iglesia. <i>Ostiarius</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">A partir de la edición de 1925 eliminan la segunda oración hasta la de 1989, en la que esta voz queda definida así:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSTIARIO. m. Clérigo que había obtenido el inferior de los cuatro grados menores, hoy suprimido</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la de 1992 dice:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSTIARIO. (Del lat. <i>ostiarius</i>) m. Clérigo que había obtenido la primera de las órdenes menores, hoy suprimida, cuyas funciones eran abrir y cerrar la iglesia, llamar a los dignos a tomar la comunión y repeler a los indignos</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la <b><i>Edición del Tricentenario,</i></b> última consultada, leemos:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OSTIARIO.- (Del lat. <i>ostiarius</i>, y este der. del lat. <i>ostium</i> ´puerta´) 1. m. <i>Rel</i>. En el catolicismo, eclesiástico al que se le había conferido la inferior de las órdenes menores, y cuyo ministerio en la Iglesia primitiva consistía en abrir y cerrar la iglesia y custodiarla</span>".</p><p style="text-align: justify;">El cura párroco de la gaditana iglesia de Santiago, D. <b>Pedro Gómez Bueno,</b> nos cuenta con mucho detalle el ceremonial religioso para nombrar al <i>ostiario</i> en su "<b><i>Manual de los Oficios de la Iglesia en que se explican las ceremonias,
y oraciones, que tiene dispuestas la
Iglesia Católica, para la celebración
del Santo Sacrificio de la Misa,
administración de los siete Sacramentos, Preces, y Rogativas públicas, encomendacion del Alma,
y otros varios ritos, y ceremonias
de los Oficios, que se practican en
el discurso del año; y un Exercicio Quotidiano" </i></b>(Imprenta de Benito Daza. <b>Écija</b>, 1770-1800?):</p><p style="text-align: center;"><b>GRADO DE OSTIARIO.</b> </p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;"><i>Primeramente dice él Arcediano</i>: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br />Acerquense los que se han de Ordenar para el oficio de Ostiario. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /><i>Los que se han de ordenar están con
sus sobrepelices puestas, y arrodillados ante el Obispo, el qual les hace la siguiente amonestación</i>. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Hijos amadísimos: Haviendo de
recibir vosotros el oficio de Ostiarios,
considerad, qué cosas debéis hacer
en la Casa de Dios. El Ostiario debe tocar la campana, abrir la Iglesia, y sitios sagrados, y tener el libro abierto á el que predica. Procurad, no sea, que por vuestra negligencia perezca algo de aquellas cosas, que están en la Iglesia; y cuidad, que en ciertas horas abráis la
Casa de Dios á los Fieles, y se las
cerréis siempre á los infieles. Tened
cuidado, de que asi como con las
llaves materiales abris la Iglesia visible, y la cerráis; asi cerréis para
el Diablo la Casa invisible de Dios esto es, el corazón de los Fieles,
con vuestras palabras, y obras,
y la abráis para Dios; para que
las divinas palabras que oyeren,
las retengan en su corazón, y las
cumplan con la obra: lo que el Señor perfeccione en vosotros por su
misericordia. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Ahora da el Obispo a tocar con sus
manos á los Ordenandos unas llaves, y
le dice á cada uno</i>: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Portaos de tal modo, como que
haveis de dar cuenta á Dios de lo
que se encierra bajo estas llaves. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Luego van los Ordenandos d donde
huviere unas puertas, y alli hacen la
ceremonia de abrirlas, y cerrarlas, y
asimismo tocar la campanilla: hecho
lo qual vienen, y se arrodillan ante el Obispo, el que con su Mitra puesta dice lo siguiente</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Hermanos amadísimos, roguemos
humildemente ä Dios Padre Omnipotente, que se digne echar su bendición sobre estos siervos suyos, a
quienes se ha servido elegir para el
oficio de Ostiarios, para que haya
en ellos un fidelísimo cuidado en la
Casa de Dios en los dias, y en las noches, para la distribución de ciertas
horas, para invocar el nombre del Señor, ayudándoles Jesu-Cristo nuestro
Señor, que con él vive, y reyna en
unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amen,.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Luego, quitándose el Obispo la Mitra, y vuelto ácia el Altar, dice</i>:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><b>OREMOS</b>. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Y los Ministros dicen</i>: Hinquemos las rodillas; <i>responden</i>: Levantaos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Vuelto a los Ordenandos el Obispo, dice</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"> Señor Santo, Padre Omnipotente, Eterno Dios, dígnate bendecir estos siervos tuyos, destinados al oficio de Ostiarios. para que
te hagan el obsequio de exercer el
oficio de Porteros de tu Iglesia entre los demás, y merezcan tener
parte de tu premio entre tus escogidos. Por Ntro. Sr. Jesu-Cristo, etc.</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 228-232)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta voz ya se encuentra en "<b><i>Las</i></b> <b><i>Siete Partidas</i></b>", del rey <b>Alfonso X el Sabio</b>, en repetidas ocasiones. Vamos a citar la <b>Ley XC</b> de la primera <b>Partida </b>en la que se dice "<b><i>qué cosa es penitencia, et quántas maneras son della</i></b>". Comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Segunt deximos en las leyes ante desta penitencia es cosa que se debe facer repintiéndose home de sus pecados, et doliéndose dellos de manera que non haya voluntad de jamas tornar nunca á ellos. Et como
quier que la penitencia es una segunt esta razón, pero en tres maneras la
departieron los santos padres: et á la primera llamaron solepne, et á la
segunda publica, et á la tercera privada. Et de cada una destas diremos
quando fabláremos della, por qué ha asi nombre, et cómo ha de ser fecha. Mas primeramiente diremos quál es la solepne, que se debe facer
el primero miércoles de la quaresma mayor en esta manera: aquellos
que la han de facer deben venir á la puerta de la eglesia descalzos et
vestidos de paños de lana viles et raheces, et han de traer las caras abaxadas contra tierra homildosamente, demostrándose por culpados de los
pecados que fecieron, et habiendo vergüenza dellos; et otrosi mostrando que han grant voluntad de facer todo lo que les mandaren por penitencia. Et deben hi estar con ellos sus arciprestes et sus clérigos onde son
perroquianos et que oyeron sus confesiones. Et después desto debe sallir
el obispo con sus clérigos á la puerta de la eglesia á recebillos rezando los salmos penitenciales, et tomarlos por las manos et meterlos dentro: et
debe el obispo echarse á preces antel altar rogando á Dios por ellos que
los perdone: et quando él esto feciere siempre deben ellos yacer en tierra
tendidos, llorando et rogando á Dios que non cate los sus pecados que
son muchos et grandes; mas á la su merced que es en él para perdonar
á los culpados et oir á los quel ruegan con humildat. Et desque los salmos fueren rezados débese levantar el obispo et poner las manos sobre
las cabezas dellos, et desque las tirase hales de poner en ellas ceniza, et
echar agua bendita sobre ellas, et después cobrírgelas con celicio, que es
paño de estameña, deciendo estas palabras llorando et con sospiros;
que asi como Adán fue echado de paraíso, asi conviene que sean ellos
echados de la eglesia por los pecados que fecieron. Et estonce el obispo debe mandar á los ostiarios, que son porteros de la eglesia, que los
echen fuera della, et echándolos dende deben ir los clérigos en pos ellos
cantando un responso que dice asi: que en sudor de su cara et en lacerio
de su cuerpo comerán su pan: et estos han de morar toda la quaresma á
la puerta de la eglesia en cabañuelas</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Págs. 156-157)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8JB-hIe4jRKK5PNvG0v0POKTQ_mO5Y2IDy7NXXETNO_9ARyiZH34xfexyYPeZHl0fGcdJzOCbRzroDQiB6JYPzFheXGEhl8Aolw6W-8Y-vMQ-IZtbikJn4QM06XDrPZq6GR-CukYmxZFrKTMtYtLTO70mJxxcUgYUXCFNt5CqKf4vEFFJTJOTaWvMYnn/s485/a1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="297" data-original-width="485" height="196" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8JB-hIe4jRKK5PNvG0v0POKTQ_mO5Y2IDy7NXXETNO_9ARyiZH34xfexyYPeZHl0fGcdJzOCbRzroDQiB6JYPzFheXGEhl8Aolw6W-8Y-vMQ-IZtbikJn4QM06XDrPZq6GR-CukYmxZFrKTMtYtLTO70mJxxcUgYUXCFNt5CqKf4vEFFJTJOTaWvMYnn/s320/a1.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Curioso, cuando menos, es el "<b><i>Católico catecismo</i></b>" (Imprenta de D. Ventura Cano. <b>Madrid</b>, 1818), que en diálogos en verso escribió el párroco <b>Gabriel Simo</b>, del que apenas tenemos referencias. El primer tomo lo tituló "<b><i>Símbolo de la fe</i></b>". En el Coloquio XIV, dedicado al "<b><i>Sacramento del Orden</i></b>", leemos:</p><div style="text-align: center;"><b>FELIGRÉS</b><br /> ¿Es la Tonsura Orden sacro? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>PASTOR</b><br /> No es Orden, ni Sacramento, <br />sí solo preparación <br />para recibirlo luego. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>FELIGRÉS</b><br /> ¿Quién puede ser Tonsurado? </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b>PASTOR</b></div><div style="text-align: center;"> El Varón, que uso perfecto </div><div style="text-align: center;">goce de razón, y sea </div><div style="text-align: center;">Cristiano, y además de esto, </div><div style="text-align: center;">confirmado, y que no tenga </div><div style="text-align: center;">canónico impedimento, </div><div style="text-align: center;">y sí al Clerical estado </div><div style="text-align: center;">inclinación, por fin recto, </div><div style="text-align: center;">no por lograr Beneficios, </div><div style="text-align: center;">con los honores anejos </div><div style="text-align: center;">á su clase, y eximirse </div><div style="text-align: center;">de las cargas de los legos, </div><div style="text-align: center;">y sí. por servir á Dios, </div><div style="text-align: center;">en el santo Ministerio, </div><div style="text-align: center;">buscando el bien de su alma, </div><div style="text-align: center;">y del prójimo el provecho. </div><div style="text-align: center;">Cuando el Tonsurado ha sido</div><div style="text-align: center;"> probado por algún tiempo, </div><div style="text-align: center;">á los grados superiores </div><div style="text-align: center;">puede el Obispo ascenderlo, </div><div style="text-align: center;">ordenándolo de Ostiario, </div><div style="text-align: center;">ú de portero del Templo, </div><div style="text-align: center;">para que lo cierre y abra, </div><div style="text-align: center;">según conviniese hacerlo; </div><div style="text-align: center;">de Lector, para que lea </div><div style="text-align: center;">la Santa Escritura al pueblo; </div><div style="text-align: center;">de Exorcista, para que </div><div style="text-align: center;">expela, con todo imperio </div><div style="text-align: center;">al Demonio, si ha tomado </div><div style="text-align: center;">posesión de nuestro cuerpo; </div><div style="text-align: center;">y de Acólito, que sirva
el Altar. </div><div style="text-align: center;">Además de estos </div><div style="text-align: center;">cuatro grados, que menores </div><div style="text-align: center;">se llaman, cuatro tenemos </div><div style="text-align: center;">mayores: Subdiaconado, </div><div style="text-align: center;">es en estos el primero; </div><div style="text-align: center;">el Diaconado, es segundo;</div><div style="text-align: center;">el Sacerdocio, es tercero; </div><div style="text-align: center;">siendo el Obispado, el cuarto, </div><div style="text-align: center;">y del Orden complemento...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del poeta mexicano <b>Amado Nervo</b> es este soneto titulado <b><i>"El beso fantasma</i></b>", que incluyó en su obra "<b><i>Místicas. 1892-1895</i></b>" (Imprenta de Ignacio Escalante.<b> México</b>, 1898):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Yo soñé con un beso, con un beso postrero </div><div style="text-align: center;">en la lívida boca del Señor solitario </div><div style="text-align: center;">que desgarra sus carnes sobre tosco madero </div><div style="text-align: center;">en el nicho más íntimo del vetusto santuario. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Cuando invaden las sombras el tranquilo crucero, </div><div style="text-align: center;">parpadea la llama de la luz del sagrario, </div><div style="text-align: center;">y agitando en el puño su herrumbroso llavero, </div><div style="text-align: center;">se dirige á las puertas del recinto el ostiario. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Con un beso infinito, cual los besos voraces </div><div style="text-align: center;">que se dan los amados en la noche de bodas, </div><div style="text-align: center;">enredando sus cuerpos como lianas tenaces. . . . </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Con un beso que fuera mi <i>palladium </i>bendito </div><div style="text-align: center;">para todas las ansias de mi ser, para todas </div><div style="text-align: center;">las caricias bermejas que me ofrece el delito.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con un párrafo de la novela donde he leído esta voz por primera vez, que no es otra que "<b><i>Al morir Don Quijote</i></b>", del escritor leonés <b>Andrés Trapiello</b>. Así comienza el capítulo décimo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">-No es cosa de brujería -protestó el bachiller-. Ya han visto cómo han salido vuestras mercedes con pelos y señales en la primera parte de esta historia. Se diría que llevaron pegado a los talones un espía de cámara, y hasta yo mismo hubiera figurado en esa crónica de haberme encontrado el año pasado en el pueblo cuando hizo don Quijote su primera salida. Si no me hubiese hallado en Salamanca haciéndome ostiario y exorcista, ahí figuraría mi nombre en letra impresa</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 80)</div></div><p style="text-align: center;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-53735796041345841992023-07-28T17:59:00.001+02:002023-07-28T17:59:47.098+02:00OTACUSTA<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM6Rrag3kJrUMjkcO1ipVJOwzboYq07EZBs2xk3Pf6GNm720-2AFKZck6gJsLEw7gL8zOHl98sWtqiH2Q-JwzxzsOdGyKBMxQryGgbq1shyO8bIdKW_Tbe2gcueD8kRJ5YXgQHgNNOVYe6fMML2NnDro_VD-f_cv97oQp23yBWPpH6hQwtn1OqT9osgp6b/s716/a5.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="716" data-original-width="444" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM6Rrag3kJrUMjkcO1ipVJOwzboYq07EZBs2xk3Pf6GNm720-2AFKZck6gJsLEw7gL8zOHl98sWtqiH2Q-JwzxzsOdGyKBMxQryGgbq1shyO8bIdKW_Tbe2gcueD8kRJ5YXgQHgNNOVYe6fMML2NnDro_VD-f_cv97oQp23yBWPpH6hQwtn1OqT9osgp6b/s320/a5.png" width="198" /></a></div><br /><i><br /></i><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Otacusta</i> es voz que hemos leído en la excelente novela de <b>Andrés Trapiello</b> titulada "<b><i>Al morir Don Quijote"</i></b> y, solo por eso, merece estar en<b> PALABRARIA</b>. Escribe el autor leonés en el capítulo 9º lo siguiente:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">-¿Y ha dicho vuestra merced que todo lo que hablemos aquí, saldrá algún día en letra impresa? -preguntó el cura, que parecía haberse quedado en ese paso de su alegato, con la pluma en ristre y la mirada suspensa y los ojos, tras los cristales estrellados, vagamente soñadores- ¿Va a decirnos que contamos entre nosotros con otacustas y delatores?<br />La verdad es que apenas habían prestado atención a la soflama del bachiller.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">En cambio aquella insinuación de que los presentes saldrían en los papeles les inquietó lo indecible, y se abrió allí un murmureo de conjeturas, discusiones y advertencias</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. )</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Otacusta</i> es voz que recoge, por primera vez, <b>Autoridades</b>, con esta definición:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OTACUSTA. s. m. Espia ó escucha que vive de traher y llevar cuentos, chismes y enredos. Es voz griega. Lat. <i>Susurro, onis. </i>GRAC<i>. </i>Mor. f. 199. El Rey Dario fué el primero de todos, que tuvo y usó Otacustas, espias y malsines".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1884 que, de una acepción, hace dos. A saber:</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: red;">OTACUSTA. (Del lat. <i>otacusta</i>.) m. <i>ant</i>. Espía ó escucha. // <i>ant</i>. fig. Persona que vive de traer y llevar cuentos, chismes y enredos</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>No se aprecia variación alguna en las definiciones hasta la <b>Edición del Tricentenario, </b>última consultada.</span></div><div style="text-align: justify;"><span>El <b><i>Esteban Terreros</i></b> dice:</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: red;">OTACUSTA, lo mismo que espía. (...) Especialmente se toma por el espía que anda á oir lo que se habla, para parlarlo</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>El <b><i>Domínguez</i></b> (1853) nos da la siguiente definición de esta voz:</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: red;">OTACUSTA. s. m.<i> ant</i>. Espía, escucha, husmeador, que anda oliendo donde guisan, que vive de traer y llevar cuentos, chismes ó enredos</span>".</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>El <b><i>Pagés</i></b> (1925) se atiene a lo dicho por<b> Academia,</b> incluye el ejemplo literario que leímos en <b>Autoridades</b> y añade uno más, sacado de esa biografía de un gato, escrita por <b>A. Rojo y Sojo</b>:</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>"<span style="color: red;">...después se dedicó á otacusta para lo que servía muy bien por lo vipérea su lengua de vira"</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>Don <b>Enrique de Leguina</b> incluyó esta voz en su "<b><i>Glosario de voces de Armería"</i></b>, con el significado de "<span style="color: red;">escucha ó centinela</span>", y la ilustró con el mismo ejemplo literario de Autoridades.</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span>Entre los versos jocosos de <b>Vital Aza </b>se encuentra un romance titulado "<b style="font-style: italic;">Lengua trufada" </b>(<b><i>Blanco y Negro</i></b>. Nº 609. 03.01.1903), en la que <b>Pepito</b>, novio de <b>Restituta</b>, le escribe una carta a su pedante tío en la que declara el amor que siente por su sobrina. Entre otras cosas dice:</span></div><div style="text-align: justify;"><span><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span>Del amor en la pendiente</span></div><div style="text-align: center;"><span>estoy en la varga brusca,</span></div><div style="text-align: center;"><span>y perecear no quiero</span></div><div style="text-align: center;"><span>magüer me mate la angustia.</span></div><div style="text-align: center;"><span>Aunque a veces soy vilordo</span></div><div style="text-align: center;"><span>como quien su mal remusga,</span></div><div style="text-align: center;"><span>noto es mi amor, y no temo</span></div><div style="text-align: center;"><span>lo que diga un otacusta....</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-37704015786534441502023-07-19T20:07:00.000+02:002023-07-19T20:07:03.361+02:00OVERO-RA<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIAfBEnkrPoIGEj5YtKE5vJADOvnIaStZmwUHQds7RPytAH5g-JhiASuZd9Hr29F5yT-tQBDjUiNRypTDflYfEnZa_d3b7HImual3yQpB67W0ql1EjaPT1ZR9OBQFocZRYY8b14wX1b2Rnai0_qm8zlXOc-wAZ-4Vp04Vpu07OXoJTliiJ7xJTwyBX-INW/s1153/a1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="710" data-original-width="1153" height="197" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIAfBEnkrPoIGEj5YtKE5vJADOvnIaStZmwUHQds7RPytAH5g-JhiASuZd9Hr29F5yT-tQBDjUiNRypTDflYfEnZa_d3b7HImual3yQpB67W0ql1EjaPT1ZR9OBQFocZRYY8b14wX1b2Rnai0_qm8zlXOc-wAZ-4Vp04Vpu07OXoJTliiJ7xJTwyBX-INW/s320/a1.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">La voz<i> overo</i> <b>Covarrubias</b> la escribe con "<i>hache</i>". La define de este modo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HOVERO, vide supra Hobero. Dice el Comendador Griego en vno de sus refranes, Cauallo hobero, a puerta de albeitar, o de gran caualiero. Son galanos y de lindo pellejo, pero tienen muchos achaques, y no son para la guerra, ni para mucho trabajo. Es nombre Arabigo, <i>houerum,</i> que vale abutardado, segun el padre Guadix por la color que toma la abutarda despues de cozida tan varia. Y puede ser Frances del verbo <i>houer, laetari,</i> et ouare, porque es alegre y regozijado. Vide sup. verbo </span><i><span style="color: red;">Hobero</span>"</i>.</p><p style="text-align: justify;">Lo vemos y nos encontramos una definición muy parecida:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">HOBERO, color de cauallo de pellejo remendado, dizen ser alegre y póposo, pero no fuerte ni sano; y por esso deze el prouerbio: Cauallo hobero a puerta de albeitar, o de cauallero.. Dize el padre Guadix ser nombre Arabigo, y que vale hubira, abutarda; no tanto por la color de la pluma, como por la color de la carne despues de cozido</span>". </p><p style="text-align: justify;"><b>Academia</b> registra esta voz, con "<i>hache</i>", a partir de la edición usual de 1884, y remite a<i> overo</i>, que es la voz que <b>Autoridades</b> (1737) recoge con estos significados:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, RA. adj. Lo que es de colór de huevo. Aplicase regularmente al caballo. Lat. <i>Luteus color.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OVEROS. Se llaman jocosamente los ojos que son todo blancos, y que parece no tienen niña, por la semejanza que tienen con lo blanco y la hechura del huevo. Lat.<i> Ovi albuginem referens</i></span>".</p><p style="text-align: justify;">Cita un párrafo del capítulo segundo de la primera parte de la novela de <b>Francisco de Quevedo</b> titulada "<b><i>Historia de la vida del buscón, llamado Don Pablos</i></b>", que ampliamos para su mejor comprensión:</p><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Llegó
(por no enfadar) el tiempo de las Carnestolendas; y
trazando el maestro de que se holgasen sus muchachos, ordenó que hubiese rey de gallos. Echamos
suerte entre doce señalados por él, y cúpome á mí.
Avisé á mis padres que me buscasen galas. Llegó el
dia, y salí en un caballo ético y mustio, el cual, más
de manco que de bien criado, iba haciendo reverencias. Las ancas eran de mona, muy sin cola, el pescuezo de camello y más largo, la cara no tenia sino
un ojo, aunque overo. Echábansele de ver las penitencias, ayunos y fullerías del que le tenia á cargo
en el ganarle la ración</span>".<br />("<b><i>De cómo fui a la escuela, y lo que en ella me sucedió</i></b>"; pág. 28 )</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Autoridades</b> relaciona también esta voz con una clase de palomo. A saber:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">PALOMO OVERO. Especie de palóma que sale del casamiento del pelo de ratón y filacotón. Es de color imperfecto que tira á rosado. Lat. <i>Columbus luteus.</i> CORT. de Anim. part. 2. cap. 2. Los palómos ovéros son los que tienen un colór imperfecto</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Academia</b> se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1822, en la que la paloma vuela a otras latitudes. En la de 1832, la primera acepción de esta voz la definen así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO; RA. adj. Lo que es de color de huevo. Aplícase regularmente al caballo de pelo blanco manchado de alazan y bayo" (...)</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1869, la segunda acepción de esta voz la definen del siguiente modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, RA: (...) // pl. <i>fam.</i> Los ojos que, por abundar ó resaltar mucho en ellos lo blanco, parece que no tienen niña</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la edición de 1884 dicen:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, RA. (Del fr, <i>aubére</i>; del port. <i>fouveiro</i>; del al. <i>falbe</i>. ) adj. Aplícase á los animales de color parecido al del melocotón.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OVERO. adj. V. Ojo overo</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el <b>Suplemento</b> de la edición de 1970 incluyen un americanismo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, RA....// 2. <i>Amér</i>. Dícese de las caballerías de color pío</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No se aprecian variaciones reseñables en las siguientes ediciones hasta la del <b>Tricentenario</b>, última consultada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdCCGR9nPpT3NlPThWbGnKHoRLbzmLnCSnwO7esUsdtW06xqAa88RhTvlCe4edYZsgXD3juCN1hotrkk-0eQ_SM4L9uIwcDdkPMw_2hk1NmR11tyicI1CHE1TABz3kF1CpcmpxQWb4cAp9-h8uqamG_84s2dBfPiXB2aIrYjvz-XUYRrDayQiiAleJN60A/s846/a2.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="357" data-original-width="846" height="135" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdCCGR9nPpT3NlPThWbGnKHoRLbzmLnCSnwO7esUsdtW06xqAa88RhTvlCe4edYZsgXD3juCN1hotrkk-0eQ_SM4L9uIwcDdkPMw_2hk1NmR11tyicI1CHE1TABz3kF1CpcmpxQWb4cAp9-h8uqamG_84s2dBfPiXB2aIrYjvz-XUYRrDayQiiAleJN60A/s320/a2.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El<b><i> Esteban Terreros</i></b> (1787) nos ofrece las tres acepciones de esta voz:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, Caballo blanco sembrado de pintas negras y que á veces tira á rojo. (...)</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ilustra esta acepción con dos ejemplos literarios sacados de la "<b><i>Vida del pícaro Guzmán de Alfarache</i></b>", de <b>Mateo Alemán</b>, y de "<b><i>La vida de San Isidro</i></b>", de <b>Lope de Vega</b>, que ampliamos para su mejor comprensión:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Así acontece de ordinario, y se vio en un caballero extranjero que en Madrid
conocí, el cual, como fuese aficionado a caballos españoles, deseando
llevar a su tierra el fiel retrato, tanto para su gusto como para enseñarlo a
sus amigos, por ser de nación muy remota, y no siéndole permitido ni
posible llevarlos vivos, teniendo en su casa los más hermosos de talle
que se hallaban en la corte, pidió a dos famosos pintores que cada uno le
retratase el suyo, prometiendo, demás de la paga, cierto premio al que más
en su arte se extremase. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #b45f06;">El uno pintó un overo con tanta perfección, que
sólo faltó darle lo imposible, que fue el alma. Porque en lo más, engañado a
la vista, por no hacer del natural diferencia, cegara de improviso cualquiera
descuidado entendimiento. Con esto solo acabó su cuadro, dando en todo lo
del restante claros y oscuros, en las partes y según que convenía"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Primera parte. Cap. I: "<b><i>En que cuenta quien fue su padre</i></b>"; pág. 20 )</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>CANTO III</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">(...) Cuando esto el Ángel decía</div><div style="text-align: center;">a Isidro, que atento estaba,</div><div style="text-align: center;">ya el dueño que le buscaba,</div><div style="text-align: center;">por el camino venía,</div><div style="text-align: center;">y a la labranza bajaba.</div><div style="text-align: center;">No venía el noble viejo</div><div style="text-align: center;">a matarle, que el consejo</div><div style="text-align: center;">no vino a tal desvarío,</div><div style="text-align: center;">que cerrara Dios el río,</div><div style="text-align: center;">como un tiempo el mar Bermejo.</div><div style="text-align: center;">Que del labrador bendito</div><div style="text-align: center;">que no dijera estoy cierto,</div><div style="text-align: center;">aunque temiera ser muerto,</div><div style="text-align: center;">¿no había sepulcro en Egipto,</div><div style="text-align: center;">sin traernos al desierto?</div><div style="text-align: center;">Que antes de verle llegar,</div><div style="text-align: center;">supiera Isidro cantar,</div><div style="text-align: center;">que al que pensó con tal brío</div><div style="text-align: center;">sacar la espada, en el río</div><div style="text-align: center;">Dios se la pudo quebrar.</div><div style="text-align: center;">En efecto el caballero,</div><div style="text-align: center;">no semejante al de Egipto,</div><div style="text-align: center;">venía a ver su distrito</div><div style="text-align: center;">en un andaluz overo</div><div style="text-align: center;">de moscas negras escrito...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Continúa fray <b>Esteban</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, palomo V.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OVEROS, llaman jocosamente á los ojos que no tienen niñas y son todos blancos por la semejanza con la blancura del Huevo. (...)"</span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El resto de diccionarios de la web de la <b>RAE</b> no añaden nada nuevo a lo ya dicho, salvo el <b><i>Pagés</i></b> (1925), que ilustra la primera acepción de esta voz con seis ejemplos literarios, de los cuales hemos escogido los versos de un romance anónimo dedicado a <b>Zaida la de Toledo.</b> Comienza de este modo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Por las riberas del Tajo,</div><div style="text-align: center;">donde más su curso extiende,</div><div style="text-align: center;">junto a la ciudad famosa</div><div style="text-align: center;">que por su muro lo tiene,</div><div style="text-align: center;">un Bencerraje gallardo,</div><div style="text-align: center;">a quien el amor ofende,</div><div style="text-align: center;">al tiempo que está en su gloria,</div><div style="text-align: center;">y en la mayor que dar puede,</div><div style="text-align: center;">en un overo que al viento</div><div style="text-align: center;">en la ligereza excede,</div><div style="text-align: center;">camina el moro vestido</div><div style="text-align: center;">de morado, azul y verde....</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Julio Cejador y Frauca </b>incluyó esta voz en su "<b><i>Tesoro...</i></b>" con estas definiciones:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, de color entre dorado y blanco, ó entre bayo y blanco, ó de color de albérchigo. No importa que los franceses tengan su cheval aubere, de <i>albarius,</i> porque eso es blanco y nada tiene que
ver con el overo, el cual si se dice comunmente de la capa del caballo, también se aplicó á la barba, etc. Viene de huevo sencillamente,
como el overear ó dorar de la Argentina, refiriéndose ya al color de
la yema, ya al de la clara. <i>Pint. potro</i> 11: Los overos son vistosos y
achacosos por los muchos blancos y pertenecen al color castaño.
<i>Lic. Vidr</i>.: Que tenía las barbas de muladar overo. <i>Pic. Just</i>. 1,1:
Para refinar y ennegrecer la barba overa, se peina con escarpidor
de plomo. CORT. <i>Anim</i>. 2,2 : Los palomos overos son los que tienen
color imperfecto. <i>G. Alf.</i> 1,1,1: Pintó un overo (un caballo overo).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><i>Ni overo, ni rosillo, ni alazán, ni morcillo,</i> c. 215. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><i>Ojo overo,</i> el que, por abundar ó resaltar mucho en él lo blanco,,
parece que no tiene niña. QUEV. <i>Tac</i>. 2: La cara no tenía sino un
ojo, aunque overo</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De todas estas citas literarias hemos escogido la del "<b><i>Licenciado Vidriera</i></b>", la novela ejemplar de <b>Miguel de Cervantes</b>, que ampliamos para su mejor comprensión:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Con los que se teñían las barbas tenía particular
enemistad, y riñendo una vez delante dél dos hombres, que el uno era portugués, éste dijo al castellano, asiéndose de las barbas, que tenía muy teñidas: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—
Por istas barbas que teño no rostro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">A lo cual acudió Vidriera, y dijo: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">—
Ollay, home, naon digáis teño, sino tiño. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Otro traía las barbas jaspeadas y de muchos colores, culpa de la mala tinta, á quien dijo Vidriera
que tenía las barbas de muladar overo. A otro que
traía las barbas por mitad blancas y negras por
haberse descuidado y los cañones crecidos, le dijo
que procurase de no porfiar ni reñir con nadie,
porque estaba aparejado á que le dijesen que mentía por la mitad de la barba</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 37)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Joan Corominas</b> dedica tres páginas de su "<b><i>Diccionario...</i></b>." al estudio de esta voz. Entre otras cosas dice:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OVERO, ’de color de melocotón’, 'remendado, manchado’, antiguamente <i>hobero</i> y en port. <i>fouveiro</i>, origen incierto; ha de haber relación con el lat. vg. <i>FALVUS</i>, voz de origen germánico (a. alem. ant. <i>falo</i>, escand. ant. <i>folr</i>, etc.), de donde procede el fr. <i>fauve</i> ’de color de melocotón’, pero como así no se explican la terminación ni la segunda ac. castellana, que corresponde a la del lat. <i>VARIUS</i>, es probable que overo salga de <i>Falvus varius.</i> 1ª doc.: Nebr. ("<i>hobero</i>, color de cavallo: gilvus").</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">(...) A pesar de esta grafía unánime con h-, en <i>Aut</i>. el vocablo aparece escrito <i>overo</i>, y el azar de este alejamiento alfabético hizo que los recopiladores de este diccionario ignoraran los artículos de sus modelos habituales Nebr. y Covarr., y definieran «lo que es de color de huevo; aplícase comúnmente al caballo». Esto tiene más de etimología que de definición, pues lo de que overo se aplique a cualquier objeto de color de huevo es supuesto gratuito, siendo así que sólo puede calificar a algunos animales y en particular al caballo; como etimología, no puede defenderse, ya que el vocablo principiaba indiscutiblemente por f- o h- aspirada.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">(...) Una comprobación de la intervención de<i> varius</i> en la historia de<i> overo</i>, la veo en los ojos overos de que se burló Quevedo en el<i> Gran Tacaño</i> («la cara no tenía sino un ojo, aunque overo»), y que Aut., con su obsesión etimológica, trata de explicar así: «los ojos que son todo blancos, y que parece no tienen niña, por la semejanza que tienen con lo blanco y la hechura del huevo». Es decir, con la clara del huevo; pero ¿a quién se le ocurriría llamar 'de color de huevo’ a lo que es blanco? Es un absurdo de etimologista a la antigua. En realidad los ojos en que menos se distingue la pupila no son blancos (¿los hay?), sino grises acerados, y éstos eran los <i>yeux vairs,</i> tan famosos en la literatura francesa medieval como dechado de belleza, véanse las pruebas en Ott, 95-96. Pero en España se tiene otra apreciación estética, y esta clase de ojos, en país de morenos y de ojos negrazos, es objeto de burlas. Allí el paso de ojo vero (< <i>varius</i>) a ojo overo, pudo ser resultado de un chiste o fruto casual de la fonética sintáctica: seguramente las dos cosas a un tiempo"</span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDUcpFBzh-HOeBP7AOmtoE9M9Ku6WkIOlv1W4Bn5H6h1Q-xJjxccc42X_CbIJV1-3GFdkovovQchk5Ua2FeQZmjR-QCSx7OGSzm8G2FREcFIWCunOHaryMvkkqXV1MEX12RJCTYDZLNPa011PaxdqKEj-rqtvLaz-StZsz-ROG_0Ja5VCrh7i2WXZBoxFn/s997/a3.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="668" data-original-width="997" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDUcpFBzh-HOeBP7AOmtoE9M9Ku6WkIOlv1W4Bn5H6h1Q-xJjxccc42X_CbIJV1-3GFdkovovQchk5Ua2FeQZmjR-QCSx7OGSzm8G2FREcFIWCunOHaryMvkkqXV1MEX12RJCTYDZLNPa011PaxdqKEj-rqtvLaz-StZsz-ROG_0Ja5VCrh7i2WXZBoxFn/s320/a3.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><b>Silbón overo</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El filólogo D. <b>Carlos Fernández de Castroverde </b>nos ilustra en su obra "<b><i>El caballo. Su constitución, resistencia y conservación</i></b>" (Casa-Editorial "La Aurora". <b>Barcelona,</b> 1886) sobre las distintas tonalidades de<i> overos</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Color amarillo ó gualdo (Overos) </i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">En este matiz se presentan pelos amarillos, negros y pardos. Los
caballos overos con crines blancas y gualdas se llaman<i> isabelas</i>, y
se distinguen en rubias, leonadas y plateras. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Los overos con melenas negras ó bayo-oscuras, se dividen en: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Molinero</i> ú <i>overo flor de harina,</i> que es de un blanco claro y
presenta á menudo á lo largo del dorso una mancha del través de
un dedo de pelos oscuros, llamada <i>rastro de la anguila.</i> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Overo color de ratón</i>: que tiene el pelo gris, parecido al de los
ratones de campo, con rastro de la anguila y pies negros. (Se parece
al alazán esquilado ó bayo dorado). </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Se distinguen además también: <i>overos oscuros, leonados, lobunos</i>
y <i>cenicientos</i></span>".
</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 167)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En una parodia de un romance morisco encontramos una <i>yegua overa</i>. Comienza así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Por las riberas de Albercbe, </div><div style="text-align: center;">Un rio de Talavera, </div><div style="text-align: center;">En cuya corriente anidan </div><div style="text-align: center;">Las lechuzas y cigüeñas, </div><div style="text-align: center;"> Adonde el fuerte Sansón </div><div style="text-align: center;">Luchó con la primavera, </div><div style="text-align: center;">Y desafió á los vientos </div><div style="text-align: center;">Y al dios Marte en lucha fiera;</div><div style="text-align: center;"> Adonde vino á parar </div><div style="text-align: center;">Un marinero de Eneas, </div><div style="text-align: center;">Cuando en el mar de Sicilia </div><div style="text-align: center;">Fueron perdidas sus velas, </div><div style="text-align: center;">Y adonde Venus la diosa </div><div style="text-align: center;">Abrasó desde su esfera </div><div style="text-align: center;">A un avaro carretero, </div><div style="text-align: center;">Que le arrastraba su estrella </div><div style="text-align: center;"> Corriendo sale Cupido </div><div style="text-align: center;">Temeroso de la abeja, </div><div style="text-align: center;">Que en los jardines de Chipre </div><div style="text-align: center;">Le picó en la mano diestra; </div><div style="text-align: center;">Y tras él un fuerte moro, </div><div style="text-align: center;">En una yegua overa,</div><div style="text-align: center;">Semejante á Rodamonte </div><div style="text-align: center;">En el brío y ligereza....</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Luis de Góngora</b> empieza de este modo una letrilla burlesca:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Allá darás rayo, </i></div><div style="text-align: center;"><i>en casa de Tamayo</i>. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De hospedar a gente extraña, </div><div style="text-align: center;">O flamenca o ginovés, </div><div style="text-align: center;">Si el huésped overo es </div><div style="text-align: center;">Y la huéspeda castaña, </div><div style="text-align: center;">Según la raza de España, </div><div style="text-align: center;">Sale luego el potro bayo. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Allá darás rayo,</i></div><div style="text-align: center;"><i>en casa de Tamayo.</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">De muy grave la viudita </div><div style="text-align: center;">Llama padre al capellán </div><div style="text-align: center;">Con quien sus hijos están; </div><div style="text-align: center;">Y amor, que la solicita. </div><div style="text-align: center;">Hace que por padre admita </div><div style="text-align: center;">Al que recibió por ayo. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las siguientes octavas forman parte del Canto I de la Parte II de las "<b><i>Elegías de varones ilustres de Indias</i></b>", escritas por<b> Juan de Castellanos</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Perplejo pues cualquiera caballero </div><div style="text-align: center;">De los que van con él en seguimiento, </div><div style="text-align: center;">El Palomino quiso ser primero </div><div style="text-align: center;">Y entró, no sin algún detenimiento </div><div style="text-align: center;">De su caballo de color overo, </div><div style="text-align: center;">Que visto no pasar con buen aliento </div><div style="text-align: center;">Volvió, no viendo cosa que le cuadre, </div><div style="text-align: center;">Diciendo : «Ya no pare mas mi madre ». </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Pero vista la poca diligencia </div><div style="text-align: center;">Que para lo tentar muestra su gente, </div><div style="text-align: center;">Faltó con el orgullo la paciencia, </div><div style="text-align: center;">Y entró segunda vez en la corriente. </div><div style="text-align: center;">No sé con qué rigor ó violencia </div><div style="text-align: center;">El buen overo trastornó la frente: </div><div style="text-align: center;">Caballo solo ven volver al puerto, </div><div style="text-align: center;">Y el amo nunca mas vivo ni muerto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta voz la puso <b>Nicolás Fernández de Moratín </b>en una de sus famosas quintillas de la "<b><i>Fiesta de Toros en Madrid":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">El Alcayde, muy zambrero, </div><div style="text-align: center;">de Guadalajara, huyó </div><div style="text-align: center;">mal herido al golpe fiero </div><div style="text-align: center;">y desde un caballo overo </div><div style="text-align: center;">el moro de Horche cayó.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el Canto III de "<b><i>La Leyenda del Cid</i></b>" escribe <b>José Zorrilla:</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Era la mañana fría </div><div style="text-align: center;">del primer día de octubre, </div><div style="text-align: center;">en que por azar no encubre </div><div style="text-align: center;">el sol con nieblas al día. </div><div style="text-align: center;">Días de los que es extraño, </div><div style="text-align: center;">en el cielo burgalés </div><div style="text-align: center;">que se alcancen dos o tres </div><div style="text-align: center;">a ver en tal mes del año. </div><div style="text-align: center;">Estaba en su camarín </div><div style="text-align: center;">Diego Laínez rezando,</div><div style="text-align: center;">a Cristo Dios demandando </div><div style="text-align: center;">que ponga a su angustia fin; </div><div style="text-align: center;">cuando paró ante el postigo </div><div style="text-align: center;">de su casa un mensajero, </div><div style="text-align: center;">que jinete en un overo </div><div style="text-align: center;">trae noticias de Rodrigo...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIlQY1F2bzLpaWwONfLvKy-tIgL44TXcgVEb4kmqJVZX-2j3KwSQA52eqFoPiYtkCZPnAn0jA2NEi3kkNiOR39SFfhWuFAYURqDu5yhRPIBoejBc8EqbuNxSEzcVyw2u_BlutZpcTsHPzidsRevAD-iLUZZ8OBkSERPoJghjtu6posT3UmcIXiRFPCmVMu/s847/a4.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="530" data-original-width="847" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIlQY1F2bzLpaWwONfLvKy-tIgL44TXcgVEb4kmqJVZX-2j3KwSQA52eqFoPiYtkCZPnAn0jA2NEi3kkNiOR39SFfhWuFAYURqDu5yhRPIBoejBc8EqbuNxSEzcVyw2u_BlutZpcTsHPzidsRevAD-iLUZZ8OBkSERPoJghjtu6posT3UmcIXiRFPCmVMu/s320/a4.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">En las "</span><b style="text-align: justify;"><i>Poesías completas de Núñez de Arce</i></b><span style="text-align: justify;">" (4ª ed. Imprenta Nacional. </span><b style="text-align: justify;">Sevilla</b><span style="text-align: justify;">, 1907?) se encuentra una composición titulada "</span><i style="text-align: justify;"><b>Idilio</b></i><span style="text-align: justify;">". Estos son algunos de sus versos:</span></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>XIII.</b> </div><div style="text-align: center;">El tiempo deslizóse dulcemente </div><div style="text-align: center;">Como mansa corriente </div><div style="text-align: center;">Que cruza el hondo valle, limpia y clara. </div><div style="text-align: center;">Pero ya tuve edad, y como es uso, </div><div style="text-align: center;">Mi buen padre dispuso </div><div style="text-align: center;">Que mis graves estudios empezara. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>XIV.</b> </div><div style="text-align: center;">¡Conservaré el recuerdo mientras viva! </div><div style="text-align: center;">Sin pena á dejar iba </div><div style="text-align: center;">Por vez primera los paternos lares: </div><div style="text-align: center;">Mi amante madre preparaba inquieta </div><div style="text-align: center;">La estudiantil maleta, </div><div style="text-align: center;">Y sin querer llorar, lloraba á mares. </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>XV. </b></div><div style="text-align: center;">Mi padre enternecido, aunque severo, </div><div style="text-align: center;">Ensillaba el overo </div><div style="text-align: center;">Que ya esperaba indócil á la puerta. </div><div style="text-align: center;">La hermosa niña, casi adolescente, </div><div style="text-align: center;">Inclinaba la frente, </div><div style="text-align: center;">Callada y sin color como una muerta.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Ramón María del Valle-Inclán</b> puso esta voz en algunas de sus obras. Hemos elegido el melodrama para marionetas titulado "<b><i>La cabeza del Bautista</i></b>", incluido en el "<b><i>Retablo de la lujuria, la avaricia y la muerte":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b>EL JÁNDALO.-</b>
¡Esta mujer me torea! Don Igi, vaya usted
contando ese pico, que tengo el overo con la
silla puesta. </div><div style="text-align: justify;"><b>DON IGI.-</b>
Te daré un cheque. ¡Pero no por esa cantidad! </div><div style="text-align: justify;"><b>LA PEPONA.-</b>
Que se acabó por esta noche el pleito. </div><div style="text-align: justify;"><b>EL JÁNDALO.-</b>
Niña, esto ya no es de su incumbencia. Don
Igi, ándele por el talonario, que rabia usted
de verme lejos".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 182)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Gabriel Miró</b> tituló "<b><i>En automóvil"</i></b>, uno de los relatos incluidos en su obra "<b><i>Corpus y otros cuentos</i></b>". Allí leemos lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">" <span style="color: #2b00fe;">Ronca y magna tronó la bocina. Su voz prolongábase en la inmensidad humanamente. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Muy remoto halló la mirada un punto movedizo que fué creciendo y determinándose. Era
un cochecico descubierto, de dos ruedas viejas y
flacas; parecía una araña. Lo arrastraba un
overo largo y mustio, de cascos peludos, gobernado por una personilla gorda, con guardapolvo,
gorrita orejuda y anteojos negros; un hidalgo
sin libros de romances ni devotos, que habría
salido de su pueblo para visitar su hacienda. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Debía llevar pienso para el rocín y matalotaje
para él; y en tanto que viajaba compararía el
témpero de las tierras ajenas con el de sus bancales de sembradura, y miraría los almendros y
viñas para alegrarse si lo suyo tenía mejor
veduño</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 80)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Referido a los ojos, escribe en "<b><i>Figuras de la Pasión del Señor</i></b>" lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">".<span style="color: #783f04;">..Y cuando Elifeleth quiso seguir su
vagar por la ladera, reparó en un hombre
que le miraba asomado a la tapia
de su casa. Era un hombre duro, como
de cortezas de árboles; de ojos fríos,
overos. Descabezaba langostas de bancales, y después las molía en un mortero de pedernal</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>El mancebo que abandona su vestidura</i></b>"; pág. 63)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la novela de <b>Ignacio Aldecoa</b> titulada "<b><i>Con el viento solano"</i></b> leemos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">La criada y el ama separan las lentejas de la comida del día siguiente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Es que la Aurora -dice la criada, tenía muchas ganas de casarse.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-No lo va a resistir.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Ya le engañará con alguno.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">-Cada vez que vaya a Madrid. Aquí no, por el qué dirán; pero en Madrid, en Madrid...</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">La dueña pone los ojos, overos, en blanco. Se la mueve la barriga de la risa</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>Miércoles. Santa Cristina</i></b>"; pág. 118)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De <b>Rafael Alberti</b> es esta poesía incluida en "<b><i>Baladas y canciones del Paraná</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Si yo estuviera cansado,</div><div style="text-align: center;">río grande, de la vida,</div><div style="text-align: center;">¿qué no haría por perderme</div><div style="text-align: center;">por tus islas?</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Sé de las islas del mar,</div><div style="text-align: center;">pero no sé de tus islas.</div><div style="text-align: center;">Las tuyas tienen caballos,</div><div style="text-align: center;">niñas azules las mías.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Dame un caballito overo</div><div style="text-align: center;">por una niña.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Si yo estuviera cansado,</div><div style="text-align: center;">río, tú me lo darías,</div><div style="text-align: center;">sé que tú me lo darías.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con uno de los relatos que <b>Jorge Luis Borges</b> incluyó en "<b><i>Historia universal de la infamia</i></b>". Se titula "<b><i>El asesino desinteresado Bill Harrigan</i></b>", que no es otro que el famoso <b>Billy el Niño</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #741b47;">La noche del veinticinco de julio de 1880, Billy the Kid atravesó al galope de su overo la calle principal, o única, de Fort Sumner. El calor apretaba y no habían encendido las lámparas; el comisario Garrett, sentado en un sillón de hamaca en un corredor, sacó el revólver y le descerrajó un balazo en el vientre. El overo siguió; el jinete se desplomó en la calle de tierra</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 73)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/hlW5w6zFzrM" width="320" youtube-src-id="hlW5w6zFzrM"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-66550876915063016932023-07-03T20:09:00.001+02:002023-07-03T20:09:09.921+02:00OXEAR<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYPbixvhVgN1AZ-iiHf_Vqd6ZcUNTLLAGILmZ98-_UFLJ3jA58Cqeze3e2QeVNHaztA9qGZqWSLFHmwf6rI0A-QQ37K1XCwDiELZGS3H7pKq8zM8KXZei0aWMXrGUDhhx4XWsC8K-emzyb-PCDdygaZgOnaDVBMP_fep-dbtdkYmUsc-WApVQ_v64CXzel/s1324/a1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="1324" height="149" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYPbixvhVgN1AZ-iiHf_Vqd6ZcUNTLLAGILmZ98-_UFLJ3jA58Cqeze3e2QeVNHaztA9qGZqWSLFHmwf6rI0A-QQ37K1XCwDiELZGS3H7pKq8zM8KXZei0aWMXrGUDhhx4XWsC8K-emzyb-PCDdygaZgOnaDVBMP_fep-dbtdkYmUsc-WApVQ_v64CXzel/s320/a1.png" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">En <b>Covarrubias</b> se encuentra el vocablo <i>ox</i>, que define como "<span style="color: red;">voz con que apartamos las gallinas recogiéndolas, del Latino <i>exi</i>, del verbo <i>exire</i>, que es salir, y de alli ex, y ox; por eso dezimos al perro Ex de ai</span>".</p><p style="text-align: justify;"><b>Autoridades </b>recoge esta voz y el verbo <i>oxear,</i> con este significado:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OXEAR. v. a. Espantar con voces la caza, para que se levante y vaya al sitio donde se le ha de tirar. Lat. <i>Abigere</i>. ARGOT. <i>Mont.</i> cap. 28. Oxeandolas con garrochas largas, haciendolas salir á lo raso, donde las siguen con perros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: red;">OXEAR. Por analogia vale espantar y ahuyentar de qualquiera suerte alguna cosa. Lat. <i>Abigere</i>. SANDOV. <i>Hist. de Carlos V</i>. lib. I. c. 37. Las Galéras oxeaban á cañonazos los Moros, para desviarlos de la lengua del agua</span>". </p><p style="text-align: justify;"><b>Academia </b>se atiene a lo dicho por <b>Autoridades</b> hasta la edición de 1837, en la que dicen:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OXEAR. a. Espantar las gallinas ú otras aves domésticas</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la edición de 1869 añaden que "<span style="color: red;">también se dice osear</span>". Esta coletilla no vuelve a aparecer en las siguientes ediciones. En la de 1970 define este verbo del siguiente modo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OXEAR. (De <i>ox</i>.) tr. Espantar las aves domésticas y la caza"</span>.</p><p style="text-align: justify;">En la edición manual de 1984 añaden este andalucismo:</p><p style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">OXEAR. (...)<i> And.</i> Echar de un sitio a una o varias personas</span>".</p><p style="text-align: justify;">En la <b>Edición del Tricentenario</b>, última consultada, se mantiene lo definido en la edición de 1970.</p><p style="text-align: justify;">Este verbo ya se encuentra en <b><i>Nebrija </i></b>(1516) con el sentido de "<span style="color: red;">oxear aves, fieras o conejos</span>". El <b><i>Salvá</i></b> (1846), el <b><i>Gaspar y Roig</i></b> (1855), y el <b><i>Rodríguez Navas</i></b> (1918) dicen que es "<span style="color: red;">espantar las gallinas ú otras aves domésticas</span>" y nos invitan a ver el verbo <i>ojear</i>, con el que tiene una evidente relación. El <b><i>Pagés</i></b> (1925) ilustra esta voz con el ejemplo literario de <b>Argote de Molina</b>, que eligió <b>Autoridades</b>, y unos versos de un romance anónimo titulado "<b><i>Los nombres, costumbres y propiedades de las señoras mujeres"</i></b>, que comienza de este modo:</p><div style="text-align: center;">Supuesto que me han pedido<br />con políticas palabras<br />algunas de estas señoras,<br />algo risueñas y ufanas,<br />que las cante alguna cosa,<br />ya obe<span style="text-align: justify;">dezco a lo que mandan,<br /></span>y ya me he puesto a cantar<br />al son de aquesta guitarra.</div><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Unos versos más adelante leemos:</p><div style="text-align: center;">Tomo asiento, y la vihuela<br />después de estar bien templada,<br />luego que a cantar empiezo<br />empiezan ellas su parla;<br />dice la una: -¡Jesús,<br />qué voz tan desentonada!<br />¡Parece que está oxeando<br />con su voz apastorada!</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El refranero advierte que "<span style="color: red;">quien pájaro ha de tomar, no ha de oxear</span>". Viene a significar que "<span style="color: red;">para conseguir los fines, no se han de tomar los medios contrarios a ellos</span>". <b>Sebastían de Horozco</b> glosó este refrán con estos versos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">El que a otro a menester</div><div style="text-align: center;">y pretende de caçalle</div><div style="text-align: center;">gran prudencia ha de tener</div><div style="text-align: center;">para lo poder coger</div><div style="text-align: center;">sin primero remontalle.</div><div style="text-align: center;">Por esso dice el bulgar</div><div style="text-align: center;">muy notable y muy sabido</div><div style="text-align: center;">quien paxaro a de tomar</div><div style="text-align: center;">no le deve de oxear</div><div style="text-align: center;">porque facilmente es ydo.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVb_89fvHkxFOGb2uWY51GSgYIaCeTrXfb3k2mmoB7lYS6oyAcB_PaPO1DZiOczmGFNKueNffw5FuR880rcyedOpmFtGs9ZEyaPmaOmZVQiR1nb1B5YLjmRsAlrQBkAJQLRmihnxByj6-6HS3SqceynL3NPLQyxpacCgN9ydk539RfFf8kVbIJnls75n_e/s452/a2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="341" data-original-width="452" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVb_89fvHkxFOGb2uWY51GSgYIaCeTrXfb3k2mmoB7lYS6oyAcB_PaPO1DZiOczmGFNKueNffw5FuR880rcyedOpmFtGs9ZEyaPmaOmZVQiR1nb1B5YLjmRsAlrQBkAJQLRmihnxByj6-6HS3SqceynL3NPLQyxpacCgN9ydk539RfFf8kVbIJnls75n_e/s320/a2.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Julio Cejador y Frauca</b> incluye en su "<b><i>Tesoro..</i></b>." las voces<i> ox, oxe</i> y <i>ojear</i>, que ilustra con varios ejemplos literarios. A saber.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: red;">¡<b>Ox</b>! para espantar las gallinas ú otras aves ó animales. Es
el eúsk. ¡och! ¡otch! ¡ots! ROSAL: Ox á las aves. Q . BENAV. I, 88: ¡Ox
aquí! moscón maldito. QUEV. <i>Poem</i>. 1: Mas diciendo: Ox aquí. CORR.
116: En lugar de no hay reloj, ox. (Porque es pobre y no se ha de hacer allí mansión; ox es palabra con que se avientan y espantan las
aves.) Pic. Just. I, 1: ¡Ox que hace frío! QUEV. Entrem:. ¡Ox, que no
pica! HOROZCO<i> Canc.</i> p. 170: Ox, que no pare mi madre. <i>Trag. Policiana</i> 21: Ox ox, ojo á la puerta, verás á nuestrama la moza, qué resplandeciente viene de mañana. J. ENC. 241: ¡Oxa huera! (Ox ahuera).
H. NÚÑ.: El gato que dice mox, la polla que dice ox. <i>Bibl. Gallard</i>.
4, 925: ¡Ox, afuera! | no seáis tan atrevido. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">¡<b>Oxe</b>! el mismo ¡ox! con apoyo de -e. CORR. 156: Con oxi polla,
oxe, espantamos las gallinas. <i>Comed. Doler</i>. 2, 5: ¡Oxe! antes las lleve el diablo á todas. L. RUEDA <i>Discord</i>. 2: Escupido, oxe de ahí. ID.
<i>Sordo</i>: Oxear | los pájaros del sembrado. | Ora sus, | oxe! en nombre de Jesús; | oxe, dolas al diabro, | tus, tus, tus | oxe digo, | oxe
que coméis el trigo | oxe allá de las sembradas. <i>Comed. Doler</i>. 3,
5: Con ellas besaremos.—¡Oxe! (fuera, no quiero). P. PADILLA <i>Tesor.
de v. poes</i>. f. 428: Oxe polla, le dijo Jil Condeso. | Y respondió: abrenuntio.
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;"><b>OJEAR</b>, echar fuera ó despedir con el ¡ox!, antiguamente oxear. SANDOV. <i>H. Carlos V </i>I, 37: Las galeras oxeaban á cañonazos los moros para desviarlos de la lengua del agua. T . RAM. <i>Dom</i>. 12, 1: Aparta
tus ojos de mí, porque ellos me ojean y hacen volar, ellos que me
vaya y te deje. <i>Guard. cuid</i>. ¡Con ojear desta calle y de tu puerta los
que imaginare que. A. VENEG. <i>Agón</i>. 4, 1: Ojeándolos de sí cuanto
pudo con ignorancia y debilidad. GUEV. <i>Ep</i>. 48: Otros pateaban,
otros ojeaban. F. SILVA <i>Celest</i>. 12: Ojear seis ó siete garzones, que con
guitarras me tenían ocupada la calle. <i>Comed. Florín</i>. 14: Los que anoche por tu servicio ojeé de tu casa. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">Ahuyentarlas aves, etc. CABR. p. 310: Que con una larga caña
ojease de la plaza todos los gallos. A. ÁLV. <i>Silv. Dom</i>. 4 Cuar. 5 c.:
Ojeando las avecillas. ID. <i>Fer</i>. 4.<i> Dom.</i> 4 <i>Cuar</i>. 5 c , § 3: Aquel estar
él ojeando las aves. <i>Guard. cuid</i>:. No pienso sino que estoy ojeando
los mosquitos de una tinaja de vino.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: red;">En particular espantar la caza con voces, que se levante y vaya al
sitio donde se le ha de tirar. ARGOTE <i>Monter</i>. 28: Oxeándolas con
garrochas largas, haciéndolas salir á lo raso, donde las siguen con perros. <i>Quij</i>. 1,33 : Después ojeándole, le encaminan hacia aquel lugar.
<i>Id.</i> 2, 58: Los simples pajarillos, que ojeados con nuestro ruido vinieron á dar en ellas (las redes). <i>Dial, monter</i>. 6: Cómo ha de entrar
el que fuere ojeando. Ojeándolas de la parte contraria. VALDERR. Ej. Fer. 3 Pas: Y ojear la caza ó tirando piedras ó crujiendo hondas</span>".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De todos estos ejemplos hemos escogido el de<b> </b>la<b> "<i>Farsa del sordo</i>", de Lope de Rueda</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>GALÁN</b></div><div style="text-align: center;">Sus, tiremos, </div><div style="text-align: center;">aquí, paje, más no estemos, </div><div style="text-align: center;">vámonos con alegría </div><div style="text-align: center;">á ver á su señoría </div><div style="text-align: center;">que ha mucho que no le vemos.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> (<i>Aquí se sale el galán y el paje, y queda el viejo diciendo</i>): </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>SORDO</b></div><div style="text-align: center;">Dios loado, </div><div style="text-align: center;">pues que soy aquí quedado </div><div style="text-align: center;">quiero mía fé sin tardar </div><div style="text-align: center;">al momento oxear </div><div style="text-align: center;">los pájaros del sembrado; </div><div style="text-align: center;">hora, sus, </div><div style="text-align: center;">oxe en nombre de Jesús,</div><div style="text-align: center;"> oxe do las al diabro, </div><div style="text-align: center;">tus, tus, tus; </div><div style="text-align: center;">oxe, digo,</div><div style="text-align: center;"> oxe que coméis el trigo, </div><div style="text-align: center;">las grullas están pesadas, </div><div style="text-align: center;">oxe allá de las sembradas, </div><div style="text-align: center;">ó no prega á San Rodrigo </div><div style="text-align: center;">que contienda, </div><div style="text-align: center;">no hay zagal questo entienda, </div><div style="text-align: center;">ó que tengo en mí de envidia </div><div style="text-align: center;">por San de armalla con tiria, </div><div style="text-align: center;">y quiçá que yo los venda, </div><div style="text-align: center;">qué aviones, </div><div style="text-align: center;">qué de grullas a montones, </div><div style="text-align: center;">ó qué hay de abubillas, </div><div style="text-align: center;">cogujadas, pezpirillas, </div><div style="text-align: center;">uraquetas, gorriones, </div><div style="text-align: center;">qué despecho,</div><div style="text-align: center;"> no fé mia, fé que le ha hecho </div><div style="text-align: center;">mi hijo polidito, </div><div style="text-align: center;">amigo mio, chiquito </div><div style="text-align: center;">cuitado que esta en la escuela, </div><div style="text-align: center;">qué rapaz, </div><div style="text-align: center;">veinte y cinco años y más </div><div style="text-align: center;">ha que está puesto a leer,</div><div style="text-align: center;"> hora prende bachiller, </div><div style="text-align: center;">ofrézcolo á Satanás; </div><div style="text-align: center;">gran cantante, </div><div style="text-align: center;">latino y estudiante,</div><div style="text-align: center;">que no hay comparacion </div><div style="text-align: center;">en cosa de tragazón, </div><div style="text-align: center;">más traga que un elefante; </div><div style="text-align: center;">enamorado. </div><div style="text-align: center;">gentil hombre enrubiado, </div><div style="text-align: center;">querido de zagalejas, </div><div style="text-align: center;">pues si entra en las igrejas </div><div style="text-align: center;">nunca está so destocado; </div><div style="text-align: center;">qué presencia, </div><div style="text-align: center;">qué meneo y continencia, </div><div style="text-align: center;">regalado y bellaquillo, </div><div style="text-align: center;">y su nombre es Polidillo, </div><div style="text-align: center;">Polidillo el de Valencia; </div><div style="text-align: center;">hora andar, </div><div style="text-align: center;">quiérele mi fé llamar: </div><div style="text-align: center;">Polidillo, Polidillo, </div><div style="text-align: center;">ven aca, hijo, chiquillo.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">(<i>Entra el bobo</i>)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el final del decimoctavo acto de "<b><i>La Celestina"</i></b> dice <b>Centurio</b>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Él te guíe y te dé más paciencia con los tuyos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">¡Allá irán estas putas atestadas de razones! Agora quiero pensar cómo
me excusaré de lo prometido, de manera que piensen que puse diligencia con ánimo de ejecutar lo dicho y no negligencia por no me poner
en peligro. Quiérome hacer doliente. Pero ¿qué aprovecha? Que no se
apartarán de la demanda cuando sane Pues si digo que fui allá y que
les hice huir, pedirme han señas de quién eran y cuántos iban y en qué
lugar los tomé y qué vestidos llevaban. Yo no las sabré dar; helo todo
perdido. Pues ¿qué consejo tomaré que cumpla con mi seguridad y su
demanda? Quiero enviar a llamar a Traso el cojo y a sus dos compañeros y decirles que, porque yo estoy ocupado esta noche en otro
negocio, vaya a dar un repiquete de broquel a manera de levada, para
oxear unos garzones, que me fue encomendado, que todo esto es pasos seguros y donde no conseguirán ningún daño, mas de hacerlos huir
y volverse a dormir</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 168)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Don <b>Antonio de Guevara</b>, obispo de <b>Mondoñedo</b>, escribe en su conocida obra titulada "<b><i>Menosprecio de corte y alabanza de aldea"</i></b> lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #b45f06;">Quédate
a Dios, mundo, pues de tu palacio sale la cabeça llena de canas, los ojos de lagañas, las orejas de sordedad, las narizes de reuma, la frente
de arrugas, los pies de gota, los muslos de ceatica, el estómago de humores, el cuerpo de dolores y aun el coraçon de cuydados. Quédate
a Dios, mundo, pues en tu palacio ninguno quiere ser bueno, lo qual parece muy claro, en que
cada día empozan traydores, arrastran salteadores, degüellan homicianos, queman hereges,
quintan a perjuros, destierran a bulliciosos, enmordazan a blasphemos, enclauan a trauiessos, ahorcan a ladrones y aun quartean a falsarios Quédate a Dios, mundo, pues tus criados no tienen otro passatiempo sino ruar calles, moffar
de los compañeros, requestar damas, embiar recaudos, engañar a muchas vírgines, oxear ventanas, escreuir cartas, tratar con las alcahuetas,
jugar a los dados, relatar vidas de próximos,
pleytear con los vezinos, contar nueuas, fingir
mentiras, buscar regalos é inuentar vicios nueuos</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. XX: "<b><i>De como el Autor se despide del mundo con muy delicadas palabras, es capitulo muy notable"</i></b>; pág. 95v)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta voz la escribe con sentido figurado fray <b>Luis de Granada</b> en su "<b><i>Libro de la Oracion y Meditacion</i></b>" (En casa de la Biuda de Martin Nucio. <b>Anvers</b>, 1559):</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">Si quieres alcançar virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo, seas hombre de oracion. Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus afficiones y appetitos, seas hombre de oracion. Si quieres conoscer en las astucias de Satanas, y defenderte de sus engaños, seas hombre de oración. Si quieres viuir alegremente, y caminar con suauidad por el camino de la penitencia y del trabajo, seas hombre de oracion. Si quieres oxear de tu anima las moxcas importunas de los vanos pensamientos y cuydados, seas hombre de oracion</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Primera parte. Cap. I: "<b><i>De la virtud y excelencias de la Oración</i></b>"; pág. 11v)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ-EqqUmZOZ1QWlFCcLJgEp6Q5R66CVCpRy2Kn7N4J0Ii4jYVV8xri5SwpOmtvEUn6xK6AkL2IulItw9xnJK6RFpUZNLSNAekMS70pwI3YLMScIuJq8_jvOhXlncReufEDL1urE-0WKi9OKKcMQJy-vGgV-5scVAAIKs40cgo6cSv48fdX4i-4jtOf2UQY/s344/a3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="344" data-original-width="335" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ-EqqUmZOZ1QWlFCcLJgEp6Q5R66CVCpRy2Kn7N4J0Ii4jYVV8xri5SwpOmtvEUn6xK6AkL2IulItw9xnJK6RFpUZNLSNAekMS70pwI3YLMScIuJq8_jvOhXlncReufEDL1urE-0WKi9OKKcMQJy-vGgV-5scVAAIKs40cgo6cSv48fdX4i-4jtOf2UQY/s320/a3.png" width="312" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<b><i>De la crueldad de Sigüenza</i></b>" se titula uno de los capítulos de las "<b><i>Glosas de Sigüenz</i></b>a" (Colección Austral. Nº. 1102. Espasa-Calpe Argentina. <b>Buenos Aires</b>, 1952), escritas por <b>Gabriel Miró</b>. En él leemos lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #2b00fe;">Las moscas paseaban y revoleaban dichosas por
los papeles, por el pocillo del tintero y un tosco
búcaro de rosas anchas, carnosas, sensuales, delirantes de fragancia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Precisaba el sacrificio de una mosca: comería la
prisionera y estudiaría el hombre. Y humedecí algunos granitos de azúcar, y unté los bordes del
vaso.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Después me quedé muy quieto, mirando, mirando. Y vino una mosca. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">Regocijada, aturdida, loca, pisaba y probaba todos los dulces grumos; todos eran suyos, sin que
nadie le impidiese su goce. A veces quedábase pasmada contemplándome. «¿Cómo las manazas de
ese gigante enemigo no la oxeaban?» Y convencida
de que no le hacían nada, estregábase las dos patitas de delante lo mismo que algunas gentes felices
se frotan de gusto las manos"</span>.</div><div style="text-align: justify;">(Pág. 51)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Uno de los retratos que<b> Azorín</b> incluyó en su obra "<b><i>Españoles en París</i></b>" (Colección Austral. Nº 67. 4ª ed. Espasa-Calpe Argentina. <b>Buenos Aires</b>, 1946) es el de <b>David Galiano</b>, cura párroco de una aldea gallega llamada <b>Fontán</b>. En la actualidad cuenta con ocho habitantes. Sobre él dice, entre otras cosas, lo siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #783f04;">Jamás el cura de Fontán ha podido pensar mal de nadie. Ni un solo instante ha atravesado por su cerebro un propósito avieso. Capaz, con sus fuerzas herculeas, de desquijarar un león, cual el otro gran David, no tendría ánimos éste para oxear una mosca</span>".</div><div style="text-align: justify;">("<b><i>El anhelo de Roma</i></b>"; pág. 53)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vamos a terminar esta entrada con una cita de la novela de <b>Miguel Delibes</b> titulada "<b><i>Las ratas</i></b>":</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #274e13;">El Centenario, aun trampeando, iba todavía de acá para allá, mas en las horas de sol era fijo encontrarle sentado en el poyo de la trasera de su casa, los ojos entornados, oxeando incansablemente unos pollos imaginarios</span>".</div><div style="text-align: justify;">(Cap. 8; pág. 76)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/zgI8K9qQk3g" width="320" youtube-src-id="zgI8K9qQk3g"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2714873446348467355.post-55681549138261105172023-06-23T11:17:00.001+02:002023-06-23T11:17:13.530+02:00EL BARRIO DE LA P<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWnwYDNAytRcM6xVWcq0xedT6b1WYN5RZQ0w2-BS2gSrJ5qvqa2P8i0Jv5YyNBZPk-q2ig2uOLGDfFau-CYis1ROoLAIc-B5_lkS45yov7iOIkvVApj3e2pOSVxp0eVWHC-Y_3fqjxapx5fLoXAojoKqMNsaX_dlJSjCPIFJ_HLW2zRoBoiRpo2N2zWwvN/s941/a5.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="702" data-original-width="941" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWnwYDNAytRcM6xVWcq0xedT6b1WYN5RZQ0w2-BS2gSrJ5qvqa2P8i0Jv5YyNBZPk-q2ig2uOLGDfFau-CYis1ROoLAIc-B5_lkS45yov7iOIkvVApj3e2pOSVxp0eVWHC-Y_3fqjxapx5fLoXAojoKqMNsaX_dlJSjCPIFJ_HLW2zRoBoiRpo2N2zWwvN/s320/a5.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"> El <b>barrio de la P</b> es el barrio de las putas, dicho sea en román paladino, que es como <b>Gonzalo de Berceo</b> solía hablar con su vecino. Nos podrá gustar más o menos; unos estarán a favor o en contra de que las mujeres sigan ejerciendo una profesión que la gran mayoría de los estudiosos, como <b>Enrique Rodríguez-Solís</b>, consideran la más antigua del mundo, pero lo que no podemos hacer es mirar para otro lado para decir, lo mismo que en la tele, que de lo que no se habla no existe.</div><div style="text-align: justify;">En esta ciudad, llamada <b>PALABRARIA</b>, está muy presente, porque forma parte de los primeros balbuceos del idioma español. No siempre tuvo las connotaciones que ahora tiene porque, si hacemos caso a <b>Francisco del Rosal</b>, este vocablo viene de la palabra latina <i>Putus</i>, "<i>porque quando querian nombrar los niños, que decían Pueros, amorosa y tiernamente decían Putos y Potos, y a las niñas Putas y Putillas, y así los llamaban las Amas besándoles, quando les hacían más amor y regalo</i>". </div><div style="text-align: justify;">Su sentido actual ya se encuentra en el "<b><i>Vocabulario español-latino</i></b>" (1495), de <b>Antonio de Nebrija</b> -"<i>puta ramera, putilla desta manera, puta del burdel, puta barvacanera, puta carcavera</i>..."-, y en diccionarios posteriores, como el de<b> Sebastián de Covarrubias</b>, <b>Autoridades</b>, el de fray <b>Esteban de Terreros y Pando,</b> en todas las ediciones de<b> Academia</b> y tantos más. No es solo una voz presente en multitud de obras sino que cuenta con el dudoso privilegio de ser la que más sinónimos tiene en el idioma español. <b>Francisco Hernández Castanedo</b> recopiló mil doscientos treinta en su "<b><i>Glosario de la mala palabra</i></b>", más de un millar incluyó <b>José Esteban</b> en su vocabulario "<b><i>Las mil y una palabras de casa de putas",</i></b> y unos cuantos menos <b>Camilo José Cela</b> en su "<b><i>Enciclopedia del erotismo</i></b>". Llegados a este punto conviene citar los famosos versos que <b>Juan Ruiz, Arcipreste de Hita,</b> escribió en su "<b><i>Libro de buen amor":</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Como dize Aristóteles, cosa es verdadera.</div><div style="text-align: center;">el mundo por dos cosas travaja: la primera,</div><div style="text-align: center;">por aver mantenencia; la otra cosa era</div><div style="text-align: center;">por aver juntamiento con fembra plazentera.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el barrio de las putas de <b>PALABRARIA</b> hay muchas fembras placenteras, pero todas proceden de textos literarios, como no podía ser de otra modo. En sus abigarradas calles y en sus cachondas mancebías conviven la andorrera que tuvo mejor pasar, la bagasa que se curó del mal francés, la cantonera que se arrima al fusil de los soldados, la pajillera que frecuenta la oscuridad de los cines, la tusona que encandila a los viudos, la cortesana de cornudos pudientes, la ramera que se da por gusto, la meretriz de poderosas caderas, la fornicaria de embellecido coño, las saltatrices de lujuriosos bailes, y tantas otras bullidoras del deleite que habitan desde hace siglos en novelas, canciones, poesías y obras de teatro.</div><div style="text-align: justify;">No es, por tanto, este barrio una caricatura del barrio chino de <b>Barcelona</b>, lleno de izas, rabizas y colipoterras hasta las <b>Olimpiadas</b> de 1992, o del <b>Pigalle</b> parisino, donde una botella de champán de mierda te sale por un ojo de la cara; ni siquiera el pálido reflejo del barrio rojo de <b>Amsterdam</b>, donde las prostitutas se exhiben en amplios escaparates, sino un lugar de encuentro con la cultura putanesca, que todo el mundo puede visitar sin ningún reparo, en el que encontramos una variada representación de diferentes modelos urbanísticos a lo largo de la historia, desde el <b>Bordell</b> de<b> Valencia</b>, el <b>Compás de la Mancebía</b> de <b>Sevilla</b>, los prostíbulos cordobeses del <b>barrio de San Nicolás de la Ajarquía</b>, o los garitones madrileños conocidos como de "<b>Las Soleras</b>". Este abigarramiento arquitectónico nos puede recordar al <b>Pueblo Español</b>, de <b>Barcelona,</b> ya que en sus animadas calles hay una gran variedad de tiendas, tabernas, cines, teatros, bibliotecas, museos y salones de baile, en las que compran, enseñan y se divierten curiosos y turistas entre damas de demanda y trote como hubo y muchas otras que, sin ser de medio manto, de asiento o de cardenillo tuvieron su importancia en los tratos amorosos y de la carne, como <b>Trotaconventos </b>y <b>Celestina</b>. La recreación de los personajes es tan exacta que cuesta poco sumergirse en su mundo, pasando de una época a otra con solo doblar la esquina, cambiar de acera o acercarse a cada una de sus concurridas plazas.</div><div style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 30px;">Confieso que a veces frecuento este barrio con la esperanza de ver al <b>Marqués de Santillana</b> diciendo, con voz lastimera, aquello de que "<i>más pobre estó que puta en quaresma</i>"</span><span style="font-family: Times New Roman, Times, serif; text-indent: 30px;"><span style="background-color: white; font-size: 14px;">,</span></span><span style="text-indent: 30px;"> o a <b>Sebastián de Horozco</b> reprendiendo a una alcahueta de este modo:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-indent: 30px;"><div><i>Gastaste tu juventud</i></div><div><i>en ser puta cantonera,</i></div><div><i>agora en tu senectud</i></div><div><i>estando en el ataúd</i></div><div><i>vives de ser cobertera</i>.</div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 30px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 30px;"><b>Cristóbal de Castillejo </b>no se atreve a tanto y define a las mozas de partido como "<i>solteras</i>" porque "<i>están sueltas</i>". </span>Más suerte sería encontrarse con <b>Francisco de Quevedo </b>pregonando su <b><i>"Pragmática de las cotorreras</i></b>", o a <b>Nicolás Fernández de Moratín</b> recitando algunos de los versos de su "<b><i>Arte de las putas</i></b>", o a <b>Félix María de Samaniego,</b> impostando la voz, mientras declama algunas de las jocosas composiciones poéticas de su "<b><i>Jardín de Venus</i></b>". Ver a la <b>Lozana Andaluza</b> o a <b>Marfisa</b> sería un lujo. Encontrarse con las putas tristes de <b>Gabo,</b> no tanto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Ángel Arteaga</b> (c)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><p></p>angel arteagahttp://www.blogger.com/profile/03628790608027379213noreply@blogger.com0